El nombre de Antal Dorati se ha visto desde siempre ligado a uno de los grandes proyectos de la historia de la fonografía: La grabación completa de las sinfonías de Haydn ejecutadas por la Orquesta Philharmonia Hungarica. Estas interpretaciones, apoyadas sobre la reedición de las partituras llevada a cabo por Robbins-Landon, no sólo fueron un importante logro cuantitativo, sino que también hicieron gala de presentarnos una fase inicial del Clasicismo con todos sus rasgos tempestuosos y circunspectos. Haydn, un compositor que se fue apartando del cuidado entretenimiento de la nobleza y que contribuyó decisivamente a conformar la conciencia musical de una burguesía cada vez más poderosa, sonó chispeante y a la vez profundo con ese perceptible acento húngaro brindado por Dorati. El director húngaro trató de subrayar el papel pionero de Haydn en una época en la que frecuentemente se le consideraba, partiendo de la perspectiva beethoveniana, como un anticuado precursor.
Antal Dorati nació el 9 de abril de 1906 en Budapest en el seno de una familia profesionalmente dedicada a la música, siendo el padre violinista de la Orquesta Filarmónica de Budapest y de la Ópera mientras que la madre ejercía como profesora de música. De forma tan natural como lógica, Antal inició sus estudios musicales tutelado por sus padres y más tarde ingresó en la Academia Franz Liszt, siendo el estudiante más joven en graduarse en dicha institución en 1924 con tan sólo 18 años. Allí tuvo como profesores a Bartok, Kodaly y Weiner, con quienes el futuro director mantendría una estrecha vinculación. Tras su graduación, Dorati fue inmediatamente contratado por la Ópera de Budapest como repetidor y ese mismo año debutó como director. Tras cuatro años de servicios en dicha institución, Dorati fue llamado por Fritz Busch para ser su asistente en la Ópera de Dresde, cargo en el que se mantuvo una temporada hasta ser nombrado director de la Ópera de Münster en Westfalia hasta 1933. Durante este tiempo, Dorati participó además como director invitado de óperas y conciertos en Hungría, Alemania y Checoslovaquia. A partir de 1934, Dorati trabajó con la compañía sucesora de Diaghilev, los Ballets Rusos de Montecarlo, realizando numerosas giras por Europa y EEUU, país en donde Dorati debutó como director de conciertos en 1938 al dirigir a la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington. Dispuesto a hacer carrera en América, Dorati fue director del American Ballet Theatre de 1941 a 1945 y de la New York´s New Opera Company de 1941 a 1942. En 1945 fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Dallas por cuatro años, período en el que Dorati adquirió la nacionalidad estadounidense.
Tras finalizar su contrato en Dallas, Dorati fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Minneapolis en 1949. Con esta formación Dorati realizó una ingente labor discográfica que ayudó a que su nombre empezara a ser conocido a nivel internacional, aparte de elevar el nivel artístico de dicha orquesta hasta convertirla en una de las mejores del segundo nivel estadounidense. La carrera de Dorati adquirió una enorme proyección y en consecuencia fue requerido para actuar como invitado en Europa, colaborando con la Orquesta Sinfónica de Londres y participando en la fundación de la Orquesta Philharmonia Hungarica en 1957 (agrupación basada en Alemania y compuesta casi en su mayoría por profesores húngaros exiliados. Con ella llevó a cabo la colosal labor de registrar todas las sinfonías de Haydn, uno de los grandes hitos de la historia de la fonografía). En 1960 Dorati dio por finiquitado su compromiso en Minneapolis y retornó a Europa para estudiar música barroca al tiempo que dirigir en los principales coliseos operísticos del Viejo Continente. Tras debutar en 1963 en el Covent Garden, Dorati fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de la BBC por tres años. Infatigable trotamundos, Dorati se ganó una merecida fama internacional como abrillantador de orquestas y los cargos se fueron sucediendo con periódica regularidad: Director titular de la Orquesta Filarmónica de Estocolmo (1965-1972); de la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington (1970-1977); de la Royal Philharmonic (1975-1978); y de la Orquesta Sinfónica de Detroit (1979-1984). Todas estas formaciones lograron alcanzar un magnífico nivel artístico y técnico gracias a la labor de Dorati, siendo nombrado director honorífico de todas y cada una de ellas en 1981. (El nombre de Dorati llegó a sonar con insistencia en España durante los años setenta para hacerse cargo, bien de la Orquesta Sinfónica de RTVE, bien de la Orquesta Nacional… Por desgracia, los rumores no terminaron por confirmarse). Tras una intensa vida dedicada por entero a la música en todas sus facetas, Dorati falleció en Gerzensee, Suiza, el 13 de noviembre de 1988 a la edad de 82 años.
