El primer semestre de aquel año había resultado especialmente duro para mí, no ya en el aspecto profesional, sino más bien en el ámbito estrictamente personal e íntimo. Hasta entonces, yo era de ese tipo de personas a quienes les cuesta asumir cualquier derrota o fracaso en el transcurso del devenir existencial y por esta circunstancia no terminaba por asimilar del todo en mis pensamientos que algo tan sencillo como las relaciones que envuelven a los seres humanos son, en ocasiones, como un azaroso juego de tómbola en donde un simple paso de casilla en la ruleta de los acontecimientos provoca que la hasta entonces aparente y apañada felicidad personal se transforme en una horrorosa pesadilla que parece no tener fin. Estaba tan seguro y convencido de todo cuanto me rodeaba que aquella inesperada ruptura, insistentemente profetizada por quienes inicialmente consideré como enemigos, provocó tal convulsión espiritual en mi vida interior que durante casi un par de años no acerté a vislumbrar un simple atisbo de luz en el negro túnel sentimental en el que me veía atrapado. De un período inicial caracterizado por las soledades compartidas con el whisky durante los inacabables y melancólicos fines de semana pasé a un segundo estadio donde, afortunadamente, la ingesta alcohólica disminuyó en beneficio de la eterna búsqueda de algún alma misericordiosa que suplantase a quien con su ausencia había cimentado el abismo sentimental en el que me veía envuelto. Sin embargo, cuando la cabeza de uno no está en el sitio adecuado es bastante difícil llegar a buen término cualquier tentativa de esta índole, mayormente porque uno trata en vano de reflejar el recuerdo de la ausencia en la novedosa y estimulante aparición. De esta fase pasé a una tercera consecuentemente definida por la reflexión interior que desemboca en una viciada subestimación que llega incluso a salpicar cualquier ámbito de tu trayectoria vital. Es entonces cuando uno decide ponerse al amparo de unos supuestos especialistas médicos que no paran de recetarte pastillas ansiolíticas para contrarrestar la anímica y reactiva depresión. De esta manera, y siguiendo las prescripciones facultativas, por las noches solía retirarme a dormir estando ya insólitamente dormido y casi anestesiado por unos fármacos que me salían por un ojo de la cara y que además tenían efectos colaterales sobre aquellas capacidades físicas que paradójicamente también suelen estar relacionadas con lo afectivo. Aunque esta difícil circunstancia, dada mi soledad de entonces, tampoco me preocupaba en exceso. Al final, opté voluntariamente por regresar a las formalidades de mi primera terapia aunque, eso sí, economizando el whisky de los sábados de manera recurrente y en absoluto como condición necesaria. Observé una leve mejoría espiritual felizmente acompañada por el florido despertar de ese apéndice físico y telescópico al que todos los hombres consideramos de capital importancia y que se había aletargado por efecto de los fármacos. Pero, desgraciadamente, seguía encontrándome más solo que la una… Poco a poco fui sobreponiéndome de mi depresión aunque, para ser sinceros, seguía percibiendo un enquistado dolor en mi corazón que en ocasiones muy puntuales me provocaba algún que otro cortocircuito emocional sin mayores consecuencias. Así, con la llegada de la primavera, tomé como sana costumbre la de pasear por entre los bulevares de la calle de Juan Bravo, degustando aquel lánguido sol de atardecer que acariciaba con mimo las fachadas de los suntuosos edificios. Aquel comportamiento conseguía relajarme y me llenaba además de una extraña melancolía «positiva» que, lejos de sumirme en la nostalgia, parecía compadecerse de mis soledades afectivas y sentimentales. –» Debes aprovechar al máximo estos momentos de soledad que estás viviendo. Tal vez, algún día los eches de menos»– sentía como me gritaba una sorda voz interior. Fue una época donde me encontraba especialmente sensibilizado para la asimilación artística y así, casi todos los sábados por la tarde y aprovechando el buen y primaveral tiempo, nada más almorzar me escapaba hacia el Museo del Prado, estancia donde me tiraba unas cuantas horas en la contemplación de una docena de cuadros, a lo sumo, que previa y mentalmente había seleccionado. A la vuelta, cenaba en el restaurante El Rescoldo de mi amigo Antonio y me distraía viendo el partido de fútbol que puntualmente retransmitían por televisión… ¡Qué demonios! ¡Era un lujo mi soledad! Hacía todo lo que me daba la gana y no me veía obligado a ir otorgando explicaciones por allí y por allá. Pero aún así, seguía encontrándome solo por las noches y dormía de lado y abrazado a la almohada, en una especie de búsqueda trascendental de alguien que aplacase mis vacíos anímicos.
La casualidad permitió que durante la última semana de mayo de aquel año me encontrase con mi hermano Ludovico el Magnífico en Nürnberg, República Federal de Alemania. Una noche tuvimos la oportunidad de compartir un magnífico codillo asado, unos extraños cuba-libres y una no menos interesante y amena conversación del todo íntima y familiar. –«¿Cómo lo llevas, Leiter? Mamá está muy preocupada por ti. Dice que te ve más delgado y que se ha enterado de que ya no acudes a la consulta de don Javier… Sabe que estás pasando una mala racha y nos ha pedido a todos los hermanos que te ayudemos en lo posible ¡Y mira tú por dónde vamos a coincidir aquí, en Alemania! ¿Sabes? yo creo que lo que a ti realmente te pasa es que estás enclaustrado en Madrid. Ya no sales a ninguna parte y estás muy contaminado de toxinas urbanas… ¿Qué piensas hacer este verano? ¡Nada, como siempre! Hazme caso, Leiter: Vete unos días con mamá a Guadarrama, al apartamento de la Sierra… Ya sabes que yo me acabo de mudar allí, a una casa que está a tiro de piedra de nuestro apartamento. Escúchame: Durante el mes de julio me voy a tomar al menos quince días libres. Vente, coño, y salimos por ahí a pasear, a montar en bici, a nadar, a tomar copas, a ligar… Conozco a los dueños de un garito donde ofrecen actuaciones en directo. Ya verás, Leiter, la que liamos tú y yo con la guitarra y el piano. Vamos a dejar alucinadas a todas las tías buenas que por allí paran… Anda, dame tu número de teléfono móvil que te llamaré en cuanto mismo vaya para allá»– Un tanto sorprendido, contesté: –«Ludovico, yo no dispongo de teléfono móvil. Además, ¿Para qué cojones quiero yo un cacharro de esos que ahora se han puesto de moda si todo el que me conoce sabe en dónde encontrarme?»– Sin embargo, nada más aterrizar de vuelta en Madrid adquirí uno de esos teléfonos celulares que, comparados con los de hoy en día, parecía un auténtico ladrillo con antena extensible. Como casi nunca nadie se dignaba en llamarme, yo daba el número a todos aquellos conocidos o no con quienes me encontraba y, en las pocas ocasiones en que dicho artefacto sonaba, me sentía un ser importante de cara a la galería. (Hemos de tener en cuenta que hace unos trece años, el hecho de poseer un teléfono portátil suponía más bien toda una novedad). Una tarde, en vísperas de julio, mi hermano me llamó: –«Escucha, Leiter. El próximo sábado me tomo un receso de quince días. Te espero por Guadarrama. ¡No me falles!»– Tras sopesarlo mucho, finalmente me decidí a acompañar a mi madre unos días en el apartamento, llevándome incluso las dos gatas que por entonces tenía y que me otorgaban una inestimable compañía, Mireille y Rebeca. Este aspecto, si bien inicialmente disgustó a mi madre, acabó por ser una de las mejores ideas de toda mi estancia vacacional, ya que mi progenitora se encaprichó con ellas sobremanera, y mucho más desde que descubrió que unos simples animales pueden llegar a ser tus mejores amigos. Nada más llegar a Guadarrama, y a instancias de mi hermano, adquirí una bicicleta de montaña y con la misma le acompañé a lo largo de numerosas rutas que me enseñó por los pedregosos senderos de la hermosa Sierra madrileña, iniciándome en una afición al pedaleo que ha perdurado hasta hoy en día. Las dos primeras noches acompañé a mi hermano a esos locales de copas que estaban tan de moda pero, la verdad sea dicha, ni ligué ni lo intenté. Fue curioso, pero lo que quizás menos me apetecía durante aquellos días era trasnochar… Me marqué, casi de forma inconsciente, un plan de vida vacacional que consistía principalmente en madrugar y salir a hacer kilómetros y kilómetros de bicicleta para posteriormente tirarme un par de horas ejercitándome con la natación en la piscina comunitaria. Paulatinamente, me fui sintiendo en forma y a gusto conmigo mismo, logrando olvidar el trauma que tanto me estaba afectando a nivel psicológico. Lo que inicialmente iba a suponer una visita — prácticamente de cortesía — de una semana de duración se acabó convirtiendo en un verdadero período vacacional de tres semanas, sintiéndome cada día más dichoso y percibiendo con meridiana claridad la diferencia entre llevar una vida urbanamente desordenada e impulsar una alternativa con claros matices deportivos y en el marco saludable de la Sierra madrileña del Guadarrama. A todo ello ayudó mucho el hecho de que mi madre jamás interfiriese en mis decisiones durante aquellos inolvidables días de verano, quizás observando un positivo cambio de actitud a la hora de afrontar mis vivencias. Por su parte, mi hermano Ludovico, viendo que yo desarrollaba mi vida tranquilamente, no me importunó en exceso y apenas volvimos a vernos durante aquellos días de vacaciones. Otro de los remedios que adopté en esos estivales días fue el de la lectura. Por las tardes y hasta bien entrada la madrugada, devoraba libros y libros sin cesar sobre los temas más diversos aunque en ningún caso sobre asuntos relacionados con mi profesión. Antes de cenar, me bajaba al kiosco que estaba instalado junto a la piscina comunitaria y me apretaba un par de buenos gin-tonics que me hacían más fácil la lectura. Casi sin darme cuenta, noté como mis enquistados complejos emocionales se iban diluyendo poco a poco, adquiriendo una mayor autoestima que me servía para irme relacionando socialmente con otros veraneantes que por allí estaban, compartiendo con ellos alguna que otra partida de mus. Fue una tarde-noche de esas, en plena sesión de lectura con gin-tonic incluido, cuando el inconfundible sonido del Motorola me devolvió por unos instantes al mundo real. –«¿Sí?»– Contesté adoptando una pose de manifiesta chulería al sentirme observado por el resto de clientes de aquel kiosco, notable síntoma de mi recuperación anímica.
