* Escrita en un tiempo récord de tres meses en 1937
* Estrenada el 21 de noviembre de 1937 en Leningrado bajo la dirección de Mravinski
* EFECTIVOS ORQUESTALES: 3 flautas, 2 óboes, 3 clarinetes (Uno de ellos piccolo), 3 fagots (Uno de ellos contrafagot), 4 trompas, 3 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales, caja clara, platillos, bombo, campanas, xilófono, celesta, 2 arpas, piano y sección de cuerda
* Duración aproximada de la ejecución: Alrededor de 45 minutos
La división en períodos de la obra sinfónica de Shostakovich resulta tan necesaria como peligrosa; necesaria porque un número tan elevado de sinfonías exige una cierta estratificación; peligrosa porque en Shostakovich es harto complicado trazar apartados que puedan hacer referencia a toda la obra en su conjunto y que, además, se correspondan cronológicamente. Aún con este doble riesgo, podríamos distinguir hasta cuatro etapas en su quehacer sinfónico: La inicial englobaría las cuatro primeras sinfonías e iría desde 1925 hasta 1936. Estas primeras obras son los escarceos de un músico superdotado que trata de dominar una forma y adquirir un lenguaje propio. La segunda fase comprende las sinfonías numeradas como 5, 6, 7, 8 y 9 y abarca desde 1937 a 1945. Estas obras entroncan a su autor con unas inapelables realidades históricas de las que la música es el mejor testimonio posible. La tercera fase agrupa las sinfonías 10, 11 y 12 y abarca un período irregular de tiempo, desde principios de la década de los años cincuenta hasta 1962. Aquí, mientras que la Décima es quizás la pieza más abstracta del ciclo, las nº 11 y 12 suponen un descenso en la inspiración creativa del autor. Por último, la cuarta fase comprende las tres últimas sinfonías, 13, 14 y 15, y el período va de 1963 a 1972. Este es un ciclo heterodoxo, con una fusión simbiótica de palabra y sonido en la nº13, con un acercamiento al hecho de la muerte en la nº14 y con un marcado acento nostálgico en la nº15, la obra que cierra el ciclo.
La obra que hoy nos ocupa se ajusta a un patrón lingüístico romántico, con una vieja forma de sonata y sin apenas sorpresas destacables en el plano armónico y tímbrico. Pero lo más importante es que parece seguir el proceso que la sinfonía precedente dejó con las puertas semi abiertas y que no es otro que el de adscribirse a un sinfonismo con mayúsculas. Por otra parte, el sentido de la parodia, la inconfundible filiación de ciertos motivos y la incuestionable sabiduría de la programación tímbrica conectan ambas obras. Pero la Quinta, especialmente en base al soberbio movimiento lento, se erige como la mejor página elaborada hasta ese momento por el compositor, materializando ese deseo anteriormente mencionado de ocupar un merecido lugar en la historia del sinfonismo como forma musical.
La Sinfonía nº5 de Shostakovich fue definida por su autor como «la respuesta de un compositor soviético a unas críticas justas», un año después del incidente protagonizado con su ópera Lady Macbeth, y en ella se aprecia una enmienda tan inevitable como simulada. El propio Shostakovich declaró al respecto: –«No todo ha tenido el mismo valor en mis obras precedentes. Ha habido fracasos y en mi quinta sinfonía me he esforzado para que el auditorio soviético sienta en mi música la acción de un esfuerzo de dirección de la inteligibilidad y de la sencillez»– Pero la Quinta es también una obra autobiográfica que expresa el drama vivido y superado por el compositor y que se concluye con el grito final de victoria (O de desafío). En pleno período de purgas estalinistas, en la que la angustia colectiva estaba en su apogeo, la tensión emocional de la sinfonía fue percibida por el auditorio con una claridad excepcional.
