Analizamos la obra «La Anunciación». Los historiadores de arte siempre se encuentran con la polémica consistente en valorar a Fra Angélico da Fiésole bien como un pintor goticista del siglo XV, bien como un precursor del clasicismo renacentista.
La Anunciación, el artista
Es del todo innegable que Guido di Piero, Beato Angélico o simplemente Fra Angélico, pese a haber nacido en Vicchio, hay que vincularlo con el convento dominicano de San Marcos de Florencia, donde ejerció de monje y en donde su ubican muchas de sus obras.
Esta estancia florentina evidencia haber entrado en comunicación con artistas contemporáneos. Pero esta consideración no significa que tengamos que rechazar la más que palpable raigambre ideológica tomista, connatural a la época y al sentimiento religioso del artista, doctrina que le presta una manera de concebir la naturaleza y de interpretarla.
Fra Angélico presenta una visión característica del tema religioso, único en su obra, pero con una metodología interpretativa que le confiere una clara originalidad.
* Temple sobre tabla
* 194 x 194 Cms
* Realizado hacia 1430-1432
* Ubicado en el Museo del Prado
El arte de Fra Angélico, superada una primera y retórica fase que relaciona el convencionalismo pictórico religioso para la ilustración de mentes no cultivadas, nace de la luz, un elemento indispensable en sus obras.
Esa luz no deja de ser un reflejo espiritual que se sitúa por encima del neoplatonismo renacentista y su concepción teórica, una claridad interior de carácter místico que por lo tanto es personal, inalienable e intransmisible. En cierto modo, esta consideración define la obra de Fra Angélico e impide su vinculación con el gótico, aunque también su plena inserción en el racionalismo posterior.
Si los temas, llenos de idealismo, pertenecen al siglo XIV y el cromatismo de su luz nos recuerda la miniatura gótica, no es menos cierto que las modernas concepciones planteadas por Masaccio son captadas directa o indirectamente por Fra Angélico y sirven para afirmar su renacentismo.
Sin embargo, sobre esta receptividad sobre el momento que le toca vivir, en Fra Angélico prevalece el toque personal, la definición cromática a base de tonos que son colocados en la obra persiguiendo determinados efectos estudiados de antemano, abandonando la mera yuxtaposición.
De esta manera, la luz se convierte en agente de perspectivas, otra de las bases de la pintura de Fra Angélico. El pintor asimila el racionalismo de Alberti, por supuesto, pero a ello dota una especie de naturalismo que supera dicha teoría visual por un idealismo de corte aristotélico-tomista.
Fra Angélico se nos presenta plenamente incierto e incluso, en ocasiones, adelantado a su época, pese a portar en su mano la Summa y demás escritos teológicos propios de la característica disciplinar derivada de su estado.
El artista, formado efectivamente en el ideal escolástico pero dentro de un entorno artísticamente privilegiado, refleja en su arte la claridad vivencial, la proyección personal del tema religioso y su identificación con el mismo, pero sin ignorar por ello las aportaciones técnicas del momento que adquieren una dimensión del todo trascendente.
Si Masaccio representa, en términos comparativos, la prosa, Fra Angélico es ante todo poesía.
La Anunciación del Museo del Prado
Parte nuclear de la pala del mismo nombre, pertenece a una primera época artística del pintor previa al año 1434 en el que Cosme de Médicis inicia su próspero gobierno en la ciudad de Florencia.
Existen pocos datos para conocer con certeza el año de nacimiento de Fra Angélico. Según Vasari, la fecha se situaba entre 1387 y 1388, pero la ausencia completa de noticias sobre su producción artística anterior a 1418 obligan a situar su nacimiento más bien en los alrededores de 1400.
El cuadro que hoy comentamos se debate entre la crisis tradición-modernidad que abanderan respectivamente Gentile da Fabriano y Masaccio.
Durante esta época, el artista quiso conjugar en perfecta armonía estas dos tendencias, con una estructuración un tanto trecentista en la que la modernidad adquiere su protagonismo mediante los efectos lumínicos.
La Anunciación del Museo del Prado presenta una tabla central con un banco o predela bajo ella en la que se muestran cinco episodios relativos a la vida de la Virgen.
El espacio principal de la tabla queda dividido en dos zonas simbólicamente desiguales y relacionadas entre sí por la luz de un rayo luminoso que de alguna manera se concreta en el Espíritu Santo, agente de la Encarnación.
