La música no sólo sirve para mero placer del ser humano; en ocasiones, la música sirve también para hacernos reflexionar desde nuestro interior. Escuchando el fragmento que hoy os brindo mediante el enlace al vídeo, el Adagio assai del Concierto para piano en Sol mayor de Ravel, no puedo imaginar un mundo de estulticia y maldad. ¿Cómo puede haber gente «mala» teniendo esta música a su disposición? Esta pieza, de lo mejor y más inspirado que jamás creó Ravel, es uno de esos fragmentos musicales que percuten el alma. Si no lo sentís así, disculpad que os diga, con todo el dolor de mi corazón, que no tenéis sensibilidad musical. Perdonad de antemano que sea tan riguroso. Esta estupenda interpretación del vídeo se corresponde con la versión ofrecida en directo por Arturo Benedetti-Michelangeli acompañado por la sabia batuta de Sergiu Celibidache.
De los dos conciertos para piano de Ravel, concebidos simultáneamente en 1929, éste fue terminado un poco antes, en otoño de 1931. Se estrenó el 14 de enero en París, en los conciertos de la Sala Pleyel (Lamoureux) bajo la dirección del compositor y con Marguerite Long como solista. Inmediatamente, Ravel comenzó una gran gira con esta intérprete a través de Europa, presentando esta obra con enorme éxito en todas partes. La orquestación es mucho más clásica que la excesivamente recargada, a mi juicio, del Concierto para la mano izquierda. El Adagio, en Mi mayor y compás de 3/4, toma como modelo formal el movimiento lento del Quinteto para clarinete de Mozart. Durante 34 compases, el piano despliega en solo una melodía en 3/4 en la mano derecha, acompañado en la mano izquierda por un ritmo obstinado. (Y, curiosamente, escrito en 3/8). Toda la maravillosa belleza de este movimiento está basada, de hecho, en la ambigüedad rítmica y en las extrañas armonías y disonancias que aportan a esta página una coloración exquisita. Tras un prolongado trino, el piano espera a sus acompañantes, flauta, óboe y clarinete, y continúa su ejercicio guardando su ritmo inmutable en la mano izquierda. El diálogo con la orquesta se va haciendo cada vez más tenso, pero el piano prosigue en seisillos hasta llegar a un fortissimo en sol sostenido menor, inquietante sobre un bajo de Sol becuadro, antes de volver a descender hasta la tonalidad inicial. Es entonces cuando el corno inglés — el instrumento de mayor belleza tímbrica de la orquesta — recoge la melodía del solista, que le acompaña hasta el fin con fusas de una delicada fluidez. Precedido de un canto murmurado por la flauta con una conmovedora sensibilidad, el sonido del piano se desvanece definitivamente sobre un trino que pone punto final a este prodigioso e inolvidable ensueño. Disfrutad con esta portentosa música.
Hace mucho que no escribia en tu blog, pues tenía casi un año de estar recorriendo el mundo a voraces pasos y hoy esta peripecia terminó, lo curioso es que cuando llegaba a mi hogar empezó a llover entonces no se porque recorde este mismo movimiento, y no se como volví a dar con vuestro blog. Esto solo para decirte que estas muy bien desarrollado en los menesteres del ekphrasis porque que buena y acertada descripción del ya mencionado movimiento.
La melodía es en si una muy inquietante tranquilidad, no se como lo sientas, que me recuerda al monólgo final de la película del ya fallecido Ingmar Bergman FRESAS SALVAJES, si no hemos visto dicha película -y lo digo tambien para aquellos que leen esto- es muy recomendable. Y esta llega a ser una muy pobre comparación porque esta pieza musical como taladra en el sentimiento, conmueve; bueno en fin espero que este sea un buen comentario a mi regreso.
Claro esta que aunque la ekphrasis refiere al trabajo visual y no al melódico pero en esto del arte culto la percepción y la estética llega a ser lo mismo.
¡Cuánto tiempo, amigo Fernand!