–«Vaya, ¡Qué sorpresa!«– Respondí sorprendido — «No sabía que tuvieras mi número de móvil… ¡Claro! ¡Se lo doy a todo el mundo! ¿Qué te cuentas, guapetona?… Sí, ya… No, yo ahora estoy en la Sierra del Guadarrama… Dado lo que ocurrió la otra noche no esperaba que me llamaras, la verdad… Debiste aburrirte un montón con mis gilipolleces, con el relato de mis putos problemas. Y luego, encima, no se me ocurre otra cosa mejor que intentar besarte junto a la misma puerta de tu casa… ¿Cómo dices?… Ya, te entiendo. Es demasiado pronto para iniciar una relación, claro… Mujer, si te encuentras tan mal coge el coche y vente aquí… ¿Mi madre? Ella pasa de todo; tú no te preocupes por eso… Ya, entiendo… Escucha: Aún tengo intención de quedarme una semana más por aquí pero el sábado tenía previsto bajar a Madrid para arreglar unos asuntos. Si tú quieres, nos vemos un rato por la tarde… Eso sí, te prometo que voy a ser más cortés contigo y no te voy a intentar besar de nuevo… Ya, ya, pero, ¡Joder, es que estás tan buena que…! Ya… Vale, no he dicho nada… Sí, el sábado; pasado mañana. Podemos quedar en… ¿Conoces Sixto, en la calle de Ortega y Gasset? Venga, pues allí nos vemos a las ocho… Vale, mejor a las nueve… ¿Cómo quieres que te componga una melodía si aquí no tengo ni piano ni papel pautado?… Bueno, ya veré cómo lo puedo hacer… Tranquilízate, mujer. Cenamos y me cuentas tus problemas sosegadamente. Ahora seré yo quién te tenga que escuchar… Tú también me caes muy bien y sabes que en lo poco que aún te conozco, te aprecio mucho… De veras que lamento lo del otro día… No, pero para mí si tuvo importancia y me siento bastante avergonzado contigo… Creo que podemos ser muy buenos amigos… Bueno, cálmate y no pienses en esos problemas ahora. Espérate a pasado mañana y hablamos… Vale… Yo también tengo ganas de verte… Me lo pasé muy bien contigo la otra noche… Venga, a las nueve en Sixto. Sí, el sábado… ¡Qué no, qué no se me olvida, mujer!… Vale, otro para ti. Chao, Celia…»–
No puedo estar más de acuerdo contigo en el proceso de reelaboración de una pérdida, ¿será que es universal? :-)).
Los buenos libros, siempre maravillosos, y el aire libre lo sacan a uno de todos los agujeros.
Y no deja de ser mágico pensar que la vida cambia así, de repente, con una llamada de teléfono inesperada, dando la vuelta a una esquina. Para los que hemos pasado o pasamos por ello es una lucecita al final.
Besos, Leiter
Pues fue así, tal y como lo cuento. Mañana quizás entiendas porque publiqué esta entrada precisamente hoy. (THENIGER estará con su comentario el domingo)
Yo creo que donde menos te lo esperas, cuando las circunstancias parecen ahogarnos, surge un rayo milagroso de esperanza. Por razones objetivas, no puedo contar las circunstancias de Celia cuando nos conocimos. De hecho, nos conocíamos de vista desde hacía muchos años. Todo el mundo pensó que lo nuestro era una simple aventura veraniega y… Llevamos ya trece años compartiendo nuestras vidas. Existe un Leiter antes y después de Celia. El de antes era más visionario y aventurero. El de ahora es más reposado… Bueno, eso dicen.
Y, ahora que no me lee — Celia es abstemia y no acude a ningún bar, ni a este de copas virtuales — aprovecho para decirte que cada día estoy más enamorado de ella y que me siento el hombre más afortunado del mundo por compartir mi vida con la suya.
Mañana entenderás porqué me he puesto tan romántico, Amalia.
Besos, muchos besos.
LEITER
Estimado señor Leiter
Nota: Lamentablemente estoy utilizando esta vía para enviarle estos comentarios a cerca de otros comentarios aparecidos en su blog de diciembre de 2008, Le agradezco me disculpe pero trate de ver donde aparecía su email y no lo encuentro.
Para dar inicio a mis comentarios he tomado en consideración parte textual de lo que deduzco es la declaración de principio, visión, misión y existencia de su prestigioso Blog “Leiter’s Blues”, herramienta que hoy por hoy nos facilita mucho el acercamiento y la manera más expedita de poder realizar el proceso comunicacional sin estar uno al lado del otro y sin necesidad de tener que gastar grandes sumas de dinero, poder tener acceso a la información, al acontecer de grandes hechos e intercambiar ideas y opiniones sobre diversos tópicos que poco a poco pueden ir cambiando la historia.
…. quiero nutrir este blog. Con retratos, comentarios, críticas e impresiones de cualquier acontecimiento que me haya llamado la atención y que no ha de circunscribirse, únicamente, al ámbito de las calles y travesías del madrileño barrio de Salamanca. También hablaremos de Música, actividad que ha condicionado buena parte de mi existencia. Este blog está abierto a las opiniones, sugerencias y comentarios de todo aquel que lo desee. Que cada cual hable de lo que le venga en gana, pero intentando, en lo posible, mantener una homogeneidad con los temas que se vayan tratando. El único requisito es respetar las opiniones de los demás participantes y la de un servidor, que para eso ya va peinando canas…
… No tengo más pretensiones. Puede que este diario peque de un excesivo personalismo y de una particular manera de ver y comprender las distintas situaciones. Pero eso depende mucho, también, de vosotros. En la medida en que os animéis a expresar y comentar vuestras opiniones, el blog se irá convirtiendo paulatinamente en esa paleta ideal de colores con los que pintar la viva realidad que nos rodea…
…Ah, juro por mi conciencia y honor que todas las situaciones descritas en este blog son pura realidad. Cualquier parecido con la imaginación es mera coincidencia. En caso contrario, este diario de sensaciones no tendría el más mínimo sentido. Ni para vosotros ni, desde luego, para mí….
Por tal motivo, me he tomado el atrevimiento (disculpe) de insertar (párrafos anteriores) tres párrafos (…) de lo que creo sea esa declaración, para mi análisis, de tal manera que:
Primer párrafo: Usted muy bien determina el propósito del blog y lo dimensiona infinitamente ya que pretende no sólo manifestar lo que localmente suceda, sino, que trata de transculturizarlo y de abordar un cúmulo de manifestaciones propias de sus dogmas y erudiciones; dando libertad de opinión sin entablar controversias lo cual debe ceñir toda manifestación oral o escrita ya que el objetivo debe ser educativo e informativo, mediante la utilización de este medio universalmente propicio para atender grandes masas y no llegar a hacer diatribas poco constructivas y formativas. Aquí estoy completamente de acuerdo con usted y celebro que personas de tanta intelectualidad hagan buen uso de este medio y nos ayuden indirectamente a que se conozca lo bueno, lo malo y lo feo que se produce y acontece en un pequeño país de la América del Sur, llamado Venezuela; país que por cierto fue liberado por un pequeño gladiador llamado Simón Bolívar, quién no sólo liberó a Venezuela, sino que también lo hizo con otras naciones como Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia y además entre otras hazañas se pueden nombrar el haber participado en gesta que ayudaron a la independencias de algunas naciones de norte, Centroamérica y hasta de Europa.
Gústele o no, de una u otra forma a título personal creo que debemos mucho a aquellos emigrantes y colonizadores europeos (a lo mejor alguno de sus ancestros) ya que bien o mal, aupados y emocionados por las grandes riquezas que nuestro creador supremo (Dios) nos legó, y que según la historia fueron nuestros primeros colonizadores; quizás a ellos les debemos esa cultura que también nos legaron y que hoy está dando sus frutos con la aparición de un movimiento musical que está dando mucho de qué hablar fuera de nuestras fronteras patrias,
En un segundo párrafo usted habla de pecar de excesivo personalismo y de una manera peculiar de ver las cosa, razón que difiero ya que usted deja una ventana abierta a objeto de que también el blog sea internalizado por nosotros y sumemos un valor agregado y así poder lograr un crecimiento cónsono, ordenado y de interés colectivo, aquí debo manifestar que sus pretensiones se quedaron cortas ya que con este principio usted ya no puede ser personalista y sus pretensiones son la manera más didáctica y ortodoxa de permitir el fenómeno de la comunicación y creo que en muy poco tiempo usted debe llegar a obtener su cometido y su paleta de colores debe ser una referencia en el ciberespacio.
Para darle más crédito al tercer párrafo, he considerado pertinente anexar algunos comentarios de otras fuentes que no sólo van a apuntar que usted está en todo lo correcto en la declaración de ese principio sino que esa percepción y ese capricho personal para con el maestro Abreu, es una realidad en nuestro país.
Acogiéndome a la libertad de emitir opiniones y de no faltar el respeto y tratar de cumplir con lo que creo su línea editorial, estimado amigo Leiter ya que usted manifiesta que la inclusión de la orquesta en el top obedece a un capricho personal por brindarle un homenaje al excelentísimo maestro José Antonio Abreu, permítame darle a conocer ciertas notas que es muy probable sean de su interés y del resto de compañeros que son asiduos visitantes de su post y que a lo mejor logramos que puedan tener otra visión y criterio, que no nos subestime por muy pequeños que somos o porque desconocen tantas coas que en este país hoy denominado Bolivariano también sabemos proyectar, hacer y desarrollar:
La selección de la publicación estuvo a cargo de un panel de 11 críticos
Las mejores sinfónicas del mundo
Según la revista Gramophone
La Filarmónica de Los Ángeles, que será dirigida por Gustavo Dudamel, figura en el octavo puesto, la Filarmónica de Berlín ocuparía el segundo puesto. Lleva la delantera la Orquesta Real del Concertgebouw, de Ámsterdam. EEUU tiene 7 orquestas entre las más grandes, Alemania 4, Rusia 3. Estos países encabezan el listado. Londres tiene solo una.
