Dotado de unas portentosas facultades y movido por una insaciable curiosidad artística, el tenor español Plácido Domingo ha alcanzado cotas sin parangón tanto en cantidad de representaciones como en calidad de las mismas. De todos los grandes tenores de la actualidad, Plácido Domingo es el que más funciones ha cantado y el que mayor número de personajes ha abordado, desde el repertorio belcantista hasta Wagner, pasando por su incursión en la zarzuela y en otros géneros más ligeros. Posee el récord de inauguraciones de temporada en teatros como el Metropolitan de Nueva York o La Scala de Milán. Además, Domingo ha llegado a dirigir orquestas en algún momento, faceta que se ha sumado a la de asesor artístico de importantes centros y eventos musicales. Y, por si todo esto no fuera poco, Plácido Domingo ha demostrado ser un hombre totalmente comprometido para participar en cualquier causa solidaria o benéfica. Es por ello que su figura trasciende el apartado meramente musical. Para quien esto escribe, Domingo no sólo es el tenor más grande la historia, sino también la mayor figura de la interpretación musical que haya surgido nunca en España, un verdadero embajador cultural español allá por donde pisa. Y también un hombre cuya educación, cordialidad, simpatía, amabilidad y excelente sentido del humor son un constante reflejo de su bondadosa personalidad.

 Plácido Domingo nació en la madrileña calle de Ibiza, cerca del Parque del Retiro, el 21 de enero de 1941 — fecha oficial — en el seno de una familia de gran tradición musical, ya que sus padres, Plácido y Pepita, eran empresarios de una compañía de zarzuela que recorrió toda España antes de instalarse en México. Allí, en el Conservatorio de Música de la capital azteca, Plácido inició su formación musical, especializándose en piano y dirección de orquesta. Con sólo 23 años se presenta cantando, como barítono, Gigantes y cabezudos, zarzuela de Manuel Fernández Caballero y tres años después debuta como tenor en La traviata. En 1962 contrae matrimonio con la soprano mexicana Marta Ornelas y junto a ella inicia una intensa actividad profesional en la Ópera Nacional de Israel, en donde permanecen hasta 1965. Allí, Plácido abordó todo tipo de repertorio y puede considerarse este período como el de su verdadera formación como cantante solista. Con motivo de la inauguración de la nueva sede del New York City Opera, el Lincoln Center, Domingo se presenta allí en 1966 cantando Don Rodrigo de Alberto Ginastera, consiguiendo un abrumador éxito que le abre las puertas del gran coliseo de ópera neoyorquino, el Metropolitan Opera House. Debuta en ese centro en 1968 cantando Adriana Lecouvreur de Cilea, junto con Renata Tebaldi, y el triunfo obtenido es espectacular. Al éxito conseguido en el Metropolitan le sigue la presentación en los más importantes escenarios europeos: Covent Garden, la Ópera Estatal de Baviera, la Ópera Estatal de Hamburgo, la Ópera Alemana de Berlín, la Ópera de Viena (Ostenta el récord de aplausos de dicha institución tras una representación de La bohème: Una hora), la Scala de Milán, la Ópera de París… En todos esos centros obtiene memorables éxitos de crítica y público. Su presentación en España se produce el 1 de enero de 1966 en el Liceo de Barcelona, con roles de zarzuela. En 1970 debuta en el Teatro de la Zarzuela, un centro con el que mantiene una estrecha vinculación a lo largo de toda su carrera (En una misma noche, en 1970, llegó a cantar Il tabarro de Puccini y I pagliacci de Leoncavallo). Un momento memorable de su carrera sobreviene en 1971, cuando canta en el Liceo Manon Lescaut junto con Montserrat Caballé, quien durante unos años se convierte en la pareja artística del tenor. Domingo establece entonces su residencia en Barcelona y sus éxitos en el Liceo con la Caballé (Andrea Chénier, Un ballo in maschera, Tosca, Aida, I vespri siciliani…) atraen la atención mundial de la que se considera por entonces la mejor pareja operística del mundo. Lamentablemente, Domingo interrumpe sus