Celebro que te pases de nuevo por esta página después de tu periplo por el mundo. Tus comentarios siempre serán bien recibidos en este bar de copas virtual. La descripción literaria de una obra de arte es siempre algo complicado y el término ekphrasis, como muy bien apuntas, se corresponde más con el arte visual. El mayor problema que tengo a la hora de comentar una pieza musical es que no puedo dejar de utilizar términos «estrictamente» musicales que pueden llegar a ser incomprensibles para alguien que no tenga una mínima noción sobre el tema. He de mejorar y mucho en este aspecto.
Trataré de ver la película de Bergman que mencionas.
Un saludo cordial, Fernand, y bienvenido de nuevo a esta casa que también es tuya.
LEITER
«El mayor problema que tengo a la hora de comentar una pieza musical es que no puedo dejar de utilizar términos “estrictamente” musicales que pueden llegar a ser incomprensibles para alguien que no tenga una mínima noción sobre el tema» APIADATE DE NOSOTROS LOS PROFANOS, LEITER jajaja.
Realmente sublime queda corto a la hora de describir esta pieza. Como dice Fernand: taladra en el sentimiento. Qué bien dicho! Al oirla, es fácil sentir que uno vuela, o que se encuentra en un valle infinito… basta con cerrar los ojos y dejar que la Música penetre en el alma.
Muchas gracias por compartir esto, Leiter. No conocía este concierto. Me llama la atención como termina, es decir, te das cuenta que es una pieza escrita por Ravel.
Y muchas gracias por al link a mi entrada. es muy bueno compartir los clásicos, así como también las novedades.
Un abrazo, en seguida me daré una vueltita por Mahler.
Gran enlace. Preciosa música.
Frank, yo creo que uno se da cuenta de que se trata de Ravel desde que suenan las primeras notas. Si algo tiene este hombre es que se le reconoce al instante. Es distinto, singular.
Un abrazo a todos.
Pensándolo bien, tienes razón, desde el principio el sello de ravel flota en el aire. Es que su música es tan… de él y nadie más que de él. Es genial.
Saludos Angel, que tengas buenas noches (ya debe ser medianoche por allí sino me equivoco)
No seas modesto, Frank, que tú estás muy puesto en música, como así puedo comprobar a diario en tu excelente blog.
Esa música penetra y percute el alma, sin duda. Y coincido con Ángel plenamente: Se nota que es de Ravel desde el primer compás, al menos desde que entra la orquesta. Y me gustaría añadir algo al respecto: Si a un compositor se le reconoce al instante, ese es un buen síntoma (descartemos los mediocres, que «haberlos, hailos»). Ravel es muy peculiar y toda su música sinfónica parece estar envuelta de un halo de fantasía, de añoranza infantil, de melancolía interior y de suavidad aterciopelada. Y eso es, en buena medida, porque Ravel fue, de largo, uno de los mejores orquestadores de su época. Se conocía a la perfección los timbres de los instrumentos y probaba con combinaciones tan ingeniosas como insólitas.
Pero como dijo Fernand, creo que de manera muy acertada, lo mejor de este precioso fragmento es que se respira una tranquilidad INQUIETANTE. De ahí la gran belleza de la página, que no se recarga y nos mantiene enganchados en todo momento.
Ya pondremos, a la vuelta del verano, más «cosillas» de Ravel.
Gracias, Frank y Ángel. Un fuerte abrazo a los dos. Me encanta saber que esta música os ha «percutido» el alma.
LEITER
I recently came across your blog and have been reading along. I thought I would leave my first comment. I don’t know what to say except that I have enjoyed reading. Nice blog. I will keep visiting this blog very often.
Sara
How do you do
Welcome to LEITER´S BLUES, Sara
I suposse you´ll understand spanish…
LEITER
En primer lugar les envío un fraternal saludo desde Chiloé, Isla de la Décima Región de Chile. Paso al tema: tengo una especial relación con el segundo movimiento del Concierto para piano y orquesta de Ravel. Lo he escuchado, no sé, 100 o 200 veces y no me he cansado jamás de alabar su extrema delicadeza y elegancia. Me siento totalmente transportado por lo vaporoso de su cadencia. Es de una sutileza realmente extraordinaria. Cada parte del tema está finamente concectada con la siguiente y me inspira los sentimientos más profundos de melancolía como de tranquilidad. No concibo cómo un compositor pudo alcanzar semejantes fronteras de la creatividad.