El maestro Simón Rattle elogió al Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela cuando visitó Caracas en 2004 y 2007. En esas ocasiones, el británico dirigió la Simón Bolívar y la Sinfónica Infantil, respectivamente. Sin embargo, a tiempo completo, es titular de la orquesta que ocupa la segunda posición de esta lista
La Filarmónica de Los Ángeles está actualmente en manos de Esa-Pekka Salonen. Pero, desde septiembre, Gustavo Dudamel tomará la batuta. Recientemente el larense estuvo al frente –como invitado– de la Filarmónica de Nueva York, y fue elogiado por la crítica de The New York Times.
Leonard Slatkin, quien la dirigió entre 2005 y 2007, manifestó que confía en que el director venezolano mantenga los estándares e incluso la contagie del crecimiento que vive la música sinfónica venezolana, “generando un contacto mayor de la orquesta con la población hispana que vive en California”.
La tradición
Carlos Izcaray – Director de la Orquesta Sinfónica de Venezuela
«El simple hecho de no incluir a la Simón Bolívar en esa lista obedece a algo tradicional. Hay orquestas que siempre están allí, pero basta con `surfear’ un poco por Internet para ver la conmoción que causa la Simón Bolívar. Sin duda, ésa y la Sinfónica del Estado de Sao Paulo son las dos que están marcando pauta en Suramérica. La venezolana, en particular, muestra una fuerza telúrica en ejecución. Me extraña que no haya estado incluida». ¿Por qué no?
Isabel Palacios – Directora de Camerata
«¿Por qué la Bolívar no está en esta lista o entre las orquestas en ascenso? Claudio Abbado disfrutó la Quinta sinfonía de Mahler en compañía de este grupo de venezolanos; Simón Rattle quedó enamorado después de dirigirlos en la Segunda sinfonía del mismo compositor, e incluso Eduardo Mata dijo que la Séptima sinfonía de Beethoven, que compartió con la Simón Bolívar, fue la mejor de su carrera. Entonces, ¿por qué Gramophone no la menciona?». ¡A grabar!
Paul Desenne – Compositor
«Cuando se usan criterios conservadores, muy vinculados a la obra discográfica, se desestima el sentimiento que transmiten en directo. No recomendaría guiarse por esto: la Sinfónica Simón Bolívar es una de las más aclamadas del mundo; tiene una energía bestial, un elemento humano intangible que captura audiencias, y que difícilmente puede ser recogido en un disco. Sin embargo, es importante grabar más, sobre todo para ampliar y difundir el repertorio latinoamericano». El marketing
Rodolfo Saglimbeni – Director de Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas
«Gramophone es una publicación muy seria, pero sus referencias van dentro de cierto margen de mercado. Además de lo artístico, está lo publicitario. Por eso aparecerán allí orquestas de mucha trayectoria. Las latinoamericanas todavía no han entrado en ese circuito de marketing. Cuando lo hagan, serán mencionadas.
Venezuela está viviendo un milagro en lo que respecta a música académica, y la Simón Bolívar es una de las grandes orquestas del mundo». Las ovaciones
Leonardo Méndez – Coordinador de núcleos del sistema de orquestas
«El público no aplaudiría a una orquesta que suene mal, y la Simón Bolívar recibe las ovaciones más impresionantes. Durante la gira asiática, los músicos tuvieron que volver al escenario porque el público quería más. Si conocieran el trabajo que estamos haciendo, seguramente nos mencionarían en este tipo de reseñas. Tampoco creo que sea un asunto de paradigmas con respecto a la juventud, porque más bien ellos son íconos del mundo cultural».
¿Quién es Gustavo Dudamel?
La consagración de la primavera, de Igor Stravinski
Sinfonía nº 5 en mi menor, de Piotr Ilich Chaikovski
Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, Gustavo Dudamel (dir.)
Conciertos en Familia. Fundación Caja Madrid. Auditorio Nacional, 27.1.08
Tocar y luchar, dirigida por Alberto Arvelo
Producción: Igor Lanz, César Mora Contreras.
Documental. Explorart Films. Venezuela-Estados Unidos, 2006. 70 min.
(Cuando este artículo se encontraba en máquinas para la edición del número 117 de Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, se conoció la noticia de la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2008 al Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela)
En la sede de la Filarmónica de Nueva York se custodian tres batutas que pertenecieron a Leonard Bernstein, director de la formación desde 1958 hasta prácticamente su muerte en 1990. Compositor de la inmortal West Side Story (1961), sería considerado como uno de los grandes directores del siglo veinte. Entre sus preocupaciones como artista estuvo la formación de los públicos que asistían a los conciertos, en especial, de los espectadores más jóvenes. Ahí nacieron los Conciertos para jóvenes, emitidos por la NBC entre 1958 y 1973, en los que Bernstein comentaba y dirigía fragmentos de compositores habituales en las programaciones de los conciertos. En 1960 abordó uno de sus más famosos, con motivo del centenario de uno de los compositores con quien se sentía más unido, y que llevaba por título un enigmático interrogante: ¿Quién es Gustav Mahler?
En diciembre pasado, una de las batutas de Leonard Bernstein fue prestada a un jovenzuelo de pelo ensortijado, enjuto y risueño que se llamaba Gustavo Dudamel. Semanas antes había visitado el Carnegie Hall con la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, la orquesta en que dio sus primeros pasos como director y que terminó por encumbrarle definitivamente. La impresión que causó con aquel concierto fue muy honda y los neoyorquinos esperaban la siguiente actuación de Dudamel con enorme expectación. ¿Sería capaz este joven venezolano de domar las huestes resabiadas de la formación norteamericana, quizá, con mayor tradición musical? ¿Quién es, en realidad, Gustavo Dudamel?
I.
Lo primero que sorprende de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar es su intensidad. Estos jóvenes salen a tocar al ciento por ciento. No se guardan nada. Desde su salida al escenario, llama la atención el serio desenfado de los profesores de la Orquesta. Mucho vestido palabra de honor, por el que asoman hombros y brazos con tatuajes sugerentes. Luego nos damos cuenta de que son muchos. Las secciones están muy nutridas y se pueden contar hasta once contrabajos (¡once!). Hay melenas tan voluminosas como la del director y sonrisas amplias, muchas y cómplices, por doquier. Sobre todo, la Simón Bolívar es una orquesta que sonríe.
En todo ese mare mágnum, de repente, se impone el silencio. Es el concertino que sale de forma ceremoniosa para afinar. De los instrumentos emerge un sonido denso, que revela la incipiente energía salvaje de un potro. Sentimos algo de frustración al no poder encontrar la palabra para describir lo que escuchamos. Nos preguntamos si alguien puede llegar a domar ese sonido juvenil que emerge de un centenar largo de instrumentos.
La respuesta se encuentra en la figura que aparece por la puerta de camerinos en ese momento. Se trata de Gustavo Adolfo Dudamel Ramírez, veintisiete primaveras recién cumplidas cuando se encarama al podio del Auditorio Nacional. Natural de Barquisimeto (Venezuela), comenzó sus estudios musicales a los cuatro años e ingresó en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela que puso en marcha en los setenta el maestro José Antonio Abreu y que hoy aglutina a casi 300.000 jóvenes en todo el país. Al comienzo, con once años, quiso estudiar trombón, el instrumento que tocaba su padre, pero no tuvo más remedio que coger el violín al comprobar que la longitud de sus brazos no daba para alcanzar toda la extensión que exigía la vara.
“Un día, cuando tenía 16, yo estaba ensayando en una orquesta y cómo no llegaba el director, yo me monté a ensayar. Para mi sorpresa la gente me tomaba en serio. Era la Pequeña Serenata Nocturna. Cuando llegó el maestro me dio oportunidad de seguir dirigiendo”. Aquél fue el comienzo de su gran vocación. El gran salto lo daría en 2004, cuando ganó el concurso de dirección Bamberger Symphoniker Gustav Mahler. El fenómeno Dudamel adquirió entonces carta de naturaleza y a partir de entonces sería invitado a dirigir las mejores formaciones del mundo. La Scala, Viena, Chicago, Berlín. Dirigió a la Sinfónica de Stuttgart en el ochenta cumpleaños de Benedicto XVI en Roma. En mayo de este año se ha puesto enfrente de la Orquesta Nacional de España y en verano le esperan los Festivales de Salzburgo y Lucerna. Además de la Simón Bolívar, es director principal de la Sinfónica de Gotemburgo y a partir de septiembre de 2009 será el nuevo director titular de la Orquesta Filarmónica de los Ángeles. “Para mí, el Sistema es un proyecto de vida. Soy un integrante más. El Sistema es mi familia. No me iré nunca de Venezuela. Lo que soy es por todo ese proyecto. Es una razón de vida. Estaré allí por siempre”. Más allá de todo esto, Dudamel es un chico como los demás. Es un chiflado del béisbol, le gustan grupos como Pink Floyd o Queen, y no duda en acompañar a sus amigos a un concierto de Marc Anthony y arrancarse a bailar. Es un disfrutón, muy devoto de Nuestra Señora de la Divina Pastora de Barquisimeto.
