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Ahí van unas cuantas perlas de Sánchez Dragó:

– «En el Festival de Cine sólo encontré caspa, desorganización, cutrerío, tacañería, vulgaridad…»

– «Vengo de Tánger, y no queda allí nada que no sea recuerdo de la muerte.»

– «Recorrer esa ciudad es angustioso, si quien lo hace la compara con lo que fue. Ruinas de Itálica, amarillo jaramago, inútil búsqueda del tiempo perdido. El Gran Café de París, en cuyos divanes centelleaban los escotes de las aventureras, las millonarias, las cocotas, las artistas, las huríes y las damas de antaño, es ahora lóbrego cubil de varones de gesto torvo. No se ve allí una sola mujer ni, por supuesto, cabe pedir al camarero un cóctel. Es el monoteísmo. Donde pisa no vuelve a crecer la hierba. Tánger era una ciudad pagana. Todo el Mediterráneo lo fue. Entropía».

 Lo primero que he de comentar acerca de este sujeto es que es muy libre de decir y opinar lo que le venga en gana, conforme a los principios de la llamada libertad de expresión. A los mismos me atengo para expresar mis juicios sobre el que es, posiblemente, el peor escritor de la historia de la literatura española, con bodrios como ese de Gárgoris y Habidis. Una Historia Mágica de España, verdadera porquería literaria vacía de contenido y de un remilgo intelectualoide acorde con la personalidad festivalera de quién se autodenomina escritor. Afirma Dragó que nunca volverá por Tánger. No sabe qué tremenda alegría nos da, ya que Tánger, ciudad hospitalaria por donde las haya, no soporta a individuos como éste que sólo derraman polémica y necedad como única manera posible de llamar a la atención debido a que su escasa calidad literaria o su pseudointelectualismo revestido de estúpidos amaneramientos no le concede otra alternativa más edificante. Los tangerinos, gente de buena memoria, sabrán recordar la promesa de este don nadie que sólo en la estulticia encuentra su mejor vehículo de expresión.

 Afirmar que en Tánger sólo encuentra el recuerdo de la muerte es algo que se entiende muy bien viniendo de este aprendiz de escritor cuyas obsesiones por todo lo relacionado con el sexo son bien conocidas. Me gustaría saber dónde ha estado este individuo durante los días en que la noble ciudad de Tánger tuvo la desgracia de soportarle. Así, no es de extrañar que para denostar el actual panorama tangerino haga referencias, del todo machistas e impropias de alguien con un mínimo de objetividad, a los escotes de antaño, a las millonarias, a las huríes… En fin, todo un verdadero ejercicio de liberalismo (Del que tanto presume) sexual. Luego tiene la desfachatez de criticar a la cultura musulmana como paradigma del machismo y la intolerancia contra la figura de la mujer, en una completa muestra de ignorante reduccionismo, amén de una auténtica y contrastada prueba de contradicción ideológica y analítica.

 Dice Dragó que en Tánger sólo encontró caspa y vulgaridad. ¿Habrá tenido la osadía este ser de mirarse alguna vez en el espejo? Lo dudo, se ha de quebrar, como en el cuento. Hoy es un día feliz para Tánger y los tangerinos: Sánchez Dragó ha declarado que no volverá a Tánger. Muchas gracias. A Tánger, ciudad acogedora y expresión de la convivencia pacífica a lo largo de muchos siglos, le sobran los sujetos como usted. Por favor, cumpla su promesa y déjenos en paz de una vez.