* Escrita durante el verano de 1888
* Estrenada el 17 de febrero de 1889 en el Conservatorio de París bajo la dirección de Jules Garcin
* EFECTIVOS ORQUESTALES: 2 flautas, 3 óboes (Uno de ellos corno inglés), 3 clarinetes, 2 fagots, 4 trompas, 4 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales, arpa y sección de cuerda.
* Duración aproximada de la ejecución: Entre 38 y 42 minutos
Nadie duda que la última etapa creativa de César Franck fue la más inspirada y repleta de obras imperecederas, atendiendo a una libertad compositiva de la que hasta entonces el músico de origen belga había carecido por circunstancias económicas. En el espacio de unos pocos años Franck ofreció un buen racimo de obras maestras arrebatadas al paso fugaz del tiempo, a los escasos ratos libres, y generalmente poco comprendidas por el público. Asimilando a los grandes maestros a lo largo de un prolongado camino, Franck consiguió afinar su estilo y lenguaje, consolidando un procedimiento de escritura que le convenía particularmente: La forma cíclica, con la que supo dotar de unidad arquitectónica a sus obras.
La Sinfonía en re menor data de los últimos años del compositor y constituye, al mismo tiempo, un testamento musical y una afirmación del principio cíclico al que nos hemos referido en el anterior párrafo. Dedicada a Henri Duparc, la obra se sitúa dentro de un movimiento de renovación de la forma sinfónica en Francia al declinar el siglo XIX. Ya en 1885, Saint-Säens concluye su Sinfonía con órgano conforme al mismo principio cíclico de Franck, mientras que Lalo escribe su Sinfonía en sol menor y D´Indy su Sinfonía Cénevole. En el decenio siguiente verán la luz las sinfonías de Chausson, Magnard y Dukas, lo que demuestra entre qué eclosión de obras maestras hubo de abrirse paso la partitura de Franck para triunfar rápidamente después de su muerte.
Sin embargo, el estreno de la obra en 1889 constituyó un tremendo fracaso, con unas críticas que llegaron a ser tan despreciativas como odiosas. Se atacó la orquestación, juzgándola como espesa, la largura de los desarrollos y sus continuas modulaciones. Pese a ello, la sinfonía fue sobreponiéndose a la crítica y llegó a ocupar un lugar privilegiado en el repertorio de las grandes orquestas, aunque en la actualidad está de nuevo un tanto «olvidada». Si bien es cierto que su sonoridad — que algunos especialistas califican de «wagneriana» — puede resultar algo monótona, la memorable exploración de un tema único consigue que la obra toque tangencialmente a las grandes sinfonías brucknerianas contemporáneas. Uno de los grandes secretos de esta obra consiste en interpretarla de un solo impulso, evitando en todo momento una concepción excesivamente fragmentaria. De ahí que, de las muchas versiones registradas, tan sólo un puñado de ellas adquieran un relieve mínimamente aceptable.
La versión que nos sirve de guía en los enlaces del vídeo corresponde a la llevada a cabo por el joven director húngaro Tamás Dániel Csury al frente de la Orquesta Sinfónica Duna de Budapest en concierto celebrado el 3 de junio de 2009 en la Gran Sala Franz Liszt de la Academia de Música de Budapest. La versión es realmente aceptable y no tiene nada que envidiar a otras interpretaciones de batutas más reconocidas. Cada uno de los tres movimientos se encuentra solapado en dos vídeos.
DESARROLLO DE LA OBRA
– PRIMER MOVIMIENTO: Lento. Allegro non troppo: El movimiento comienza con una introducción lenta, construida sobre un tema en 4/4 de carácter marcadamente interrogador en la cuerda grave y que recuerda lejanamente el comienzo de Los Preludios de Liszt. Este tema es sucedido por uno breve en forma de canto por los violines, muy melancólico, antes de que llegue una sección más viva y más nerviosa. A continuación, se repite la introducción en una tercera menor superior. El tema principal del Allegro se apoya ligeramente en una derivación del motivo de inicio, sucediéndole un grupo de temas pasado a la tonalidad relativa de Fa mayor: Uno es melódico sobre una nota pivote (Fa) repetitiva y se corresponde con la ampliación típica de Franck; el otro está fuertemente sincopado. A continuación viene el desarrollo, muy cromático, que permite la combinación del Lento y el Allegro, con un canon construido sobre la célula inicial que acaba volviendo a re menor y anuncia la reexposición, que a su vez evoluciona de Mi bemol mayor a Re mayor. Un gran desarrollo terminal desemboca en una breve coda cuyo último acorde, en tutti, concluye en Re mayor.
