Tus ojos son espuma de mar verde,
inundan tu cara
y no permiten ver más…
Por ellos me extravié en los más absurdos vericuetos
sin fortalecer el don que, pusilánime, cobijaba;
me abandoné en los humores que descarrilan el alma.

Tus ojos son hierbas de altas cumbres,
reverdecen tu rostro
y no permiten ver más…
Soñé que acariciabas mi fría mano en la alborada
y tus labios se afanaban, mudos, por encontrarme
en el largo sendero donde los libros de poemas descansan.

Tus ojos son pulidas esmeraldas de ultramar,
iluminan tu sonrisa
y no permiten ver más…
Rasga las entrañas el deseo erizado de candentes púas
cuando más se aleja tu voluntad de compartir escena
en el lúdico teatro de nebulosas resplandecientes.

Tus ojos son bosques frondosos de espesura,
purifican tu esbozo
y no permiten ver más…
A sorbos me va seduciendo tu mirada encinta de rayo verde
si el desván de la esperanza no admite más retratos
enmarcados en el oro viejo que se ennoblece con tu ausencia.

Tus ojos son la estela de un cometa moribundo,
abrillantan tu presencia
y no permiten ver más…
Cómo no recordar el manto de la noche cubriendo de jazmín los atardeceres
si el venerado padre me confiesa en la distancia
que andabas buscando la flor enamorada de mi mediodía.

 

De la colección EL DÉCIMO BESO (JULIO-AGOSTO 2006)