[Noticia de LA VANGUARDIA]

 Sabido es el dicho popular que dice «Ese sabe más que los ratones colorados». Y teniendo en cuenta la procedencia geográfica del astuto roedor protagonista de la noticia, la República Popular China, parece confirmarse del todo el contenido de este refrán. Total, que un simple y anónimo ratón consiguió el sueño de cualquier ratero — que por algo son animales de especies muy parecidas — y consiguió como si tal cosa abrir la puerta acorazada de la cámara de un banco de la ciudad china de Cantón. Pero es que el susodicho ratón también dejó constancia de la noble naturaleza de la condición animal, ya que no se apropió ni un sólo céntimo de los muchos millones que seguramente habría de cobijar una cámara acorazada cuyos fabricantes aseguraron que estaba fabricada a prueba de bombas… Pero no de ratones, como este simpático animalillo ha dejado en evidencia. El bicho en cuestión, aburrido quizás de la monotonía de una vida dedicada al diario trajín entre basuras y residuos, decidió explorar otras estancias a priori más elitistas en busca, tal vez, de un buen pedazo de queso curado de reserva. Pero allí sólo encontró dinero, algo tan especialmente valorado por los humanos como igualmente despreciado por los animales.

 En consecuencia, en China andan un tanto alborotados desde que se ha conocido este episodio: Los directores de entidades financieras exigen explicaciones mientras que los fabricantes de cámaras acorazadas sopesan la posibilidad de instalar cepos en sus próximos modelos. Por su parte, los amigos de lo ajeno están tratando de amaestrar a todo un ejército de ratones con vistas a asaltar las cámaras acorazadas de los principales bancos de Hong-Kong, seguramente mucho más repletas de dólares que las de Cantón. Otra cosa es que los ratones se presten para tal reprochable e ilícito menester. Pero, bromas aparte, este más que increíble suceso, al que no dudamos en seleccionar como la NOTICIA CURIOSA DEL MES en esta categoría, deja al descubierto que la curiosidad animal, en ocasiones, supera las previsiones no ya sólo de los zoólogos, sino también de los más meticulosos ingenieros diseñadores. Porque ¿Quién podría imaginar, tras numerosos ensayos, pruebas, certificaciones y demás, que una cámara acorazada podría llegar a ser abierta por un ratón? Pues así sucedió.