André Cluytens nació en Bélgica
La conocida como Escuela Francesa de dirección orquestal no deja de caracterizarse por el mismo estilo que tradicionalmente ha ido adquiriendo la música compuesta en aquel país, esto es, por el orden y la moderación por encima del elevado sentido expresivo germánico. Los directores franceses o asimilados a dicha tradición han destacado desde siempre por su rigor científico y sentido analítico, sirviéndose para ello de una técnica muy precisa que suele ofrecer magníficos resultados sonoros. Pierre Monteux, Charles Munch y el suizo Ernest Ansermet fueron los tres baluartes de una primera generación de directores francófonos cuyos presupuestos interpretativos desembocaron en un radical literalismo abanderado por los más conocidos representantes de la segunda generación, Pierre Boulez y el polaco asimilado francés René Leibovitz. Todos estos directores desarrollaron su trabajo fundamentalmente en el medio sinfónico, dejando en un segundo plano las representaciones operísticas. Pero este hueco escénico fue del todo cubierto por André Cluytens, posiblemente uno de los mejores directores de ópera franceses surgido en todo el siglo XX.
¿Dónde nacio André Cluytens?
André Cluytens nació el 26 de marzo de 1905 en Amberes, Bélgica, en el seno de una familia en donde el padre ejercía como director del Teatro Real de Amberes. Dado el ambiente musical que le rodeaba, André ingresó en el Conservatorio Real Flamenco a la edad de nueve años para graduarse en 1922 luego de haber logrado numerosos premios en piano, armonía y contrapunto. Ese mismo año actúa como co-repetidor en el Teatro Real de Amberes a las órdenes de su padre hasta que en 1927 sucede al mismo en la dirección de dicho teatro debutando con una ópera de Bizet. En 1932 Cluytens se trasladó a Francia para hacerse cargo de la dirección de la Ópera de Toulouse, adquiriendo en poco tiempo la nacionalidad francesa. A partir de 1935 Cluytens fue un director habitual en Lyon y Burdeos hasta que en 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a París para dirigir la Ópera y la Orquesta del Conservatorio. Ya finalizada la guerra, en 1947 fue nombrado director de la Ópera Cómica de París, cargo por el que consiguió un merecido reconocimiento artístico que se vio confirmado un par de años después al ser nombrado director de la Orquesta del Conservatorio de París en sustitución de Charles Munch.
A lo largo de la década de los años cincuenta del pasado siglo el prestigio de Cluytens como director fue tomando cuerpo mediante sus exitosas actuaciones y los registros fonográficos efectuados con la Orquesta del Conservatorio y con la Orquesta Nacional de la Radio Francesa. Tras dirigir como invitado a la Orquesta Filarmónica de Viena en 1955, la carrera de Cluytens adquirió una dimensión internacional que se vio alimentada por la gira que realizó por América con dicha formación. Ese mismo año sustituyó por enfermedad a Eugen Jochum en Bayreuth dirigiendo Tannhäuser con tal éxito que fue nuevamente requerida su presencia en el templo wagneriano durante los siguientes años (de hecho, fue el primer director francés en ser invitado a Bayreuth). Aquel triunfal año de 1955 se cerró colaborando con la Orquesta Filarmónica de Berlín, entidad con la que poco después grabó la integral sinfónica de Beethoven. En 1959 Cluytens debutó en Londres sustituyendo a Otto Klemperer y un año después fue requerido para dirigir en la Ópera de Viena y en La Scala. Ese mismo año de 1960 Cluytens fue nombrado director de la Orquesta Nacional Belga, cargo en el que se mantuvo hasta su fallecimiento. Por desgracia, en 1961 se le detecta un cáncer cuando se encontraba de gira por los EEUU y dicha circunstancia le hace reducir al máximo sus apariciones sobre los escenarios. Centrado en sus últimos años en la actividad discográfica, Cluytens ofreció su último concierto en Stuttgart el 25 de abril de 1967 al frente de la Orquesta Nacional Belga. Muy mermado ya de salud, Cluytens falleció el 3 de junio de 1967 en Neuilly-sur-Seine, Francia.
