Tras la II Guerra Mundial, uno de los mayores desafíos con los que se enfrentó la industria aeronáutica fue la materialización de un avión con motores a reacción que sirviese para transportar pasajeros. La clave para construir un reactor de pasaje vendible a las diversas compañías aeronáuticas radicaba en sacar el máximo provecho posible de su ventaja más sobresaliente, su velocidad de crucero. Tras múltiples peripecias, en octubre de 1945, la fábrica británica De Havilland se había centrado en el diseño del DH 106, un prototipo de cuatro motores DH Ghost, con un peso bruto de 36.900 kilogramos y con capacidad para transportar 32 pasajeros. A este modelo se sumó un segundo prototipo, el DH 108, con un peso bruto al despegue de 47.250 kilogramos y espacio para 36 pasajeros. En enero de 1947, y tras numerosas pruebas y ensayos, BOAC (British Overseas Airways Corporation) y British South American Airways solicitan 14 ejemplares entre las dos de este nuevo modelo de avión. Y es en julio de 1949 cuando el Comet realiza su primer vuelo inaugural en la Exhibición de Farnborough, al que le siguen una serie de vuelos oceánicos que no sólo sirven para probar el nuevo avión, sino para demostrar su extraordinario concepto como revolucionario reactor de pasaje.
Tras las exitosas pruebas llevadas a cabo, en las que también se da cuenta de la magnífica maniobrabilidad del aparato, los pedidos comienzan a sucederse: Air France, UAT, Canadian Pacific, British Commonwealth Pacific, Royal Canadian… El primer vuelo regular del Comet tiene lugar el 2 de mayo de 1952, cuando uno de ellos despega de Londres rumbo a Johannesburgo vía Roma, Beirut, Jartum, Entebbe y Livingstone. Ya en el otoño de ese mismo año, el Comet había seducido a la opinión pública mundial de tal manera que la industria aeronáutica británica logra el liderazgo de la aviación a reacción comercial. Sin embargo, durante la lluviosa noche del 26 de octubre de 1952 en Roma, llega el primer problema: Un Comet de la compañía BOAC pilotado por el comandante Foote inicia la carrera de despegue en el aeropuerto romano con toda normalidad. Al alcanzar la velocidad de rotación, el comandante tira de la palanca de mando y consigue levantar el morro de la aeronave. De pronto, el aparato se balancea peligrosamente hacia la derecha y, aunque Foote logra enmendar la situación inicialmente llevando el avión al aire, un nuevo balanceo, esta vez a la izquierda, hace que se pierda velocidad de ascensión con la consiguiente entrada en pérdida de la nave. El comandante Foote decide empujar todo el timón hacia adelante y el avión pica pronunciadamente hacia la pista, abortando el despegue. Obviamente, y superada ampliamente la llamada V1 (Velocidad de decisión), el avión se «come» el resto de pista y alcanza un terraplén por el que cae, resbalando unos 250 metros sobre la tierra empapada por la lluvia. Milagrosamente, y pese a que el avión derramaba combustible a borbotones por sus fracturados tanques, todos los ocupantes consiguen salir ilesos del accidente. La investigación oficial declaró culpable del siniestro al comandante Foote, al estimar que había levantado excesivamente la proa durante el despegue. Dicha circunstancia provocó que la cola del aparato hubiese rozado la pista a lo largo de más de 600 metros durante la maniobra. Foote fue fulminantemente apartado de la compañía y posteriormente transferido a vuelos de carga. Profundamente abatido (Ser capitán de un Comet era lo más alto a lo que se podía llegar profesionalmente en una carrera de aviación por entonces), Foote siempre tuvo la convicción de que él no había tenido la culpa del accidente.
