El titular no es mío pero considero que es lo más apropiado para resumir lo que pareciera ser el contenido del Diccionario Biográfico Español que está viendo la luz en estos días bajo la tutela de la Real Academia de Historia. En una obra de más de 42.000 biografías se ha pretendido plasmar la historia de España que entre otros objetivos debía servir de referencia para las futuras generaciones sobre sus raíces y la evolución de la sociedad.

Sabido es que el concepto de objetividad como lo define la RAE en sus dos primeras acepciones es algo difícil de alcanzar pues concientes o no de ello cada uno de nosotros tenemos una carga de subjetividad implícita en todos los actos que realizamos :
1. adj. Perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir.
2. adj. Desinteresado, desapasionado.

También es cierto que cualesquiera sea el hecho histórico que pretendamos analizar encontraremos dos versiones antagónicas que con fundamentos disímiles tratan de explicar lo acontecido. Es por eso que si queremos formarnos nuestra propia opinión lo más sensato es profundizar en las distintas corrientes históricas que traten sobre determinado tema y de ser posible lo más alejadas del objeto de estudio (muchas veces recurrir a autores extranjeros es muy útil). La constante de parcialidad y visión sesgada de los hechos se da en todos los países a lo largo de la historia y a veces responde a intereses claros y otros no tanto. De hecho, han surgido siempre las corrientes de revisionismo histórico que pretender dar un entendimiento diferente a los hechos aunque cabe señalar que muchas veces respondiendo a movimientos/corrientes políticas.

Como a mí me ha ocurrido, infiero que seguramente es el caso de todos los parroquianos que lo aprendido en los primeros años de escolarización va cambiando con los años en base a nuestro propio interés sobre determinados temas cuando se conocen distintas visiones de los historiadores. Resulta tan desproporcionado pretender que un historiador sea 100% objetivo en su visión histórica como pretender que un juez no tenga interés por la política. Pero el tema que nos ocupa trasciende lo temporal pues se trata de una obra que, sin finalidad comercial y aparentemente desprovista de ideología, tendría que servir de referencia para todo aquel que quisiera conocer algo sobre España. Máxime si la obra está patrocinada por la Real Academia de Historia que debe estar exenta de ideología.

La magnitud de la obra, obviamente, debe preveer una fe de erratas como cualquier material escrito que en sucesivas ediciones va corrigiendo errores (ortográficos, tipográficos, datos, etc…) fruto del apresuramiento en la edición (a pesar del oficio de corrector). Pero lo que no puede corregir una fe de erratas es la tergiversación de la historia cuando lo relatado no responde a una diferencia sutil, un matiz, sino que lisa y llanamente a una visión errónea y me atrevo a decir intencionada de los hechos. Es cierto que el papel del Estado en este caso es de mecenar con ayuda económica la obra sin ingerencia en su autoria pero ello no lo exime de vigilar en que se gastan los dineros de los contribuyentes cuando su aportación tiene los resultados de marras.

Podría citar muchos ejemplos de la discrecionalidad que han tenido algunos autores en distintas biografías pero creo que sólo un ejemplo puede resumir la validez documental que tiene está obra: La diferencia entre autoritario y totalitario cuando se hace referencia a la dictadura del franquismo no es baladí sino por el contrario es toda una estructura de pensamiento. Por el contrario, en referencia a Santiago Carrillo se dice “aplicó una política de terror revolucionario” toda una declaración de intenciones. Desde diferentes ámbitos, legisladores, historiadores y organizaciones sociales ha habido pronunciamientos exigiendo la rectificación de la Academia de Historia, la urgente revisión de la obra y su retiro hasta que ello se produzca.

Los pueblos que no conocen su pasado no pueden construir su futuro

Un abrazo

THENIGGER