Antal Dorati fue un excelente director técnico cuyas limpias y disciplinadas maneras de dirigir le convirtieron en uno de los mejores constructores de orquestas de su momento. Sus ejecuciones solían ser nítidas y muy marcadas en el plano rítmico, aspecto fundamental para lograr una impecable claridad sonora. Entendió siempre el ejercicio de la dirección orquestal como un acto de autoridad, aunque no desde un punto de vista dictatorial. Nunca cultivó espectaculares cualidades ni fue amigo del glamour pese a que su efectividad como director estuvo fuera de cualquier duda. Renunció a las poses impresionantes, con una puntuación parca y funcional, que le hizo aparecer como un maestro serio pero enérgico y sin ninguna aureola de mago o domador. En consecuencia, los resultados sonoros de sus ejecuciones fueron los que habría de esperar, esto es, carentes de diseños fascinantes o de encantos funcionales que bien pudieran confundir a los sentidos.
Director de un amplísimo repertorio, Dorati nunca fue un maestro de obras predilectas, sino que trabajó en todo momento con vitalidad y un punto de curiosidad cualquier repertorio. Con las orquestas norteamericanas se dedicó preferentemente a la música de aquel país; Schoenberg le resultó tan familiar como Bartok o Mahler y no hizo ascos a la representación de piezas de efecto, como algunas obras de Strauss o Chaikovski. Trató a Beethoven y Brahms con una seriedad casi reverencial aunque siempre volvió a Haydn, su compositor predilecto. La tremenda vitalidad de Dorati se reflejó también en los estudios de grabación, siendo uno de los directores que más registros llevó a cabo a lo largo de su vida (más de 600). También sacó tiempo para la composición y para el desarrollo de otras inquietudes artísticas como la pintura o la literatura. Muy pocos directores han podido presumir de haber logrado lo que, sin duda alguna, Dorati consiguió: Una vida plena dedicada a la música.
De entre el inmenso legado discográfico debido a Antal Dorati podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Concierto para violín nº2 de Bartok, junto a Yehudi Menuhin y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Minneapolis (MERCURY 434350); Missa Solemnis de Beethoven, junto a Kiberg, Lang, Cochran y Krutikov, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Europa (BIS 406); Concierto para piano nº4 de Beethoven, junto a Gina Bachauer y dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 432018); Danzas Húngaras de Brahms dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 434326); Concierto para dos pianos de Bruch, junto a Nathan Twining y Marin Berkofsky, y dirigiendo la Sinfónica de Londres (EMI 64356); Capricho italiano de Chaikovski dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Minneapolis (DECCA 897902); Obertura de Romeo y Julieta de Chaikovski dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 434353); Concierto para violín de Chaikovski, junto a Pinchas Zukerman y dirigiendo la Sinfónica de Londres (referencia desconocida); Valses de Praga de Dvorak dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Detroit (DECCA 414370); Rapsodias rumanas de Enesco dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 432015); Sinfonías nº1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103 y 104 de Haydn dirigiendo la Orquesta Philharmonia Hungarica (DECCA 448531 — integral — caja con 33 CDs); Rapsodias húngaras para orquesta de Liszt dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 432015); Concierto para violín de Mendelssohn junto a Henryk Szeryng y dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 434339); Cuadros de una exposición de Mussorgski-Ravel dirigiendola Orquesta Sinfónica de Minneapolis (MERCURY 434346); Preludio de Khovantchina de Mussorgski dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Minneapolis (MERCURY 518902); Suite escita de Prokofiev dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 518902); Concierto para piano nº3 de Prokofiev, junto a William Kapell y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Dallas (RCA 68993); Concierto para piano nº2 de Rachmaninov, junto a Byron Janis y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Minneapolis (PHILIPS 462176); Arias antiguas y danzas de Respighi dirigiendo la Philharmonia Hungarica (MERCURY 434304); Scheherezade de Rimski-Korsakov dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 462953); Obertura de El barbero de Sevilla de Rossini dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Minneapolis (MERCURY 434345); Concierto para violín de Schumann, junto a Henryk Szeryng y dirigiendo la Sinfónica de Londres (MERCURY 434339); Macbeth de Richard Strauss dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Detroit (DECCA 430708); La consagración de la primavera de Stravinski dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Detroit (DECCA 421079); y, finalmente, El holandés errante de Wagner, junto a Lewis, Tozzi, Rysanek y Elias, y dirigiendo la Orquesta del Covent Garden (DECCA 460738). Nuestro humilde homenaje a este excepcional director de orquesta.
