En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar el arranque — Plorate Colles — del oratorio Jephte del compositor italiano Giacomo Carissimi. La sensual interpretación corre a cargo de la malograda soprano Tessa Bonner acompañada por los Gabrieli Players dirigidos por Paul McCreesh. Esta grabación se encuentra disponible en el sello BRILLIANT CLASSICS (Ref 93725). Compuesto alrededor de 1650, Jephte es un oratorio basado en el Libro de los Jueces del Antiguo Testamento y supone uno de los primeros ejemplos de este género musical tan importante que alcanzará su punto álgido décadas más tarde con las creaciones de Bach y Haendel. La música se desarrolla mediante una narración del texto bíblico a cargo de los solistas y el coro mientras que la orquesta se reduce a la sección de cuerda y continuo.

 A principios del siglo XVII se produjo la primera avanzadilla hacia una nueva música teatral por parte de la Camerata Florentina en torno al conde Giovanni Bardi (1534-1612). Su aspiración era la de recuperar las ideas de la música griega, especialmente en la tragedia, que según ellos era más cantada que hablada. Pusieron reparos a la polifonía, alineándose (aunque por motivos bien distintos) con las tesis del Concilio de Trento, por entender que su uso impedía la compresión del texto. Y así surgieron las primeras composiciones operísticas de Peri y Caccini, aunque hoy en día se discute mucho sobre si esas obras — Dafne (1598) y Euridice (1600) — pueden ser consideradas como verdaderas óperas. Pero desde un ámbito que no tenía ningún afán por reeditar el teatro griego, se va a dar un impulso, procedente de la música religiosa, que ayudará al cambio de técnica musical y que servirá para preparar la ópera. El estilo recitativo ya cultivado por Monteverdi va a facilitar el nacimiento en Roma del género del oratorio, forma que toma su nombre de la Congregación del Oratorio fundada por Felipe Neri en 1575 y que tuvo su sede en la iglesia de Santa María de Vallicella. Emilio de Cavalieri (1550-1602) presentó allí en 1600 la Rappresentazione di Anima e di Corpo, una especie de ópera sin puesta en escena. La idea hizo furor y enseguida se confeccionaron otras obras musicales basadas en las historias bíblicas o en las vidas de santos. Fue por aquel tiempo cuando surgió la magna figura de Giacomo Carissimi, compositor que supo introducir con maestría el nuevo lenguaje de la ópera en la música religiosa con una gran simplicidad pero sin renunciar a la potencia expresiva.

 Giacomo Carissimi nació en Marino, cerca de Roma, el 18 de abril de 1605 en el seno de una familia de artesanos. En la actualidad se ignora todo lo referente a su formación musical aunque se sabe que debutó en 1624 como chantre en Tívoli. En 1628 accedió a la Catedral de Asís como maestro de capilla y dos años más tarde ocupó el mismo cargo en San Apolinar de Roma, la iglesia del Colegio Germánico de Roma. Allí desarrolló su actividad como compositor de oratorios y cantatas, aunque es difícil precisar su producción musical ya que muchas de sus obras fueron destruidas o se perdieron con el paso de los años. Hombre melancólico, amable y muy respetado por todos, Carissimi vivió de una manera bien sencilla pese a que logró multiplicar su capital ejerciendo de prestamista a intereses muy generosos. Carissimi murió en Roma el 12 de enero de 1674.

 Considerado como uno de los mayores músicos italianos tras su muerte, Carissimi fue uno de los máximos representantes del nuevo género del oratorio. Su música se ciñó a una pretendida sencillez melódica y armónica, logrando una magistral utilización del estilo monódico. Carissimi fue un prolífico compositor cuyo estilo influyó de manera decisiva a lo largo de todo el siglo XVIII en la música de autores como Charpentier, discípulo directo suyo, Cesti, Alessandro Scarlatti y Haendel. Nuestro humilde homenaje a este magnífico compositor.