En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar una excelente versión de la Sonata para violín en sol menor, Op. 1, nº4, conocida popularmente como Sonata del trino del Diablo, del compositor italiano Giuseppe Tartini. La interpretación corre a cargo del violinista Itzhak Perlman acompañado al piano por Samuel Sanders y dicha grabación se encuentra disponible en el sello EMI (Ref 50879). Originalmente escrita para violín y bajo continuo en 1734, esta pieza vio la luz, según palabras del propio autor, después de haber recibido la visita en sueños del propio Diablo. Éste ejecutó una pieza extraordinariamente bella y con un trino del todo fascinante. Al despertar, Tartini transcribió lo que había escuchado en sueños y agregó al final un trino ciertamente diabólico. Existen varias versiones de esta pieza que añaden o cortan fragmentos, siendo una de las más conocidas la que realizó el violinista Fritz Kreisler. En este enlace podéis escuchar la continuación de la obra en la misma versión.
El estilo galante de la Ilustración tuvo su mayor reflejo en la música instrumental, desarrollada por completo en Alemania e Inglaterra por los cuatro hijos de Johann Sebastian Bach que se dedicaron profesionalmente a la música. En Francia actuaron numerosos violinistas procedentes de Italia, como Giuseppe Maria Cambini (1746-1825) y Giovanni Battista Viotti (1755-1824), con un estilo compositivo tardío que atraviesa diversas épocas. En Italia alternó una fuerte competencia entre la música para clavecín debida a Francesco Durante (1684-1755) y la escuela violinística que cada vez incorpora más efectos de virtuosismo. Pietro Nardini (1722-1793) fue tenido por uno de los violinistas más brillantes de su época y su música oscila entre la exhibición y la galantería. Por otro lado, Giovanni Battista Sammartini (17oo-1775) fue toda una eminencia musical admirada por Haydn y Mozart mientras que Gaetano Pugnani (1731-1798) fue uno de los violinistas más conocidos en Europa. Pero, sin lugar a dudas, el más célebre representante de la escuela violinística italiana de aquella época fue Giuseppe Tartini, autor de más de 150 conciertos y otras tantas sonatas.
Giuseppe Tartini nació en Pirano, Istria, el 8 de abril de 1692 y en un principio se consagró a la vida eclesiástica ingresando en la Scuole Pie de Capodistria para poco después, en 1708, ingresar en la Universidad de Padua. Tras el fallecimiento de su padre dos años más tarde, Tartini renunció al hábito y se casó con Isabel Premazore, viéndose obligado a abandonar la ciudad para librarse de la ira del obispo (y, sobre todo, de la madre del músico). Refugiado en el convento de Asís, durante tres años estudió el violín por su propia cuenta y también recibió clases de composición por parte del padre Cernohorsky. En 1716, una vez que su asunto de faldas había sido ya olvidado, Tartini se trasladó hasta Venecia y allí se quedó asombrado por la técnica del violinista Veracini. Decidido a imitarle, Tartini se recluyó en un monasterio en Marcas hasta que en 1721 funda su propia escuela en Venecia y posteriormente en Padua. De 1723 a 1726, Tartini vivió en Praga invitado por la Corte con motivo de la coronación del emperador Carlos VI. Fue entonces cuando su prestigio como violinista se extendió por toda Europa y recibió numerosas ofertas de Inglaterra, Francia y Alemania, aunque siempre se negó a abandonar Padua. A partir de 1739, Tartini comenzó sus investigaciones relativas a la teoría musical que culminaron en 1754 con la publicación de su Trattato di Musica, una obra de muy difícil comprensión. Posteriormente, en 1767, publicó Los principios de la armonía musical, una obra que pese a ser traducida al francés por Rousseau provocó muchas polémicas por la gran incomprensión general que provocó. Sus últimos años se vieron un tanto ensombrecidos por las polémicas suscitadas por sus teorías. Tartini falleció el 26 de febrero de 1770 en Padua a los 78 años de edad.
Influido por Corelli en sus principios, Tartini fue ampliando las posibilidades de la forma sonata mediante un tratamiento más personal de las estructuras temáticas y una supresión del tradicional estilo imitativo del adagio central. Con todo, Tartini es mayormente reconocido hoy en día por los perfeccionamientos aplicados al violín y por sus estudios de armonía y acústica. Gracias a sus teorías, el arco del violín se alargó y se desarrolló el llamado tercer sonido concomitante del violín, hábilmente explotado por sus discípulos. Compositor de gloria más bien efímera, la obra de Tartini pide a gritos de una mayor profundización en la actualidad. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a su figura.
Me encanta que se hable de músicos que si bien ahora no son demasiado conocidos son importantes en su trabajo y también es importante escuchar no solo a los grandes, así se tiene una visión más clara de lo que representaba la música en cada época.
Gracias Leiter, muy interesante lo que escribes.
Más o menos, querida Zarza, esa es nuestra intención en esta sección de GUIÑOS MUSICALES. Aquí tenemos reservado un espacio para los compositores tal vez menos conocidos pero no por ello menos importantes. En la otra sección, GALERÍA DE MÚSICOS, que en breve culminaremos, ofrecemos datos biográficos y de obras más extensos de los autores más populares y conocidos. Ta adelanto que a partir de la próxima temporada, en octubre, esta sección de GUIÑOS conservará su periodicidad semanal y volverá a su anterior espacio en los domingos. El resto de contenidos será centralizado por ESCUELA DE DIRECCIÓN ORQUESTAL en días alternos (lunes, miércoles y viernes).
Un beso, Zarza
LEITER
No ha sido el diablo propiamente, quien oníricamente interpretó e inspiró a Tartini en esta orgiástica sonata; el diablo es incapaz de crear.
Ha sido el impulso vital de la naturaleza, la fuerza imperante en cada rincón de la Creación la que favoreció el surgimiento de esta breve e increible pieza. A tal fuerza se le conoce como Lucifer; otros preferirían llamarle Prometeo: es la Luz que emite la llama del conocimiento, el mismo que el judeocristianismo se ha empeñado en destruir durante siglos, en nombre del dios del desierto, anulando al Hombre como Hijo de Dios, del verdadero. No es lo mismo el diablo que Lucifer, aunque muchos no lo comprendan.
Asuntos de abstrusas, pero no menos interesantes lecturas. La Luz más Bella. Preguntádle a los Cátaros.
No es raro que se haya creído que esta obra es producto «del trino del diablo»: es una Música tan hipnotizante, que exige audiciones una y otra vez, cual invencible tentación…otro pecado capital!
Ego te absolvo, per omnia saecula saeculorum.
Brillante Leiter; felicitaciones y abrazos.