Tras los primeros compases nos percatamos de que la interpretación esconde un meticuloso trabajo de preparación y un concepto musical de gran calidad: todas las partes están muy bien trabajadas, al detalle. Nada escapa al oído y gesto atentos del director. Ahora, el sonido, sin haber dejado de ser poderoso, basa su eficacia en su integridad como grupo. Hay tal intensidad en los ataques que parecen incontrolables. Nos sorprende la contundencia, acostumbrados como estamos a las frecuentes calidades camerísticas que se practican en algunas orquestas a este lado el Atlántico. Durante la obra nos damos cuenta de que este sonido solidario esconde grandes solistas, algunos de los cuales ya se encuentran entre los atriles de las primeras orquestas europeas. Es el caso, entre otros, de Edicson Ruiz, contrabajista desde los diecisiete años en la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Las sonrisas vuelven a los rostros de los músicos al concluir la difícil Consagración de la Primavera de Stravinski. Se felicitan entre ellos, se aplauden mutuamente: el trombón con las maderas, las trompetas entre ellas. Es el momento de las recompensas y Dudamel no deja de levantar a los más destacados: fagot, percusión… “El componente visual en la Bolívar es muy particular. La música, además de brindar el sonido, brinda una sensibilidad”.
En la segunda parte se aborda la Sinfonía nº 5 de Chaikovski. El comienzo de violas y violonchelos estremece. La densidad del sonido puede resultar a veces un poco edulcorante, excesivamente dulce. Los tutti son fuertes, con ese punto excesivo de la primera parte. Continúa habiendo una enorme decisión en los ataques, que se extiende hasta la concepción completa de cada sección, de cada compás. Es, el de esta orquesta, un sonido arropado. “Es un fenómeno extraño. Tiene que haber una conexión de hermandad en un momento clave que es el concierto”. En ella, la evolución del conjunto te hace mejor como músico. Toda la formación es solidaria en su esfuerzo. Se miran, se escuchan, están muy pendientes los unos de los otros.
Parece haber algo de pacto faústico en esa facilidad para poder comunicar un lenguaje universal. “El lenguaje de lo invisible que se transmite invisiblemente”, que dice el fundador del Sistema, José Antonio Abreu. La Orquesta Simón Bolívar aprovecha todos los límites que le pone a su disposición el cauce de la obra que interpretan. Hay un esfuerzo sincero y honesto. Al final, nos vamos felices porque encontramos la palabra que define el sonido de esta orquesta. Esa palabra es auténtico.
Meses después, Gustavo Dudamel reconocería que aquel concierto en el Auditorio, el primero que daban en Madrid, había sentido una gran conexión con el público “a pesar de que se trataba de un programa denso y duro. Las orquestas se han alejado del público. La interacción con él es lo que salvará a la música clásica. En Venezuela, ir a un concierto de música clásica es como ir a un concierto de música pop. Que jóvenes toquen para jóvenes es muy importante”.
Si nosotros fuéramos uno de esos chicos del Sistema, Gustavo Dudamel sería aquel director afamado con quien una vez tocamos juntos, en la orquesta de nuestro barrio. Se sentaba unas filas más allá de nosotros. Más bien poca cosa, con el pelo rizado, que siempre llevaba bien recortado para no parecer una bola de pelo. Tocaba el violín porque cuando entró los brazos no le daban para tocar el trombón. Éramos parte de una organización de varios centenares de pequeñas orquestas donde los jóvenes de cada barrio aprenden música tocando juntos. “Es falso el modelo cultural de que la música clásica sea música aburrida. Para el músico tiene que ser su vida tocar cada una de sus notas. La música es energía, que se nota y se siente. El problema es la rutina. Esta orquesta, cada vez que toca algo, se hace como si fuese algo nuevo. Lo hacemos de manera que disfrutamos”.
II.
“Quien genera belleza tocando y tiene armonía musical, empieza a conocer por dentro lo que es la armonía esencial, la armonía humana, y que solo puede comunicar la música al ser humano. Esa revelación es lo que transforma, sublima y desarrolla por dentro el espíritu del hombre”. Así se expresa José Antonio Abreu al comienzo del documental Tocar y luchar, dirigido por Alberto Arvelo en 2004 para tratar de explicar la esencia que mueve el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela y que hoy se ha extendido a otros países iberoamericanos como Perú, Bolivia, Colombia, Uruguay o Argentina. Durante más de una hora asistimos a un documento de gran fuerza catártica, que nos hace compartir la emoción que quien lo protagoniza. Como las palabras de Kenneth, 11 años, violinista del barrio Montalbán, de Caracas: “Yo imagino que Dios debe ser como la música porque algo como eso sólo puede ser obra de Dios”.
Por su metraje desfilan, además de Abreu y Dudamel, un Plácido Domingo conmovido hasta las lágrimas al escuchar un ensayo de uno de los coros del Sistema, o a un Simón Rattle preso del síndrome de Sthendal que declara sin ambages haber visto en los rostros de los jóvenes músicos “lo que siempre creí que era la música: alegría y comunicación”. Y a un Claudio Abbado turbado al contemplar un ensayo de un Coro de Manos Blancas; esto es, un coro de jóvenes sordomudos que acompañan con gestos mímicos de sus manos enguantadas de blanco lo que sus compañeros tocan y cantan. El propio maestro italiano escribiría más tarde sobre aquella experiencia: “La formación parte de los niveles más bajos, hay escuelas de música diseminadas por todo el país, escuelas de cualquier tipo, escuelas también para minusválidos (tuve la oportunidad de ver un concierto increíble de los manos blancas, un grupo de niños sordomudos que crean coreografías hermosísimas con las manos, al son de la música que canta un coro. Fue conmovedor), escuelas de luthería que enseñan un oficio a los muchachos rescatados de la pobreza de los barrios de una ciudad como Caracas. El ser solista, el prevalecer sobre los demás, son conceptos ajenos a estos muchachos. A ellos les interesa tocar juntos en la orquesta por encima de todo, tienen un bellísimo enfoque colectivo en relación con la música. Metafóricamente se puede describir tal sistema como si se tratara de una pirámide: en la base están las orquestas infantiles, en el medio las juveniles, en la cúspide la orquesta profesional Simón Bolívar”.
Todos pueden participar. Todos pueden sentir el poder purificador e indescriptible de comunicar la belleza. Esa es la filosofía del proyecto de José Antonio Abreu. Tocar juntos para aprender juntos. Muchos no llegarán a cúspide de la pirámide, pero habrán recibido una formación que habrá cambiado para siempre sus vidas. “La orquesta es la única comunidad que se constituye con el fin de concertarse, interdependientes unos de otros, para generar belleza”.
Venezuela está sembrada de este espíritu por 90 núcleos, que son los centros de formación del Sistema que acoge a un total de tres orquestas. Desde los dos años se empieza a tocar las primeras notas en grupo. “Ese aprendizaje de convivir y de escuchar a los demás —dice Gustavo Dudamel en una entrevista a la revista Scherzo en 2006— es ante todo una enseñanza humana. El aspecto cultural lo podemos encontrar en el hecho de que la orquesta se ha convertido en un punto de referencia, por la que cada año pasan por allí para trabajar con ella grandes personalidades de la música, lo que hace que todo el panorama musical esté pendiente de lo que sucede en Venezuela, donde se ha creado un tejido musical gigantesco: 250.000 muchachos haciendo música. Y no sólo eso. Cuando vas a un concierto en Venezuela lo más especial es que el 80 por ciento de la audiencia son también muchachos menores de 25 años, que tienen una sensibilidad y una cultura especial desde muy jóvenes. Eso es algo único. Cada pueblito en Venezuela tiene su orquesta y su coro. Eso es lo más vanguardista de la apuesta del Maestro Abreu.”
III.
Lo mejor de la historia del Sistema de Abreu es que acaba bien. “Cuando al principio vi 11 niños y 25 atriles me desanimé un poco. Pero cuando entró un niño con su violín, abrió su estuche y se sentó, supe que tenía que arrancarlo”. Cuántas iniciativas de raíz idealista como ésta han sucumbido a la zozobra que produce el pensamiento mezquino, la estrechez de miras, el excesivo utilitarismo. Estamos ante una que nos aleja de los hombres lobo de Thomas Hobbes y Herman Hesse y nos renueva la confianza en el género humano, en el hombre como criatura que es capaz de superarse a sí mismo y trascender lo que hace; de dotarse, en definitiva, de sentido.
Pero todo esto ha costado más de treinta años y sólo después de este tiempo ha sido posible ver los resultados. En una época donde nadie habría esperado tanto a saber si un proyecto lograba las metas esperadas, el Sistema de Abreu nos recuerda que los verdaderos resultados se consiguen a largo plazo. Los más duraderos, los definitivos, los inmortales. ¿Es, acaso, colocar a los músicos de la Bolívar en las mejores orquestas? ¿Que los músicos acaben siendo famosos?
Leonard Bernstein terminó aquel concierto para jóvenes sobre la figura de Gustav Mahler con un fragmento de La canción de la tierra donde el compositor mostraba sus deseos de despedirse de cuanto le rodeaba sin hacerlo de verdad. Algo paradójico, consustancial a la obra de Mahler, en este fin que se prolonga hacia la eternidad (Ver Nueva Revista, nº 115): Ich stehe hier und harre meines Freundes;/Ich harre sein zum letzten Lebewohl./Ich sehne mich, o Freund, an deiner Seite/Die Schönheit dieses Abends zu genießen (“Aquí estoy, esperando a mi amigo;/le aguardo para darle un último adiós/Deseo, ¡oh, amigo! disfrutar a tu lado/la belleza de este atardecer”). Poco antes de morir, Mahler confesaría a su asistente, Bruno Walter, si con esta obra habría conseguido lo que quería. “¿Crees que hará ir a las personas más allá de sí mismas?”.
El concierto de la Filarmónica de Nueva York que Gustavo Dudamel dirigió con una de las batutas de Leonard Bernstein acabó en un éxito fulgurante, testimonio de su estrella ascendente en el olimpo de la música clásica. “Yo trato de sacar el jugo al espíritu de las orquestas. Que ellos sientan que lo que está pasando es especial”. Una bocanada de aire fresco en una estancia largamente cerrada. Un poner los puntos sobre las íes. “El arte implica sentido de perfección, excelencia —dice Abreu en Tocar y luchar—. La orquesta siembra en el alma de sus miembros sentido de armonía, de orden, sentido de lo estético, de lo bello, de lo universal”. La de Dudamel y todos los músicos surgidos al amparo del Sistema es una cruzada por la autenticidad, por una vida de veras, alejada de rutinas, disimulos y enmascaramientos. De su fidelidad a los orígenes, a estos principios inmortales que le animaron desde que tenía once años cuando tuvo que renunciar al trombón porque sus brazos eran demasiado cortos, dependerá el éxito final.
