inmigrantes

Simplemente, quiero que esta semana contempléis un magnífico vídeo que he tenido la oportunidad de visionar durante la sobremesa del sábado en el Canal 24 Horas de TVE y que trata de la aventura de unos emigrantes marroquíes que trabajan en España y que retornan por unos días a su país. Muchos de ellos son tangerinos aunque el vídeo finaliza con la llegada de los protagonistas a Larache.

 Nunca olvidemos lo que supone salir de un país, de una tierra y de un entorno para tratar de encontrar las oportunidades que esa lotería que se llama «vivir» nos concede a todos los seres humanos. Marruecos y España, tierras tan cercanas y tan distintas, representan el escenario de muchas personas cuyo único objetivo es tratar de salir hacia adelante en la aventura que significa el devenir humano. En estos tiempos que corren, donde la inmigración es vista con reparos por todos aquellos ignorantes que no paran de mirarse su caduco ombligo ideológico, fundamentado en una asquerosa visión del mundo como algo «territorialmente propio»– contrastado síntoma de una ignorancia que se traduce en patéticos complejos–  supone un verdadero ejercicio de conciencia el tratar de introducirse en el espíritu de las personas que irremediablemente se ven obligadas a abandonar su tierra, familia y entorno para tratar de ponderar una legitimidad personal que esta egoísta sociedad les niega, amparada en una serie de convencionalismos sociológicos carentes de la ética necesaria para entender que cualquier persona, venga de donde venga y proceda de dónde proceda, tiene derecho a labrarse un futuro con dignidad

 Los tangerinos saben muy bien lo que representa el hecho de abandonar una tierra que sirvió de escenario a su infancia, con los inolvidables recuerdos que de ello se derivan, para partir rumbo a países desconocidos con la incertidumbre de saber cómo habrían de ser acogidos. Algún día comentaré en esta página las penalidades que hubieron de sufrir muchos de ellos, españoles de sentimiento y corazón, a la hora de llegar a esa «tierra prometida» llamada España donde lo más suave que se les decía nada más llegar era: — Ah, usted es de Tánger, vamos, que es usted moro… » — Personas que, por otra parte, atesoraban una educación y unos principios que provocaban los celos de una población española embrutecida por los desmanes ideológicos de un mamarracho con ademanes de fascista, condición que dejaba translucir su nula capacidad cultural y humana, por mucho que se hiciera acompañar de obispos «bajo palio» en las procesiones de Semana Santa. Muchos tangerinos recién llegados a esa España de la que tanto oyeron hablar se encontraron con un insultante rechazo propio de un sistema dictatorial que no podía soportar que «Un moro de esos que vienen de Tánger» supiese tres o cuatro idiomas y estuviese mucho más capacitado para desempeñar una función laboral que la de esos babosos mequetrefes que vieron en Franco su tabla de salvación para posar una innata mediocridad personal y humanística. La historia de los tangerinos no puede olvidar nunca este impresentable episodio de envidias y rechazos

Por ello, contemplad este vídeo. No habla específicamente de Tánger pero su carácter es válido para servir de ejemplo y sobre todo para que nunca se olvide que los TANGERINOS fueron los primeros emigrantes ESPAÑOLES que sintieron el rechazo en sus propias carnes —  y en su propia tierra — por parte de unas autoridades españolas que miraban con recelo su origen geográfico. Lo más triste que le puede ocurrir a un grupo social es que olvide su historia y sus raíces. Que nunca sea sepultado un episodio de insidiosas envidias por parte de quién trató de extender un concepto de españolidad desde la comodidad de un sofá e ignorando la realidad social de una población, ESPAÑOLA, marginada por el hecho de nacer y vivir en la otra orilla del Estrecho.