Existen determinados directores de orquesta cuyo trato con la música contemporánea supone uno de los sellos más destacados de su actividad profesional, aunque tal condición les haya restado protagonismo en un mundo musical dominado por el conservadurismo programático. El modernismo musical es una especie de entramado de diversas ramas de la tradición cuyo origen, al menos más plausible, hay que tomarlo en la Segunda Escuela de Viena formada en torno a Arnold Schönberg. Cuando sólo contaba con 22 años de edad, Michael Gielen tocó en público toda la obra pianística de Schönberg causando una enorme expectación. Años más tarde, Gielen fue considerado como uno de los mejores especialistas en dirigir la música de Stockhausen, Kagel, Nono, Ligeti o Berio. Pero Gielen llegó a ser consciente de que el continuo contacto con la vanguardia también tiene un efecto limitador. Por ello, Gielen pretendió dominar también el repertorio clásico-romántico de óperas y conciertos, acercándose a estas obras con un agudo sentido artístico y científico heredado de su profunda intelectualidad como intérprete de vanguardia. Michael Gielen fue uno de los primeros intérpretes en combinar en los programas de concierto las obras más tradicionales del repertorio clásico con lo más novedoso de la música de su tiempo.

Michael Gielen nació el 20 de julio de 1927 en Dresde, Alemania, en el seno de una familia en donde el padre, Josef Gielen, era un conocido director teatral que se mantenía activo en los principales centros operísticos de Europa. Con el advenimiento de los nazis, toda la familia Gielen decidió emigrar en 1940 a Buenos Aires, Argentina, ciudad en donde Michael alternó sus estudios de filosofía en la facultad porteña con sus lecciones particulares de música tuteladas por Erwin Leuchter y Rita Kurzmann. En 1947, Gielen empezó su andadura profesional como repetidor en el Teatro Colón y se convirtió además en uno de los primeros pianistas en ejecutar toda la obra instrumental de Schönberg. A partir de 1950, Gielen regresó a Europa para estudiar análisis musical con Josef Polnauer en Viena y tres años después actuó al frente de la Ópera Estatal y de numerosas orquestas de la ciudad en calidad de director acompañante de afamados solistas con fines fundamentalmente discográficos. Nombrado repetidor de la Ópera de Viena en 1958, ocupa este cargo hasta que en 1960 accede a la dirección de la Ópera Real de Estocolmo, cargo que compagina con el de director de la Ópera de Colonia, institución esta última en donde obtiene una gran repercusión con el estreno de una ópera de Zimmermann en febrero de 1965. Finalizados sus compromisos en 1965, Gielen ocupó la plaza de titular de la Orquesta Nacional de Bélgica entre 1969 y 1973. Un par de años antes, el nombre de Gielen había sonado con insistencia para los cargos de titular de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart y de la de Frankfurt, aunque su nombramiento fracasó en ambos casos a causa del voto contrario de los miembros de dichas formaciones. Al parecer, Gielen fue rechazado por su dureza en los ensayos y por un estilo interpretativo del todo inconformista. De 1973 a 1975, Gielen trabajó como director titular de la Ópera de los Países Bajos logrando una serie de éxitos que traspasarían las fronteras de dicho país.

En el otoño de 1977, Gielen sucedió a Christoph von Dohnányi en la dirección de la Ópera de Frankfurt y allí llevó a cabo una labor tan audaz como arriesgada. Contando con una serie de coreógrafos innovadores, Gielen se ocupó preferentemente de ofrecer versiones renovadas y más profundas de conocidas piezas de repertorio. De forma paralela, también dirigió algunas temporadas los conciertos de los museos de Frankfurt con una programación basada en Bruckner, Mahler y la Segunda Escuela de Viena. Luego de ofrecer una interesante aunque polémica representación de El Anillo, con coreografía de Ruth Berhaus, Gielen abandonó su puesto en Frankfurt en 1978 para dos años más tarde hacerse cargo de la dirección de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati, formación con la que realizó una serie de relevantes grabaciones discográficas. A mediados de 1986, Gielen relevó a Kazimierz Kord en la dirección de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baden-Baden. Durante sus años al frente de esta agrupación, de 1986 a 1999, Gielen realizó numerosas grabaciones basadas en el repertorio contemporáneo. A partir de 1987, Gielen alternó su actividad artística con la docencia en el Mozarteum de Salzburgo, ciudad en donde llegó a dirigir Lulu de Alban Berg durante los festivales de 1995. Director habitual en la Ópera de Berlín y en la Orquesta Sinfónica Alemana de dicha ciudad (la antigua RIAS), en la actualidad Gielen mantiene una estrecha colaboración con la Orquesta de Baden-Baden — es director invitado emérito — y ha contribuido decisivamente a convertir dicha formación en la orquesta más destacada del mundo a nivel del repertorio contemporáneo.

Michael Gielen es posiblemente el director alemán más conocido y destacado en la difusión de la música contemporánea. Sus interpretaciones están caracterizadas por una enorme claridad musical y un absoluto respeto a lo escrito en la partitura. Contra lo que se puede suponer, Gielen no es un simple director cerebral únicamente guiado por el intelecto, sino más bien un técnico de ingeniería que desarrolla planos sonoros del todo contrastados. Poseedor de una inexorable energía, Gielen muestra una gran virtud para incidir en lo no oído, en lo diferente, con un ímpetu del todo inconformista. De esta forma, la transparencia analítica de la partitura no es para él un fin en sí mismo, sino más bien el camino legítimo para hacerlo todo audible y con ello atravesar la superficie sonora de las obras hasta llegar a las capas más recónditas. Gielen ha sabido proceder de una forma dramática y ardorosa al tiempo que consigue un afinamiento sonoro de tranquilidad soberana. Centrado en el repertorio contemporáneo, no obstante sus lecturas de Beethoven, Schumann, Bruckner y Mahler destacan por su atenazadora tempestuosidad y por emplear en ocasiones una acentuación muy peculiar. Michael Gielen también se ha destacado como compositor dentro de un estilo cercano a la Segunda Escuela de Viena.

De entre la producción discográfica debida a Michael Gielen podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para piano nº2 de Bartok, junto a Gyorgy Sandor y dirigiendo la Orquesta Pro Musica de Viena (TUXEDO 1014); Sinfonías nº4, 6, 7 y 8 de Beethoven dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden (EUROARTS 2050667); Estudios para orquesta nº1, 2 y 3 de Kagel dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden (COL LEGNO 20026); Requiem de Ligeti, junto a Poli y Ericson, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt (WERGO 60045); los 2 Conciertos para piano de Liszt, junto a Alfred Brendel y dirigiendo la Orquesta Pro Musica de Viena (REGIS 1362); la integral sinfónica de Mahler dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden (HÄNSSLER CLASSIC 93130 — integral en 13 CD´s); selección de piezas orquestales de Nono dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden (COL LEGNO 20505); selección de piezas orquestales de Schönberg dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden (PHILIPS 446683); Gurrelieder de Schönberg, junto a Dean Smith, Naef, Diener y Siegel, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden (HÄNSSLER CLASSIC 93198); Preludio de Tristán e Isolda de Wagner dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Baden-Baden (INTERCORD 860908); y, finalmente, Die Soldaten de Zimmermann, junto a Synek, De Ridder, Nikolai y Kelemen, y dirigiendo la Orquesta Gürzenich de Colonia (WERGO 6698). Nuestro humilde homenaje a este sensacional director de orquesta.