Legado discográfico de Alfredo Kraus

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En la actualidad, y de modo ciertamente desolador, existen muchos y variados cantantes de ópera. Pero si añadimos ese triste calificativo a nuestra anterior frase es debido a que muy pocos, sólo unos cuantos escogidos, son capaces de cantar bien.

El 10 de septiembre de 1999 desapareció, posiblemente, el último de los grandes cantantes de una extraordinaria generación, un artista que, lejos de recurrir a los más que dudosos acervos de un verismo facilón y gritador, supo respetar los valores del más puro belcantismo y de los movimientos del siglo XIX merced a un trabajo serio y riguroso.

Para muchos aficionados, y sin ser el que contaba con una voz más redonda, Alfredo Kraus representó como nadie los valores más sagrados del canto bien entendido y mejor interpretado.

Pequeña biografía

Alfredo Kraus nació en Las Palmas de Gran Canaria el 24 de noviembre de 1927. Hijo de padre austríaco nacionalizado español y de madre igualmente española, Alfredo se graduó en ingeniería industrial y poco después inició los estudios musicales en su ciudad natal. Estudió canto en Valencia con el maestro Andrés, en Barcelona con la profesora Marcoff y más tarde en Milán con Mercedes Llopart.

Alfredo Kraus 

En 1956, luego de haber conquistado el Primer Premio en el Concurso Internacional de Canto de Ginebra, realiza su debut profesional en la Ópera Real de El Cairo cantando uno de los roles más característicos de su carrera artística, el del duque de Mantua del Rigoletto.

Ese mismo año canta en Venecia el papel de Alfredo de La traviata y se presenta en Madrid con la zarzuela Doña Francisquita, invitado por José Tamayo con motivo de la reinauguración del Teatro de la Zarzuela. Durante la temporada de 1957-1958 fue invitado a cantar La traviata en Turín, Falstaff en Reggio Emilia, Gianni Schicchi en Roma y nuevamente La traviata en Londres.

Pero es en 1958 cuando la carrera artística de Alfredo Kraus alcanza una enorme proyección internacional al cantar La traviata junto a Maria Callas en el Teatro San Carlos de Lisboa.

Desde entonces los éxitos se suceden en su carrera, como la memorable presentación en 1959 en el Liceu de Barcelona con Rigoletto, la misma ópera con la que se presenta en Parma. Al finalizar esa temporada debuta en el Covent Garden de Londres con Lucia de Lammermoor junto a Joan Sutherland.

Desde ese mismo momento Alfredo Kraus se convierte en un verdadero ídolo para el público londinense y también en Lisboa, donde canta un memorable Il puritani bajo la dirección de Tullio Serafin. Pese al buen nombre adquirido en Italia merced a sus repetidas actuaciones faltaba el esperado debut en La Scala, piedra de toque fundamental para cualquier cantante de ópera que quiera consagrarse el estrellato internacional.

Dicho debut se produjo en 1960 con una magistral interpretación de La sonnambula junto a Renata Scotto.

Desde ese momento, los éxitos de Alfredo Kraus en los teatros italianos fueron continuos y sus apariciones en La Scala tan constantes como esperadas. En 1962 Alfredo Kraus cruza el charco y realiza su debut en la Ópera Lírica de Chicago cantando L´elisir d´amore. Tres años después se presenta en el Metropolitan con Rigoletto con un éxito de los que hacen época y que le lleva en volandas por los principales coliseos norteamericanos.

En 1968 cantó por primera vez en el Festival de Salzburgo con un Don Giovanni dirigido por Herbert von Karajan y años más tarde se presentaría en París con un inigualable Werther. En 1991 se le concedió por unanimidad el Premio Príncipe de Asturias por su exitosa carrera basada en la seriedad y el rigor interpretativo. A partir de entonces, Kraus dedicó gran parte de su tiempo a la enseñanza y vio como se bautizaba con su nombre al recién creado Auditorio de Música de Gran Canaria. En 1997 falleció su mujer y Kraus se sumió en una melancólica tristeza que le hizo pensar incluso en una definitiva retirada de los escenarios.

