
Henryk Szeryng
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Henryk Szeryng no sólo destacó como uno de los mejores solistas de violín de todo el siglo XX, sino que además fue conocido internacionalmente por su decidida actividad internacional en favor de la paz y los derechos humanos. Hombre de una inmensa cultura, hablaba siete lenguas distintas y se mostraba totalmente receptivo al entorno cultural de todos aquellos países que visitaba. Su vida estuvo también consagrada a los jóvenes músicos, a la música contemporánea y a innumerables actos de tipo benéfico.
Henryk Szeryng nació el 22 de septiembre de 1918 en Zelazowa Wola, un pueblo muy cercano a Varsovia y a la casa natal de Chopin. Si bien recibió sus primeras nociones musicales por medio de las enseñanzas pianísticas que le brindó su madre, a los siete años se interesa por el violín y recibe clases de Maurice Freckel, uno de los más famosos maestros de violín de Europa Central. Con ello, Szeryng conoció de primera mano los secretos de la Escuela Rusa del violín y así consigue graduarse en Varsovia en 1928, con apenas diez años de edad.
De 1929 a 1932, Henryk Szeryng prosiguió sus estudios en Berlín bajo la tutela de Carl Flesch, con lo que también adquirió la técnica de la Escuela Alemana del violín.
El 6 de enero de 1933, Szeryng ofrece su primer concierto con la Orquesta Filarmónica de Varsovia dirigida por Georges Georgescu. Y en ese mismo año, y hasta 1939, su formación musical se enriquece sobremanera al asistir en París a las clases de composición y contrapunto impartidas por la insigne Nadia Boulanger, quien también le inició en el estudio de la música francesa.
Esta etapa formativa parisina se vio complementada por diversos conciertos ofrecidos en Bucarest, Viena y París. Con sólo quince años, interpreta en Varsovia el Concierto de Beethoven acompañado nada más y nada menos que de Bruno Walter. Cuatro años más tarde, debuta en los Conciertos Clásicos de Montecarlo bajo la dirección de Henri Rabaud, entorno en donde conoce a uno de los grandes maestros de la Escuela Francesa de violín, Jacques Thibaud. Desde entonces y hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Szeryng se presenta en numerosos escenarios europeos y destaca como uno de los más brillantes intérpretes de su jovencísima generación, con un repertorio clásico y romántico en el que también tenían cabida las obras musicales contemporáneas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Szeryng se alistó como oficial e intérprete bajo las órdenes del general Wladyslav Sikorski, primer ministro del gobierno polaco en el exilio. Su función era la de enlace entre el gobierno polaco y los otros gobiernos exiliados en Inglaterra. Ofreció además unos 300 conciertos en campos y hospitales de distintas unidades aliadas, aspecto que le hizo comprender la fuerza pacificadora y unificadora de la música. Un hecho determinante se produce en 1942, cuando Szeryng acompaña a un grupo de 4.000 refugiados polacos que buscaban asilo político en América Latina. Encantado por el trato recibido en México, Szeryng regresa a dicho país finalizada la guerra y se nacionaliza mexicano en 1946. Allí, reorganiza la vida musical, cultural y artística del país azteca.
La carrera de Henryk Szeryng como concertista de violín resulta imparable, siendo habitual visitante de las más importantes salas de conciertos del mundo y colaborando con las más reputadas batutas de la época. Como dato curioso, en los primeros años de la década de los cincuenta, llega a actuar escayolado en Barcelona, ciudad en donde hubo de guardar reposo posteriormente como consecuencia de una tonta caída. Ya en 1954, Szeryng toma contacto con Arthur Rubinsten y ambos inician una serie de recitales que despertaron la admiración mundial. En 1965 es nombrado Embajador de Buena Voluntad de México y desde entonces viajó por el mundo con pasaporte diplomático. En 1970 fue nombrado representante cultural de la delegación mexicana de la Unesco. Durante sus últimos años, Szeryng se dedicó casi en exclusiva a la labor diplomática y a las grabaciones discográficas, aunque su actividad concertística nunca se interrumpió del todo. Durante sus últimos años de vida fijó su residencia en Mónaco. El 3 de marzo de 1988 falleció en la ciudad alemana de Kassel — en donde se encontraba de gira de conciertos — a causa de una embolia cerebral.