Fotos: Dan Porges, Christina Körte
Artículo publicado en el nº 117 de Nueva Revista de Política, Cultura y Arte
Miércoles, 10 de junio de 2009. Actualizado a las 18:33h | Madrid: 26º/15º
Londres se rinde ante Dudamel y le otorga el «Brit» al mejor artista del año
Ana Victoria de las Heras
• EFE
, El joven director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel se hizo hoy en Londres con el prestigioso premio «Classical Brit» al mejor artista masculino del año, imponiéndose a colegas de la talla de Charles Mackerras o Colin Davis, quien obtuvo el galardón en la edición anterior. Con esta distinción, Londres vuelve a rendirse ante Dudamel, después de que apenas hace un mes la Orquesta Simón Bolívar, dirigida por el venezolano, desatara la locura en la capital británica durante su paso como residente en el auditorio Southbank. Dudamel fue premiado hoy en el histórico «Royal Albert Hall» londinense por su disco debut con esta formación, que bajo el título «Fiesta» ha cosechado un importante éxito tanto en Sudamérica como en Europa. A sus 28 años, el latinoamericano es considerado uno de los directores más prometedores del panorama actual e incluso ha sido bautizado por algunos como «el futuro de la música clásica». Dudamel se ha formado profesionalmente dentro de «El Sistema», un programa social que desde 1975 busca popularizar la música clásica dentro de la juventud venezolana, en particular de los sectores más desfavorecidos.
La «etiqueta» Dudamel
Redacción
BBC Mundo
Dudamel ha ganado un gran números de premios y competencias de dirección de orquesta.
Quince minutos de aplausos en Salzburgo y una fiesta en la tarima del teatro más importante de la ciudad…. En Perú, el auditorio zapateó a ritmo de su batuta… Cientos de chinos lo ovacionaron por veinte minutos cuando se presentó en el gigante asiático… En Londres su actuación fue calificada como histórica…
El causante de todo este furor es Gustavo Dudamel, el director de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, quien este jueves obtuvo el galardón al mejor artista masculino del año en los «Classical Brit Awards», los premios británicos de la música clásica.
Para algunos, este reconocimiento suma más notas a un pentagrama lleno de argumentos a favor de que el joven director podría estar revolucionando la rígida etiqueta en los conciertos.
Tradicionalmente regidos por códigos selectos y rigurosos, los conciertos clásicos no suelen ser el escenario de vítores descontrolados.
Sin embargo, hoy día, en las presentaciones de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolivar, los vítores del público se escuchan con frecuencia en mitad de los conciertos y a nadie -ni al propio director- parece molestarle.
«Caliente»
El programa de radio de la BBC Front Row (Primera Fila) dedicó una sección completa a esta novedad.
Se ha impuesto una nueva etiqueta
Ian Hislop, escritor y editor de la revista Private Eye.
«Se ha impuesto una nueva etiqueta», comentó el escritor y editor Ian Hislop y agregó:
«Escuchas muy seriamente mientras interpretan las piezas. Luego, las luces se encienden, viene el mambo y todo mundo empieza a vitorear».
«Mambo» no es la única palabra con referencias caribeñas que han utilizado los expertos para describir a las presentaciones de Dudamel.
El periodista Ivan Hewett del periódico británico The Daily Telegraph recurrió a una expresión poco común en el mundo de la música clásica: llamó a la Sinfónica «la orquesta más caliente del mundo».
La revista estadounidense Time, quien colocó a Dudamel entre su lista anual de las cien personas más influyentes del mundo, fue más convencional en sus calificativos pero igual de entusiasta. Para ellos, esta sinfónica es «la recreadora del espíritu de la música clásica en nuestros días».
Hasta en la guía anual de conciertos de música clásica de Londres se incluye este año un irónico capítulo sobre los aplausos, en el que Hislop sugiere olvidar la etiqueta y aplaudir… cuando uno quiera.
María Esperanza Sánchez
BBC Mundo
Su talento ha cautivado a los públicos y músicos más exigentes.
«Una superestrella de la música», «un prodigio», «un conductor electrizante y un talento único». Los superlativos abundan cuando se habla del venezolano Gustavo Dudamel, de 26 años, quien a su edad ya ha estremecido diversos escenarios internacionales.
La crítica también lo ha aclamado por su habilidad para comunicarse con sus músicos hasta el punto de crear una atmósfera descrita como electrizante e inspiradora.
«Él y la orquesta forman una sola unidad», señaló aquí en el Reino Unido el diario The Times, según el cual la batuta de Dudamel «lleva tanto a músicos como a público a un viaje sin igual».
Su talento fue percibido desde un principio por reconocidos nombres en el mundo de la música clásica como Simon Rattle y Claudio Abbado.
Rattle, director de la Orquesta Filarmónica de Berlín y uno de los más importantes a nivel mundial, lo ha definido como «el más fantástico y talentoso conductor que haya conocido».
Inspirador
Aunque sigue pasando buena parte de su tiempo en Venezuela, Dudamel es hoy en día el conductor de la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo.
Simon Rattle, director de la Filarmónica de Berlín, es un partidario entusiasta del conductor venezolano.
En abril pasado fue nombrado director musical de la Filarmónica de Los Ángeles -el músico más joven que jamás haya ocupado ese puesto.
En 2006, después de un concierto que dio en la ciudad inglesa de Birmingham, la critica destacó que Dudamel «había producido suficiente electricidad como para iluminar a toda la ciudad», y fue definido como «un hombre con un talento sin fronteras, un gran enamorado de la música con el mundo a sus pies».
Muchos piensan que su éxito se basa en que ha trasplantado la filosofía del sistema de orquestas sinfónicas juveniles de Venezuela al escenario internacional.
«El Sistema», como se conoce a este conjunto de orquestas, ofrece la oportunidad de involucrar en la música a jóvenes de escasos recursos, muchos de los cuales han sido rescatados de la delincuencia y la drogadicción.
Atmósfera mágica
«Yo creo que el conductor es simplemente otro músico en la orquesta. Cuando tú comunicas esta energía a los demás, creas una atmósfera, un ambiente mágico en el que todos sienten que pueden contribuir», señaló a The Independent.
Cuando tú comunicas esta energía a los demás, creas una atmósfera, un ambiente mágico en el que todos sienten que pueden contribuir
Gustavo Dudamel
Es en parte por esto, sostiene Dudamel, que «El Sistema» continúa siendo una fuente permanente de inspiración.
Además, y pese a sus muchos compromisos internacionales, él retendrá su puesto en la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar.
Renombrados músicos han señalado que este sistema de orquestas está haciendo hoy por hoy el trabajo más interesante e innovador que se conozca en el mundo de la música sinfónica.
Al expandir su fama, Dudamel parece estar llevando a los escenarios internacionales un nuevo lenguaje, una nueva forma de hacer música, que tiene el potencial de transformar e inspirar a nuevas generaciones de artistas en todo el mundo.
Selección de Artículos
M Ú S I C A
¿Quién es Gustavo Dudamel?
por Felipe Santos.
La consagración de la primavera, de Igor Stravinski
Sinfonía n.º 5 en mi menor, de Piotr Ilich Chaikovski
Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, Gustavo Dudamel (dir.)
Conciertos en Familia, Fundación Caja Madrid, Auditorio Nacional, 27.1.08
Tocar y luchar, dirigida por Alberto Arvelo
Producción: Igor Lanz, César Mora Contreras.
Documental. Explorart Films. Venezuela-Estados Unidos, 2006. 70 min.
En la sede de la Filarmónica de Nueva York se custodian tres batutas que pertenecieron a Leonard Bernstein, director de la formación desde 1958 hasta prácticamente su muerte en 1990. Compositor de la inmortal West Side Story (1961), sería considerado como uno de los grandes directores del siglo veinte. Entre sus preocupaciones como artista estuvo la formación de los públicos que asistían a los conciertos, en especial de los espectadores más jóvenes. Ahí nacieron los Conciertos para jóvenes, emitidos por la NBC entre 1958 y 1973, en los que Bernstein comentaba y dirigía fragmentos de compositores habituales en las programaciones de los conciertos. En 1960 abordó uno de los más famosos, con motivo del centenario de uno de los compositores con quien se sentía más unido, y que llevaba por título un enigmático interrogante: ¿Quién es Gustav Mahler?
En diciembre pasado, una de las batutas de Leonard Bernstein fue prestada a un jovenzuelo de pelo ensortijado, enjuto y risueño que se llamaba Gustavo Dudamel. Semanas antes había visitado el Carnegie Hall con la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar*, la orquesta en que dio sus primeros pasos como director y que terminó por encumbrarle definitivamente. La impresión que causó con aquel concierto fue muy honda y los neoyorquinos esperaban la siguiente actuación de Dudamel con enorme expectación. ¿Sería capaz este joven venezolano de domar las huestes resabiadas de la formación norteamericana, quizá, con mayor tradición musical? ¿Quién es, en realidad, Gustavo Dudamel?
I
Lo primero que sorprende de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar es su intensidad. Estos jóvenes salen a tocar al ciento por ciento. No se guardan nada. Desde su salida al escenario, llama la atención el serio desenfado de los profesores de la orquesta. Mucho vestido palabra de honor, por el que asoman hombros y brazos con tatuajes sugerentes. Luego nos damos cuenta de que son muchos. Las secciones están muy nutridas y se pueden contar hasta once contrabajos (¡once!). Hay melenas tan voluminosas como la del director y sonrisas amplias, muchas y cómplices, por doquier. Sobre todo, la Simón Bolívar es una orquesta que sonríe.
