Puede afirmarse casi con rotundidad que una gran mayoría de directores de orquesta son músicos formados en el piano como medio solista durante su enseñanza académica. En efecto, el piano es un instrumento que abarca todo el registro orquestal y prácticamente todas las partituras orquestales pueden ser reducidas al piano para una más fácil comprensión y estudio. Ocurre también que algunos directores han sido — o siguen siendo — verdaderos virtuosos del piano que en un momento dado se han pasado a la batuta (Barenboim, Ashkenazy…). Sin embargo, otros directores de orquesta parten de un instrumento de referencia como lo es el violín (Ormandy, Maazel…) por encima del ya citado piano. Casos más originales son los de Sergei Koussevitzki (contrabajo), Simon Rattle (percusión), Sir Colin Davis (clarinete) y Frans Brüggen (flauta). Si asociamos el violoncelo con la batuta, la primera y a veces única figura que se nos viene a la mente es la de Mstislav Rostropovich, incomparable solista y aceptable director. Pero su caso no fue el único. El americano Alfred Wallenstein fue su antecedente más cercano.
Alfred Wallenstein nació el 7 de octubre de 1898 en Chicago, EEUU, en el seno de una familia de linaje aristocrático y procedencia austríaca. Al poco de nacer, la familia al completo se trasladó hacia Los Angeles, ciudad en donde Wallenstein se inició en la práctica del violoncelo gracias al regalo de un instrumento que le hizo su padre, recibiendo sus primeras clases a cargo de la mujer del compositor norteamericano Ferde Grofé. Pronto el joven muestra unas condiciones prodigiosas para la práctica del violoncelo y, de esta forma, a los ocho años de edad debuta en concierto público para posteriormente iniciar una gira a lo largo de EEUU. De vuelta a California, Wallenstein pasa a formar parte en 1916, con apenas 18 años, de la plantilla de la Orquesta Sinfónica de San Francisco. Dos años después, Wallenstein es fichado por la Orquesta Filarmónica de Los Angeles aunque no tarda en desligarse de dicha formación para acudir a Leipzig y ampliar su formación solista bajo la tutela de Julius Klengel. De vuelta a los EEUU, Wallenstein es nombrado solista de la Orquesta Sinfónica de Chicago entre los años 1922 a 1929, fecha en donde pasa a ejercer como solista principal en la Orquesta Filarmónica de Nueva York bajo la órdenes de Arturo Toscanini. Sin embargo, a partir de 1931, la carrera de Wallenstein se orienta hacia la dirección orquestal aunque no por ello deja de ofrecer numerosos conciertos como solista.
En 1932, Wallenstein es nombrado director titular de la Hollywood Bowl Orchestra y un año después funda su propia formación, la Wallenstein Sinfonietta de la radiodifusión neoyorquina, orquesta con la que se hará muy popular en toda América. Allí impulsa una extraordinaria actividad que le permite programar conciertos monográficos, ofrecer obras que habían desaparecido del repertorio y alentar el estreno de piezas de los nuevos compositores. Al mismo tiempo, Wallenstein desarrolla su carrera como director invitado de las más prestigiosas formaciones norteamericanas hasta que en 1943 es nombrado director titular de la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, cargo que desempeñará hasta 1956. Ya en 1968, Wallenstein obtiene una cátedra de dirección orquestal en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York que ejercerá prácticamente hasta el momento de su fallecimiento. Nombrado doctor honoris causa por varias universidades estadounidenses, Wallenstein falleció el 8 de febrero de 1983 en Nueva York a la edad de 84 años.
Considerado como uno de los mejores violoncelistas surgidos en los EEUU en toda su historia, no obstante la carrera de Alfred Wallenstein se desarrolló posteriormente como director de orquesta. De forma tan ejemplar como innovadora, Wallenstein supo aprovecharse del auge de la radio para establecer un innovador programa de conciertos emitidos bajo la perspectiva de la novedad y la resurrección de obras ya olvidadas que hubiera sido más difícil de llevar a cabo desde un punto de vista del tradicional concierto público. Director de gesto vivo y nervioso, Wallenstein fue considerado como uno de los mejores acompañantes de su época como así atestiguan sus conciertos al lado de celebridades como Arthur Rubinstein, Jascha Heifetz o más modernamente Itzhak Perlman. En su extenso repertorio discográfico podemos encontrar desde obras de Claudio Monteverdi hasta la música de Korngold o Szymanowski, todo ello sin olvidar alguna incursión en el terreno operístico aunque siempre en calidad de recopilatorios.
De entre la producción discográfica debida a Alfred Wallenstein podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen por qué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Ah, perfido de Beethoven, junto a Kirsten Flagstad y dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (SIMAX 1823); Concierto para violoncelo de Elgar, junto a Pierre Fournier y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (DG 469136); Variaciones sinfónicas para piano y orquesta de Franck, junto a Artur Rubinstein y dirigiendo la Orquesta Wallenstein (RCA 708279); Concierto para violín de Korngold, junto a Jascha Heifetz y dirigiendo la Filarmónica de Los Angeles (RCA 7963); selección de arias de Don Giovanni de Mozart, junto a Ezio Pinza y dirigiendo la Sinfónica de la RCA (PREISER 89660); y, finalmente, Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachmaninov, junto a Artur Rubinstein y dirigiendo la Orquesta Wallenstein (VIDEO ARTISTS 4275). Nuestro humilde homenaje a este gran director de orquesta.