Henryk Szeryng ha sido uno de los violinistas más versátiles que ha dado la interpretación musical en toda su historia. Su extenso repertorio abarcaba desde la música de Bach hasta la de compositores contemporáneos del artista, a quien dedicaron numerosas obras.
El sonido de Henryk Szeryng recoge lo mejor de la técnica rusa, de la musicalidad francesa y del rigor alemán. Pero Szeryng siempre se definió como un pedagogo, diplomático y humanista de la música. Así lo demuestra el hecho de que dedicaba la mitad de sus honorarios a obras de beneficencia, añadiéndose a esto la donación de sus más valiosos instrumentos a jóvenes valores o instituciones (Szeryng llegó a donar un valiosísimo Stradivarius, el Hércules de 1734, a la ciudad de Jerusalén que actualmente es tocado por los concertinos de la Orquesta Filarmónica de Israel).
Discografía de Henryk Szeryng
Dentro de la extensísima discografía de Henryk Szeryng destacamos las siguientes grabaciones (Como es habitual en este apartado, las versiones aquí citadas no han de corresponderse necesariamente con los enlaces a los vídeos, aunque sí con las obras referidas):
- Sonatas y partitas para violín solo de Bach (DG 453004)
- Concierto de Beethoven, acompañado de la Orquesta del Concertgebouw dirigida por Bernard Haitink (PHILIPS 416418)
- Sonatas completas para violín y piano de Beethoven, acompañado por Ingrid Haebler (PHILIPS 446521 y 446524)
- Tríos para piano, violín y violoncelo de Beethoven, acompañado de Wilhelm Kempff y Pierre Fournier (DG 463238)
- 2 Romanzas para violín de Beethoven, acompañado por la Orquesta del Concertgebouw dirigida por Bernard Haitink (PHILIPS 416418)
- Triple Concierto de Beethoven, acompañado por Claudio Arrau y János Starker, y la New Philharmonia Orchestra dirigida por Eliahu Inbal (ELOQUENCE 468158)
- Concierto de Brahms, acompañado de la Orquesta del Concertgebouw dirigida por Bernard Haitink (PHILIPS 416438)
- Doble Concierto de Brahms, acompañado por János Starker y la Orquesta del Concertgebouw dirigida por Bernard Haitink (DECCA 001313402)
- Concierto de Chaikovski, acompañado por la Orquesta del Concertgebouw dirigida por Bernard Haitink (PHILIPS 438386)
- La plus que lente de Debussy, acompañado por Charles Reiner al piano (PHILIPS 462035)
- Concierto de Khachaturian, acompañado de la London Symphony dirigida por Antal Dorati (MERCURY 434318)
- Recitativo y Scherzo-Caprice para violín solo de Kreisler (MERCURY 434351)
- Concierto de Mendelssohn, acompañado por la London Symphony dirigida por Antal Dorati (MERCURY 434339)
- 5 Conciertos para violín de Mozart, acompañado por la New Philharmonia dirigida por Sir Alexander Gibson (PHILIPS 422256)
- Concierto nº3 de Paganini, acompañado por la London Symphony dirigida por Sir Alexander Gibson (PHILIPS 468173)
- Tzigane de Ravel, acompañado al piano por la Orquesta Nacional de la Ópera de Montecarlo dirigida por Edouard van Remoortel (PHILIPS 420887)
- Concierto de Schumann, acompañado por la London Symphony dirigida por Antal Dorati (MERCURY 434339). Nuestro humilde homenaje a este excepcional maestro.
Leiter, escuché a Szering en directo, hace muchos años, en El Real, en un concierto con Las Estaciones de Vivaldi. No me entusiasmó, iba se sobrado. Y lo cierto es que yo esperaba más.
Pero tengo sus versiones de las Sonatas y Partitas de Bach y del Concierto de Violín de Brahms y esta pero que muy bien.
Creo que en directo perdía algo, no sé si su aureola mítica de gran violinista.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra
Me ocurre exactamente lo mismo que a ti, Gato. Yo creo que Szeryng se encontraba más a gusto en los estudios de grabación — tiene excelentes versiones de los conciertos románticos — que en directo.