La versión que os dejo en los consiguientes enlaces de vídeo corresponde a la interpretación de Evgeny Svletanov dirigiendo a la Orquesta Sinfónica del Estado de la URSS. Se trata de una lectura muy técnica y precisa, con una extraordinaria toma de sonido. Algunos movimientos se encuentran solapados en dos partes.
DESARROLLO DE LA OBRA
– PRIMER MOVIMIENTO (Moderato): En la cuerda aparecen intervalos quebrados con ritmos punteados seguidos de una frase en los violines que rápidamente vuelve a encontrar los mismos ritmos, creando una atmósfera nerviosa, angustiada y dolorosamente interrogante. Varios fragmentos de estos temas son seguidamente parafraseados y dan lugar a algunos contrapuntos. Sobre acordes repetidos en la cuerda (Negra – dos corcheas) en Mi bemol mayor, los violines exponen el segundo tema, una melodía de notas largas con grandes intervalos, tema que por otra parte crea un contraste total por su serenidad casi ensoñadora. Ese momento de paz se prolonga con un tema pastoral en la flauta y luego en el clarinete, aunque unos pesados y amenazantes staccatti, en el registro grave de la cuerda, marcan el comienzo del desarrollo, amplificando alternativamente los temas primero y segundo en un crescendo atravesado por insistentes toques de los instrumentos de metal. El primer tema, después de haber pasado a los trombones, invade el espacio orquestal de la madera y cuerda; sobre este fondo, el tema lírico resuena estrechamente en los metales bajo la forma de un cantus firmus. Todas las partes se reúnen enseguida en una larga frase al unísono en fortissimo. Es el momento de la coda, que incluye toda la recapitulación, volviendo a tomar todos los temas (El segundo de manera invertida) en diminuendo. Los últimos compases dejan escuchar un solitario violín en el registro agudo y unas cromáticas notas en la celesta.
– SEGUNDO MOVIMIENTO (Allegretto): No deja de ser un respiro, un Scherzo conciso con aroma despreocupado y con cierto tono de humor. Un motivo vivaracho, en 3/4 y ejecutado por la madera y con trinos y staccatti en los fagots, da paso a un tema burlón en las trompas, con súbitas y nerviosas escalas de los violines. El trio, propiamente dicho, es un cántico ingenuo del violín, escoltado por el arpa con glissandi ascendentes. Flauta y fagot sustituyen a aquellos para luego desembocar en la entonación del óboe. Repetición del tema del Scherzo y punto final a una página deliciosa, un divertimento de espíritu popular.
– TERCER MOVIMIENTO (Largo): Este movimiento presenta la peculiaridad de tener dividida la cuerda (Violines a tres y violoncelos a dos). Es la misma cuerda la que comienza esta magnífica meditación, una de las páginas orquestales más inspiradas de Shostakovich, con una escritura bastante próxima a la de un coral. La textura orquestal se va enriqueciendo hasta la entrada de los primeros violines con un tema sencillo y simétrico. Seguidamente, sobre notas continuas del arpa, la flauta expone una melodía que parece estar buscando su camino. Después de una progresión hasta el tutti orquestal, el óboe entona una melodía tristemente interrogativa. Un paisaje polifónico nos lleva hasta un estallido donde, sobre trémolos prolongados, el tema escuchado en la primera parte del movimiento a los violines es declamado con fuerza por varios instrumentos, entre ellos el xilófono. En medio de esta inquietante efervescencia, la cuerda recoge la melodía expuesta antes por el óboe. Esta parte, dotada de una angustia que por momentos recuerda a Chaikovski, marca la culminación del Largo antes de que la coda se extinga sobre las notas desgranadas por el arpa y la celesta.