Por desgracia, el gran artista español no tardaría en reencontrarse con su amada mujer: el 10 de septiembre de 1999 Alfredo Kraus fallecía en Madrid víctima de una larga y penosa enfermedad. Su muerte causó una honda impresión en los círculos culturales de todo el planeta.

Alfredo Kraus fue considerado como uno de los mejores intérpretes del repertorio operístico francés y un verdadero estilista dentro del bel canto italiano. Multitud de críticos de todo el mundo le consideraron como el mejor tenor ligero de su generación, alabando la perfección técnica de su canto, la claridad de la dicción y el dominio de los agudos.

El verdadero secreto de una carrera tan larga como irreprochable fue el de haber cuidado hasta el extremo la elección de su repertorio, limitándose siempre a la música que mejor se adaptaba a su voz. Kraus se distinguió por una refinadísima musicalidad, por una educación musical del todo cultivada y, lo más importante, por un concienzudo respeto hacia su profesión.

Fue un hombre dotado de una gran cultura e inteligencia que sabía imbuirse perfectamente en los roles seleccionados luego de un amplio período de estudio y reflexión. Su gran prioridad fue siempre, por encima incluso de su formidable gama y excelente técnica, la integridad en la interpretación.

Kraus fue un intérprete que sirvió puntual y fielmente a los presupuestos del belcantismo más puro. Con las lógicas reservas, Kraus fue un heredero directo de los tenores románticos — como Gayarre — que actuaban sobre un conglomerado de métodos estrictamente belcantistas que contaban con nuevas formas de expresión que alcanzarían su cénit con Verdi. De esta manera, supo ofrecernos unas cuidadísimas interpretaciones con un fraseo ceñido y pulcro que se veía acompañado por una proverbial elegancia. Ciertamente, la voz de Kraus no era de las mejores ni de las que poseyeron un timbre más denso y generoso.

Pero por contra, Kraus tenía una vibración muy peculiar, un color personalísimo y un metal cuajado de intensos y vibrantes armónicos. Su honradez, junto a la generosidad para el compañero que necesitaba ayuda, brillaba asimismo en sus prestaciones profesionales. Incluso sumido en el melancólico letargo de la añoranza de su esposa y con los síntomas de una penosa enfermedad que nos lo acabaría arrebatando, las últimas actuaciones de Kraus fueron todo un completo discurso al rigor y a la técnica.

Tuvo la valentía necesaria para caminar siempre por ese sendero hasta el final de sus días. Porque, ante todo, Alfredo Kraus fue un tenor valiente y comprometido como muy pocos.

Discográfica de Alfredo Kraus

Podemos señalar las siguientes grabaciones (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no han de corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra señalada):