André Cluytens supo aunar en sus interpretaciones la típica elegancia y claridad de la tradición francesa con el elevado sentido arquitectónico de los maestros centroeuropeos. Poseedor de una vibrante y enérgica técnica de batuta, Cluytens nunca quiso focalizar la atención del auditorio sobre su persona y siempre trató de ser un comunicador elegante y refinado. Poco amigo de los excesos expresivos, otorgaba a cada obra su justa medida por medio de una sensata destilación de cualquier elemento emocional. Su carácter del todo amable inspiraba confianza y admiración no sólo en los profesores de las orquestas, sino también en los solistas más relevantes que en su gran mayoría gustaron de ser acompañados por su batuta. Cluytens basó su repertorio en la música francesa aunque no por ello dio de lado a los grandes compositores románticos centroeuropeos y rusos. A pesar de que su ascendente trayectoria artística se vio truncada por la enfermedad, Cluytens se mostró como uno de los directores más comprometidos con los estudios de grabación, realizando un amplio número de registros que en la actualidad son muy apreciados por los aficionados más exigentes. Su prematura muerte a los 62 años seguramente nos privó de ver a un director que, con su ascendente progresión y madurez, habría alcanzado aún mayores cotas artísticas.
De entre el legado discográfico debido a André Cluytens podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Sinfonías nº4, 5, 6 y 9 de Beethoven dirigiendo la Filarmónica de Berlín (EMI – integral – 367530); Carmen de Bizet, junto a Michel, Jobin, Angelici y Notti, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera Cómica de París (EMI 65318); Les pecheurs de perles de Bizet, junto a Angelici, Lens y Legay, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera Cómica de París (EMI 65266); Concierto para piano nº1 de Chaikovski, junto a Emil Gilels y dirigiendo la Orquesta Nacional de la RTF Francesa (EMI 90125); Concierto para piano nº2 de Chopin, junto a Clara Haskil y dirigiendo la Orquesta Nacional de París (MUSIC & ARTS referencia desconocida); Requiem de Fauré, junto a Angelici y Noguera, y dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (TESTAMENT 1240); Fausto de Gounod, junto a De los Ángeles, Christoff y Gedda, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de París (EMI 69983); Mireille de Gounod, junto a Cortis, Vivalda, Dens y Gedda, y dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (EMI 64382); Sinfonía Española de Lalo, junto a Nathan Milstein y dirigiendo la Orquesta Nacional de París (CLAVES referencia desconocida); Boris Godunov de Mussorgski, junto a Christoff, Lear, Lanigan y Uzumov, y dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (EMI 67881); Los cuentos de Hoffmann de Offenbach, junto a Faure, Révoil, Musy y Pernet, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera Cómica de París (PREISER 20004); Concierto para piano nº3 de Prokofiev, junto a Samson François y dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (COLUMBIA 1135); Tosca de Puccini, junto a Kunz, Hotter, Jurinac y Cossutta, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Viena (MELODRAM 50062); Concierto para piano nº3 de Rachmaninov, junto a Emil Gilels y dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (EMI 45820); Pavana para una infanta difunta y Suite nº2 de Dafnis y Cloé de Ravel dirigiendo la Orquesta de Conciertos del Conservatorio de París (TESTAMENT 1238); Rapsodia Española de Ravel dirigiendo la Orquesta Nacional de la RTL Francesa (EMI 69165); Le tombeau de Couperin de Ravel dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (EMI 69165); Concierto para piano en Sol de Ravel, junto a Samson François y dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (EMI 31803); Sinfonía nº3 de Saint-Saëns dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (TESTAMENT 1240); Concierto para piano nº2 de Saint-Saëns, junto a Emil Gilels y dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de París (EMI 45820); Concierto para piano, trompeta y cuerdas de Shostakovich, junto a Dmitri Shostakovich y Ludovic Vaillant, y dirigiendo la Orquesta Nacional de la RTF Francesa (EMI 62648); Concierto para piano nº2 de Shostakovich, junto a Dmitri Shostakovich y dirigiendo la Orquesta Nacional dela RTF Francesa (EMI 62648); Tannhäuser de Wagner, junto a Blakenheim, Stolze, Herwig y Horn, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (ORFEO D´OR 643043); y, finalmente, Lohengrin de Wagner, junto a Koch, Ludwig, Engen y Rysanek, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (MELODRAM 10076). Nuestro humilde homenaje a este fabuloso director de orquesta.