– CUARTO MOVIMIENTO (Allegro non troppo): Un trino in crescendo en las maderas da paso al tema principal en los metales, voluntarioso y pretendidamente optimista, ritmado además por los timbales. Todo el movimiento presenta una potente vitalidad y el motivo secundario nace en medio del torbellino de una fiesta popular, con grandes intervalos, que es inmediatamente repetido en un clima tranquilo y revela su parentesco con el tema lírico del primer movimiento. El importante episodio, Poco animato, instrumentado con finura y elegancia, es una página de medio carácter en el curso de la cual el tema principal del final resurge poco a poco, transformándose en una modulación a Re mayor sobre un fortissimo pedal de la nota dominante. Es el instante de la apoteosis final, relumbrante, convencional y banal a más no poder, pero cuyo carácter fundamentalmente victorioso debe confirmar la «redención» de Shostakovich. Aún así, es posible discernir la idea diametralmente opuesta, expresada por un efecto de antifrase musical.
VERSIONES RECOMENDADAS
– Evgeny Mravinski con la Filarmónica de Leningrado. ERATO. (Mravinski estrenó la sinfonía y nadie la conoció mejor que él)
– Bernard Haitink con el Concertgebouw. PHILIPS. (Versión potente, cuidadosa y equilibrada al máximo. De referencia)
– Neeme Järvi con la Orquesta Nacional de Escocia. CHANDOS. (Agradable, facilona por momentos, pero bien resuelta)
– Mariss Jansons con la Filarmónica de Viena. EMI. (Virtuosística versión, quizás un tanto aséptica)
– Gennadi Rozhdestvenski con la Sinfónica del Ministerio de Cultura de la URSS. OLYMPIA. (Firme, decidida, extraordinariamente bien construida)
– Evgeny Svletanov con la Sinfónica de la URSS. RUSSIAN DISC. (Esplendorosa versión, impactante y compacta)
– André Previn con la Sinfónica de Londres. RCA. (Fenomenal construcción orgánica de la obra)
– Rudolf Barshai con la WDR Sinfónica de Colonia. NAXOS-BRILLIANT CLASSICS. (Una de las mejores versiones modernas. Excepcional)
– Yuri Temirkanov con la Filarmónica de San Petersburgo. WARNER CLASSICS. (Impulsiva, grandes dinámicas sonoras)
Por contra, no acaban de satisfacerme las versiones de Leonard Bernstein con la Filarmónica de Nueva York. SONY. (No es mala versión, pero Bernstein improvisa en exceso) y de Mstislav Rostropovich con la Orquesta Sinfónica Nacional. TELDEC. (Muy sui generis, con un Allegretto excesivamente ligado). Por supuesto, estas no son sino meras opiniones subjetivas sin ninguna pretensión vinculante.
Leiter! Qué alegría me da esta entrada! Nada mejor para empezar esta mañana de viernes. Shostakovich es sin duda uno de mis compositores preferidos. Es él único compositor del cual me jacto de haber escuchado todas sus sinfonías y aunque del resto de sus obras aun me falta, debo decir que tambien he oido mucho. La verdad es que tengo una cierta fasinacion con la monumental (y unica) obra de Dmitri. Tenes razón en hablar de cuatro fases, aunque con respecto a la segunda yo le agregaría la 10. Creo que es la fase más espectacular de Shostakovich y podría ser subdividida: la 5, 7 y 8 por un lado y la 6 y 9 por el otro. En cuanto a la tercera, descenso inspiracional suena a algo tremendo jaja, si podriamos decir que a partir de la 12, Shostakovich comienza a copiarse a sí mismo, pero eso no quita de que sus obras son aún tremendamente poderosas. La ultima etapa es quizá la más oscura, pero no lo digo como algo negativo, creo que Shostakovich a medida que avanzamos en sus composiciones, se va alejando más de este mundo: lo evidencia el final de Baby Yar y el de la 15 (que me hace acordar al final de -salvando las distancias- el Neptuno de Holst). Pero de las sinfonías en gral. podríamos hablar un monton y no me quiero ir de tu entrada, que presenta la quinta.