En todo ese mare mágnum, de repente, se impone el silencio. Es el concertino que sale de forma ceremoniosa para afinar. De los instrumentos emerge un sonido denso, que revela la incipiente energía salvaje de un potro. Sentimos algo de frustración al no poder encontrar la palabra para describir lo que escuchamos. Nos preguntamos si alguien puede llegar a domar ese sonido juvenil que emerge de un centenar largo de instrumentos.
La respuesta se encuentra en la figura que aparece por la puerta de camerinos en ese momento. Se trata de Gustavo Adolfo Dudamel Ramírez, veintisiete primaveras recién cumplidas cuando se encarama al podio del Auditorio Nacional. Natural de Barquisimeto (Venezuela), comenzó sus estudios musicales a los cuatro años e ingresó en el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela que puso en marcha en los setenta el maestro José Antonio Abreu y que hoy aglutina a casi 300.000 jóvenes en todo el país. Al comienzo, con once años, quiso estudiar trombón, el instrumento que tocaba su padre, pero no tuvo más remedio que coger el violín al comprobar que la longitud de sus brazos no daba para alcanzar toda la extensión que exigía la vara.
Gustavo Dudamel con la Orquesta de la Juventud Venezolana Simón Bolívar (Foto Nohely Oliveros / Deutsche Grammophon)
«Un día, cuando tenía 16, yo estaba ensayando en una orquesta y cómo no llegaba el director, yo me monté a ensayar. Para mi sorpresa la gente me tomaba en serio. Era la Pequeña serenata nocturna. Cuando llegó el maestro me dio oportunidad de seguir dirigiendo». Aquél fue el comienzo de su gran vocación. El gran salto lo daría en 2004, cuando ganó el concurso de dirección Bamberger Symphoniker Gustav Mahler. El fenómeno Dudamel adquirió entonces carta de naturaleza y a partir de entonces sería invitado a dirigir las mejores formaciones del mundo. La Scala, Viena, Chicago, Berlín. Dirigió a la Sinfónica de Stuttgart en el ochenta cumpleaños de Benedicto XVI en Roma. En mayo de este año se ha puesto enfrente de la Orquesta Nacional de España y en verano le esperan los festivales de Salzburgo y Lucerna. Además de la Simón Bolívar, es director principal de la Sinfónica de Gotemburgo y a partir de septiembre de 2009 será el nuevo director titular de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles. «Para mí, el Sistema es un proyecto de vida. Soy un integrante más. El Sistema es mi familia. No me iré nunca de Venezuela. Lo que soy es por todo ese proyecto. Es una razón de vida. Estaré allí por siempre». Más allá de todo esto, Dudamel es un chico como los demás. Es un chiflado del béisbol, le gustan grupos como Pink Floyd o Queen, y no duda en acompañar a sus amigos a un concierto de Marc Anthony y arrancarse a bailar. Es un disfrutón, muy devoto de Nuestra Señora de la Divina Pastora de Barquisimeto.
Tras los primeros compases nos percatamos de que la interpretación esconde un meticuloso trabajo de preparación y un concepto musical de gran calidad: todas las partes están muy bien trabajadas, al detalle. Nada escapa al oído y gesto atentos del director. Ahora, el sonido, sin haber dejado de ser poderoso, basa su eficacia en su integridad como grupo.
Hay tal intensidad en los ataques que parecen incontrolables. Nos sorprende la contundencia, acostumbrados como estamos a las frecuentes calidades camerísticas que se practican en algunas orquestas a este lado el Atlántico. Durante la obra nos damos cuenta de que este sonido solidario esconde grandes solistas, algunos de los cuales ya se encuentran entre los atriles de las primeras orquestas europeas. Es el caso, entre otros, de Edicson Ruiz, contrabajista desde los diecisiete años en la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Las sonrisas vuelven a los rostros de los músicos al concluir la difícil Consagración de la primavera de Stravinski. Se felicitan entre ellos, se aplauden mutuamente: el trombón con las maderas, las trompetas entre ellas. Es el momento de las recompensas y Dudamel no deja de levantar a los más destacados: fagot, percusión… «El componente visual en la Bolívar es muy particular. La música, además de brindar el sonido, brinda una sensibilidad».
En la segunda parte se aborda la Sinfonía n.º 5 de Chaikovski. El comienzo de violas y violonchelos estremece. La densidad del sonido puede resultar a veces un poco edulcorante, excesivamente dulce. Los tutti son fuertes, con ese punto excesivo de la primera parte. Continúa habiendo una enorme decisión en los ataques, que se extiende hasta la concepción completa de cada sección, de cada compás. Es, el de esta orquesta, un sonido arropado. «Es un fenómeno extraño. Tiene que haber una conexión de hermandad en un momento clave que es el concierto ». En ella, la evolución del conjunto te hace mejor como músico.
Toda la formación es solidaria en su esfuerzo. Se miran, se escuchan, están muy pendientes los unos de los otros. Parece haber algo de pacto fáustico en esa facilidad para poder comunicar un lenguaje universal. «El lenguaje de lo invisible que se transmite invisiblemente», que dice el fundador del Sistema, José Antonio Abreu. La Orquesta Simón Bolívar aprovecha todos los límites que le pone a su disposición el cauce de la obra que interpreta. Hay un esfuerzo sincero y honesto. Al final, nos vamos felices porque encontramos la palabra que define el sonido de esta orquesta. Esa palabra es auténtico. Meses después, Gustavo Dudamel reconocería que aquel concierto en el Auditorio, el primero que daban en Madrid, había sentido una gran conexión con el público «a pesar de que se trataba de un programa denso y duro. Las orquestas se han alejado del público. La interacción con él es lo que salvará a la música clásica. En Venezuela, ir a un concierto de música clásica es como ir a un concierto de música pop. Que jóvenes toquen para jóvenes es muy importante».
Si nosotros fuéramos uno de esos chicos del Sistema, Gustavo Dudamel sería aquel director afamado con quien una vez tocamos juntos, en la orquesta de nuestro barrio. Se sentaba unas filas más allá de nosotros. Más bien poca cosa, con el pelo rizado, que siempre llevaba bien recortado para no parecer una bola de pelo. Tocaba el violín porque cuando entró los brazos no le daban para tocar el trombón. Éramos parte de una organización de varios centenares de pequeñas orquestas donde los jóvenes de cada barrio aprenden música tocando juntos. «Es falso el modelo cultural de que la música clásica sea música aburrida. Para el músico tiene que ser su vida tocar cada una de sus notas. La música es energía, que se nota y se siente. El problema es la rutina. Esta orquesta, cada vez que toca algo, se hace como si fuese algo nuevo. Lo hacemos de manera que disfrutamos».
II
«Quien genera belleza tocando y tiene armonía musical, empieza a conocer por dentro lo que es la armonía esencial, la armonía humana, y que sólo puede comunicar la música al ser humano. Esa revelación es lo que transforma, sublima y desarrolla por dentro el espíritu del hombre ». Así se expresa José Antonio Abreu al comienzo del documental Tocar y luchar, dirigido por Alberto Arvelo en 2004 para tratar de explicar la esencia que mueve el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela y que hoy se ha extendido a otros países iberoamericanos como Perú, Bolivia, Colombia, Uruguay o Argentina. Durante más de una hora asistimos a un documento de gran fuerza catártica, que nos hace compartir la emoción de quien lo protagoniza. Como las palabras de Kenneth, once años, violinista del barrio Montalbán, de Caracas: «Yo imagino que Dios debe ser como la música porque algo como eso sólo puede ser obra de Dios».
La Orquesta de la Juventud Venezolana Simón Bolívar (Foto Nohely Oliveros / Deutsche Grammophon)
Por su metraje desfilan, además de Abreu y Dudamel, un Plácido Domingo conmovido hasta las lágrimas al escuchar un ensayo de uno de los coros del Sistema, o a un Simon Rattle preso del síndrome de Sthendal que declara sin ambages haber visto en los rostros de los jóvenes músicos «lo que siempre creí que era la música: alegría y comunicación». Y a un Claudio Abbado turbado al contemplar un ensayo de un Coro de manos blancas; esto es, un coro de jóvenes sordomudos que acompañan con gestos mímicos de sus manos enguantadas de blanco lo que sus compañeros tocan y cantan. El propio maestro italiano escribiría más tarde sobre aquella experiencia: «La formación parte de los niveles más bajos, hay escuelas de música diseminadas por todo el país, escuelas de cualquier tipo, escuelas también para minusválidos (tuve la oportunidad de ver un concierto increíble de los manos blancas, un grupo de niños sordomudos que crean coreografías hermosísimas con las manos, al son de la música que canta un coro. Fue conmovedor), escuelas de luthería que enseñan un oficio a los muchachos rescatados de la pobreza de los barrios de una ciudad como Caracas. El ser solista, el prevalecer sobre los demás, son conceptos ajenos a estos muchachos. A ellos les interesa tocar juntos en la orquesta por encima de todo, tienen un bellísimo enfoque colectivo en relación con la música. Metafóricamente se puede describir tal sistema como si se tratara de una pirámide: en la base están las orquestas infantiles, en el medio las juveniles, en la cúspide la orquesta profesional Simón Bolívar».
Todos pueden participar. Todos pueden sentir el poder purificador e indescriptible de comunicar la belleza. Esa es la filosofía del proyecto de José Antonio Abreu. Tocar juntos para aprender juntos. Muchos no llegarán a la cúspide de la pirámide, pero habrán recibido una formación que cambiará para siempre sus vidas. «La orquesta es la única comunidad que se constituye con el fin de concertarse, interdependientes unos de otros, para generar belleza».
Venezuela está sembrada de este espíritu por noventa núcleos, que son los centros de formación del Sistema que acoge a un total de tres orquestas. Desde los dos años se empieza a tocar las primeras notas en grupo.