compromisos con el Liceo debido a una serie de malentendidos, circunstancia que felizmente se soluciona en 1982 cuanto canta La bohème junto con Ileana Cotrubas. Paralelamente, su trayectoria artística internacional estaba jalonada por éxitos allá por donde actuaba: En 1978, París se rinde a sus pies por su colosal interpretación de Carmen de Bizet junto a Teresa Berganza. Dos años después, deja boquiabierto al público del Festival de Salzburgo con una memorable actuación en Los cuentos de Hoffmann de Offenbach. En el Metropolitan, da un curso de maestría técnica en 1983 con una insuperable versión de Los troyanos de Berlioz, junto a Jessye Norman… Por esas fechas es unánimemente considerado como el mejor tenor lírico-dramático del momento. Domingo lo confirma en La Scala de Milán, donde público y crítica no tienen adjetivos para calificar sus representaciones de Otello dirigidas por Carlos Kleiber, y de Ernani bajo la batuta de Riccardo Muti. Para muchos, estas dos papeles de Domingo interpretados en La Scala forman parte de los momentos históricos más memorables vividos en dicha institución desde su fundación. Consagrado internacionalmente como el mejor y más requerido tenor del momento, Domingo ofrece la primera representación al aire libre de Aida en Egipto, junto al templo de Luxor, en 1987. Un año más tarde debuta en China ofreciendo un recital en el que es acompañado al piano por Eugen Kohn.

 Sin embargo, en la temporada 1985-1986, Domingo rompe todos sus compromisos y paraliza su actividad profesional para dedicarse a organizar e intervenir en recitales y conciertos benéficos con el objeto de recaudar fondos destinados a las víctimas del trágico terremoto sufrido en la ciudad de México. Domingo consiguió además la colaboración de muchas estrellas de la ópera para tan loable cometido y llegó incluso a financiar (Regalar) de su propio bolsillo la construcción de una serie de viviendas en México para familias sin recursos. Tras este elogiable paréntesis, Domingo prosigue su actividad artística y en 1991 logra un sonado triunfo en el Festival de Bayreuth cantando Parsifal. En 1990, junto a Josep Carreras, Luciano Pavarotti y el director Zubin Metha, y con motivo de la celebración de la Copa del Mundo de Fútbol en Italia, forma el trío conocido como Los tres tenores, cuyas actuaciones en un principio tuvieron por objeto recaudar fondos para la Fundación Internacional contra la Leucemia. Estas actuaciones, que se prolongaron hasta 2002, fueron un tanto objeto de controversia entre los más puristas. Aunque lo más importante es que, durante aquel periplo, el gran Pavarotti reconoció a Domingo como su tenor predilecto… En 1993 funda Operalia, un concurso para nuevos cantantes de ópera y tres años después Domingo es nombrado director artístico de la Ópera Nacional de Washington, asumiendo ese mismo papel en 1998 en la Ópera de Los Ángeles (Director general desde 2003). Domingo también ha hecho incursiones en la música ligera, ha llegado a grabar el Himno del Real Madrid con motivo del centenario de la institución (2002) e incluso ha intervenido en la popular serie televisiva Los Simpsons. Ha aparecido también en numerosas óperas filmadas y en galas de zarzuela. En marzo de 2007, ofreció un inolvidable concierto gratuito al aire libre en Santiago de Chile con motivo del 150 aniversario de la fundación del Teatro Municipal de Santiago. En fechas recientes, Plácido Domingo se ha estrenado como barítono en el rol de Simon Boccanegra y actualmente tiene la agenda cubierta hasta 2013 (Fecha en la que el cantante tendrá 72 años). En 2008, la prestigiosa BBC Music Magazine elije, mediante votación entre los mejores críticos de ópera, a Plácido Domingo como el mejor tenor de todos los tiempos. El maestro español muestra su disconformidad: En su opinión, fue Caruso. Recientemente, Domingo ha superado con éxito una peligrosa enfermedad y, tras un breve y obligado parón artístico, ha regresado a los escenarios con renovados bríos. Nos congratulamos de ello, maestro.