Poco antes del amanecer del 3 de marzo de 1954, un Comet de Canadian Pacific de nueva generación (Con tanques de combustible accesorios para largo alcance) parte de Karachi con once altos cargos de la propia compañía y de la empresa constructora del avión que se disponían a viajar a Sydney. A los mandos del aparato se encuentra el comandante Pentland, posiblemente el piloto más experimentado de dicha compañía aérea. Al igual que lo sucedido en Roma, Pentland consigue mínimamente separar las ruedas del asfalto durante la carrera de despegue aunque el avión entra en pérdida y se acaba estrellando contra una cerca situada al final de la pista. El aparato se incendia y perecen todos sus ocupantes. El informe oficial vuelve a apuntar al piloto como principal responsable de la tragedia, señalando que también había sobrerrotado excesivamente el morro durante la maniobra de despegue. De Havilland, la empresa constructora del reactor, hace hincapié sobre los nuevos controles asistidos del aparato, quizás demasiado novedosos para unos pilotos acostumbrados a los de tipo manual. En otras palabras, los mandos del Comet eran movidos de manera hidráulica, con lo que los pilotos no podían juzgar con exactitud lo que estaba sucediendo en el avión, a diferencia de con los tradicionales mandos directos. De esta manera, De Havilland juzgó que lo mejor era convertir el Comet en un avión más tolerante.
Se rediseñó el borde de ataque del ala, reduciéndose la velocidad de entrada en pérdida e incrementando en casi una tonelada la carga útil. Entretanto, un nuevo prototipo de este avión, la Serie 2, vuela por primera vez en febrero de 1952 e incluso el Comet-3, con nuevos motores Rolls Royce Avon, preparado para una autonomía de más de 4.200 kilómetros y con una velocidad de crucero cercana a los 800 kilómetros por hora, realiza su primer vuelo en julio de 1953. Incluso antes de que este prototipo levantara el vuelo, a De Havilland le llovían los pedidos desde todo el mundo. La compañía estadounidense Eastern solicita 50 ejemplares de la Serie-3… A pesar de los incidentes, el Comet era una revolución tecnológica y había que apostar por él. Por otra parte, no había signos de aparición de otro competidor en la poderosa industria norteamericana.
Sin embargo, y aparte del prototipo, no se llegó a construir ningún otro Comet-3. La mañana del 10 de enero de 1954 dos aviones de BOAC despegaban del romano aeropuerto de Ciampino con destino a Londres. El primero de ellos un Argonaut de construcción canadiense y doce minutos después el Comet matriculado G-ALYP (Yoke Peter). Su comandante, Alan Gibson, promete a su colega del Argonaut informarle sobre la cota del techo de nubes durante el vuelo. Gibson va informando de sus progresos por radio y a las 10.50 AM, hora local, alcanza el techo de nubes a 26.000 pies, disponiéndose a ascender de nuevo hasta la cota de crucero, estimada en unos 36.000 pies. A la hora de informar a su colega del Argonaut, al comandante Gibson sólo se le escucha decir: –«Here, George Yoke Peter. Take my…»– y luego sobreviene el silencio. Algunos pescadores que estaban faenando al sur de la isla de Elba escuchan tres fuertes detonaciones en el cielo, seguidas de una especie de relámpago plateado que surge desde las nubes del cielo y que cae hacia el mar envuelto en una densa nube de humo. Cuando aquellos pescadores llegan con sus embarcaciones a las inmediaciones en donde se ha producido la caída, encuentran un espectáculo desolador: Decenas de cadáveres se hallan flotando sobre las aguas en el más escalofriante de los silencios. El Comet había reventado, literalmente, en pleno vuelo. Los 29 pasajeros y la tripulación fallecen. El suceso conmociona al mundo y BOAC suspende los vuelos de dicho modelo durante nueve semanas, realizándose minuciosas inspecciones en cada aparato. La Royal Navy, en una misión heroica del todo, consigue recuperar del mar el 75% de los restos del reactor siniestrado y se reensamblan en las instalaciones de Farnborough. Las primeras investigaciones descartan un atentado y confirman que la explosión del avión en el aire se produjo por la fatiga del metal del fuselaje que había causado grietas en los alrededores de las ventanillas, originando una repentina descompresión explosiva.