  • Marina de Arrieta, junto a Pons, Bayo y Baquerizo, y la Sinfónica de Tenerife dirigida por Víctor Pablo Pérez (NAIVE 5120);
  • La muda de Portici de Auber, junto a la Filarmónica de Montecarlo dirigida por Thomas Fulton (EMI 86341);
  • I puritani de Bellini, junto a Hamari, Elenkov y Caballé, y la Philharmonia Orchestra dirigida por Riccardo Mutti (EMI 09149);
  • La sonámbula de Bellini, junto a Vinco, Scotto y Zotti, y la Orquesta del Teatro La Fenice de Venecia dirigida por Nello Santi (OPERA D´ORO 1305);
  • Los pescadores de perlas de Bizet, junto a Devia, Sardinero y Foiani, y la Orquesta del Teatro de Bilbao dirigida por Bruno Rivoli (LIVING STAGE 1123);
  • Ali Babá de Cherubini, junto a la Orquesta de la Scala dirigida por Nino Sanzogno (OPERA D´ORO 2012);
  • selección de La Arlesiana de Cilèa, junto a la Orquesta Sinfónica de RTVE dirigida por García Asensio (RTVE 65199);
  • selección de Lakmé de Delibes, junto a la Orquesta Manuel de Falla dirigida por Nicola Rescigno (EMI 49067);
  • Don Pasquale de Donizetti, junto a Sills, Titus y Gramm, y la Sinfónica de Londres dirigida por Sarah Caldwell (EMI 66030);
  • L´elisir D´amore de Donizetti, junto a Serra, Corbelli y Alaimo, y la Orquesta del Mayo Musical Florentino dirigida por Gianluigi Gelmetti (LIVING STAGE 1092);
  • La favorita de Donizetti, junto a Siepi, Bruson y Cortez, y la Orquesta del Teatro Comunal de Génova dirigida por Francesco Molinari-Pradelli (DYNAMIC 480);
  • La fille du Régiment de Donizetti, junto a Anderson, Trempont y Béguelin, y la Orquesta del Teatro Nacional de la Ópera de París dirigida por Bruno Campanella (EMI 75260);
  • Lucia de Lammermoor de Donizetti, junto a Bruson, Lloyd y Gruberova, y la Royal Philharmonic dirigida por Nicola Rescigno (EMI 64622);
  • Lucrezia Borgia de Donizetti, junto a Caballé y Verrett, y la Orquesta de la Ópera de la RCA de Italia dirigida por Ionel Perlea (SONY 757594);
  • Fausto de Gounod, junto a Stasio, Saccomani y Ghiaurov, y la Sinfónica de la NHK de Tokio dirigida por Paul Ethuin (VIDEO ARTISTS 4417);
  • Romeo y Julieta de Gounod, junto a Freni y Bruscantini, y la Orquesta de la Ópera Lírica de Chicago dirigida por Robin Stapleton (GALA 788);
  • Mattinata de Leoncavallo, junto a la Filarmónica de Eslovaquia dirigida por Konrad Leitner (RTVE 65116);
  • Manon de Massenet, junto a Spacagna, Tozzi y De Palma, y la Orquesta de la Ópera Cívica de Dallas dirigida por Reynald Giovaninetti (LIVING STAGE 1131);
  • Werther de Massenet, junto a Obraztsova, Rinaldi y Zaccaria, y la Orquesta de La Scala de Milán dirigida por Georges Prêtre (OPERA D´ORO 1482);
  • Così fan tutte de Mozart, junto a Ludwig, Taddei y Berry, y la Philharmonia Orchestra dirigida por Karl Böhm (EMI 67379);
  • Don Giovanni de Mozart, junto a Monachesi, Ghiaurov y Janowitz, y la Sinfónica de la Radio de Italia dirigida por Carlo Maria Giulini (OPERA D´ORO 1144);
  • Los cuentos de Hoffmann de Offenbach, junto a Ghiuselev, Welting y Hendricks, y la Orquesta del Teatro de Parma dirigida por Alain Guingal (HARDY 4012);
  • La bohème de Puccini, junto a Scotto, Milnes y Capecchi, y la Orquesta Filarmónica Nacional dirigida por James Levine (EMI 67715);
  • La tabernera del puerto de Pablo Solozábal, junto a la Orquesta Sinfónica de RTVE dirigida por Enrique García Asensio (RTVE 65199);
  • Falstaff de Verdi, junto a Simionato, Freni y Merril, y la Orquesta de la Ópera de la RCA de Italia dirigida por Sir Georg Solti (DECCA 425002);
  • La traviata de Verdi, junto a Scotto, Buchan y Bruson y la Philharmonia Orchestra dirigida por Riccardo Muti (EMI 09695);
  • Rigoletto de Verdi, junto a Ramey, Sills y Milnes, y la Philharmonia Orchestra dirigida por Julius Rudel (EMI 66037);
  • Doña Francisquita de Amadeo Vives junto a Jericó, Herrera y Sánchez, y la Orquesta Sinfónica de Tenerife dirigida por Antoni Ros-Marbá (NAIVE 5120).

Nuestro humilde homenaje a este excepcional tenor.

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