 Plácido Domingo posee un timbre seductor, con gran amplitud y calidez en su registro central, y dota a su discurso de una naturalidad del todo convincente. Pone a disposición de sus personajes toda la energía posible, amén de una absoluta intensidad. Una de sus mejores cualidades es su apabullante versatilidad musical y la cuidadosa caracterización de sus personajes. Para el tenor español «Las mejores interpretaciones provienen de un anterior error. Dentro de uno, existe una especie de vergüenza o coraje que te apremia a corregirte y a superarte a ti mismo. Intento superarme en el escenario noche tras noche. Nunca sé si lo he logrado, pero al menos lo intento». Como artista excepcional, Domingo no admite términos medios: O gusta a rabiar o produce fobias. Su repertorio, con más de noventa títulos, es enorme y da prueba de esa versatilidad anteriormente mencionada. Verdi y Puccini son «sus compositores» de referencia, aunque su Berlioz, Bizet y Offenbach están a la misma altura artística. No le hace ascos al belcantismo, y así, Bellini, Leoncavallo, Donizetti, Mascagni… forman parte de su mejor repertorio. Su piedra de toque fue el repertorio alemán, del que logró imponerse mediante unas colosales versiones wagnerianas de Parsifal, Tristán, Lohengrin y Tannhäuser. Por increíble que pueda parecer, ha cantado Oberón de Von Weber (Con Rafael Kubelik). Como director de orquesta, fui testigo de su actuación al frente de la Orquesta Philharmonia en Madrid en 1987 y puedo decir que sus modos directoriales son de una musicalidad extraordinaria.

 Una de las notas más curiosas de Plácido Domingo a lo largo de su carrera fue su «especial» relación con Herbert von Karajan. Tras una representación en 1976 de Don Carlo de Verdi en el Festival de Salzburgo, Karajan, admirado por la excelencia de Domingo, le conminó a realizar seis funciones para la temporada venidera. Domingo contestó que estaba encantado, pero que sólo podría realizar cuatro funciones debido a sus compromisos. El director austríaco, con esa flema suya tan característica, fue tajante: –«O seis funciones o nada»– Domingo contestó: –«Lo siento, maestro. Yo tengo que respetar mis contratos. Usted tiene la respuesta…»— Y la respuesta fue NO, claro. En otra ocasión, Karajan envió un telegrama a Domingo: –«Quiero hacer contigo Don Giovanni en Salzburgo en 1983»–  Domingo dijo no estar aún preparado y postergó el proyecto para 1986. Sin embargo, llegada la fecha, Domingo mantuvo sus dudas sobre un personaje que en principio no estaba escrito para un tenor. Aquello acabó por molestar del todo a Karajan y la relación entre ambos se enfrió del todo. Dos años después, Abbado invita a Domingo a intervenir en Salzburgo en una producción del Boris Godunov. Informado Karajan del asunto, llamó urgentemente a Domingo y le rogó que dejara de lado el Boris y que trabajase junto a él en Un ballo in maschera de Verdi. Fue la última colaboración entre Karajan y Domingo, llevada al disco unos meses después en la Musikverein de Viena. Pocos saben que fue precisamente esa la última grabación operística del mito austríaco.