De cualquier manera, el 23 de marzo de 1954 se reanudan los vuelos de los Comet. El 8 de abril, dieciséis días más tarde, un Comet matriculado G-ALYY (Yoke Yoke), con catorce pasajeros a bordo, despega del mismo aeropuerto romano de Ciampino con destino a El Cairo. El avión se desvanece sobre el golfo de Nápoles y sus restos van a parar a más de 1.000 metros de profundidad en el mar. Las circunstancias con el anterior accidente son tan similares que se asume que ambas aeronaves se habían desintegrado por los mismos motivos. Se decide sumergir completamente el fuselaje de un Comet en un inmenso tanque de agua en las instalaciones de Farnborough, en un acto de simular las presiones y consecuentes fatigas del vuelo. Tras 1.830 vuelos simulados en dicho tanque, el fuselaje se agrieta catastróficamente, abriéndose a partir de una esquina de una de las ventanillas de pasajeros. Se decide entonces agrandar las ventanillas, haciéndolas curvas, y dotarlas con un doble revestimiento. Todos los Comet Serie-1 (La serie a la que pertenecían los aviones accidentados) son retirados del servicio y ninguno de ellos vuelve a volar, con la excepción de los utilizados por la Real Fuerza Aérea de Canadá, fabricados a prueba de fatiga, y que se mantuvieron en servicio hasta 1964. Se detuvo también la fabricación del Comet Serie-2 y a los compradores se les pagó una indemnización. Pero lo realmente lamentable es que se vino abajo la larga lista de pedidos del Comet Serie-3, un remozado modelo que sólo tenía en común con antecesores el nombre. De Havilland, que había sido absuelta de toda culpa por la Oficina de Investigación, comete un imperdonable error estratégico e inicia el diseño del Comet-4. Tal vez, si hubiese modificado los Comet-2 y rediseñado la Serie-3, las cosas hubiesen sido muy distintas, en opinión de los expertos.
En febrero de 1955, una vez que la Oficina de Investigación había publicado su informe sobre los accidentes, tan sólo tres Comet-2 estaban operando mientras que otros veinte se encontraban en fase terminal de montaje. Tres de estos tuvieron una prolongada carrera como aviones de espionaje electrónico en la RAF, mientras que otros dos se convirtieron en banco de pruebas para desarrollar el nuevo motor que habría de impulsar al Comet-4. Otros diez aparatos, dotados de nuevos fuselajes con revestimientos más gruesos, sirvieron como transportes militares de la RAF hasta 1967, haciendo gala de un inmejorable récord de seguridad en vuelo y demostrando lo que realmente podrían haber sido los Comet-2 en la aviación civil si se les hubiese dado la misma oportunidad. El nuevo Comet-4, con un peso bruto de 73.500 kilogramos, alcance de 4.377 kilómetros y capacidad para 106 pasajeros, efectuó su primer vuelo Londres-Nueva York, con escala en Gander (Terranova) en octubre de 1958… Sin embargo, el Comet-4 se había convertido en un avión más: La mayoría de las compañías aéreas del mundo se habían decantado ya por los flamantes Boeing 707 y Douglas DC-8. Definitivamente, Gran Bretaña había perdido el indiscutible liderazgo de la industria aeronáutica civil en pos de los EEUU.
