Pese a que en los países de Europa del Este se propagó el internacionalismo durante la época comunista, siempre tuvieron presentes una conciencia cultural autóctona. Un país relativamente pequeño como Checoslovaquia — dividido a partir de 1993 entre la República Checa y la República Eslovaca — dio siempre una imagen de seguridad en sí mismo. La temprana música nacionalista checa de Smetana y Dvorak se definió en oposición a la dominación germánica sin que por ello olvidasen aprender lo que de ellos se podía asimilar. En la actualidad, el inmenso cuidado de la cultura checa es una pieza clave de la identidad nacional y su sentimiento nacionalista no es absoluto comparable con el chauvinismo anterior de grandes naciones musicales como Alemania y Francia. En cierta medida, la música checa es también una música universal aunque sólo en pequeños ejemplos de Smetana, Dvorak, Janacek y más recientemente Martinu. Hubo un director de orquesta que estaba tan impregnado en la música de su patria que rara vez pudo encontrar una realización artística fuera de su país. Vaclav Neumann se convirtió casi en una excepción entre los directores que desde el bloque comunista cruzaban continuamente la frontera del Oeste por motivos culturales. Su amor por la música checa condicionó en buena medida esta decisión.
Vaclav Neumann nació el 29 de septiembre de 1920 en Praga y desde muy niño estudió violín en el colegio, llegando a tocar en una pequeña orquesta de cámara del centro escolar. Si bien Neumann comenzó sus estudios de historia, musicología y filología checa, el cierre de las universidades checas durante la Segunda Guerra Mundial hizo que no tuviera más remedio que matricularse en el Conservatorio de Praga para estudiar violín con Josef Micka y dirección con Pavel Dedecek y Metod Dolezil. En 1941 Neumann llegó a ser uno de los fundadores del futuro Cuarteto Smetana — conjunto que alcanzó altísimas cotas artísticas en años posteriores — primeramente como primer violín y luego como viola. Ya en 1948, a Neumann le llegó su primera oportunidad al tener que actuar como suplente por enfermedad de Rafael Kubelik al frente de la Orquesta Filarmónica Checa. El éxito de su presentación como director fue memorable y desde entonces Neumann reorientó su carrera musical hacia la dirección orquestal. Habiendo trabajado con regularidad con la Orquesta Filarmónica del Estado de Karlovy Vary, en 1951 Neumann fue nombrado director titular de dicha institución para, tres años más tarde, cambiar por la dirección de la Orquesta Filarmónica de Brno. Durante estos años Neumann también fue el director titular de la Ópera Cómica de Berlín Este, institución en donde logró un clamoroso éxito con La zorrilla astuta de Janacek bajo la producción de Walter Felsenstein. Junto con este compromiso berlinés, en 1956 Neumann se hizo cargo de la Orquesta Sinfónica de Praga — la segunda orquesta de conciertos de la capital checa y cuya calidad en absoluto desmerecía de su vecina Filarmónica — en sustitución de Rafael Kubelik.
En 1964 Neumann se convirtió en director titular de la prestigiosa Orquesta del Gewandhaus de Leipzig y en el segundo director de la Orquesta Filarmónica Checa. Cuatro años más tarde, en 1968, Neumann renunció a su puesto en Leipzig como consecuencia de la invasión de Praga por parte de las tropas del Pacto de Varsovia. Ocurrió que el entonces titular de la Filarmónica Checa, Karel Ancerl, decidió quedarse en Canadá y no regresar a Praga con motivo de los dramáticos acontecimientos de 1968. De esta forma, Neumann fue llamado a la titularidad de la Orquesta Filarmónica Checa y se mantuvo al frente de la misma hasta 1990. Con este excepcional conjunto Neumann llevó a cabo numerosas giras a lo largo de todo el mundo y realizó una serie de grabaciones discográficas de muy alto nivel centradas sobre todo en la obra de compositores checos. Neumann resultó decisivo en el redescubrimiento de un autor como Martinu merced al registro completo de su obra sinfónica. En 1970 Neumann accedió a suceder a Ferdinand Leitner en la Ópera de Stuttgart, aunque renunció al puesto tres años más tarde al no encontrar allí mayores alicientes artísticos (y también por el capricho de las autoridades fronterizas checas, muy dadas a jugar con los permisos de salida: En ocasiones, Neumann no sabía por la mañana si iba a poder estar por la tarde sobre el atril de Stuttgart…). En 1989 Neumann lideró, junto con otros artistas, las protestas contra el ya muy debilitado régimen comunista de Checoslovaquia. Un año después abandonó la dirección de la Filarmónica Checa, aunque se vio obligado a volver a tomar su mando durante la temporada de 1992/93 debido a las disputas que surgieron entre los profesores de la formación y el nuevo director titular, Jiri Belohlavek. En sus últimos años, Neumann impartió clases de dirección en la Academia de Música de Praga hasta que finalmente falleció en Viena el 2 de septiembre de 1995 a los 74 años de edad.
