Directores de orquesta, Fritz Stiedry
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Fritz Stiedry nació en Viena y desarrolló parte de su inicial andadura por numerosos teatros de provincia alemanes. Sabido es que los directores de orquesta son personas que a lo largo de su trayectoria profesional viajan a casi todos los rincones del mundo en busca del reconocimiento artístico. Pero una cuestión es viajar por motivos exclusivamente profesionales y otra, muy distinta, es desplazarse por circunstancias personales.
La generación de directores de orquesta centro-europeos a la que le tocó en suerte — o desgracia — de desarrollar su actividad profesional durante la convulsa etapa política que asoló el Viejo Continente en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo pasado se vio obligada, en muchos casos, a iniciar un éxodo a veces forzado por las circunstancias políticas de aquel momento.
Cuando empezaba a labrarse un nombre como director partió para Rusia huyendo de la barbarie nazi. Mal destino escogió. En Rusia apenas aguantó tres años tras comprobar que el estalinismo soviético era culturalmente tan retrógrado como el nazismo alemán. Instalado en los EEUU, Stiedry desarrolló su labor en centros tan importantes como Chicago y Nueva York. Al final de su vida regresó a Europa, concretamente a Suiza, para tratar sus dolencias físicas en las mejores clínicas geriátricas helvéticas. Su trayectoria, como la de muchos otros colegas de su generación, fue una continua huida hacia adelante en busca de la libertad de actuación.
¿Dónde nació Fritz Stiedry?
Fritz Stiedry nació el 11 de octubre de 1883 en Viena, Imperio Austro-Húngaro, y alternó sus estudios jurídicos en la Universidad de Viena con los musicales en el Conservatorio, siendo alumno de Mandyczewski en composición. Sus progresos musicales no pasaron desapercibidos para Gustav Mahler, a la sazón director de la Ópera Estatal de Viena, quien en 1907 le nombró su director asistente. Ese mismo año, y también gracias a la recomendación de Mahler, Stiedry fue designado asistente de Ernst von Schuch en la Ópera de Dresde durante una temporada para pasar en años sucesivos a dirigir los teatros de Teplitz, Poznam, Praga, Nuremberg y Kassel, en la típica trayectoria de cualquier Kapellmeister.
En 1914, Stiedry fue nombrado director principal de la Staatsoper de Berlín, cargo en el que permaneció hasta 1923 para luego ocupar la dirección de la Volksoper de Viena en sustitución de Felix Weingartner durante un par de temporadas. Luego de iniciar una gira como director invitado por Italia, España y Escandinavia, en 1928 Stiedry regresó a Berlín para ejercer como director musical en la Städtische Oper en sustitución de Bruno Walter. Durante estos años en Berlín, Stiedry trabajó estrechamente con Carl Ebert y llegó a presidir la Sociedad Internacional de Música Contemporánea.
En 1933, y con la llegada de los nazis al poder, Stiedry abandonó Alemania para dirigirse hasta la Unión Soviética, país en donde dirigió a la Orquesta Filarmónica de Leningrado en calidad de director musical de 1934 a 1937. Su objetivo de dirigir el estreno de la Sinfonía nº4 de Shostakovich se vio frustrado tanto por las presiones ejercidas por las autoridades soviéticas contra dicha obra como por la escasa confianza demostrada por el compositor para que Stiedry comprendiera la sinfonía. De igual manera que tres años atrás en Alemania, Stiedry optó por salir de la URSS en 1937 para partir rumbo a los EEUU.
A partir de 1938, Stiedry se hizo cargo de la Orquesta de Nuevos Amigos de la Música de Nueva York y ese mismo año adquirió la ciudadanía estadounidense. Tras realizar un memorable trabajo al frente de esta formación con la programación de títulos inusuales por entonces de Mozart y Haydn, en 1945 Stiedry fue nombrado director de la Ópera Lírica de Chicago durante una temporada, llegando también a dirigir en el Festival de Glyndebourne y debutando un año más tarde en el Metropolitan de Nueva York. Allí permaneció como uno de los más distinguidos directores hasta 1958, aunque también hubo de dirigir en el Covent Garden londinense una histórica representación de El Anillo wagneriano durante la temporada de 1953-1954. Stiedry pasó los últimos años de su vida en Zurich, Suiza, ciudad en la que falleció el 8 de agosto de 1968 a los 84 años de edad.
