Como estoy convencido de que todos los clientes de este bar son muy buena gente, creo que los Reyes Magos habrán tomado buena nota y por ello dejarán los mejores presentes y obsequios en casa de cada uno de vosotros/as. Yo, que soy un tanto agnóstico y de tendencias republicanas, me conformo con el carbón que todos los años tienen a bien regalarme y que sirve para calentar las estancias de mi morada durante el largo y frío invierno. La verdad es que es un regalo muy práctico y no estoy dispuesto a cambiarlo por nada de este mundo. De cualquier forma, ojalá que los Reyes Magos no se olviden de cargar en sus alforjas con una buena dosis de Paz, Entendimiento y Solidaridad entre todos los pueblos que habitan este planeta. Falta nos hace con la que está cayendo.

 Como suele ser habitual por estas fechas, mi estado anímico está un tanto alicaído y mustio. La víspera del día de Reyes Magos, es decir, ayer día 5 de enero, coincide con el aniversario de clausura de ese otro bar, más tangible que éste, que mi padre abrió cara al público hace más de sesenta años y del que con frecuencia os hablo desde estas páginas, sobre todo de aquellos personajes de carne y hueso que dieron vida a tan largo historial. Cuando uno adquiere cierta edad, es melancólico por naturaleza y pertenece al signo de Cáncer, como es mi caso, hace buena la metáfora de ese cangrejo y tiende a echar la vista hacia atrás, consciente de que ya pocas novedades puede depararle un futuro en el que los juveniles anhelos de antaño han dado paso a una expresión de aquiescencia existencial que bien podemos traducir como «experimentar lo que nos resta de vida de una forma lo más tranquila posible». Estas crisis emocionales — que también me atacan con saña en los albores del verano — son endógenas y parecen formar parte de mi propia constitución anímica. Aunque suelen disiparse pronto, no hay nada mejor que recibir  buenas noticias de viejos amigos que, sin lugar a dudas, logran mitigar ese arañazo espiritual que nunca sé de dónde realmente procede. Eso mismo me ocurrió antes de ayer, cuando mi buen amigo — y mejor persona — de los lejanos tiempos del colegio, el doctor Paco Morales, me llamó con la intención de charlar un rato y de compartir unas cervezas, aprovechando su breve paso por Madrid con motivo de las fiestas navideñas. El doctor Morales, luthier de guitarras en sus ratos libres — ¡Vaya fenómeno de individuo! — no lo pudo definir mejor: –«Mira, Leiter: La distintas situaciones de la vida son como construir una guitarra: Concluyes una que suena maravillosamente bien y te felicitas por ello, te llena de orgullo. Un mes después, sigues los mismos procedimientos, utilizas los mismos materiales, pones todo tu mismo empeño y… La nueva guitarra no suena igual. Pues así es la vida»–  Cierto. Aunque el doctor Morales, sin perder un ápice de su innata y sincera sonrisa, negó tajantemente mis pretensiones: –«No, Leiter, no… Eso de extenderte recetas para que adquieras la Viagra… No, no pienso que ese sea el remedio…¡Y con una mujer como Celia! ¡No me toques los huevos, hombre!»– se ha comprometido a invitarme el próximo verano a cenar en un restaurante japonés: –«…Que de esa gastronomía entiendo yo, ya verás»– Cuando nos hemos despedido, he recordado todos aquellos momentos vividos en el patio de aquel colegio de Escolapios donde prácticamente me crié. Y me he sentido mejor persona de lo que creo que realmente soy. Gracias, Paco. Tú has sido mi auténtico regalo de Reyes Magos. Mi autoestima está en deuda contigo.

 La música es un buen e inmejorable recuerdo para disipar todas las nostalgias desatadas en una lluviosa tarde de invierno. Por eso, y como mi particular regalo de Reyes Magos, os dejo con una especie de mini VERSIONES COMPARADAS (Pasado mañana tendréis una de verdad) en la que podemos escuchar cuatro versiones de esa ansiolítica obertura que recientemente se interpretó en el Concierto de Año Nuevo en Viena, Die Fledermaus, de Johann Strauss. Por esta vez, y dado el improvisado carácter de esta entrada, no voy a dejar mis impresiones sobre las distintas lecturas, todas ellas ejecutadas durante las sesiones del tradicional concierto que abre musicalmente cada año. Juzgad vosotros mismos. A medida que vayan surgiendo comentarios os iré revelando mi opinión sobre las mismas.

¡FELIZ DÍA DE REYES MAGOS! ¡DISFRUTAD Y SED FELICES! Y… ¡FELICIDADES, PACO! Hoy es tu cumpleaños… ¡Mira que ir a nacer en la fecha del día de Reyes!

Seiji Ozawa: Concierto de Año Nuevo 2002

Georges Prêtre: Concierto de Año Nuevo 2010

Carlos Kleiber: Concierto de Año Nuevo 1989

Herbert von Karajan: Concierto de Año Nuevo 1987

Y, bueno, no me he podido resistir. Fuera del Concierto de Año Nuevo…

Wilhelm Furtwängler con la Orquesta Filarmónica de Berlín (1937)