Ese nexo viene a significar el misterio de la nueva Eva con una doble escena en la que el Sol se alza sobre la pareja descarriada del Edén para dirigir sus rayos hacia la redención de la Virgen en la siguiente y principal escena. La espiritualidad de Fra Angélico es manifiesta, vinculando la feliz culpa primigenia con el misterio de la Salvación.
La pincelada es minuciosa en todo momento y la armonía cromática del conjunto es del todo encomiable, complementando cada color con exquisita delicadeza.
La brillantez de los dos protagonistas de la anunciación contrasta admirablemente con la palidez de la pareja expulsada del Edén. Pero quizás, lo más llamativo de esta tabla es que Fra Angélico demuestra un conocimiento de la arquitectura de Brunelleschi, logrando espacio a través de estancias sucesivas o bien por fondos arquitectónicos enmarcados por edificios laterales.
Pero también la modernidad defendida por su colega Masaccio se advierte en la plasticidad escultórica de las figuras que parecen formar parte de un escenario de formas góticas.
La piadosa vocación de Fra Angélico queda del todo al descubierto en esta sensacional tabla, una obra singular para comprender el tránsito entre el trecento y la nueva modernidad del quattrocento.
Fíjate cómo, amigo Leiter, eres un visionario: ¿»si Masaccio representa, la prosa, Beato Angelico es ante todo, poesía»? Qué lúcida comparación la tuya: uno no puede más que asentir con un gesto aprobatorio (como diciendo: «Ya. Todo está dicho») y lamentar que dicha comparación no sea propia. Bravo, Leiter.
Recientes investigaciones, sobre todo a partir de que Karol Wojtyla, Juan Pablo II, beatificara a este coloso pintor por allá del año 1982, han fijado -para efectos del santoral- su fecha de nacimiento en 1395. Creo que la imaginación desbordada del Beato Angelico tiene necesariamente -para seguir con las relaciones magníficas entre prosa y verso que brillantemente has sugerido-como paradigma el primer Renacimiento pero contiene como sintagma la fecundidad del símbolo y la eficacia de la más alta plástica. Ahí, en las celdas de San Marco en Florencia, se puede observar todo su genio: el ciclo de frescos del Nuevo Testamento se modela -lo señalas muy bien- con la luz pues es su materia prima, y la luz se dirige, como vórtice, al abismo ¿has notado como la composición circular y en espiral es recurrente en la obra del Angelico?
Símbolo y abismo, diría yo, aparecen en la obra del Beato. Cristo (ver Cristo deriso,1441, celda 7) se despliega o mejor dicho, se desdobla, en múltiples atributos. La Visión del Infierno, en la pintura, siempre es abisal; sin embargo la Visión del Paraíso también es abisal, y su abismo es Luz: el hombre, intermedio es el espejo de ambos. Los modelos teóricos son los del Neoplatonismo con sus Ficino, sus Bracciollini, sus della Mirandola, etc. pero la Visión Neoplatónica sólo puede ser plástica, y ahí está el Beato para demostrarlo. Grande, sublime pintor: hay que regresar a él, creo. Por lo menos yo lo haré desde esta trinchera-taller-bunker de pintor.
Grande abrazo en tu recuperación, amigo.
PD: Recomiendo a los cofrades el desbordantemente hermoso libro de relatos de Antonio Tabucchi, «Los volátiles del Beato Angélico». Anagrama.
Esa parte izquierda del cuadro, el jardín, siempre me ha resultado mágica, y creo haber visto cada brizna de hierba y cada flor una a una.
Me he pasado horas y horas delante de ese cuadro en el museo. Creo que podría ir hasta él con los ojos cerrados. JAJAJA
Y cuánto de Durero hay ya en esos Adán y Eva.
Os invito, con el permiso de Leiter claro está, a:
http://www.museodelprado.es/educacion/recursos/audioguias/la-anunciacion
Otto, ya estoy buscando ese libro.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra
Brillante como siempre, la exposición del Maestro Otto, conocedor de la Historia del Arte Pictórico como nadie. Sólo puedo quitarme el sombrero con absoluta reverencia.
Esta Anunciación, al igual que la Anunciación de Leonardo, atrae la mirada del espectador directamente al instante en que el Mensaje Divino es comunicado a la Mujer, «uniendo» mediante la vista a los dos protagonistas de la escena en un recuperado aliento del Paráclito, en este caso, el aliento de Vida que es la esencia de esa Unión trascendente entre dos fuerzas opuestas pero a la vez complementarias en la escala evolutiva del Hombre y la Mujer, de ÉL y ELLA, que no son nada diferente que la fuerza misma de la Creación. Fijaos como en virtud de este sublime milagro, un estado anterior y extraño es dejado de lado o superado, mediante una especie de «Redención»: así lo revela la pareja «pecadora» que es apartada por un Ángel mientras el instante mágico se produce entre los protagonistas.