Hablando de los directores de cultura francesa creo que hay que diferenciar los realmente franceses, cuya carrera se desarrolló en el ambiente específico de Paris, como Paul Paray, de los que llamo «periféricos», cuya cultura de por si constituye un puente hacia otras tradiciones o sensibilidades, como el alsaciano Münch, nacido en la alsacia alemana, o Cluytens, miembre de la comunidad francófona en la Bélgica flamenca. El estilo de Cluytens, gran director, incluso en la Opera, no pertenece en asoluto al universo parisino y tiene grandes diferencias con la escuela nacional de la «Opera comique». Aqui tenemos un claro ejemplo con la aria «anges du paradis» de Mireille de Gounod con Nicolai Gedda si comparamos esta bellísima versión por la del tenor Alain Vanzo (se puede escuchar en Youtube) la cual es totalmente típica de la escuela 100% francesa. Siento gran admiración por estos directores «perifericos», quizás sea por haber recibido una formación de cultura francesa teniendo al mismo tiempo mi propia sensibilidad marcada por mis orígenes judíos ukranianos. Un fuerte abrazo, volveré con Cluytens tras escuchar más cosas.
Buena, muy buena e interesante aclaración conceptual sobre los directores de cultura francesa.
Gracias por el aporte, Jean François.
LEITER
El ciclo de Beethoven con Berlín y Cluytens es muy apreciado en Francia y volviendo a escuchar los estractos que nos presenta esta entrada lo entiendo mejor que hace unos años. Si bien es cierto que la expresividad no se sitúa muchas veces en el lugar prioritario en el cual yo mismo la hubiera situado y si tambíen es cierto que la visión de la naturaleza hace pensar a un «jardin à la française» no obstante tenemos en cada una de las interpretaciones un fraseo ejemplar y un discurso asolutamente lleno de cohesión. Creo que es el mejor ejemplo de lo que llamo conductores franceses periféricos, realmente son trabajos muy notables y para mi muy superiores a las típicas interrpetaciones procedentes de las orquestas americanas. Creo que Vd lo habrá apreciado con el debido conocimiento, Leiter ! Muy interesantes son los poquísimos extractos donde se puede ver a Cluytens dirigir con una técnica personal realmente apasionante y una gran independencia de los dos brazos. Sí Señor, así se hace, con anticipación en independencia de los brazos y manos. Un recuerdo especial para mi querida ciudad de Toulouse y su teatro «Le Capitole»…Tras años y años de gloria con directores de la talla de Cluytens llegó alrededor del años 1970 el antitradicional Michel Plasson y se quedó unos 25 años dejando siempre su rastro de mediocridad aplastante. La gente de Toulouse, que suele ser muy buena, este público con un marcado fondo popular y latino, no se merecía tal castigo. Un abrazo
Cluytens es uno de esos maestros «de la vieja guardia» ante cuya batuta es dificil permanecer indiferente. Desde la primera nota el oído es arrebatado por una placentera sensación de excelencia interpretativa. No resulta recargado ni sintético, es un sonido sincero que fluye con toda naturalidad y explota toda la gama de expresividad contenida en la orquesta.
Tampoco procura ser rigurosamente excelente a la manera de un General Prusiano -Hermann Scherchen- y sin embargo sus interpretaciones llevan excelencia, aunque bajo otro lenguaje. Y no estoy estableciendo el paralelo Cluytens-Scherchen para ensalzar al uno y denostar del otro. Ambos son como dialectos aplicados a un mismo idioma, conceptualizaciones diferentes pero ubérrimas al mismo tiempo. Magnífico Cluytens, magnífico Scherchen. Cada quien alaba a Dios como mejor le parezca.
Cluytens también simboliza un época en Bayreuth. La magia de la evocación wagneriana está presente bajo su dirección; suena profunda, extensa y si me permiten el término (lo empleo en el mejor sentido), totalitaria: inunda los espacios donde se desarrolla, lo cual es fundamental para mantener un perfecto equilibrio que no incomode a la Gnosis wagneriana, implícita pero siempre presente. Ah, aquellos años de esplendor en Bayreuth…No se volverá a ver una generación como la de aquellos tiempos! Hoy sólo restan sombras, fantasmas que vagan por el éter, cubriendo de nostalgia los lugares por donde una vez toda su gloria hizo posible un excelso milagro.
Saludos mis buenos amigos.
