Si cuando al correr del agua en el río,
deseo trepar en la losa escarpada,
no aten mis piernas los lazos del frío,
invierno eterno de causa añorada.

Sólo el amor cinceló en inocencia
una sonrisa quebrada y doliente,
ilusión pueril que perdió su esencia
disfrazando en luto el lecho silente.

¡Qué tus ojos me robaron el alma!
¡Y el rumbo viré por tomar tu mano!
Afligida tarde de brisa calma,
azul cielo que sentí más cercano.

 

De la colección ABISMO (Mayo-Noviembre 2006)