La quinta fue lo primero que escuche de su reperterio, y Dios quizo que me cruzara primero con la version de Mravinsky. En otra ocasión te comente que la primera version que uno escucha es inborrable. Quedé fascinado con esa versión que es la que más se ajusta a ese tono agrio (y lo digo con agrado) con las que sus composiciones deben (en mi humilde opinion) ser interpretadas (y eso también se aplica para con su Overtura Festiva jaja). Creo que la quinta es una obra que debe llevar una tension constante, no es un «carnaval» como la Danza no1 (de su mal llamada suite for jazz orchestra) ni
tampoco es un triunfo solemne contra los nazis (me refiero al glorioso y apabullante final de su Leningrado). El final de la quinta, creo que aciertas mas en inclinarte por la segunda opcion que diste: es un desafio mas que una victoria. Es un «no voy a pedirte perdón Union Sovietica». Y si la quitamos del contexto histórico, yo siempre me imagino ese final de la siguiente manera: los violines repitiendo una y otra vez son lo mundano, en un continuum de sinrazón, banalidad y hedonismo, un repentino golpe de bong anuncia que el final se acerca, las trompetas confirman de aquella llegada, los violines deciden no escuchar, mientras el mundo retumba una y otra vez, más trompetas se suman y los violines se vuelven aún más testarudas. Los golpes aumentan hasta que son violentamente silenciados. Tres golpes hacen que el infierno se congele, al cuarto golpe los intrumentos todos se rinden ante el inmenso poder de los golpes y deciden emitir la ultima nota en señal de adoración. Esos golpes no son más que el puño de Dios agitando el Universo.
Jaja es un final bastante escatológico. Espero no estar aburriendote, Leiter. Con respecto a la versión de Tilson Thomas, es muy precisa, aunque por momentes un poco inexpresiva (pero esa consideración se la debo a mi -para nada instruido- oido). De todas formas logra un para nada despreciable final (se ajusta bastante a lo que me imagino). La versión de Mravinsky creo que es fundamental, aunque la más espectacular que escuche, lamentablemente no puedo saber a ciencia cierta de quien es (aunque una corazonada me dice que es la de Barshai). Quizá pueda hacerte llegar el archivo para que me ayudes a solucionar mi duda. También me gusta la version de Solti y la de Paavo Järvi (la de su padre no al escuche). La de Bernstein, ay me duele decirlo pero creo que no llega a entender del todo la quinta (la hace demasiado festiva). De todas maneras hay dos versiones, la primera es una que fue grabada a su regreso de un tour por la Union Sovietica, tiene una impresionante velocidad y fue presentada ante el mismo Shostakovich (he visto una foto de los dos y todo) aunque desconozco cual haya sido la apreciación del Maestro… al otro Maestro. Después hay una versión tardía que tiene otro tiempo y es mas pasional, aunque termina también medio festiva. Lenny ha sabido interpretar mejor Leningrado y la 6. Y antes de irme, has escuchado la versión de Dudamel? Hace un tiempo había en YouTube una grabacion del ensayo… y todo indicaba que estabamos ante la version definitiva de la quinta. Ojalá alguien la suba.
Leiter, la verdad estoy eternamente agradecido por tu grandiosa entrada, jaja ya son las 12 del mediodia y ha sido la mejor mañana de esta semana.
Nos estamos leyendo amigo!
Buen fin de semana!
P.D.: como ha ido ese Internet Explorer?
Me alegra enormemente saber que tanto te ha gustado el post y, además, compruebo igualmente con alegría y admiración que eres todo un experto sobre la obra de Shostakovich.
¿Cómo me va a aburrir tu disertación?. Al contrario, según la leía me parecía incluso corta.