Gato, ese concierto del Real ¿Pudo ser a finales de los setenta? Si es así, coincidimos en la sala. Sé que he visto a Szeryng en el Real pero no recuerdo la fecha ni el programa, por lo que deduzco que fue antes de mi «edad de oro» de los ochenta, cuando yo casi vivía en el Real.
Un felino abrazo, Gato
LEITER
Sí Leiter, creo que fue por aquella época, y recuerdo además que fue un domingo por la mañana. Yo estaba en la cuarta o quinta fila del patio de butacas, y pude ver a Szeryng a pocos metros de distancia.
Nada más empezar el concierto mando callar a una niña de unos cinco o seis años que estaba dos filas delante de mí.
¿Tú ya habías nacido para entonces, si eres un chaval barbián? ¡No te tires pegotes! JAJAJA
Yo también pase esos años que tú dices, los setenta y los ochenta, muy buenos ratos en el Real, y alguno que otro no tan bueno.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra
Pues ahora sí que me he descentrado con lo del domingo y Szeryng, eso sí que ya no me cuadra. Los domingos por la mañana sólo recuerdo las sesiones de la ONE.
Buenos ratos, Gato, e inolvidables. Para mí, los mejores recuerdos del Real van unidos a ciertos recitales de lieder de la Caballé. Los no tan buenos — que también los hubo — pasan por un lamentable Bolero de Ravel ejecutado por la ONE y López Cobos en 1985. Jamás podré olvidar las miradas que se intercambiaron Cobos y algún profesor de la orquesta tras la horrible ejecución. Aquel concierto puso la guinda a una serie de desencuentros entre el zamorano y una ONE incapaz de asumir una imprescindible reestructuración. Recuerdo que los que formábamos mi «grupo» estuvimos comentando el hecho hasta altas horas de la noche en la vieja cafetería Savoy, llegando incluso a redactar una carta conjunta de apoyo a Cobos que al día siguiente hicimos llegar a Tomás Marco.
¡Ahí sí que era yo joven, Gato!
Y es que, como suele ocurrir… ¡La condición humana es terrible!
Un melancólico abrazo, Gato
LEITER
Sí Leiter, creo recordar que fue con la Nacional, pero tampoco creo que tenga mucha importancia el que fuera con una o con otra.
Mis buenos momentos, por suerte, fueron muy numerosos. Recuerdo conciertos memorables con Markevitch primero y Celibidache después.
Markevitch hizo una labor de formación con la de RTVE meteórica, a los seis meses de llegar ya sonaba mejor que la Nacional, y las comparaciones, que siempre son odiosas, eran inevitables.
Recuerdo sus típicas entradas con cosas de zarzuela y luego sus Mozart, Beethoven, Tchaikosvky, Wagner, e incluso cosas suyas. Su L’Envol d’Icare es precioso. Con él aprendí a amar la música.
Asistí a un Concierto para piano de Mozart con Gulda de pianista y director, muy posiblemente el 20 o el 21, que jamás olvidaré. Gulda salió con jersey de cuello alto negro y pantalones negros, y todos los demás allí con frac, pero rápidamente demostró que eso era lo más musical que tenían. JAJAJA Había director pero supongo que habré olvidado inconscientemente, o quizá conscientemente, quien era porque el bueno de Gulda le paso por encima de principio a fin. Cuando todo estaba preparado y el director levantó la batuta para empezar Gulda hizo un gesto clavando los ojos en él y lo paralizó, desde el piano y sin inmutarse señaló a un segundo violín y le pidió que afinara, el zumbido del Real durante un minuto se hizo eterno. Desde ese momento Gulda tomó la dirección, le dio la orden al director que arrancara pero él era el que dirigía, la cara del director era todo un poema, y el otro se recreaba en la faena, y le salió sublime. De propina propinó un estándar escalofriante de Thelonius Monk, “Blue Monk”, él sólo y tatareando como Bobby McFerrin, diecisiete minutos que se cortaban a cuchillo, la música más negra que he oído tocar a un blanco en el Real. Al final algunos aplaudimos a rabiar y otros se levantaron y se fueron refunfuñando. Quince minutos en pie aplaudiendo y cuando sólo quedábamos unas veinte personas, cuatro o cinco a bajo y los otros repartidos por arriba, salió, nos lanzo una sonrisa enseñándonos aquellos dientes afilados como cuchillos carniceros, se sentó al piano y nos regaló el mejor Andante favori de Beethoven que yo jamás haya escuchado en directo. Aquella mañana yo no quería irme de allí.