El Comet murió de manera irreversible pese a haber protagonizado uno de los grandes logros de la aviación civil. Todo el éxito inicial se precipitó cuando aquel Comet, el Yoke-Yoke, se desintegró en los cielos de Nápoles. El 27 de abril de 1958, Sir Geoffrey de Havilland no asistió al vuelo inaugural del primer Comet-4. En más de medio siglo como pionero de la aviación, jamás se había perdido el primer vuelo de uno de sus aviones. Pero en esta ocasión faltó a la cita, profundamente desolado por los tristes accidentes que dieron al traste con su aparato más preciado. Los últimos Comet que se construyeron fueron a parar a aerolíneas de Argentina, Kuwait, Egipto, Líbano, Sudán y México. Uno de ellos terminó siendo el palacio-volante del rey Ibn Saud de Arabia. Otros dos permanecieron sin lograr venderse. El último Comet salió de fábrica en 1962. Pese a todo, entre 1966 y 1976, la aerolínea británica Dan Air compró casi todos los Comet supervivientes y los utilizó de una manera del todo intensiva sin el más mínimo incidente destacable. El 3 de noviembre de 1980, el último Comet de Dan Air abandonó el aeropuerto de Gatwick hacia la base de reparaciones de la compañía en Lasham. Fue el último vuelo de un Comet comercial, un avión que pagó cara su osadía de ser el primer reactor comercial de la aviación civil. Aún así, la aviación comercial siempre estará en deuda con el Comet, el avión maldito… Pero también el intrépido avión pionero.
Me he quedado con la boca con semejante despliegue de información, Leiter.
Dime, esas repentinas «descompresiones»… más o menos en que consisten? Porque si los cadáveres estaban en el mar significa que no fue una explosión que desintegrara los cuerpos.
Disculpá mi ignorancia en estos temas.
Por cierto, viste la película El Aviador? Es una dramatización sobre la vida del pionero Howard Hughes, dirigida magistralmente por Scorcesse y cin una excelente actuación de Di Caprio en el rol principal.
Quizá ya la viste, pero si no… te la recomiendo.
Sabía que esta entrada sería de tu interés dado el carácter meramente histórico de la misma.
Vi El Aviador, ciertamente, y me pareció una buena película aunque ya sabes que yo no entiendo nada de cine. Pero al menos me gustó y me tuvo atento. Existe otra película sobre Howard Hughes, en blanco y negro, que es una maravilla aunque por desgracia no recuerdo el título.
Vamos a ver: Cuando se produce una descompresión, el aire comprimido de la cabina de vuelo tiende a «equilibrarse» en valores barométricos con el del exterior. El problema surge en que esa circunstancia no se lleva a cabo de forma gradual, sino que el aire «atenazado» del interior de la cabina trata de salir y compensarse lo más rápidamente posible. Ello provoca una explosión de fuerza que conlleva una fatal rotura de los elementos estructurales de la cabina, y mucho más si la misma presenta fallas o pequeñas grietas que favorecen el escape. Todos hemos visto, en las películas, lo que sucede cuando el malo dispara sobre una ventanilla del avión y la rompe. El flujo del aire arrastra violentamete a ese mismo malo de la película y acaba siendo engullido hacia el exterior. En este caso, el avión no «explota» porque la estructura se mantiene intacta y aguanta la descompresión accidental. Todo el aire se escapa por la ventanilla y así se crea una corriente violenta que hace de terrorífico aspirador. El problema del Comet radicaba en que su estructura presentaba múltiples grietas, apenas perceptibles, que ante una descompresión se abrían. Eso significa que el avión, efectivamente, estalla. Pero no como consecuencia de una explosión reactiva, como puede ser en el caso de una bomba, sino que se abre como una lata y los cuerpos salen despedidos. En el caso de una bomba, la conflagración explosiva provoca una onda expansiva mucho más violenta que destroza todo lo que encuentra a su alcance. Los cuerpos resultan ya mutilados mucho antes de que salgan despedidos del aparato. De ahí que la descompresión, aunque produzca una traumática deflagración, sólo hace que el infeliz pasajero sea despedido entre los restos de una estructura EXTERNA que se desmorona. Si un ser vivo, aunque ya esté cadáver como producto de los traumatismos fatales a resultas de salir despedido de un avión, cae en vertical, su cuerpo puede aparecer sin extremados signos de violencia flotando en el mar. Otra cosa es que, tras despojarle de las ropas, descubras que los fémures le salen por los hombros…
No sé si me habré explicado bien, Frank. Una cosa es una explosión endógena provocada por la fuerza de un explosivo y otra el desmoronamiento casi instantáneo de la estructura de un avión como consecuencia de una serie de fallas apenas perceptibles.