Aun siendo un director poco efusivo, Vaclav Neumann alcanzó excelentes resultados en todas las agrupaciones que tuvo la oportunidad de dirigir. Su pulsación fue siempre clara y simple, de amplios gestos, con una lógica constructiva muy eficiente y basada en un gran cuidado del sonido orquestal. De mediana estatura y delicada figura, Neumann no fue nunca un director encasillado en el folklorismo bohemio y sus movimientos en absoluto resultaron incontrolados. Siempre apostó por la minuciosidad de los ensayos, siendo muy poco dado a la improvisación durante el concierto. En sus lecturas suele imperar un cálido timbre que sin duda es una herencia de sus jóvenes años como solista de cuerda (aunque, de hecho, la acentuación de la cuerda tiene en las orquestas checas una gran tradición). Neumann no sólo supo convencer en las obras de su país, sino también en un repertorio más internacional en donde destacaron sus versiones de Beethoven, Brahms, Schubert, Debussy, Richard Strauss y, especialmente, Mahler. Allí donde se presentaba, ya fuese como titular de la Filarmónica Checa o como director invitado, impresionaba por unas actuaciones preparadas a fondo y muy vivaces. En 1971, Neumann se presentó en el Teatro Real de Madrid para dirigir como invitado un concierto al frente de la Orquesta Nacional de España. El programa, integrado por obras de Richard Strauss y Brahms, resultó ciertamente atractivo a pesar de la prohibición impuesta por parte de los gerentes de la formación española para que Neumann interpretara a Mahler, un compositor casi desconocido en España en aquellos años. Con todo, muchos españoles empezamos a descubrir a Mahler gracias a las grabaciones de Neumann con la Filarmónica Checa que llegaban con cuentagotas a nuestro país… ¡Qué tiempos aquellos!
De entre la producción discográfica debida a Vaclav Neumann podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Obertura de Leonora III de Beethoven dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio del Sur de Alemania (ARTHAUS MUSIK 101059); Sinfonía nº9 de Beethoven dirigiendo la Filarmónica Checa (VIDEO ARTISTS 4403); los 5 Conciertos para piano de Beethoven, junto a Russell Sherman y dirigiendo la Filarmónica Checa (VANGUARD 1997 — integral); Sinfonías nº7, 8 y 9 de Dvorak dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3706 — integral sinfónica); Concierto para violoncelo de Dvorak, junto a Julian Lloyd-Weber y dirigiendo la Filarmónica Checa (PHILIPS 422387); Concierto para violín de Dvorak, junto a Josef Suk y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3965); Rusalka de Dvorak, junto a Dvorsky, Nesterenko, Randova y Benackova, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Viena (ORFEO D´OR 638042); Orfeo ed Euridice de Gluck, junto a Bumbry, Rothenberger y Pütz, y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (BERLIN CLASSICS 9033); La zorrilla astuta de Janacek, junto a Schob, Asmus, Vetter y Burgwinkel, y dirigiendo la Orquesta de la Ópera Cómica de Berlín Este (ARTHAUS MUSIK 101297); De la casa de los muertos de Janacek, junto a Jirglova, Svejda, Novak y Pribyl, y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 102941); Rapsodias húngaras de Liszt dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (APEX 389129); Fantasía húngara para piano y orquesta de Liszt, junto a Siegfried Stöckigt y dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (APEX 389129); Sinfonía nº5 de Mahler dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 111860 — integral sinfónica); Lieder eines fahrenden Gesellen de Mahler, junto a Thomas Allen y dirigiendo la Joven Orquesta Gustav Mahler (Vídeo de referencia desconocida); Sinfonías nº3, 5 y 6 de Martinu dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 110382 — integral