Leo Borchard

 Sin ningún género de dudas, cuando nos viene a la mente la serie de directores que han sido titulares de la que posiblemente haya sido, junto a su rival vienesa, una de las formaciones sinfónicas más extraordinarias del planeta, la Berliner Philharmoniker, los nombres de Nikisch, Furtwängler y Von Karajan aparecen como si de un automatismo cerebral se tratara. En tiempos más recientes, las figuras de Claudio Abbado y del siempre polémico Simon Rattle van también asociadas al devenir de dicha agrupación. También, en la actualidad, asociamos el nombre de Daniel Barenboim a dicha orquesta, en calidad de director permanente invitado de la misma aunque dicho cargo no sea oficial. Incluso la de un maestro tan peculiar como lo fue Sergiu Celibidache, titular de la misma entre 1945 y 1952, tras los problemas políticos que sufrió Furtwängler durante el proceso de desnazificación. Pues bien, el único nombre que mentalmente no se nos aparece en la lista de titulares es el de Leo Borchard, un maestro de origen ruso que parecía llamado a escribir páginas de gloria con dicha formación. Sin embargo, Borchard tan solo tuvo tiempo de redactar una breve capítulo entre junio y agosto de 1945. Borchard falleció de una manera tan estúpida como sospechosa (según algunos) antes de que pudiera dejar muestras suficientes de su valía artística. Su fallecimiento supuso una de las páginas más tristes — e injustamente olvidadas a día de hoy — de toda la historia de la incomparable agrupación sinfónica berlinesa.

Lew Ljewitsch Borchard nació el 31 de marzo de 1899 en Moscú, Rusia, en el seno de una familia de origen alemán. Criado sin embargo en el entorno musical de San Petersburgo, Borchard y su familia decidieron retornar a Alemania en 1920 tras la Revolución Rusa y la consiguiente guerra civil entre rusos blancos y rojos. Allí amplió su formación bajo la tutela de Hermann Scherchen y Eduard Erdmann. Fue entonces cuando Otto Klemperer le reclutó para ser su asistente en la Krolloper de Berlín. Posteriormente, Borchard debutó al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín en 1933 si bien un par de años más tarde las autoridades alemanas le prohibieron dirigir por sus orígenes rusos. Desde ese instante, Borchard tuvo que dedicarse a dar clases en su apartamento y colaborando con amigos como Boris Blacher y Gottfried von Einem. Durante toda la Segunda Guerra Mundial, Borchard permaneció en Berlín y se unió a grupos de resistencia antinazis con el falso nombre de Andrik Krassnow. A poco de finalizar la guerra, Borchard dirigió la Filarmónica de Berlín en un concierto celebrado en el Titania Cinema obteniendo un enorme éxito. Fue entonces cuando, debido a sus actividades anti-nazis y a su dominio de la lengua rusa, Borchard estableció una cercana relación con las fuerzas soviéticas de ocupación hasta el punto que fue nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Berlín en relevo de Wilhelm Furtwängler, quien se encontraba exiliado en Suiza tras haber ofrecido un concierto en Viena en febrero de 1945.

Entre junio y agosto de 1945, Borchard dirigió a la Filarmónica de Berlín en calidad de director titular en 22 ocasiones. Empero, la nueva relación de Borchard y la orquesta berlinesa acabaría trágicamente el 23 de agosto de 1945. Esa misma tarde, tras haber celebrado un concierto, Borchard se dirigía a su domicilio en un vehículo conducido por un chófer británico. Al llegar a un control, el conductor malinterpretó la señal de alto realizada por un centinela con la consecuencia de que el coche comenzó a ser tiroteado. Tanto el chófer como la mujer del director, Ruth Andreas Friedrich, sobrevivieron al tiroteo. Pero Borchard fue alcanzado por las balas y falleció en el acto. Las trágicas circunstancias del suceso alimentaron la sospecha de que el episodio pudo no ser tan accidental, aunque jamás se ha demostrado nada convincente que apoye esa conjetura. Desde entonces, se reforzaron las marcas en los puestos de control para evitar cualquier malentendido similar. Cincuenta años después, Claudio Abbado y la Filarmónica de Berlín homenajearon a Borchard en un concierto en donde se interpretó la Sexta Sinfonía de Mahler.

Contra lo que se pueda imaginar, Leo Borchard fue un director muy sutil que mantuvo una excelente relación con la Orquesta Filarmónica de Berlín durante el escaso tiempo en que se prolongó su mandato aunque ya había colaborado con dicha formación en tiempos anteriores, antes de su prohibición por los nazis, como así lo demuestran los registros fonográficos conservados del período comprendido entre 1934 y 1935. A través de los mismos, se advierte que Borchard era un director de maneras poco románticas y más dado el rigor literalista, tal vez en consonancia con su primera formación rusa. Con todo, su capacidad de fraseo musical parece muy delicada. De cualquier manera, nunca podremos saber hasta dónde habría llegado Borchard en su trayectoria artística de no haber sido víctima de aquel trágico suceso.

De entre la producción discográfica debida a Leo Borchard podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen por qué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Suite de Cascanueces de Chaikovski dirigiendo la Filarmónica de Berlín (TAHRA 520); Suite nº1 de Peer Gynt de Grieg dirigiendo la Filarmónica de Berlín (TELEFUNKEN 1726); y, finalmente, fragmentos de La Walkiria de Wagner junto a Hans Reinmar y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (TELEFUNKEN 1590). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.