 Citar la discografía completa de Plácido Domingo sería tema de todo un blog al respecto. Me voy a limitar a exponer las que considero que son, dentro de un legado discográfico excelso, sus mejores grabaciones (Como siempre, los enlaces que dejo no han de corresponder necesariamente con la versión citada y numerada, aunque sí con la obra, obviamente, mencionada): Carmen de Bizet, acompañado de Teresa Berganza, Milnes y Cotrubas, y la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Claudio Abbado (DG 419636); Mefistofele de Boito, acompañado de Caballé y Treigle, y la Orquesta Sinfónica de Londres dirigida por Julius Rudel (EMI 495222); Adriana Lecouvreur de Cilea, acompañado de Scotto, Obratzova y Milnes, y la Orquesta Philharmonia dirigida por James Levine (CBS 79310); Andrea Chénier de Giordano, acompañado de Scotto y Milnes, y la Orquesta Filarmónica Nacional dirigida por James Levine (RCA 82046); Fausto de Gounod, acompañado de Freni y Ghiaurov, y la Orquesta del Teatro de la Ópera de París dirigida por Georges Prêtre (EMI 474938); I pagliacci de Leoncavallo, acompañado de Stratas y Pons, y la Orquesta del Teatro alla Scala dirigida por Georges Prêtre (PHILIPS 411484); Cavalleria rusticana de Mascagni, acompañado de Obratzova y Bruson, y la Orquesta del Teatro alla Scala dirigida por Georges Prêtre (PHILIPS 416137); Los cuentos de Hoffmann de Offenbach, acompañado de Sutherland y Bacquier, y la Orquesta de la Suisse Romande dirigida por Richard Bonynge (DECCA 417363); Manon Lescaut de Puccini, acompañado de Freni y Bruson, y la Orquesta Philharmonia dirigida por Giuseppe Sinopoli (DG 413893); Tosca de Puccini, acompañado de Scotto yBruson, y la Orquesta Philharmonia dirigida por James Levine (EMI 493642); La bohème de Puccini, acompañado de Caballé, Milnes y Blegen, y la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por Sir Georg Solti (RCA 80371); Madama Butterfly de Puccini, acompañado de Scotto,Wixell y Knigh, y la Orquesta Philharmonia dirigida por Lorin Maazel (CBS 35181); La fanciulla del West de Puccini, acompañado de Neblett y Milnes, y la Orquesta de la Royal Opera House dirigida por Zubin Metha (DG 419640); Turandot de Puccini, acompañado de Ricciarelli, Hendricks y Raimondi, y la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Herbert von Karajan (DG 410096); Samsom et Dalila de Saint-Saëns, acompañado de Obratzova y Bruson, y la Orquesta de París dirigida por Daniel Barenboim (DG 413297); Un ballo in maschera de Verdi, acompañado de Ricciarelli, Bruson y Obratzova, y la Orquesta del Teatro alla Scala dirigida por Claudio Abbado (DG 415685); Aida de Verdi, acompañado de Caballé, Cossotto, Cappuccilli y Ghiaurov, y la Orquesta New Philharmonia dirigida por Riccardo Muti (EMI 472718); Il trovatore de Verdi, acompañado de Plowright, Zancanaro y Faesbaender, y la Orquesta de la Academia de Santa Cecilia dirigida por Carlo Maria Giulini (DG 423858); La traviata de Verdi, acompañado de Cotrubas y Milnes, y la Orquesta del Estado de Baviera dirigida por Carlos Kleiber (DG 415132); Rigoletto de Verdi, acompañado de Cappuccilli y Cotrubas, y la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Carlo Maria Giulini (DG 415288); Don Carlo de Verdi, acompañado de Caballé, Verret, Raimondi y Milnes, y la Orquesta de la Royal Opera House dirigida por Carlo Maria Giulini ( EMI 477018); La forza del destino de Verdi, acompañado de Freni, Zajic y Zancanaro, y la Orquesta del Teatro alla Scala dirigida por Riccardo Muti (EMI 474858); Otello de Verdi, acompañado de Scotto y Milnes y la Orquesta Filarmónica Nacional dirigida por James Levine (RCA 82951); Réquiem de Verdi, acompañado de Ricciarelli, Verret y Ghiaurov, y la Orquesta del Teatro Alla Scala dirigida por Claudio Abbado (DG 415976); Lohengrin de Wagner, acompañado de Norman, Randova, Wilkl y Moll, y la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Sir Georg Solti (DECCA 425630); y Tannhäuser de Wagner, acompañado de Studer, Baltsa, Schmidt y Salminen, y la Orquesta Philharmonia dirigida por Giuseppe Sinopoli (DG 427625). Nuestro humilde homenaje a este artista incomparable.