Un abrazo, Frank
LEITER
Ahora he entendido perfectamente. es que cuando leí lo de los destellos que vieron los pescadores me imaginé uan gran explosión.
Hablando del tema aviones… Me crucé ayer con unas impactantes imágenes de un accidente aéreo «controlado» de un Boeing 720. Lo realizó en 1984 la Administración Federal norteamericana junto a la NASA que se encargó de pilotear la nave mediante un robot para luego estrellarlo contra la pista.
Te dejo el link: http://journal.triangletriangle.com/post/726634339/boeing-720 (también hay un video)
Ese accidente simulado del Boeing 720 (Un 707 de tamaño reducido) fue un verdadero fracaso. Se intentaron probar unos materiales ignífugos y los pobres dummies se achicharraron con el fuego, aunque no todos. Fue un experimento del que se sacaron, se diga lo que se quiera decir, muy pocas conclusiones.
De todas formas gracias por el enlace. Buenísimo, Frank.
Voy a tener que abrir un blog sobre aviación…
LEITER
Uno que deje lugar para las misteriosas desapariciones en el Triángulo, ja, ja…
Me imaginé que sabías de ese experimento pero igual quería compartirlo.
Mi buen Leiter y amigos de la Hermandad Leiterina, hoy les escribo estas breves palabras sólo para saludarlos y que sepan que de ninguna manera me he olvidado de Blues ni de mis buenos Cofrades; lo que sucede es que continuo sumamente atareado con varios asuntos de carácter laboral que han minado mi tiempo, al punto que no he podido leer con detenimiento las entradas. Y vaya que me hace falta: puedes estar seguro Leiter; Blues se ha convertido en indispensable para mí, como respirar.
Ya me dedicaré una tarde entera a revisar las entradas de los últimos días. Pero eso sí: por muchas obligaciones que tenga, no me perderé la del viernes…»Mild und Leise, wie er lächelt…» Oh, Obra Sublime del más alto Dios!
Te abrazo con fervor amigo Leiter.
PD. Has tenido noticias del Maestro Otto Cazares? Un gran saludo al más alto Sabio Mexicano.
Que pena, se acabo la sección, estaré al tanto si se comenta algo sobre el tema de los extraterrestres o sucesos paranormales, ha sido muy inetersante y gratificante, de verdad lo digo.
Un saludo a todos.
Gracias a ti, Miguel, por haber realizado un completo repaso a esta sección. Cualquier noticia que sea susceptible de comentar la incluiremos en cualquier otro apartado. Además, nuestro Caballero de la Orden Teutónica, Iván Paixao, tiene mucho que decirnos todavía sobre estos temas.
Un fuerte abrazo, Miguel
LEITER
Impresionante la documentación y el artículo del Comet, felicitar a LEITER y decir quiero que admiro un trabajo tan rico en la comprensión del texto.
No me conocéis, es la primera vez que visito este lugar cibernauta, pues resulta que administro un portal de aviación, del que tan solo soy un aficionado aférrimo, en el que escribo humildes artículos y lo doto de toda la información que considero es oportuna para aficionados y profesionales de la aeronáutica, y en el artículo de la caja negra y su inventor el Dr.David Warrer, comento el accidente del Comet que dicho Doctor investigo, por qué causas se destruyo. Tal investigación desencadeno finalmente en el invento de la Black Box, y así determinar con más exactitud las posibles causas del accidente de aviación. Pues en el susodicho artículo enlazo en la palabra Comet esta URL, así el lector puede visitar y informarse del artículo de LEITER.
Podéis visitar le lugar web en http://www.aeribalta.com
Gracias y de nuevo felicitar a LEITER
Gracias por la información, JRaviador, y desde este momento queda vinculada tu página en el blogroll de esta casa
LEITER