En 1933 Paul van Kempen tomó una de las peores decisiones de su vida al nacionalizarse alemán. En medio de un período convulso en toda Europa, donde los tambores de guerra cada vez sonaban más cercanos, el director holandés quiso ser práctico conforme a su carrera artística y vio en Alemania el futuro de su profesión. Unos años después, ya concluida la Segunda Guerra Mundial, Van Kempen volvió a Holanda tras el desastre alemán y quiso reiniciar su carrera profesional en el país de los tulipanes. Nunca fue bien recibido y siempre se le achacó su condición de condescendiente con el régimen nazi. A pesar de ello, Van Kempen pudo desarrollar su trayectoria artística centrándose mayormente en la intimidad de los estudios de grabación. En aquellos años, la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, tras casi medio siglo siendo dirigida por Mengelberg, se había convertido en uno de los mejores conjuntos sinfónicos europeos. Van Kempen pudo dar un giro copernicano en su actividad de haber sido nombrado sucesor de Mengelberg en la orquesta. Pero durante un concierto con la misma recibió una sonora pitada por parte del público como respuesta a su pretensión. Hay situaciones que nunca se perdonan. Y menos en Holanda.

 Paul van Kempen nació el 16 de mayo de 1893 en Zoeterwoude, Países Bajos, y estudió violín, composición y dirección en el Conservatorio de Amsterdam bajo la tutela de los profesores Julius Roentgen, Bernard Zweers y Louise Zimmerman. En 1913 se graduó de sus estudios y consiguió ser admitido como segundo violinista en la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, pasando un año después a los atriles de los primeros violines. En 1916 ingresó como concertino en la Orquesta de Posen y más tarde en la de Bad Nauheim. También enseñó violín en Dortmund. Su debut como director se produjo en 1932 al dirigir en Oberhausen, ciudad en donde acabó siendo nombrado director principal de la orquesta. Adquirida la nacionalidad alemana en 1933, Van Kempen dirigió entre 1933 y 1934 la Orquesta Deutsche Musikbühne, formación con la que realizó una brillante gira por toda Alemania que le sirvió para ser propuesto director de la Orquesta Filarmónica de Dresde en 1934. Bajo su dirección, dicha formación alcanzó unos extraordinarios niveles de calidad y fue muy conocida en Europa por las distintas giras que acometió, realizando además un buen número de grabaciones discográficas. En 1942 Van Kempen sucedió a Karajan en Aachen y se mantuvo en dicho puesto hasta 1944. Durante esos años Van Kempen fue un director muy solicitado y actuó en numerosas ocasiones al frente de orquestas de la relevancia de la Filarmónica de Berlín y del Concertgebouw, realizando además alguna grabación con las mismas.

 Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Van Kempen no fue considerado un director colaboracionista con los nazis por los aliados y pudo seguir con su actividad con toda tranquilidad. Sin embargo, para un público tan sensibilizado como el holandés, Van Kempen fue considerado como un traidor por haberse nacionalizado alemán y por haber trabajado para los nazis. No obstante, en 1949 Van Kempen fue nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de la Radio de Holanda Hilversum en una decisión que levantó airadas protestas entre una buena parte de la opinión pública holandesa. Esta polémica situación alcanzó un punto de máxima intensidad en 1951, cuando Van Kempen debió sustituir a Eduard van Beinum por enfermedad en unos conciertos celebrados en el Concertgebouw. La primera noche, pese a que fue sonoramente abucheado al saludar, pudo no obstante acabar la función. Pero la noche siguiente las protestas fueron tan estruendosas que el concierto debió suspenderse luego de que hasta 62 profesores de la orquesta decidieran abandonar el escenario. Con todo, Van Kempen produjo numerosas grabaciones durante su período al frente de la Filarmónica de la Radio y fue también requerido para grabar con otras importantes orquestas europeas. En 1953 Van Kempen regresó a Alemania y se hizo cargo de la dirección musical de la ciudad de Bremen hasta la fecha de su muerte, acaecida el 8 de diciembre de 1955 en Amsterdam como consecuencia de una insuficiencia hepática.

 Desconocido en la actualidad para una buena parte de los aficionados, Paul van Kempen fue un director que atesoró un gran sentido de la arquitectura sonora, sabiéndolo combinar con una especial delicadeza en el fraseo melódico. Estas aptitudes fueron muy apreciadas por parte de muchos intérpretes que solicitaban sus servicios para el acompañamiento, una de sus mejores cualidades como director. Centrado en los estudios de grabación, Van Kempen jugó un papel destacado en el desarrollo de la vida musical holandesa y, en opinión de muchos especialistas, la Orquesta Filarmónica de la Radio Holandesa superó en calidad durante su mandato a la propia y mítica Orquesta del Concertgebouw. Su repertorio abarcó desde autores del siglo XVIII hasta la música contemporánea, aunque se sintió especialmente cómodo en el Romanticismo y particularmente con Bruckner, siendo uno de los primeros intérpretes en resucitar sus sinfonías en la versión original.

 De entre la producción discográfica debida a Paul van Kempen podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): los 5 Conciertos para piano de Beethoven, junto a Wilhelm Kempff y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DG 435744); Concierto para violoncelo de Dvorak, junto a Enrico Mainardi y dirigiendo la Filarmónica de Dresde (PEARL 9981); Concierto para piano nº20 de Mozart, junto a Wilhelm Kempff y dirigiendo la Filarmónica de Dresde (DG 447976); Obertura de Guillermo Tell de Rossini, dirigiendo la Filarmónica de Berlín (HISTORIC RECORDINGS 00043); y, por último, Concierto para violoncelo de Schumann, junto a Enrico Mainardi y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Berlín (DG 459002). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.