Hans Knappertsbusch

Hans Knappertsbusch

Para llegar a ser un buen director de orquesta se requieren unas cualidades propias del oficio, como el disponer de un excelente oído, una rápida compresión, una memoria por encima de la media, la capacidad para saber imponer la propia voluntad frente al grupo, una especial habilidad en la organización, una aceptable condición física y unos nervios de acero. Todas estas cualidades son indispensables para cualquier director de éxito y el simple hecho de resaltarlas no sirve entonces para determinar las características específicas de cada director. La fama de muchos maestros se basa en rasgos que en el conjunto de su personalidad general no juegan un papel especialmente importante pero, como desviación de lo habitual, contribuyen a que su figura adquiera una peculiaridad distintiva. De esta manera, muchos directores se encasillan como tipos originales y excéntricos al destacar precisamente su peculiaridad. Tal vez, uno de los directores más propiamente originales y excéntricos que hayan existido a lo largo de la historia sea Hans Knappertsbusch. La sola mención de su largo y complicado apellido aún provoca adhesiones del todo inquebrantables entre los profesores ya jubilados de las orquestas alemanas.

 Hans Knappertsbusch nació el 12 de marzo de 1888 en Erbelfeld, antigua ciudad del Estado de Renania-Westfalia que hoy en día se denomina Wuppertal, en el seno de una familia dedicada a la destilación de alcoholes. Kna alternó desde joven la formación musical en el Conservatorio de Colonia bajo la tutela de los profesores Steinbach, Uzielli y Lohse con los estudios de filosofía y musicología en la Universidad de Bonn. Ya en 1909 es asistente de Hans Richter y Siegfried Wagner en Bayreuth y un año más tarde en Mülheim y Bochum. En 1913, a los veinticinco años, llegó a ser director de ópera en su ciudad natal de Erbelfeld, algo realmente excepcional ya que no todas las carreras de dirección orquestal comenzaban a tan temprana edad en Alemania. Allí dirige en 1914, ya finalizada la prescripción de exclusividad para Bayreuth, Parsifal de Wagner, y allí también se mantiene Kna durante los años de la Primera Guerra Mundial. Tras una breve estancia como Kapellmeister en Leipzig y Generalmusikdirektor en Dessau, Kna llegó en 1922 a la Ópera de Munich como sucesor de Bruno Walter. La capital bávara se convierte desde entonces en su patria adoptiva, alternando su actividad artística con la docencia desde 1923. A partir de 1925 Kna empezó su carrera discográfica registrando obras de Clemens von Franckenstein, Haydn, Mozart, Rossini, Johann Strauss, Richard Strauss y Wagner. Pese a haber firmado un documento en 1933 contra Thomas Mann, Kna cayó en desgracia a ojos de los nazis al realizar una descortés e irónica pregunta a un alto dirigente alemán destacado en Holanda. Por ello fue destituido de la Ópera de Munich en 1936 y durante algún tiempo se le prohibió dirigir. Prácticamente obligado a abandonar Munich, Kna se trasladó ese mismo año a Viena y allí dirigió la Orquesta de la Ópera, ignorando el veto nazi que prohibía trabajar a los artistas alemanes en Austria. En 1937 se presenta en el Festival de Salzburgo y viaja hasta Londres, invitado por Sir Thomas Beecham, para dirigir Salome en el Covent Garden. Este hecho vuelve a desatar las iras de los nazis, quienes le prohíben salir de Alemania durante un tiempo indefinido (el propio Hitler siempre se referirá a Kna de una forma harto despectiva). Durante la Segunda Guerra Mundial Kna tuvo la oportunidad de dirigir en Budapest y en 1943 realizó una prolongada gira por España al frente de la Filarmónica de Berlín que se repitió al año siguiente (En este vídeo, concretamente a partir del minuto 2.27, se pueden contemplar unas históricas imágenes de Knappertsbusch dirigiendo en Granada).