– SEGUNDO MOVIMIENTO: Allegretto: Este movimiento central viene a ocupar el espacio de un Andante y un Scherzo. El primer tema viene expuesto por un canto del corno inglés con la misma melancólica atmósfera de los compases iniciales de la sinfonía. Este tema viene escoltado por acordes de arpa y pizzicatti de la cuerda, a la manera de una marcha fúnebre pese al tiempo ternario del compás. Un nuevo tema aparece en la cuerda, en Si bemol mayor, y entonces cambia el episodio al Scherzo, sobre unos trémolos de la cuerda mientras que una idea secundaria en Mi bemol mayor, con ritmos de puntillo, es dibujada por el clarinete. La genialidad de Franck queda patente en este movimiento: Aleja tanto las tonalidades que le permite desarrollar un complejo pero coherente sistema de modulaciones. Al final, los dos temas secundarios dialogan hasta alcanzar unos bellísimos momentos repletos de sobrecogedor lirismo. (¡Qué pena la increíble metedura de pata del solista de corno inglés casi al final del primer vídeo de este movimiento!)
– TERCER MOVIMIENTO: Finale. Allegro non troppo: Al igual que en la Novena de Beethoven, el final recuerda los temas precedentes, aunque no con expresas citaciones sino jugando el papel de nuevos elementos. Magnífico ejemplo de la forma cíclica empleada por Franck, es un movimiento recapitulativo aunque presente una serie de ideas adyacentes. Comienza con un vigoroso impulso, en donde el tema principal, en Re mayor, rebosa heroísmo. Sigue un tema coral, en Si mayor, en los metales. El desarrollo comienza con la melodía del corno inglés del movimiento precedente, aunque también aparecen temas del primer movimiento. Nuevamente el tema del corno inglés aparece expandiéndose por última vez en un glorioso tutti. En la conclusión, se recuerdan todos los temas del movimiento inicial, especialmente la célula del origen y el motivo sincopado del segundo grupo temático. Es, sin embargo, el tema principal de este movimiento el que conduce a la grandiosa conclusión, llena de un místico resplandor que nos hace recordar, inevitablemente, a Bruckner (En la escritura orquestal de ambos compositores se aprecia claramente — doblamientos por secciones y uniforme acentuación de metales en momentos fuertes — su otro rol como virtuosos del órgano). Apasionante sinfonía que os recomiendo encarecidamente.
VERSIONES RECOMENDADAS
– Pierre Monteux con la Sinfónica de Chicago. RCA (Electrizante a más no poder. Grandiosa orquesta. Referencia absoluta)
– Willem van Otterloo con la Orquesta del Concertgebouw. PHILIPS (Equilibrada, espontánea, como improvisada. Genial)
– Herbert von Karajan con la Orquesta de París. EMI (Dinámica, robusta y envolvente)
– Wilhelm Furtwängler con la Filarmónica de Viena. DECCA (Insuperable movimiento central)
– Carlo Maria Giulini con la Orquesta Philharmonia. EMI (Genial exposición de atmósferas. Buenísima)
– Charles Munch con la Sinfónica de Boston. RCA (Analítica y precisa, puede resultar extraña)
– Ernest Ansermet con la Orquesta de la Suisse Romande. DECCA (Sería la mejor versión de no ser tan meticulosa)
– Jean Martinon con la Orquesta Nacional de la Radiodifusión Francesa. ERATO (Buena, sin más)
Por contra, no acaban de satisfacerme del todo las versiones de Leonard Bernstein con la Orquesta Nacional de Francia. DG (Se equivoca de concepto, a mi juicio, y va por partes) y de Charles Dutoit con la Sinfónica de Montreal. DECCA (Da la sensación de ir de más a menos). Obviamente, estas no son sino meras apreciaciones subjetivas sin ninguna pretensión vinculante.
pobre franck leiter!!! ninguna alusión a mi compatriota eh!!!