Las versiones… Eterno problema. Coincido prácticamente en todo lo que comentas. Mravinski está por encima el resto. Hace unos 25 ó 30 años, tuve la oportunidad de asistir en el Teatro Real de Madrid a una interpretación inolvidable de Temirkanov con la Filarmónica de Leningrado de la Séptima de Dmitri. La orquesta parecía ir a su aire y no daba la sensación de seguir completamente las indicaciones del maestro soviético. «Secuestramos» al pobre Temirkanov al final del concierto y nos lo llevamos de cervezas (Increíble, pero cierto) a una tasquita cercana. Nos confesó que era muy difícil quitarse el sello de Mravinski cuando dirigía a la Filarmónica… Y demostró ser una persona encantadora, todo lo contrario que Tilson-Thomas, que vino como invitado de la Orquesta Nacional de España y se negó a realizar unas declaraciones a un servidor para una pequeña gacetilla que hacíamos algunos alumnos de música. Iba de divo ya por entonces. Por comentarlo también, Solti se negó de igual manera, pero le dije, más o menos, que un caballero británico tenía que estar a la altura de su mérito: Me agarró del hombro, me llevó a su camerino y me largó la entrevista. En las distancias cortas, era un buen tipo Solti.
Coincido en lo que afirmas de la versión de Bernstein, una de las personas más encantadoras que he conocido. Le ocurre un poco como a la Primera de Mahler: Va perfecto, con una estupenda lectura. Llega a los compases finales, se emociona y pone el turbo… No me acaba de convencer esa súbita aceleración.
Escuché una vesión de Dudamel en RADIO 2 y me pareció magnífica, arrebatadora y de una fuerza descomunal. Pero por ahí, precisamente, creo que se desequilibraba. Es lo bueno que tiene Mravinski, a mi entender. Ejecuta la obra como un todo orgánico y no se deja arrastrar por la emoción. Por eso su versión es, hasta ahora, insuperable.
Buen fin de semana, Frank. Aprovecho para agradecerte tus consejos sobre la versión del Explorer. No tengo ya problemas y el ordenador me funciona mucho más deprisa. Gracias a ti, no he vuelto a desesperarme a la hora de escribir en mi blog. Ya no se ralentiza con esta nueva versión. Va como un Ferrari ahora. Gracias, amigo Frank.
Un abrazo… (Esa foto de la galaxia me encantó: ¿Qué historias estarán ocurriendo ahí? ¿Es Andrómeda?)
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Epa! Eso te lo tenias bajo la manga, ¡conociste a Leonard Bernstein?!
Lamentablemente, por Argentina últimamente no pasan grandes directores. Hubo una época en donde venían Strauss, Weingartner, Toscanini, de Falla, Furtwangler, el mismisimo Bernstein vino en 1958 (pero claro yo no habia nacido y mis padres eran niñitos jaja), Mehta, Respighi, Stravinsky y Aaron Copland (se me pone la piel de gallina de solo pensarlo).
Hoy en día con suerte recibimos la visita de Barenboim y del Maestro Uliarte que viene todos los años (has escuchado hablar del festival internacional de Usuahia?).
En fin, en Argentina hoy es el Día del Amigo, así que he pensado en darte un pequeño regalito jaja… apuesto que ya lo escuchaste, pero bueno, es algo simbólico y lo que vale es la intencion no?
Felix Weingartner conduce la sinfonia tercera de Brahms (porque se que te gustan los directores de la vieja escuela 😉 ):
primera parte
segunda parte
tercera parte
cuarta parte
En cuanto termine algunos asuntos pendientes, me pongo a leer tranquilo la tercera parte de Mozart.
Un abrazo!
La verdad es que durante algún tiempo, y por diversos motivos, tuve la oportunidad de conocer — de saludar, mejor dicho — a un buen puñado de grandes artistas musicales. Barenboim fue uno de ellos, un hombre de una cultura inmensa.
Por desgracia, nos llega poca información aquí dobre el Festival de Usuahia, aunque sé que este año actuó la Sinfónica de Moscú, con gran éxito.
Gracias por tu regalo, Frank. Weingartner es de la «viejísima» escuela. Su versión es buena, pero muy alejada de cómo se tocó después por otros grandes (Furtwängler, Bruno Walter, Karajan…). Antecede, salvando las distancias, al objetivismo de Toscanini.
Un abrazo, Frank
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