En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar el primer movimiento, Andante tranquillo, del Concerto gregoriano del compositor italiano Ottorino Respighi. La versión del vídeo se corresponde con una lectura de Andrea Cappelletti al violín acompañado de la Philharmonia Orchestra dirigida por Matthias Bamert. Dicha grabación se encuentra disponible en el sello KOCH SCHWANN (Ref 311242). Por desgracia, el vídeo se corta durante el transcurso de la cadencia final solista unos breves instantes antes de la conclusión del movimiento. Escrito en 1922, la obra supone un homenaje de Respighi a la música polifónica de los compositores del siglo XVI, como Palestrina. Este concierto está escrito con modernos criterios rítmicos y armonías propias del estilo de Respighi, aunque está basado en melodías propias del canto llano y cargado de la atmósfera tranquila y gravemente devocional de la música renacentista a la que celebra. Existen pocos conciertos como éste dada su peculiaridad, pero es absolutamente característico de la obra más sosegada del compositor italiano en uno de sus momentos creativos más inspirados.
Mientras que Puccini heredaba con maestría el cetro de Verdi en el terreno operístico y el género de la canción napolitana experimentaba un enorme auge merced a las pegadizas creaciones de autores como Eduardo di Capua (1865-1917), Francesco Paolo Tosti (1846-1916) y Salvatore Cardillo (1874-1947), la música instrumental italiana iba poco a poco abriéndose paso y conquistando a un público que antes se interesaba poco por ella. Como primer antecedente se puede citar a Giovanni Bottesini (1821-1889), gran contrabajista y director de ópera, autor de una interesante producción para el contrabajo. Más adelante surgieron las figuras de Giovanni Sgambati (1841-1914), pianista y director de orquesta que introdujo la música de Wagner en Italia, y Giuseppe Martucci (1856-1909), autor de conciertos para piano y sinfonías. Sin embargo, hay que esperar a la siguiente generación para encontrar un sinfonista italiano con verdadero impacto internacional y éste no va a ser otro que Ottorino Respighi.
Ottorino Respighi nació el 9 de julio de 1879 en Bolonia en el seno de una familia de músicos. Bajo la tutela de su padre, empezó a estudiar violín y piano hasta que en 1891 accedió al Liceo Musical de Bolonia para estudiar violín con Federico Sarti, contrapunto con Dall´Olio y composición con Martucci. En 1900, Respighi partió hacia San Petersburgo para ingresar en la orquesta del teatro como violinista y allí recibió clases de Rimski-Korsakov, quien le influenció de forma absoluta en lo referente a la técnica de la orquestación. Más adelante, Respighi amplió su formación en Berlín con Max Bruch. Ya en 1903, Respighi formó parte del Cuarteto Mugellini hasta que en 1913 fue nombrado docente del Conservatorio de Santa Cecilia de Roma, institución de la que fue su director entre 1923 y 1925. Ese año dimitió del puesto para dedicarse por entero a la composición y a la dirección orquestal luego de haber obtenido una gran repercusión el año anterior con su cuadro sinfónico Pinos de Roma, continuación de una obra similar compuesta en 1916, Fuentes de Roma, que significó su lanzamiento como compositor. En 1932, Respighi se adhirió al Partido Fascista y fue elegido miembro de la Real Academia por el gobierno de Mussolini. Desde aquel cargo, Respighi condenó con firmeza las tendencias modernistas de la música italiana de aquel momento. Respighi falleció el 18 de abril de 1936 en Roma como consecuencia de un colapso cardíaco.
Respighi fue el primer compositor italiano, junto con Domenico Scarlatti, que no alcanzó la fama con la ópera. Intentó revivir la música italiana mediante la vuelta a sus raíces renacentistas y barrocas, llegando a ser un autor muy popular en su tiempo aunque, tras su muerte, su música cayó en un injusto olvido hasta tiempos más recientes en los que su producción se ha vuelto a revalorizar. Su obra es como un iceberg, con nueve partes de la misma sumergidas en el desconocimiento popular y una parte constituida por sus conocidas suites orquestales que en absoluto suponen lo mejor de su producción. Para muchos especialistas, Respighi parece un compositor hecho a la medida para la industria discográfica debido al desenfrenado estilo de sus obras más populares y que fue tomado posteriormente por los compositores de Hollywood para las más ostentosas bandas sonoras de sus películas. Sirva nuestro humilde homenaje a su figura.