Fijaos en el enlace a a Pastoral. Es puro susurro y delicadeza, justo lo que esa obra propone. Muchas veces he comentado con el maestro Joaquín que esta versión de Cluytens está entre las más selectas que pueden escucharse. Aunque el video es un popurrí, fijaos bien en el discurso del segundo movimiento (a partir de 1.20). Imposible mayor tacto orquestal. ¡Eso es dirigir! ¡Como fluyen las melodías! Y lo has definido perfectamente, profesor Paixao.
«…sus interpretaciones llevan excelencia, aunque bajo otro lenguaje.» Es que cuando escucho otras versiones de esta obra me revuelvo.
Y, por descontado, maestro Mounielou, que diferencia con esos tochos como Chicago, Boston, New York… Buenas orquestas, sin duda, pero no para tocar esto. Para tocar esto hay que escucharse. Salvando a Szell y Cleveland (me parece de largo la mejor orquesta que nunca hubo en EEUU), nunca me he sentido especialmente atraído por la grandilocuencia de las formaciones norteamericanas. O, mejor dicho, de una serie de maestros (Solti, Ozawa, Ormandy…) que a mí no me dicen mucho, la verdad sea dicha (mi verdad).
La semana que viene contaremos con la presencia de otro maestro francés que pasó por muchos apuros en Chicago…
Vive la France! Al menos, que vivan por siempre su elenco de magníficos directores de los que tanto tenemos que aprender para comprender la claridad y la textura orquestal.
Un abrazo, mis buenos amigos.
LEITER
Estos comentarios sobre André Cluytens me llenan de alegría, al mismo tiempo son testigos del altísimo nivel de esta modesta tertulia a la cual me enorgullesco de pertenecer. Pues si, Leiter, esta Pastoral suena divinamente, es una verdadera delicia. Un abrazo, amigos míos
En virtud de esas conversas a que alude mi querido LEITER, de hace tiempo ya me resulta imposible evocar mentalmente a Cluytens sin que ello atraiga también los sonidos de «su» Pastoral. A este gran director lo conocí primero asociado a los músicos de la escuela rusa, de quienes fue poderoso intérprete; y una vez más, elocuente testimonio de la reveladora afinidad entre el arte ruso y el francés. Mussorgsky, con sus Cuadros y su Boris, fueron las credenciales de Monsieur Cluytens, hasta que llegué a su Wagner en pleno Bayreuth, y el ciclo sinfónico de Beethoven con la Filarmónica de Berlín, predecesor de los otros que vinieron con Karajan al frente de dicha formación. Hay quien me asegure que Don Heriberto en persona hizo maniobras para descatalogar este ciclo a fin de posicionar el suyo propio — y ante la íntima convicción de que no podría equipararlo. Puede que sí, puede que no. Hay mucha distancia entre ambos directores como para suponer una competencia directa; el único territorio en donde podría haberla es el comercial, y claro, K sabía ser ágil en tal coto… Como sea, la Sexta Sinfonía del sordo es precisamente la obra que más distinta se oye en las traducciones de cada uno de ellos. Para mí, y como adelanta LEITER, prevalece Cluytens aun cuando Jean François atine perfectamente al definirla como jardin à la française.
Hay cierta sensación de integridad que me invade también al escuchar los registros legados por Cluytens. Integridad en su compromiso con la música, es decir, en servirla a ella y no servirse de ella. También una rara amalgama entre delicadeza y pasión, con notable sentido del color.
La muerte nos lo arrebató cuando había llegado a un punto de madurez extraordinario; me habría gustado ver cómo se organizaba el panorama musical de Occidente si Cluytens hubiera permanecido con nosotros al menos quince años más…
Afectuoso abrazo a todos los presentes, y en especial a LEITER.
Siempre hay que tomar con alfileres toda la información relativa a Karajan. No creo que Cluytens significase para él una competencia directa. De todas formas, y que me perdone nuestro amigo Íván, nunca me han convencido del todo las distintas versiones de Karajan sobre la Pastoral. Ni siquiera la que considero mejor, la de EMI con la Philharmonia. Creo que a Karajan siempre le fueron mejor las impares del Sordo que las pares. Aunque nos dejó un monumento en la Segunda en el ya referido ciclo de la Philharmonia. Una versión difícilmente superable desde mi punto de vista, llena de elegancia y de momentos sublimes.
Mi abrazo, amigo y hermano Joaquín
LEITER