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Relajaos y escuchad con atención esta breve pieza. Es un fragmento del conocido Miserere Mei Deus del compositor italiano Gregorio Allegri, uno de los músicos pioneros del barroco italiano. A pesar de que Allegri (1582-1652) compuso una gran cantidad de obras sacras en vida, se le recuerda principalmente por su Miserere, un motete que fue cantado por el coro papal hasta 1870 para celebrar la Semana Santa. Los detalles de esta obra fueron un secreto guardado celosamente…

 Allegri empezó como corista a los nueve años y continuó sus estudios de composición bajo la tutela de Nanino, maestro de capilla en San Luigi dei Francesci, en Roma. Tras finalizar su aprendizaje, Allegri es contratado como cantante y compositor en las iglesias de Fermo y Tívoli. Entre 1618 y 1619 publica sus dos libros de Concertini, de los cuales sólo nos ha llegado el segundo de ellos. Su buen hacer le permite que sea nombrado, en 1628, maestro de capilla en San Spirito in Sassia, Roma, uniéndose al prestigioso coro papal al año siguiente. Diez años más tarde, en 1638, compone su obra más famosa, el Miserere Mei Deus. Falleció en 1652, tras publicar el año anterior su segundo libro de las Lamentaciones del profeta Jeremías. La música que escribió para la Capilla Sixtina era decididamente anticuada y seguía claramente el estilo de Palestrina, aunque con una gran finura y claridad de estilo.

 Este famoso Miserere y el secretismo que lo envuelve esconde una gran historia: El Vaticano nunca quiso que fuesen copiados los embellecimientos por encima de los acordes básicos por lo que los cantantes se veían obligados a memorizar tales adornos. A diferencia de otras obras similares, donde los solistas improvisaban los referidos embellecimientos, en esta se encontraban escritos pero la oscuridad de la iglesia, unido a la necesidad de salvaguardar su pública difusión, impedía cualquier lectura directa de la protegida partitura. La composición era considerada una joya exclusiva de la Capilla Sixtina hasta el punto de que estaba prohibido, con pena de excomunión, copiarla. El salmo se cantaba como parte de los oficios de Semana Santa, precediendo a la Pascua como canción de penitencia.

11 de abril de 1770: Leopold Mozart y su hijo Wolfgang, tras un periplo italiano que les condujo a través de Florencia, Siena, Orvieto y Viterbo, llegan por fin a Roma. Mozart contaba por entonces con 14 años y había dejado, un mes antes en Bolonia, completamente alucinado a la mayor autoridad italiana de teoría musical del momento, el padre Martini, quién no dio crédito a una improvisada fuga interpretada por el inmortal y entonces adolescente genio salzburgués. Ya en Roma, los Mozart asisten a los oficios de Semana Santa en la Capilla Sixtina del Vaticano donde escuchan el Miserere de Gregorio Allegri. Después de una primera audición de la obra durante el día de Tinieblas, al joven Mozart no se le ocurre otra cosa que escribir ¡DE MEMORIA! la partitura en la posada donde se alojaban. Al volver a escucharla al día siguiente, Mozart corrige los pocos errores que había cometido… Enterado el padre, escribe una carta dirigida a la madre y hermana de Mozart informándoles de tal increíble proeza. Éstas, asustadas, contestan a vuelta de correo acerca del presumible sacrilegio en que han incurrido y les advierten de la pena de excomunión que podría recaer sobre ellos si las autoridades eclesiásticas se enterasen de tal ¿despropósito?… El padre de Mozart, en una siguiente misiva, logró calmar los escrúpulos de su esposa e hija…

Si Mozart no ha sido el más grandioso artista de la historia de la música que venga Dios y lo vea. En el instante de redactar estas líneas, Dios no se me ha pronunciado todavía al respecto. ¡Lógico!