todos coincidieron en que su error estratégico fue estrenar la obra en el conservador conservatorio y ante su público abonado
durante el ensayo final, los estudiantes leales del conservatorio debieron rodearlo para protegerlo de las críticas verbales de otros docentes y estudiantes y su esposa no se sintió capaz de asistir al estreno y ser testigo de las burlas esperadas…
gounod opinó que la obra era «la afirmación de la impotencia llevada al nivel del dogma»…
un crítico se preguntó «¿porque intepretar esta sinfonía aquí? ¿quien
es este señor franck? un profesor de armonio, creo…
como no enseñaba composición sino órgano, franck era considerado un intruso en este ámbito académico
y pese a todo, la obra sobrevivió, que es lo realmente importante, en línea con lo que decían mis ancestros romanos. «el tiempo no perdona lo que se hace sin tomarlo en cuenta» y franck evidentemente lo tomó en cuenta ya que trabajó casi dos años en la obra…
Ouch! Qué iconoclasta ese Gounod, Hugo!
Me ha fascinado la Sinfonía, aire wagneriano, sin duda. ¿Hubo alguna relación, Leiter, de admiración, de estudio, de cualquier índole? ¿O el aire es bruckneriano?
Por otra parte ¿como te has sentido, Leiter amigo?
¡La condición humana es terrible!
Los espacios de poder siempre han pesado demasiado.
Yo recomendaría también las versiones de Muti, Janowski y Herreweghe. Bueno, y para los amantes de las versiones históricas, además de la mencionada de Futwängler, la de Toscanini con la NBC de 1946, a pesar de que este director no es santo de mi devoción, pero nobleza obliga.
Salud, paz y cordiales saludos.
Elgatosierra
Gato, hay que buscar una versión de esta sinfonía por Thielemann… jajaja… Concuerdo en tus recomendaciones de Muti y Herreweghe. Me falta oír a Janowski. ¿Has escuchado registros de la obra por Prêtre o Cluytens?
Un abrazo a leiter. Muchacho, esos caldos que andas probando por ahí, no son para todos los días. Espero que poquito a poco te vayas sintiendo mejor.
Joaquín
Admiro profundamente a Charles Gounod pero su comentario contra César Franck es francamente injusto. Por aquellos años (últimos dos decenios del siglo XIX) la pugna entre las escuelas de Wagner y Brahms eran peores que la rivalidad Barça-Madrid (que comparación tan odiosa) y necesariamente los Músicos tomaban elementos de una y otra corriente a la hora de componer. No hay ningún reproche en ello pues no me cansaré de insistir, tanto lo Wagneriano como lo Brahmsiano se nutren de BEETHOVEN. Así que Franck no hizo nada extraño, tan sólo era incomprensible para algunos, pero hay palabras que mejor sería pensarlas antes de proferirlas para que una crítica no se convierta en un cañón destructor.
Magnífica Sinfonía. Albao especialmente ese primer tiempo, misterioso y envolvente. Es muy Bruckneriano en efecto. Y siendo así, también observo a Dios a lo lejos: WAGNER.
Mi gran y admirado Otto: bien sabes que Bruckner era un compositor de gigantesco talento pero muy incomprendido y vulnerable, dado su carácter. Sin embargo, allá por 1869, el genial Anton viajó a Francia donde, entre otras actividades, se sentó frente al órgano de la Catedral de Notre-Dame, un instrumento sin duda a la altura del Músico (cinco teclados). La maestría de Anton Bruckner fue comprobada por un selectísimo auditorio: Camille Saint-Saëns, Daniel F. Auber, Charles Gounod, Ambroise Thomas y César Franck. De manera que sí hubo ese contacto entre Bruckner y Franck, por el que preguntas. Algo aprendió Franck (mucho creo yo), de manera que no era un simple organista, intruso en otros campos, como en su tiempo se le vio.
No puedo decirte si hubo un encuentro con Dios…perdón, con WAGNER. Creería que no pero no me asiste certeza. Ya lo verificaremos.
Gato. porqué no aprecias a Toscanini?