En mi pueblo vivía un italiano que era pintor, pero pintaba las casas, no cuadros y un día vino a mi casa a pintar una sala de la última planta. Recuerdo que era un vierjo comunista exiliado en los años 30.Total que es escondidas de mi madre subí con mi tocadiscos a escuchar con el la obertura del barbiere, y recibí un lección inolvidable. Este hombre ten sencillo se puso a cantar con cada instrumento, que el oboe, que el fagot, y cantaba con asoluta «italianitá», conocía perfectamente la partitura, era increible, como sentía cada inflexión, cada modulación, cada cambio de tempo. Nunca lo olvidaré. Escuchó conmigo a Abbado y me dijo con su acento: Jean François, esto no es Toscanini !! Y parecía que con este nombre la tierra se ponía a temblar ! Y porque cuento esto si aqui se trata de Dorati? Porque de repente hemos entrado en la dimensión de los que producen sonido lineal, cuyos interpretaciones ya no son el formidable encuentro entre un ser humano con todas sus fibras con el genio del compositor sino un trabajo discográfico ante todo, con sonido apropriado. Dije: bueno, voy a intentar revisar mis impresiones, y puse primero la obertura del barbiere, y alli me quedé. Escuchad y comparad, compas por compas, podriamos hacer una cátedra, es que desde luego hemos entrado en el final de los tiempos…
http://www.youtube.com/watch?v=Vp0MDHx1lqw
Claro, es que las diferencias son abismales. Y no sólo en el plano estrictamente rítmico. Maestro Mounielou, ¿parecería descabellado pensar que Toscanini se crió escuchando pequeñas bandas en su Italia natal, con esos clarinetes desafinados, y que eso mismo trata de realizar — salvando los desajustes — en su versión orquestal? Por eso mismo esta obertura suena mucho más natural, digamos. En 3.39 entra la melodía del óboe como si tal cosa, sin forzamiento alguno, y el crescendo a partir de 4.16 — increíble el matiz de dinámica sonora en 4.36 — por favor escúchenlo — resulta incomparable. Es que no tiene que ver nada con la versión tan plana de Dorati. Aquí, te imaginas a Rossini tal y como era. Ojo al cambio en 5.34, en donde parece que efectivamente escuchamos a una de esas orquestillas típicas de la Italia rural que tanto salen en las películas de mafiosos… Es que esto suena así de natural. Esto es Rossini, sencillamente. Otralección en 6.11, en el segundo crescendo, y magistral parada en 6.40, sin esas locuras desequilibradas que hacen otros directores en este punto conflictivo. Y ¡Vaya conclusión! A partir de 7.07, es puro magisterio con la batuta. No puedo decir lo mismo de Dorati.El vídeo se me corta en 7.11. ¡Esto es Rossini, señores!
Y, por cierto, siempre he afirmado que las oberturas de Rossini son pequeñas joyas de fresca orquestación. Aquí está la prueba.
No hay comparación entre Toscanini y Dorati. ¡Grande Toscanini!
Un abrazo y gracias por el vídeo, amigo Jean François
LEITER.·.
Y ahora vamos con Dorati. ¿A qué viene esa entrada? coño, que Dorati no era Böhm (no sé si sabe a lo que me refiero, Jean François). Vamos a ver. Si tú dispones que la parte dominante melódica la lleven los violoncelos en contrarrespuesta (2.34) no puedes hacer que éstos suenen tan desangelados, tan cortantes. Pero esto ocurre porque precisamente eso no se debe hacer, ya que la respuesta de la cuerda grave no es para adquirir protagonismo, sino para ensamblar el conjunto. Dorati parece darse cuenta y a partir del minuto 2.54 trata de mejorar y lo consigue por eso mismo. Porque no añade preponderancia melódica a una sección que no lo requiere. ¡Si es que es así la partitura, demonios! ¡No hace falta complicarse tanto! Otra cosa, ¿pero por qué Dorati sobreacentúa el acorde de tránsito en 4.06? Y lo vuelve a repetir en 4.11. Desambla la escalera, a mi juicio. Y el crescendo no surge tan espontáneo y se le desborda al no dosificar la dinámica sonora (4.34). Y el colmo. Si realizas así la introducción… ¿Por qué ligas en 4.50? Claro, Dorati fue un gran director de orquesta y yo no, por descontado. Pero esas cosas no me acaban de convencer. Si en una obertura de Rossini no dejas que el crescendo fluya solo… la cagas. Así de claro (y disculpen mi soez vocabulario pero es que no encuentro otra expresión). Al final, se le va todo, con las ayuda de los timbales (¡toquen más forte, marquen más, subrayen más! Y así, el redoble final del timbal no produce el efecto deseado porque ya viene empujando desde atrás. Y si no equilibras las cosas, pues se escapan, así de simple.