La intencionalidad obviamente cristiana de Frá Angélico es profunda: la veterotestamentaria caída en el pecado es ahora superada por la neotestamentaria venida del Salvador. Eso es innegable.
Pero lo que escapa a la voluntad de Frá Angélico es el insuperable simbolismo oculto que yace en todas las narraciones bíblicas y en general de toda religión. Y allí se rompe el mensaje netamente cristiano para ser remplazado por uno claramente «herético», de connotaciones ciertamente herméticas. Diversas corrientes de pensamiento, religión y filosofía se funden en una escena tan simple como esta, para transmitir una idea, sólo entendible para algunos pocos iniciados en los arcanos más indescifrables de la Creación. Es así como funciona: nuestra voluntad es dominada por una superior, todo en virtud de la inveitable Rueda del Destino, que exige el cumplimiento inexorable de sus leyes, aún sin que nostros lo percibamos. Frá Angélico no escapa a esta elemental ley universal.
Bueno, dejando un poco de lado esta «Alquimia del Amor», debo manifestar que el manejo de los colores es muy llamativo es esta bellísima obra. Realmente impacta observar la fuerza que cada color le imprime a la situación, al personaje o al estado que se desea transmitir. Solo un verdadero maestro lleno de seinsibilidad podía lograr ese efecto.
Cuando estés plenamente recuperado Leiter, sácame de esta duda: a qué te refieres con exactitud cuando hablas de «la influencia tomista» en esta obra? Como afecta Santo Tomás en la concepción de esta idea?
Grandes abrazos a todos y una vez más mis profundos respetos al Maestro Otto.
Bueno, poco a poco vamos recobrando la mano derecha.
Lo primero que quiero resaltar es que la otra tarde sonó el teléfono de mi casa. Estuve casi una hora conversando con Otto Cázares y os puedo garantizar que este hombre está dotado no sólo de una cultura inmensa sino de una humanidad desbordante. Me pidió el telefóno los días previos a mi hospitalización y me sorprendió escuchar su voz desde México. Es el primer caso en el que entablo contacto telefónico con un cliente habitual de este bar virtual de copas y la verdad es que resultó una experiencia maravillosa. Hemos prometido volver a llamarnos de vez en cuando y charlar un poco acerca de arte y otro tipo de aspectos culturales. Gracias, Otto.
Me parece, Gato, que alguna vez hemos coincidido inconscientemente en El Prado admirando ese cuadro. Gracias por el enlace, buen amigo.
Iván, una de las máximas de Santo Tomás — también llamado Angélico, por cierto — era interpretar en el estudio de las cosas el sentido que Dios había puesto en ellas para nuestro bien. Además de eso, este cuadro se sumerge de lleno en el simbolismo aristotélico-tomista de motor inmóvil y Primera Causa generadora de vida — los rayos solares — y la búsqueda de una perfección absoluta que sólo puede ser originada en Dios. Para Santo Tomás, todas las cosas tienden a parecerse a Dios mediante su contemplación (De nuevo los rayos solares vinculando a la Virgen). De todas formas, el problema radica en que Santo Tomás consideraba que el alma era creada originalmente en cada ser humano y no era transmitida. Siendo así, el bueno de Tomás se hizo un poco el lío con la transmisión del llamado pecado original. Si el alma es creada en cada ser, ¿Cómo puede heredar el pecado de Adán? Espinoso asunto.
Por cierto, ¿Sabíais que Fra Angélico jamás retocaba sus pinturas por creer que habían sido inspiradas por la voluntad de Dios?
Bueno, que se me cansa la mano. Mañana un poco más.
Un abrazo, Otto, Gato e Iván. ¡Qué lujo de comentarios!
LEITER — ahora sí soy yo quien escribe
Sí, caros amigos: romper la barrera de lo escritural para acceder a la VOZ fue algo ¿como decirlo? como desdoblar extrañamente algo que ya conocía, por la escritura, intensamente, pero este desdoblamiento fue nuevo y sustancioso. Ahí estaba yo decidiéndome a discar el número de Leiter y cuando por fin tomé la resolución, el corazón me retumbaba como si yo tuviera catorce años y llamara a la chica más guapa del salón de clases. El placer ha sido enteramente mío, amigo Leiter.
Un nuevo y fuerte abrazo en tu recuperación. Abrazos también para mis queridos cofrades Iván y Gato.