Sin llegar a ocupar nunca una posición de estrellato en la dirección orquestal pese a dirigir a las más prestigiosas formaciones y trabajar en los principales coliseos operísticos del mundo, Fritz Stiedry fue un director que elevó los niveles de competencia en una institución tan prestigiosa como el Metropolitan de Nueva York, siendo su trabajo allí clave para convertir a dicho teatro en uno de los principales escenarios operísticos del mundo. Amigo íntimo de Schönberg, Stiedry fue un ardiente defensor de la Segunda Escuela de Viena y llevó a cabo numerosos estrenos de obras del compositor en Nueva York, como la Sinfonía nº2. Stiedry nunca fue un director muy dado a las grabaciones discográficas tal vez porque no fue capaz de firmar un contrato ventajoso con la incipiente industria fonográfica. Además, Stiedry basó mucho su trabajo en la improvisada magia de las actuaciones en vivo. Si bien nunca fue un director perfeccionista del todo, sus interpretaciones llegaron a ser del todo temperamentales y su trabajo siempre respiró la influencia de la mejor escuela vienesa. En la actualidad, y aunque pasa por ser un director del todo desconocido para la gran mayoría de aficionados, algunos de sus registros discográficos de Mozart y Wagner son muy apreciados por los especialistas.
Producción discográfica de Fritz Stiedry
De entre la producción discográfica debida a Fritz Stiedry podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero si con la obra mencionada): Concierto para violín, BWV 1052 (original para clave), de Bach, junto a Josef Szigeti y dirigiendo la Orquesta de Nuevos Amigos de la Música de Nueva York (NAXOS 8110979); Orfeo y Euridice de Gluck, junto a Ferrier, Vlachopoulos y Ayars, y dirigiendo la Orquesta Filarmónica del Sur (DECCA 433468); La flauta mágica de Mozart, junto a Tucker, Steber, Berger y Hines, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (vídeo de referencia desconocida); Otello de Verdi, junto a Tebaldi, Del Monaco y Warren, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (vídeo de referencia desconocida); Sigfrido de Wagner, junto a Svanholm y Ernster, y dirigiendo la Orquesta del Metropolitan (vídeo de referencia desconocida); y, finalmente, Euryanthe de Von Weber, junto a Sutherland, Vroons, Kraus y Schech, y dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la BBC (ANDROMEDA 5015). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.
Muchos directores y cantantes de las épocas pasadas experimentaban una profunda reserva a la hora de actuar en el Met, quizás por la creencia que dicho escenario «ahogaba» a quien allí se presentaba, en contraposición a los teatros europeos, considerados el elemento natural para destacarse ante el público.
Stiedry, un director de escasa ambición auto-publicitaria, probablemente se sintió muy a gusto allí.
Su estilo de dirección tiene la particularidad de imponer a los instrumentos la producción de un sonido muy claro, que resalte la melodía producida sin llegar a estridencias que desdibujen la música para la cual están destinados en la partitura. Sin embargo, al escuchar el enlace de «Siegfried», pueden escucharse allí las «pifias» tan comunes en esos tiempos, cosa que no depende en absoluto del director. Al margen de la antiguedad del registro -con naturales falencias- es perfectamente audible cualquier falla de la orquesta, así como el estilo del que empuña la batuta.
Y a Stiedry se le nota el recorrido que tenía.
Salud por el director Vienés.
Mil abrazos.
Muchos de esos fallos son producto de las grabaciones en vivo de la época. Resulta curioso como en aquella época, muchos registros incluyen la voz del apuntador previa a cada frase. Existía esa leyenda sobre el Met aunque en ocasiones no era más que una escusa para evitar cantar allí por miedo escénico (y no digamos cuando el Met se trasladó al Lincoln Center en 1966). Tu apreciación sobre el estilo de Stiedry es ciertamente interesante y la comparto del todo.
Mi admirado abrazo, Iván
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