Leiter, deseo de corazón de todo esté saliendo bien. Estoy seguro que vas a salir de este incómodo momento porque nosotros NOS MERECEMOS tenerte fuerte y saludable. Mírame a mí: con todo lo que me sucedió en los útimos días y sin embargo me estoy armando nuevamente con mi armadura de Guerrero Wagneriano para ser el de siempre. Tu debes cuidarte mucho animado por el aprecio y el cariño que todos te profesamos, especialmente yo, sí señor.
Bravo por esta entrada, bravo a la Sinfonía en re menor, bravo a César Franck y bravo a Leiter!!!
Que se escuchen atronadores aplausos.
Cuando leí el título de la entrada pensé que ibamos a hacer referencia a mi más reciente sinfonía… pero veo que hablan de César Franck; see, también es buena su sinfonía…
Una pregunta: ¿a qué nos referimos con interpretarla de un solo impulso? ¿A que hay que ejecutarla sin pausas entre movimientos?
A mí me dió tristeza el chico que dirigía… la orquesta tiene muy buen sonido a pesar de no ser muy conocida… y el chico se dió vuelta nerviosamente, saludó a la concertina y se marchó rápidamente. Claro, también había poco público.
Un abrazo.
Mi comentario salió con mi antiguo logo porque había dejado abierta mi cuenta de WordPress… Pero Lenny ya volvió!!! Ja ja.
La verdad es que ha sido todo un acierto incluir tu sinfonía, Frank, en este apartado. De cualquier manera, noto un cierto parecido entre esta tu sinfonía y la Sinfonía de Franck…
Al comentar lo de un sólo impulso me quiero referir a que muchos directores tienen la manía de establecer fuertes contrastes entre los movimientos, cuendo eso es precisamente lo que no pide la obra. La obra es cíclica — se basa en un tema que se va repitiendo — y hay que procurar que todo suene en la misma atmósfera.
El chico se marchó cabreado por el poco público y por el enorme fallo del corno inglés en el segundo movimiento. Digo yo. A mí me hace eso y lo expulso en pleno concierto. Hay fallos que resultan del todo imperdonables.
Me dio cierta melancolía ver el antiguo logo de TOPOFOBIA…
El tema de GOUNOD lo ha explicado muy bien nuestro Embajador Cultural Argentino y lo ha remarcado Iván. Pienso al igual que Otto; ese Gounod era un verdadero cantamañanas — singing in the morning — que hoy en día sobrevive gracias a una ópera (Bastante mala, a mi juicio).
Gato y Joaquín, ya lo he advertido: Cuidado con Janowski que está realizando un excelente trabajo en Ginebra con la Suisse Romande, Acaba su contrato el año que viene, creo, pero todo lo que he escuchado de él por Radio me ha parecido magnífico. Está devolviendo a esa orquesta el lugar que se merece y que nunca debió perder.
PD: Sí, hoy me tocó guateque en La Princesa. Nada, que todavía no me dicen cuando me van a abrir en canal — exagerado que es uno — para ponerme el centinela ese. Eso sí, me he quitado la camisa hoy como 325 veces… ¿A qué es una lata ponerte la camisa delante de una doctora rubia guapísima? Pues eso me ha ocurrido a mí. Obviamente, lo hice sin desabrocharme la cremallera del pantalón… A estilo Cow-Boy. Al salir del hospital, Celia me dice: Anda, ponte bien esa camisa que vas haciendo el indio…
Un abrazo, buena gente.
LEITER
Acabo de escuchar la versión de Munch con los Bostonianos. Me ha resultado mágica. Y al decir mágica no quiero decir necesariamente que es extraordinaria, sino más bien que se encuentra como fuera de éste Mundo… quizá sobrenatural hubiera sido mejor término.
Ya dije que era una versión que podía resultar extraña. Pero me alegro que te haya transportado a otra dimensión. Münch era un director extraordinario pero muy complicado en ocasiones. Tiempo tendremos de hablar de él en algún momento. Ya adelanto que esa futura entrada tardará en ver la luz dada la dificultad que entraña.
La sinfonía de Franck… Yo creo que la tengo mucho más cariño de lo que realmente me gusta. Siento el mismo cariño por ella que el que siente un padre por su hijo cuando descubre que es tonto de remate. No es un afecto racional, sino meramente afectivo. Eso es lo que me ocurre a mí con esta sinfonía.
Un abrazo, Frank (Y otro para Franck… ¡Que sí, hombre, no se enfade, don César. Es una sinfonía magnífica!)