Soy profesor de Historia y de vez en cuando reproduzco el concierto en pleno desarrollo de una prueba, logrando plena concentración de mis alumnos.
Esto es lo que puedo decirles. Gracias por la oportunidad.
Bienvenido al blog, profesor Frank.
Una especial coloratura en la escritura pianística, una precisa y nada recargada orquestación, unos dibujos melódicos largos y sabiamente desarrollados mediante complejas y atrevidas armonías, una delicadeza exquisita en el tratamiento instrumental de la sección de maderas… E Inspiración, mucha inspiración. Así es como Ravel pudo armar esta inolvidable pieza.
Usted lo ha expresado mejor que yo: «…Me inspira los sentimientos más profundos de melancolía como de tranquilidad»— Exactamente lo mismo que a mí, se lo aseguro.
Brillante idea la de reproducir el concierto en pleno examen. Estoy seguro de que sus alumnos se lo terminarán agradeciendo.
Gracias por su comentario, profesor Frank, y un saludo a la comunidad de Chiloé desde España.
LEITER
Hola Leiter, Ravel es mi compositor favorito. Recuerdo que cuando me adentré cuando chico en este maravilloso mundo de la música clásica uno de los primeros cd’s que quería tener era el Bolero de Ravel, pero obviamente no venía solamente esta obra, sino que el concierto en Sol Mayor de Ravel, la verdad es que no me interesaba en ese momento esa obra, y nunca la escuchaba directamente, lo que si sucedía era que el cd quedaba puesto y lo terminaba escuchando completo, hasta que un día algo hizo click en mi interior y me llamó mucho la atención el tercer movimiento, la rapidez al tocar el piano y su sonido envolvente con toques jazzisticos (la verdad en esa época me atraían más las melodías rápidas e intensas en sonido), al poco tiempo le fui dando más oportunidades y quedé completamente enganchado con el primer movimiento que era para mi una mezcla entre el segundo y tercero, con partes intensas, aceleradas y momentos de increíble pausa, belleza y delicadeza musical, pero seguía sin atraerme el segundo movimiento, lo encontraba «muy lento» (estamos hablando que tenía unos 13 años). Pero como ya me gustaban mucho el 1ero y tercero al final escuchaba la obra completa, hasta que un día el segundo movimiento tocó algo en mi y desde ese día que es una de mis obras favoritas y Ravel pasó a ser mi compositor preferido. Luego de eso se vino una oleada de compras de obras de Ravel, grabé de la radio Sheherezade recuerdo.
La verdad concuerdo con los comentarios anteriores, este movimiento es de una delicadeza, dulzura, relajación y tensión a momentos extraordinaria, llena de una belleza impresionante, realmente te toca el alma, no me canso de oírla y no concibo a veces como alguien puede haber hecho algo tan hermoso. La música de Ravel está lleno de un rico color orquestal, por algo es reconocido como un gran orquestador, y entre todas las versiones la de él de Cuadros de una exposición es la que se toca por excelencia. Lleno de evocaciones a la niñez, su precisión de relojero suizo por su padre o la inspiración vasca de su madre. Maurice Ravel es un genio, lástima que hubieron obras que solo quedaron en su cabeza y no pudieron ver la luz por la terrible enfermedad que padeció al final de sus días.
Hola Leiter,
aunque llevo tiempo escuchando música clásica a diario – desde los 11 años y cuento ahora con 38 – no ha sido hasta ahora que he descubieto este concierto. Es cierto que transmite una paz y tranquilidad que hace sentir que flotas en el aire, que viajas sin moverte. Es muy lírico y virtuoso. Y esta sensación, en un concierto para piano, sólo la he tenido también con el Adagio del Concierto para piano N.23 de Mozart.
Lo que me sorprende también es encontrar algo tan lírico y personal entre dos movimientos tan diferentes como son el primero y tercero. La verdad es que Ravel puede que hay sido el mejor orquestador de todo el siglo XX junto con Richard Strauss.