sinfónica); Invenciones para piano y orquesta de Martinu, junto a Emil Leichner y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 111968); los 2 Conciertos para violoncelo y orquesta de Martinu, junto a Angelica May y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3543); Rapsodia para viola y orquesta de Martinu, junto a Josef Suk y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 111969); Concierto para trompa nº2 de Mozart, junto a Zdenek Tylsar y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3892); Obertura de La novia vendida de Smetana dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio del Sur de Alemania (ARTHAUS MUSIK 101059); Mi patria de Smetana dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (BERLIN CLASSICS 3234); y, finalmente, Concierto para trompa nº1 de Richard Strauss, junto a Zdenek Tylsar y dirigiendo la Filarmónica Checa (SUPRAPHON 3892). Nuestro humilde homenaje a este magnífico director de orquesta.
Mi parecer querido Leiter, es que aún al día de hoy tenemos una deuda con la generación, ciertamente grande, de los directores de orquesta checos. Siempre volvemos nuestros ojos (y en mi caso aún más) a aquellos maestros formados bajo la égida del Imperio Germánico, a menudo viendo con cierta desconfianza a todo aquel que no hable alémán y no haya pasado por Múnich o Viena desde sus inicios. Esto no es del todo acertado, pues pasamos por alto personajes tan interesantes como Neumann, que respiran el espíritu enigmático de Praga.
Neumann tiene el don de extraer un sonido muy claro a la orquesta, merced a sus movimientos que traducen las emociones que la pieza en interpretación le produce. No es excesivamente ampuloso en su expresividad corporal -no como Bernstein o Kleiber- pero deja fluir libremente sus sensaciones, al punto que la limpieza sonora resulta beneficiada. No resulta elegante para dirigir, aunque sí posee una grácil figura.
Y algo más hay en él: no se si yo comprendo de una forma distinta el concepto, pero Neumann me parece carismático. Su forma de hablarle a la orquesta es sumamente agradable y clara, expone sus ideas de una manera coherente y con ello, logra el efecto deseado. Bueno, no será carismático como para llegar a ser Presidente de los EUA, afortunadamente, pero sí para lo que nos interesa: la música.
Un abrazo, amigo y hermano.
Cualquier persona, con independencia de su origen y procedencia, que se sube a un podio con una batuta en la mano merece toda nuestra consideración. Ser director de orquesta no es un título que se regala; al contrario, requiere de una labor previa de duro trabajo y sacrificio personal que no siempre se ven recompensados. Luego podremos juzgar según nuestros criterios pero siempre desde un punto de vista en el que somos público y no director. A mí me pasa igual con los directores centroeuropeos de tradición germana. Siempre tiendo hacia ellos pero trato de no olvidar a otros cuando su elogio no es solo constatable sino que mayor aún merecido.
Neumann fue un director que, sin grandes algaradas, logró siempre un punto de sano equilibrio en todas sus versiones. Su esencia checa le guió siempre en pos de esa música y ahí tuvo pocos rivales. Evitó protagonismos y trató siempre que fuese la música lo único importante. Tenía un especial acervo para transmitir sensibilidad a los suyos y, como bien dices, ya sea por su tono y gesto en los ensayos, se adivina a un director comprometido y amante de su trabajo. Y carismático, por supuesto. De hecho, me consta que Neumann fue uno de los directores más respetados dentro de su propio gremio en sus últimos años.
Ah, y de la mano de Neumann entré yo en Mahler, cuestión bien importante para quien esto escribe.
Un abrazo, amigo y hermano Iván
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