LEITER
Pues verás Iván, el caso es que a mí Toscanini no me parece uno de los grandes.
Reconozco que fue el responsable de que se acabara con las arbitrariedades y excentricidades de muchos directores, y que renovó el arte de la dirección al señalar que el compositor era quien tenía la razón, y que había que tocar lo estaba escrito en la partitura y nada más, faltaría más. JAJAJA
Pero aquí se terminó para mí toda su relevancia. Que sabía música y que sabía leer partituras nadie lo pone en duda, ahora que hacía arte y que era uno de los grandes, como dicen en mi pueblo, eso ya “es harina de otro costal”.
Era un ególatra insoportable y jamás se preocupó de intentar descubrir lo que quería decir el compositor, solo atendía a lo que ÉL creía que quería decir. Jamás ahondó ni se preocupó por reflexionar sobre las razones de lo que había detrás de las notas. La hermenéutica musical le debió parecer una estupidez y jamás atendió a razones.
Es tremendamente dispar y la única constante que le reconozco son las prisas y el llevar continuamente a las orquesta por el cuello, y, como ya dije en otro sitio, el estar tirando continuamente de los músicos sin dejarlos respirar y por lo tanto ahoga la música.
No tengo muy claro si él mismo sabía lo que quería, porque suele ser errático y descontrolado, intentando tapar todo esto con autoritarismo, fatuidad y rigidez. Un lógico mecanismo de defensa que dirían Freud o Reich.
Era tan falto de de imaginación y tan seco que orquestas de campeonato del mundo en sus manos parecían de tercera regional.
Creo, por ejemplo, que Knapperstbusch conseguía en quince minutos de ensayo más que él en tres horas.
Para que veas por dónde voy algunos de los grandes para mí fueron Ansermet, Barbirolli, Bernstein, Cantelli, Celibidache, Cluytens, Dorati, Fricsay, Furtwängler, Giulini, Horenstein, Karajan, Keilberth, Kempe, Kleiber (ambos), Klemperer (a pesar de que a Leiter no le agrade mucho JAJAJA), Krauss, Kubelik, Leonhardt, Markevitch, Mengelberg, Mitropoulus, Monteux, Mravinsky, Munch, Reiner, Rodzinski, Sabata, Scherchen, Szell, Van Beinum, Walter, Weintgartner… El orden como verás es alfabético y no por preferencias. No están todos los que son, pero son todos los que están.
Y dirás, “pero todos estos son de anteayer y ayer”. Verás, de hoy también hay algunos, no muchos, Abbado, Alessandrini, Barenboim, Boulez, Caetani, Chailly, Eschenbach, Gardiner, Garrido, Gergiev, Haitink, Harnoncourt, Herreweghe, Inbal, Jacobs, Jansons, Järvi, Kuijken, Maazel, Mackerras, Metha, Muti, Pinnock, Prêtre, Sanderling, Savall, Van Immerseel, Vänskä, Waart, Zinmann… Igualmente no están todos los que son, pero son todos los que están.
Y así está el tema Iván.
Leiter, espero que todo vaya estupendamente.
Así que salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra
Vaya, eso sí que es una explicación!
Te comprendo plenamente tu punto de vista, mi felino amigo, naturalmente se trata de tu visión y criterio. En mí caso, aunque estoy de acuerdo que Toscanini era «un salvaje» -en buen sentido- frente a sus Orquestas, me gusta mucho su forma de dirigir. Pero en fin, es cuestión de opiniones. Así vamos aprendiendo todos.
Y ahora…
Leiter, porqué no aprecias a Klemperer?
Saludos mis grandes amigos.
¿Quién ha dicho que no aprecio a Klemperer?
Para mí fue un extraordinario director pese a que algunas de sus versiones me parecen del todo pesantes. Pero eso lo digo desde la opinión particular, nada más. La capacidad y talento de Klemperer son autenticamente incuestionables.
Antes de acabar la temporada le dedicaremos una entrada en exclusiva en ESCUELA DE DIRECCIÓN.
Un abrazo, amigo Iván
LEITER
una de klemperer:
ensayo
klemperer: bueno…
los músicos estallan de alegría ante el cumplido del maestro
klemperer: pero No TAN bueno…