Otro concierto memorable fue el de André Watts, muy joven, con el Primero de Chopin.
El mejor violinista que he visto allí creo que fue Accardo. Yo esperaba que tocara Vivaldi o Paganini, acababa de grabar con Dutoit la integral para DG. Pero nos sorprendió a todos y se despacho con el de Violín de Beethoven, inmarcesible, con una seriedad y un poderío insultantes. Creo que lo acababa de grabar. Y en aquella ocasión asistí al ensayo y al concierto, y no sabría decir donde lo hizo mejor. Al terminar el primer tiempo en el ensayo la ovación y el griterío fue de órdago y el director y la Orquesta se sumaron a la celebración, y Accardo se quedó abrumado, casi lloraba, no sabía dónde meterse.
Lo de Celibidache fue como subir otro peldaño, pasar a otro nivel superior. Aquél tío macizo, con pinta de gitano cabreado tocaba siempre cosas que yo conocía, Bruckner, Brahms, Beethoven, Mendelssohn, Tchaikosvky…, pero que sonaban de otra forma totalmente diferente, y además tenían una lógica interna aplastante. Algún amigo me contó ensayos con él de fábula, sobre todo una Tercera de Saint-Saëns en la que llego a decir al fianl en plan de broma: “Mañana para el Concierto sólo hace falta que venga el organista, los demás pueden quedarse en casa”. Algunos se rieron, pero otros no se lo perdonaron nunca.
Recuerdo un desastre total con Odón Alonso con la Pasión Según San Mateo. A los dos minutos de empezar paro la Orquesta porque se había perdido y no sabía dónde estaba. Miraba la partitura y pasaba hojas para adelante y atrás como un autómata, pero no encontraba dónde estaba, y al final, después de un rato que se nos hizo a todos eterno, volvió a empezar, y la cosa ya fue hasta el final de mal en peor. Los metales hicieron todas las pifias posibles y más, el coro desbarraba y Odón sudaba la gota gorda. Los solistas se miraban unos a otros y suspiraban. Fue la Pasión más sufrida que jamás escuché. JAJAJA
Luego asistí a su concierto de despedida y resultó despiadado, para variar.
A Cobos se lo quitaron de encima de mala manera en una faena de aliño que no hizo sino profundizar más los recurrentes problemas de la Nacional, una auténtica vergüenza. Creo que también estaba en aquél Bolero que comentas, y cuando Cobos se retiró iba mascullando entre dientes y se salían culebras y sapos por la boca. Pisaba tan fuerte que todo el Real retumbaba, creo que aquél fue el momento en que decidió dejar a aquella pandilla de inútiles funcionarios que no funcionaban en absoluto.
Lo cierto es que el nivel era tan bajo que aquello no podía durar mucho por el propio prestigio de Jesús.
Bueno, ahora me doy cuenta que me he pasado. Perdón por estas historias del abuelo cebolleta. JAJAJA
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra
Totalmente de acuerdo con la impecable labor de Markevitch en la Sinfónica de RTVE. No quiero herir sensibilidades, pero qué diferencia de orquesta en sus conciertos frente a cuando era dirigida por quienes ya sabes, uno de ellos mencionado por ti en un descalabro de La Pasión que fue realmente vergonzoso. Yo me se de gente que contenía la respiración cuando dirigía el maestro leonés… Contenía la respiración de miedo, no de admiración.
Muy bien explicado el asunto Lopéz-Cobos y la ONE: Lo has expresado a la perfección y sin tapujos, y creo que aún te has quedado corto en tus apreciaciones, Gato. Fue una de las páginas más bochornosas de la historia de la ONE y algunos de sus profesores-representantes se quedaron retratados para los restos durante aquella larga y triste polémica.
Un abrazo, Gato
LEITER