«Ese aprendizaje de convivir y de escuchar a los demás —dice Gustavo Dudamel en una entrevista a la revista Scherzo en 2006— es ante todo una enseñanza humana. El aspecto cultural lo podemos encontrar en el hecho de que la orquesta se ha convertido en un punto de referencia, por la que cada año pasan por allí para trabajar con ella grandes personalidades de la música, lo que hace que todo el panorama musical esté pendiente de lo que sucede en Venezuela, donde se ha creado un tejido musical gigantesco: 250.000 muchachos haciendo música. Y no sólo eso.
Cuando vas a un concierto en Venezuela lo más especial es que el 80% de la audiencia son también muchachos menores de veinticinco años, que tienen una sensibilidad y una cultura especial desde muy jóvenes. Eso es algo único. Cada pueblito en Venezuela tiene su orquesta y su coro. Eso es lo más vanguardista de la apuesta del maestro Abreu».
III
Lo mejor de la historia del Sistema de Abreu es que acaba bien. «Cuando al principio vi once niños y veinticinco atriles me desanimé un poco. Pero cuando entró un niño con su violín, abrió su estuche y se sentó, supe que tenía que arrancarlo». Cuántas iniciativas de raíz idealista como ésta han sucumbido a la zozobra que produce el pensamiento mezquino, la estrechez de miras, el excesivo utilitarismo. Estamos ante una que nos aleja de los hombres lobo de Thomas Hobbes y Herman Hesse y nos renueva la confianza en el género humano, en el hombre como criatura que es capaz de superarse a sí mismo y trascender lo que hace; de dotarse, en definitiva, de sentido.
Pero todo esto ha costado más de treinta años y sólo después de este tiempo ha sido posible ver los resultados. En una época donde nadie habría esperado tanto a saber si un proyecto lograba las metas esperadas, el Sistema de Abreu nos recuerda que los verdaderos resultados se consiguen a largo plazo. Los más duraderos, los definitivos, los inmortales. ¿Es, acaso, colocar a los músicos de la Bolívar en las mejores orquestas? ¿Que los músicos acaben siendo famosos?
Gustavo Dudamel en un ensayo con la Orquesta Nacional de España
Leonard Bernstein terminó aquel concierto para jóvenes sobre la figura de Gustav Mahler con un fragmento de La canción de la tierra (Das lied von der Erde, 1908), donde el compositor mostraba sus deseos de despedirse de cuanto le rodeaba sin hacerlo de verdad. Algo paradójico, consustancial a la obra de Mahler, en este fin que se prolonga hacia la eternidad (Ver Nueva Revista, n.º 115): Ich stehe hier und harre meines Freundes; / Ich harre sein zum letzten Lebewohl. / Ich sehne mich, o Freund, an deiner Seite / Die Schönheit dieses Abends zu genießen («Aquí estoy, esperando a mi amigo; / le aguardo para darle un último adiós / Deseo, ¡oh, amigo! disfrutar a tu lado / la belleza de este atardecer»). Poco antes de morir, Mahler confesaría a su asistente, Bruno Walter, si con esta obra habría conseguido lo que quería. «¿Crees que hará ir a las personas más allá de sí mismas? ».
El concierto de la Filarmónica de Nueva York que Gustavo Dudamel dirigió con una de las batutas de Leonard Bernstein acabó en un éxito fulgurante, testimonio de su estrella ascendente en el olimpo de la música clásica. «Yo trato de sacar el jugo al espíritu de las orquestas. Que ellos sientan que lo que está pasando es especial». Una bocanada de aire fresco en una estancia largamente cerrada. Un poner los puntos sobre las íes. «El arte implica sentido de perfección, excelencia —dice Abreu en Tocar y luchar—. La orquesta siembra en el alma de sus miembros sentido de armonía, de orden, sentido de lo estético, de lo bello, de lo universal». La de Dudamel y todos los músicos surgidos al amparo del Sistema es una cruzada por la autenticidad, por una vida de veras, alejada de rutinas, disimulos y enmascaramientos. De su fidelidad a los orígenes, a estos principios inmortales que le animaron desde que tenía once años cuando tuvo que renunciar al trombón porque sus brazos eran demasiado cortos, dependerá el éxito final.
* Al cierre de este número se conocía el comunicado de la Fundación Príncipe de Asturias anunciando la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2008 al Sistema de Orquestas Nacionales de Venezuela.
El estado Lara se encuentra dividido en 9 municipios y cada uno de ellos se subdivide a su vez en parroquias y estas parroquias serán subdivididas a su vez en la que hoy se quiere llamar “Comunas” (según el proyecto de Socialismo del Siglo XXI).
Ahora bien señor Leiter el ser “capital musical de Venezuela” no es simplemente un decir ni un capricho de algún político en su campaña electoral o por querer congraciarse con figura alguna del espectáculo musical. Si no que aquí se conjuga el arte plástico con el escénico, lo musical con lo tradicional, lo oral con lo gestual, lo fílmico con lo folclórico y lo nacional con lo internacional, lo intelectual con lo coloquial y lo científico con lo empírico, lo político con lo religioso y la derecha con la izquierda, de tal manera que desde hace 10 años se está desarrollando el proyecto “La Construcción del Socialismo del Siglo XXI” como un sistema sustentable que dignifique al desposeído y controle al poderoso. En otras palabras creo que tenemos una “pluralidad cultural”.
De tal manera que hace más de 30 años el insigne maestro José Antonio Abreu, fundo “El Sistema de Orquesta Nacionales Infantiles y Juveniles”,
Primeramente debo felicitarle por su excelente Blog y por sus conocimientos de música (clásica, culta, sinfónica, etc.), de las diferentes orquestas, de sus maestros directores titulares. Así mismo, a título muy personal debo agradecerle infinitamente su capricho personal y amable decisión de colocar a nuestra insigne Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar entre las diez mejores del mundo. Creo de igual manera que debo hacerme eco y llevarle el sentir de muchos compatriotas venezolanos y no venezolanos que actualmente acogen nuestro país como su segunda casa y muy especialmente quienes somos oriundos y aquellos barquisimetidos, al felicitarle y reiterarle nuestro aprecio y consideración al asumir el hecho de catapultar a nuestros jóvenes y al Sistema Nacional de Orquesta Infantiles y Juveniles en su prestigioso Post que como he podido observar es muy catalogado por personas con mucha sapiensa y formación académica en las artes y la crítica.
Ahora bien, usted se preguntará ¿A qué se debe todo esto?
Provengo de un hogar humilde compuesto en su origen por siete hermanos, padre y madre. Mis padres fueron analfabetas aun cuando sabían leer y escribir, pero nunca pudieron ir a la escuela. Desde hace aproximadamente unos 15 años quedamos huérfanos de padres ya que los dos murieron, pero a pesar de ser analfabetas y de reinar en nuestra casa un matriarcado, supieron educarnos con mística, moral, sentimientos y bajo patrones católicos. En nuestra formación influyeron de manera muy significativa nuestros hermanos mayores, soy el penúltimo de los siete y cuento actualmente con 59 años de edad; de los cuales 29 los dediqué al desarrollo y la organización del deporte universitario ya que fui Coordinador De Deportes de la Dirección General de Deportes de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado del Estado Lara y miembro de la Federación Venezolana Deportiva de Educación Superior, organismo rector del deporte universitario en mi país, donde desempeñé en 3 ocasiones la Coordinación de la Comisión Técnica y he participado como miembro de la Comisión Organizadora, consultor experto y Director Técnico en 10, 5 y 5 Juegos Venezolanos de Institutos de Educación Superior.
A la edad de 40 años precisamente durante el acto de culminación de la VII edición de los JUVINES en la ciudad de Maracaibo conozco a quien hoy es la madre de mis 3 hijos (Gabriel, Rafael y Miguel), ahora sin la guía tutelar de nuestros padres igualmente he venido conjuntamente al resto de mi familia creando con mística, amor al prójimo, dedicación, buenas costumbres, ética y moral y con una hermana mayor que me sirve de mentor a mis tres hijos. Y precisamente Gabriel mi hijo mayor (hoy pronto a cumplir 19 años) ingresó al Conservatorio de Música “Vicente Emilio Sojo” y hoy es concertino de la Orquesta Sinfónica Juvenil del estado Lara e integrante de las filas de los II violines de la Orquesta Sinfónica del estado Lara; así mismo fue miembro de los Coros Infantiles y Juveniles de la Orquesta Sinfónica del estado Lara; a participado en alrededor de unos 500 conciertos bajo la dirección de excelentes maestros larenses, nacionales e internacionales. Actualmente forma parte de la Academia Latinoamericana de Violín (Dirigida por el gran maestro Juan Francisco del Castillo) y cursa estudios con el maestro Sergio Celis
Amigo Leiter, dado que mi hijo Gabriel es miembro de ese gran proyecto que ejecuta el maestro José Antonio Abreu; joven al cual considero una persona educada informalmente y formal ya que ve estudios superiores (Universitarios), noble de hecho y derecho, de grandes sentimientos, con valores éticos y morales inculcados en un seno familiar no poderoso ni oligarca de la sociedad venezolana como hoy en día es catalogada la población aristocrática y pudiente en nuestro país. Afortunado de haber recibido en su corta edad una educación musical de primer orden teniendo a excelentes maestros donde figuran Gustavo Dudamel y muchos de los que educaron al mismo Dudamel.