La música orquestal italiana del siglo XIX es un gran interrogante para mí, como si no existiera o se encontrara muy por debajo de la superficie. Hay que excavar…
Respighi escribió muchas piezas interesantes, me vienen a la mente sus cuartetos de cuerda (uno llamado «dórico»). Escribió una sinfonía a la que llamó «dramática», aunque escucharla es todo un trabajo por su duración. Y música de cámara exquisita…
Voy a investigar sobre Martucci…
No te ocurre sólo a ti, Iván. Hasta la aparición de Respighi y, con excepción de los autores ya aludidos, la música italiana parecía sólo tener la ópera como punto de referencia.
Es paradójico pero concuerdo contigo en que lo mejor de la obra de Respighi está aún por descubrir. Fuentes y Pinos aparte, muchas de sus creaciones me han parecido extraordinarias y dotadas de una gran inventiva musical. Este autor merece una audición casi integral de una obra para poder apreciar muchas de sus virtudes que por regla general pasan injustamente desapercibidas. Es un caso típico de un autor cuya popularidad de apenas dos obras eclipsa, por desgracia, el resto de su producción.
Sobre Martucci, existen algunas grabaciones suyas en los sellos NAXOS y BRILLIANT CLASSICS. Por otra parte, el sello BIS presenta sus dos sinfonías grabadas por una exótica orquesta, la Filarmónica de Malaisia.
Un abrazo, Iván Argentino
LEITER
Efectivamente Respighi sufre una especie de «discriminación», que lo ha relegado a un puesto poco privilegiado en el mundo musical. No son frecuentes (por lo menos hasta hace unos años) los programas de conciertos que incluían sus obras. Navegando un poco por este Concierto Gregoriano, se me antoja injusta su subvaloración.
Este primer movimiento es una plegaria angustiante del que se sabe impenitente. Ora a su Creador en procura de la Redención y aunque experimenta cierta sensación de paz, corre hacia ella temeroso y ansioso a la vez, evitándo que se le escape en el último suspiro. Es el postrer acto de contrición sobre la Tierra.
El mundo musical tiene una deuda con Respighi.
Saludos Leiter.
Qué buena entrada sobre Respighi, leiter! Mira que he leído sobre este autor por otros lados, y recién ahora logro hacerme una idea cabal sobre su figura; desconocía sus estudios con Bruch, y me ha sido utilísimo enterarme del contexto de los otros «predecesores instrumentales». Italia tuvo épocas gloriosas para la música instrumental (desde la Venecia de Gabrieli a la de Vivaldi, pasando por la Roma de Corelli, etc.) pero luego se volcó absolutamente a la producción operística. En el siglo XIX me atrevería a destacar algunas incursiones italianas —escasas— en el género instrumental, como los conciertos de Mercadante (qué lindo el escrito para flauta traversa, en Mi menor) o el Cuarteto para cuerdas de Verdi; pero la lista es exigua hasta la llegada de Respighi.
Para complementar esta entrada, les dejo el Tercer Movimiento del Concierto Gregoriano para violín, ahora en versión de Lydia Mordkovitch y la Filarmónica de la BBC.
Un abrazo, leiter! Y saludos a todos
J.
Visto lo visto, vamos a tener que crear en este bar virtual de copas un club de fans de Respighi… Hay un dato a tener en cuenta: Sin Respighi hubiera sido del todo impensable la línea evolutiva de la música italiana del siglo XX o, al menos, no en la dimensión que conocemos (Nono, Berio, Dallapiccola…)
Anoche estuve escuchando un cuarteto suyo y me pareció excelente. Este autor tiene que entrar sí o sí en los repertorios (y digo esto porque a lo largo de mi extensa andadura durante los años ochenta y noventa por las salas de conciertos madrileñas, veo que nunca se programó nada de Respighi. En mis archivos de conciertos no figura, al menos)
Un abrazo, amigos Iván y Joaquín
LEITER
Luego de escuchar por primera vez Fuentes y Pinos quede realmente sorprendido por Respighi. Pero nunca escuché nada más hasta ahora: maravilloso concerto que viene a confirmar porqué me parece Ottorino un grande…
Me anoto para el club de fans!
Fantaseando un poco se me ocurre que (trayendo a colación el acertado comentario último de Leiter) Ottorino podría haber sido un gran compositor de música de cine (sobretodo si hubiera vivido en los noventa).
Abrazos!
Otro más para el club…
Pues sí, amigo Frank, podría haberlo sido pero su influencia en ciertos autores cinematográficos posteriores fue determinante. De todas formas, y es tan sólo una opinión personal, el mejor Respighi se encuentra en su obra camerística.
Un abrazo, Frank
LEITER