Otro abrazo
LEITER.·.
Queridísimo amigo Leiter, espléndida la cátedra sobre la obertura del Barbiere. Por supuesto que las oberturas del genial Rossini son piezas perfectas para apreciar el arte de un director de orquesta. Lo que pasas es que aqui, vamos a ver …yo me reafirmo, a nivel estrictamente personal, con la idea que El Toscanini de los años 20 y 30 es el más grande director de la historia, para mi no hace ninguna duda, lo cual cambia drasticamente a partir de los años 40 y tras la llegada a los Estados Unidos. Y para mi esto es otra prueba, estamos frente a un monumento de genialidad y me pongo de rodillas. Todo, tode es genial aqui, empezando por 0,10, 0,14,0,24 y 0,27, estas notas cortas con un ligero disminuendo son algo asolutamente increible, y luego todo sigue exactemente como vd dice, solo añadaría la entrada del fagot en 5,53 que me deja de rodillas y rezando. No tengo palabras. Claro que comparar esto con Dorati es muy duro, porque como Vd lo dice lo caga de rotunda manera. Y ahora; Si yo escogí esto es para subrayar lo que vd dice con muchísima sabiduría y que hay que afirmar rotundamente: las raices, estas raices que el mismo Toscanini había perdido de forma tan dramática entre los puentes de Manhatan, las raices son la vida misma. Por supuesto, Leiter, y no sabe cuanto me alegro por leer esto siendo frances ( el pais de las raices perdidas…), las raices populares y las bandas de música han marcado a Toscanini. Son una fuente muy importante en la educación de un músico, lo han sido también para el Doctor Böhm quien adoraba las bandas de música que veia desfilar durante su infancia. En lo que a mi se refiere tengo que decir que tuve como una segunda infancia en Sevilla y que las larguisimas horas pasadas andando detrás de la genial banda del Maestro Tejera han aportado algo muy especial en mi formación musical. Aqui os dejo un testimonio, hay que observar el director en cada uno de sus gestos, la marcha no es de Berlioz pero tiene momentos hermosos y un solo de flauta bastante increible en su parte final. Un fuerte abrazo !
http://www.youtube.com/watch?v=sZfLKltouYQ
¡Hombre es que eso es pura maestría!
Me imagino el silencio sepulcral de la Maestranza y el sonido penetrante del maestro Tejera, posiblemente el mejor director de banda que haya dado nunca este país. ¡Y vaya sonido que extrae! Ese piccolo final se llama compás, creo. Es el mismo instrumento que se utiliza en la música rociera.
Por propia experiencia, sé que es muy complicado dirigir una banda (te haces un lío al dar las entradas ya que no ubicas bien los intrumentos)… Pero eso es mucho más complicado si estás en México y todos los músicos están que apestan a tequila. Y ya no cuento más.
Por cierto, hablando de compás, escuche este vídeo
http://www.youtube.com/watch?v=huJyCgUIk9c
A quien no le guste esto es que no sabe de música. Así de sencillo. Me nacieron en Madrid pero me siento andaluz por los cuatro costados.
¡Jo, hasta dónde hemos llegado hablando de Dorati!
Mi abrazo, maestro y amigo Jean François.
LEITER.·.
Mis queridos amigos: ustedes me arroban. Digo orgullosamente que quedo sin palabras: esto es una verdadera cátedra musical!
Hungría tiene la particular y especial virtud de traer al mundo verdaderos colosos musicales. Ignoro cómo lo hacen. Talvez una sólida formación desde la niñes, tan tradicional como el hábito de alimentarse. Ya en una época hablábamos de la magia de Ferenc Fricsay, inigualable en toda su extensión. Y hoy tenemos al mago Antal Dorati, al cual resulta un placer escucharle dirigiendo a Beethoven: es reverencial como bien señalas. Me parece que la mejor palabra para definirle es «pulcritud»; no es extremadamente pulido en el sentido de ser un rígido y obsesivo perfeccionista, pero sí es límpido en su estilo.
Y vaya que a dónde hemos llegado: hasta Don Arturo ha venido para ofrecernos un Barbero de Sevilla magnífico: su etapa anterior a establecerse en los Estados Unidos sí que era diferente de esos sus últimos años. Cada día me agrada más Toscanini, aunque a algunos les parezca que no es un músico auténtico…O será que yo no soy un crítico auténtico?
Deplorable esa putrefacta costumbre de suprimir los vídeos, dejándonos con un palmo de narices. No miento: allí donde pinché, ya no había nada!
Les admiro mucho, conterturlios. Fuertes abrazos!