Por tal motivo creo estar en la obligación de hacer estas reflexiones y emitir estos criterios ya que poseo derecho y moral para considerarme indirectamente parte del Sistema Nacional de Orquesta Infantiles y Juveniles de Venezuela, proyecto creado por el maestro José Antonio Abreu y que como puede ver en las referencias aquí expuestas, proyecto que no sólo es conocido localmente, sino que además ya ha sido merecedor de premios internacionales, que al menos ya es del conocimiento de algún mortal en cada uno de los país de cada continente y creo no estar exagerando
Esto se debe simplemente a uno de los comentarios esgrimidos en su blog con fecha 29 de abril de 2009, donde el Lcdo. Fernando G. Toledo, ensayista, narrador, periodista, poeta, nacido en la localidad de San Mateo, en Mendoza, Argentina; de 35 años de edad, licenciado en comunicación social y egresado de la Universidad Juan Agustín Meza y considerado uno de los poetas más destacados del oeste argentino que ha publicado una aproximadamente una decena de libros entre 1998 y 2009; que ha sido distinguido por sendas menciones especiales en los certámenes de Vendimia en 1998 y 2003; el cual inicio su carrera de periodista a los 19 años y que actualmente es el Jefe de Espectáculos del Diario UNO de la localidad de Mendoza y que además se manifiesta en su hoja curricular el ser crítico teatral, cinematográfico, musical y literario en diversas publicaciones de Mendoza. Cuando cataloga de …INSOLITA LA INCLUSION DE LA ORQUESTA SINFONICA DE LA JUVENTUD VEENZOLANA SIMON BOLIVAR E IMPOSIBLE DE QUE ESTE POR ENCIMA DE LOS MOSTRUOS…
Con todo el respeto que merece nuestro estimado culto, erudito, ilustrado, estudioso, poeta, ensayista, periodista, crítico e intelectual Lcdo. Fernando G. Toledo, considero que dichas opiniones a pesar de estar enmarcadas en el derecho que su blog le otorga de opinar… Este blog está abierto a las opiniones, sugerencias y comentarios de todo aquel que lo desee. Que cada cual hable de lo que le venga en gana, pero intentando, en lo posible, mantener una homogeneidad con los temas que se vayan tratando. El único requisito es respetar las opiniones de los demás participantes y la de un servidor, que para eso ya va peinando canas… no respetan este principio ya que a mi entender el comentario emitido denigra no sólo de todo un acontecimiento real que actualmente se vive; tal como es la epidemia del virus A1H1 que ya recorre muchas partes de nuestro planeta; si no de un grupo de personas que durante la ¾ partes de su vida se han dedicado única y exclusivamente a luchar por lo que creen sea su proyecto de vida y su ideal, su aporte a la humanidad.
… no solo de pan vive el hombre…
Agradezco la atención que usted haya dispensado a este y le reitero mis deseos porque su blog siga haciendo eco de promocionar, divulgar y dar a conocer de proyectos de tipo social que tanto hacen falta en nuestro mundo para así construir una humanidad más sensible y menos beligerante.
Creo poder catalogar al Sistema Nacional de Orquesta Infantiles y Juveniles de Venezuela como un Hecho Social como lo es el Deporte, pero con una particularidad de Venezuela para el mundo.
Antes de finalizar amigo Leiter y abusando de su generosidad, permítame adjuntar una sinopsis histórica de mi ciudad:
La ciudad de Barquisimeto es la capital del Estado Lara y fue fundada en 1552 por Juan de Villegas, a orillas del río Buría, fue mudada tres veces hasta que en 1563 se estableció en su actual lugar. Fue llamado por los indios «Variquicemeto» que significa «Río de Aguas de Cenizas» y que es origen del nombre de la Capital del estado Lara. Lara es una voz de origen vasco que significa «Helichal» o «lugar donde abundan los helechos», planta criptógama de hojas ásperas, profundamente divididas y habitualmente alteradas, que se encuentran distribuidas en todo el mundo. Igualmente se designa con esa voz en diferentes partes del país (hacia occidente) al Samán (Pithecolombium Saman), árbol grande, de hojas bipinadas, que abunda en las tierras calientes, conocido también con el nombre de Carabalí, Ureo y Cenicero. Está ubicado en la región centroccidental del país y colida con los estados Falcón (norte), Portuguesa (sur), yaracuy (este) y Zulía (oeste). Se encuentra subdividido en 9 municipios. Tiene una extensión de 19800 Km cuadrados, ocupa el 2.15% del territorio nacional y es considerado la 4ta ciudad en importancia. Posee una diversidad climatológica y su temperatura promedio es entre 18º y 28º. Poseemos montañas, valles, zona desertica y una población de unos 2 millones de habitantes . Su rápido crecimiento, expansión comercial, servicios e industrias hace que la población rural disminuya cada vez más. Es productor de ganado tipo Carora, raza propia, lanar y caprino. Su artesania está muy fundada en la precolombina, siendo su fuerte la cerámica, el tejido y la talla. Popsee alrededor de 15 instituciones universitarias, entre las cuales se destacan la UCLA, UPEL, UNEXPO. Es considerada la capital musical de Venezuela y se dice que cada niño cuando nace lleva un cuatro debajo del brazo. Posee una gastronomía diversa y cuyos platos tradicionales principales estan la hallaca, lomo prensao, mondongo de chivo y en el aspecto religiosa se le da cabida a todas las manifestaciones de culto que no atente contra la sociedad y en especial somos católicos y veneramos la imagen de la Divina Pastora quien es nuestra patrona y todos los años se hace una prosesión que ya aglomera más de un millón de fieles. Esta proesesión hace un recorrido aproximado de 8 km desde Sta Rosa hasta la catedral del municipio capital Iribarren.
Quedo de usted estimado y fraternal amigo.
Pastor Parra Canelón.
Ps. Todos los comentarios y fragmentos anexos en este escrito se han tomado textuales, cualquier error u omisión se debe a que su texto original lo presenta. El autor de este escrito solamente se reservo colocar colores diferentes en algunas fragmentos para distinguirlos o de usar subrayado o letra cursiva.
Así mismo le pido disculpa ya que las fotos que ilustran los comentarios no salieron.
Ante todo, bienvenido sr. Parra a este blog que, en muchas ocasiones, defino como «un bar de copas virtual». Celebro que tenga a bien considerar esta humilde página como un «prestigioso» blog, algo que, sinceramente, se escapa de mis iniciales pretensiones. Pero, obviamente, a nadie le amarga un dulce y como tal, agradezco sobremanera sus buenas impresiones sobre esta página, sobre este bar virtual de copas.
A nadie, como usted mismo se ha encargado de recordar en su magnífico comentario, se le escapa la formación cultural y valía de don Fernando G. Toledo. Ya en una entrada anterior que versaba sobre LAS DIEZ MEJORES SINFONÍAS, título que debió añadir la apostilla de «según mi entender», don Fernando sostuvo unas ciertas discrepancias en forma de comentarios con un servidor que, en la medida de lo posible, fueron oportunamente replicadas y dentro de un tono que consideré educado y respetuoso. Tras unos meses sin recibir noticia de don Fernando, volvió a escribir haciendo constar su desacuerdo por la inclusión de la Orquesta Sinfónica de la Juventud Bolivariana entre los diez mejores conjuntos sinfónicos del momento. Mi respuesta fue tan sencilla como redundante: Incluí dicha formación a modo de homenaje a la impagable labor realizada por el maestro Abreu dentro del sistema de orquestas venezolanas. Pero eso no significa, y lamento que así haya podido parecer, que la inclusión de dicha formación orquestal sea simplemente un «homenaje». Incluí la orquesta porque a mí me parece que está dentro de los diez mejores conjuntos sinfónicos de la actualidad. Así de sencillo. Como usted ha tenido a bien hacernos entender, las elogiosas críticas vertidas sobre dicha formación son innumerables y mi opinión al respecto es una más. Posiblemente, don Fernando G. Toledo no esté de acuerdo con esa consideración, pero él se limita a reflejar una opinión, sin más, discrepante con la mía, pero respetuosa. De hecho, don Fernando acaba elogiando mi trabajo en esa entrada.
Hace un año, aproximadamente, tenía el gusto de colaborar en otro blog, EL COLOR DEL CRISTAL, generalmente como comentarista de noticias internacionales. Recuerdo que en una ocasión publiqué una entrada sobre el éxito y la admiración que me producía la Orquesta de la Juventud Bolivariana, como bien puede apreciarse en este enlace que pongo a su disposición.
Yo no intento o puedo justificar nada — léase desde una perspectiva estrictamente literalista — cuando las opiniones vertidas sobre la Orquesta Sinfónica de la Juventud Bolivariana son mayormente elogiosas en las distintas publicaciones musicales que hoy se pueden consultar por la red. A la hora de redactar mi entrada sobre las DIEZ MEJORES ORQUESTAS SINFÓNICAS, decidí, como autor de la misma y del medio, incluir dicha formación con todas las consecuencias. Para algunos lectores, como don Fernando G. Toledo, dicha inclusión no fue de su gusto. Pero este señor lo único que hace es expresar una opinión contraria con total naturalidad. Por lo que a mí respecta, tenga por seguro, señor Parra, que si tuviera que volver a redactar mi lista de las DIEZ MEJORES ORQUESTAS volvería a incluir a la Orquesta Sinfónica de la Juventud Bolivariana. De veras, señor Parra, no creo, y es mi subjetiva opinión, que don Fernando G. Toledo se haya mostrado excesivamente beligerante en la declaración de sus opiniones. Yo, al menos, no lo he visto así. Creo que es su forma particular de expresarse, nada más. Aunque tambén puedo entender que usted se haya sentido ofendido por ello. (En esta misma blog, he recibido comentarios bastante, digamos «fuertes» en comparación. No hace mucho, un señor, también de Argentina, me dedicaba unas líneas muy poco gratas y con cierto desencanto a un improvisado análisis de la Novena Sinfonía de Beethoven. Al final, me decía: Espero que usted no se ofenda… En fin)
Le agradezco la información que nos brinda sobre la ciudad de Barquisimeto y que sirve para enriquecer este blog. De igual manera, me congratulo de que su hijo Gabriel forme parte de tan elogiosa empresa. Le admiro por ello, señor Parra, y le muestro mi más sincera enhorabuena por tal feliz circunstancia.
Si por cualquier motivo, de alguna de mis frases se ha podido interpretar un presunto menosprecio hacia la República Bolivariana de Venezuela y sus habitantes, aclaro que dicha impresión en absoluto se corresponde con mi intención. Si dicha aclaración no basta, solicito mis más sinceras disculpas.
Por favor, no tiene usted de nada sobre lo que disculparse, señor Parra. Al revés: Estoy encantado de su interés por este blog y quedo abierto a cuantas sugerencias, comentarios y/u opiniones tenga usted a bien solicitar.
Un afectuoso y cordial saludo, don Pastor Parra
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