 Finalizada la guerra, Kna vuelve a dirigir en Munich aunque durante el invierno de 1945 recibe la prohibición aliada de dirigir por supuesto colaboracionismo nazi. Paralelamente, Georg Solti es nombrado nuevo director musical de la Ópera de Munich. En 1948 se le levantó el veto y Kna reapareció en Bamberg y más tarde en Munich. Durante dos años Kna dirigió muchos conciertos para recaudar fondos en vista de la reapertura de Bayreuth, situación que se produce en 1951 con la interpretación completa de El anillo. Sin embargo, la relación entre Kna y Wieland Wagner no tardaría en saltar por los aires y Clemens Krauss fue el encargado de sustituir al director de Erbelfeld en 1953. Pero las paradojas no terminan aquí. Un año más tarde fallece Krauss y Wieland Wagner vuelve a llamar a Kna para dirigir en Bayreuth, comenzando entonces una de las épocas más triunfales en la historia de los festivales wagnerianos. Kna dirigió con regularidad en Bayreuth hasta 1964, año en el que sufrió una fractura en el fémur que lo dejaría postrado hasta el final de sus días. Finalmente, el 25 de octubre de 1965 Kna falleció en Munich.

 Knappertsbusch fue, incluso en mayor medida que Furtwängler, un maestro de la improvisación entregado a la inspiración del momento. Esta heterodoxa postura fue el resultado, empero, de unas condiciones en el mundo de la música que estaban muy lejos del actual perfeccionamiento. La práctica de los repertorios en los teatros de ópera se basaba en un gran número de obras más o menos preparadas y presentadas a través de largos intervalos de tiempo. Kna no fue solamente un rutinario pragmático, sino un espontáneo de consciente proceder que cayó en la cuenta de que la reproducción de lo aprendido mediante el ensayo constante entrañaba un verdadero peligro para la fluidez del arte. Por ello no resulta sorprendente que Kna aborreciera los ensayos — uno como mucho por concierto — y que dejara a la libre y momentánea inspiración su discurso interpretativo durante el concierto. Y tal vez ese fue el motivo por el que los profesores de las distintas orquestas le tuvieran en tan alta estima.

 Como guardián del Santo Grial wagneriano, Kna fue el seguro de vida de los seguidores más conservadores frente a las nuevas experimentaciones propuestas por Wieland Wagner. Su estilo fue ceremonioso y heroico al mismo tiempo y, tanto en Munich como en Bayreuth, se consideraban festivos los días en que Kna representaba Tristan o Parsifal. A nivel concertístico, Kna se limitaba a los caballos de batalla del tradicional repertorio alemán con una especial predilección por Beethoven, Brahms y Bruckner. Nunca dedicó mucho tiempo a los compositores de su época, salvo con la excepción de Pfitzner, aunque de él llegó a decir que era un intelectual atormentado de sonidos novedosos. Pese a su aspecto exterior rudo, imponente, granítico y en cierto modo atemorizante, Kna dispuso de una técnica de batuta sugestiva, elegante y clara. Sus gestos eran sumamente hábiles y de gran utilidad acorde con su estilo de improvisación. A todo ello, su elevada estatura corporal y la utilización de batutas de un metro de largo — verdaderos palos de fregona — sirvieron también para aumentar el foco de atención de los músicos sobre su persona. Kna supo imponer su personalidad con la sola fuerza de su presencia y desde el primer compás sabía transmitir toda la grandeza y verdad de la música. Su figura recordaba la de un águila sólidamente asentada en el podio, escrutadora y siempre dominante, mientras que las líneas de su cara parecían las de un mastín dispuesto a lanzar dentelladas. Los profesores de las orquestas le adoraban, a pesar de que Kna pasaba por ser un tipo corrosivo, áspero, antipático y quizás odioso.

