Los padres de la chiquillería gaditana no daban crédito al leer el nombre del profesor: RAMÍREZ HEREDIA. Y se preguntaban si no era éste el caló de Puerto Real. Y es que, don Juan de Dios, usted ha significado todo un ejemplo de superación personal no ya sólo para los de su raza, que lleva sangre real en sus venas, sino para el conjunto de la población. Pero no quedó la cosa en ser un simple maestro, por lo que aprovechó su tiempo y la confianza que sus padres depositaron en usted para licenciarse en Derecho y doctorarse en Periodismo. Ahí es nada. De paso, comprendió que no había mejor manera para defender los derechos de su comunidad que ingresar en la vida política, si bien, de aquella moribunda UCD pasó usted al PSOE contra el general criterio de la extinta formación. Sus señorías se quedaron con la boca abierta al escuchar su primer discurso en las Cortes Españolas, no ya por el hecho de que fuese usted el primer gitano en pisar el Hemiciclo, sino por la brillantísima oratoria de la que hizo gala, todo un compendio del mejor estilismo político que hoy en día tanto se echa en falta. Sus investigaciones, plasmadas en doctos libros, y estudios sobre el racismo en general y la comunidad gitana en especial, se han ganado el respeto y la admiración incluso más allá de nuestras fronteras y, en la actualidad, ante los preocupantes hechos que parecen resucitar en la vieja Europa, muchos acuden a usted en busca de respuestas. Pero lo más importante es que usted, con su esfuerzo y trabajo, ha conseguido que muchos, tanto en España como en el resto del mundo, tengamos una opinión más objetiva y realista sobre los gitanos, que ya se sabe, don Juan de Dios, que en este delicado tema abunda la generalización y, por tanto, la demagogia. Es usted un lujo para España; mi admiración, mi agradecimiento y mi respeto.