El conocido como Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela es uno de los más bellos grupos escultóricos de todo el arte románico mundial y supone un claro presagio de la extraordinaria escultura española que se desarrollará posteriormente en el gótico. En su origen, dicho conjunto decorativo era doble, ya que se hallaba también en la pared de enfrente. Sin embargo, todo este paramento quedó destruido en el siglo XVIII cuando se edificó la actual fachada barroca de la catedral, quedando sólo la parte interior del pórtico con la decoración románica. El maestro Mateo, quien ya se encontraba al frente de las obras catedralicias desde que en 1168 el rey Fernando II le concedió una pensión anual, se encargó de dirigir este extraordinario grupo escultórico que fue culminado en 1188 con los dinteles de la gran portada.

 Pese a que existen algunas partes que no muestran la calidad de otras, el conjunto responde al mismo estilo inspirador del maestro director. La proporción y la elegancia en el detalle hacen que algunos especialistas hayan calificado este magistral grupo escultórico como de «obra helenística». El conjunto está tallado en un granito de excepcional dureza que además fue policromado, aunque la pintura que puede observarse en la actualidad corresponde a los trabajos de restauración llevados a cabo en el siglo XVII. El programa del conjunto representaba una figura de Cristo mostrando sus llagas en medio de los evangelistas, mientras que en su entorno diferentes ángeles aparecen portando los símbolos de la Pasión. En la arquivolta, aparecen los 24 ancianos del Apocalipsis mientras que en las columnas se sitúan las figuras de diferentes apóstoles y profetas. Por su parte, en el parteluz, la figura del apóstol Santiago se muestra dando la acogida a los fieles que acuden a la basílica. Por paradójico que pueda parecer, esta monumental obra que canta las alabanzas a Dios y su Gloria presenta unos sutiles elementos eróticos que lograron escapar durante los siglos a los ojos del inquisidor. Como prueba, la figura del rey David, una de las que mejor conserva la policromía original, aparece mirando lascivamente a otra figura que se halla de frente y que representa a Judit, una imagen de gran belleza física y con un cuerpo extraordinariamente atractivo, cuyos senos aparecen bien torneados. Judit, sintiéndose observada por David, esboza una enigmática y cómplice sonrisa. Con el tiempo, un prelado ordenó que se redujera el tamaño de los pechos de Judit… El Pórtico de la Gloria no deja también de ser un magnífico ejemplo del intercambio de ideas y gustos que provocó la continua corriente de peregrinos procedentes de Francia. Por ello, este asombroso conjunto está estilísticamente situado en la frontera entre lo románico y la derivación hacia la sensibilidad propia del gótico.