 La peculiar personalidad de Knappertsbusch dio pie a todo tipo de anécdotas y ácidos comentarios durante su trayectoria profesional. En una ocasión, Kna observó en los vestíbulos de la Ópera de Munich a unos operarios con material de construcción. Preguntando por el motivo de aquello, se le respondió que obedecía a que Ferenc Fricsay, entonces director de música en Munich, había ordenado que le construyeran un cuarto de baño. Ni corto ni perezoso, Kna declaró: –«¿Un baño? ¡No me dirán que ese tipo es tan guarro que viene a la ópera sin lavarse…!»—  Astrid Varnay, una conocida cantante, fue detenida por la policía de Bayreuth una noche al cometer una grave infracción de tráfico con su vehículo. Kna, que pasaba por allí, escuchó la indignación de la cantante: –«¡Esto es indignante, señor Knappertsbusch! ¡Estoy detenida!» — a lo que el bueno de Kna contestó: –«¡Por fin!»—  En 1959 Lovro von Matacic se metió en el foso de Bayreuth para observar de cerca los movimientos de Kna durante una representación. Al finalizar el primer acto, Matacic se dirigió hacia él con elogiosas palabras: –«¡Maestro, lo admiro!» — a lo que Kna replicó: –«¡Si vuelve usted a llamarme maestro le meto la batuta por el culo!»—  Durante una grabación de un vals de Strauss, sin ensayo previo alguno como solía ser habitual con Kna, media orquesta entró tarde en un pasaje. Kna preguntó al ingeniero si aquella grabación se podía aún aprovechar. El ingeniero contestó que habría que repetir toda la pieza, ya que el fallo había descoordinado la ejecución durante al menos cuatro compases. Kna, terriblemente enfadado, replico: –«¡Vaya mierda! ¿Pero usted se cree que alguien se va a dar cuenta de eso?»— El vals era una pieza tan «desconocida» como El Danubio azul…  Los rapapolvos que soltaba Kna a los cantantes ante los más leves fallos cometidos pasaron a la historia: A un cantante estadounidense que intervenía en una representación de Salome y que no atendió a tiempo la entrada marcada le llamó ¡Americano, hijo de puta!, frase que pudo ser escuchada por todo el público. Lisa della Casa también sufrió las iras del maestro. Unos años después de haber cantado a las órdenes de Kna, cometiendo un inapreciable fallo, la genial intérprete italiana confesó que le encantaría volver a actuar bajo sus órdenes, a lo que Kna contestó: –«¡Sí… Va usted lista!»—  Aunque tal vez la anécdota más famosa de Kna tuvo que ver con el mismísimo Hitler. Al Führer se le antojó escuchar de forma repentina una ópera de D´Albert y, en plena hora de la comida, Kna se vio obligado a ensayar con su orquesta. Al subir al podio Kna declaró: –«Señores, ustedes ya conocen la obra y yo también. Así que… ¡Buen provecho! Nos vemos esta tarde en el concierto»– Posiblemente ese haya sido el ensayo más breve en la historia de cualquier representación operística.

 De entre la producción discográfica de Hans Knappertsbusch podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces a los vídeos que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para violín, BWV 1041, de Bach, junto a Wolfgang Schneiderhan y dirigiendo la Filarmónica de Viena (MUSIC & ARTS 897); Sinfonía nº3 de Beethoven dirigiendo la Filarmónica de Berlín (PREISER 90976); Sinfonía nº8 de Beethoven dirigiendo la Orquesta del Estado de Baviera (ORFEO D´OR 385961); Oberturas de Leonora III y Fidelio de Beethoven dirigiendo la Orquesta del Estado de Baviera (MELODRAM 40070); Rapsodia para contralto de Brahms, junto a Lucretia West y dirigiendo la Filarmónica de Viena (DECCA 470254); Sinfonías nº 3, 4, 5, 7 y 8 de Bruckner dirigiendo la Filarmónica de Viena (TESTAMENT 1339, 1340, DECCA 448581, PREISER 90408 y MELODRAM 40008); selección de valses y polkas de Johann Strauss dirigiendo la Filarmónica de Viena (DECCA 440624); Der Rosenkavalier de Richard Strauss, junto a Böhme, Gueden, Hellwig y Jurinac, y dirigiendo la Filarmónica de Viena (MELODRAM 30025); El anillo del nibelungo de Wagner, junto a Hotter, Greindl, Vinay y Lenchner, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (MELODRAM 10046 — 14 CD´s); El holandés errante de Wagner, junto a Weber, Varnay, Windgassen y Schartel, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (ORFEO 692092); Los maestros cantores de Wagner, junto a Pflanzer, Ungel, Edelmann y Hopf, y la Orquesta del Festival de Bayreuth (MUSIC & ARTS 1014); Parsifal de Wagner, junto a Moller, Stolze, Paskuda y Siebert, y la Orquesta del Festival de Bayreuth (PHILIPS 786302); y, finalmente, Tristán e Isolda de Wagner, junto a Peter, Braun, Frantz y Schöffler, y dirigiendo la Orquesta del Estado de Baviera (ORFEO D´OR 355943). Nuestro humilde homenaje a este sensacional director de orquesta.