Pau Casals fue, sin duda alguna, uno de los más brillantes intérpretes del siglo XX. Gracias a su labor técnica se ampliaron notablemente las posibilidades de un instrumento como el violoncelo, como así han reconocido los más afamados violoncelistas de posteriores generaciones. Fue además un hombre muy comprometido políticamente y siempre se manifestó en contra de cualquier dictadura, fuese del signo que fuese. Con todo, Casals no fue tan sólo uno de los mejores violoncelistas de la historia; su visión de la música fue muy amplia y de esta manera también sobresalió como compositor, como director de orquesta y como organizador de todo tipo de eventos musicales. Su figura es difícilmente comparable a la de cualquier otro violoncelista del pasado. Sus interpretaciones de obras de Bach o Beethoven siguen siendo hoy en día modelo de absoluta referencia.
Pau Casals nació en El Vendrell (Tarragona) el 29 de diciembre de 1876 y tomó las primeras lecciones de música de su padre, don Carles Casals, organista de la iglesia de El Vendrell, quien le compró un violoncelo a los doce años después de que su hijo demostrase muy buenas cualidades musicales también al órgano. En 1888, ingresa en el Conservatorio de Barcelona y recibe clases de violoncelo de don Josep García, mientras que del estudio de armonía se encarga don Josep Rodoreda. Durante esta época, Casals tocaba en algunos cafés de Barcelona, especialmente en el Tost, con un salario de cuatro pesetas al día. Allí se relaciona con diversos músicos y consigue que Albéniz interceda por él ante la reina María Cristina, quien le concede una pensión de 250 pesetas mensuales tras graduarse con éxito en el Conservatorio de Barcelona (Escuela Municipal de Música). Tras ello, viaja a Madrid y estudia composición en el conservatorio de la capital española bajo las órdenes del maestro Tomás Bretón. Tras una breve estancia en Bruselas (En donde renuncia a ingresar en el Conservatorio) y París, Casals regresa a Barcelona en 1895 y se encuentra con que la reina española le ha retirado la pensión. Un año más tarde es nombrado profesor del Conservatorio del Liceu, cargo en el que permanece hasta 1899, cuando decide regresar a París. Allí conoce a Charles Lamoureux y consigue presentarse al público parisino, en lo que puede considerarse como el inicio de una brillante trayectoria internacional que le llevará a Inglaterra, Bélgica y EEUU. Precisamente en tierras americanas presenta en 1904 Don Quixote de Richard Strauss y allí también permanece durante toda la Primera Guerra Mundial. En 1919, Casals funda en Barcelona la Orquesta Pau Casals, una formación con la que consiguió ofrecer innumerables conciertos populares. Si bien desde 1917 Casals decidió no tocar nunca en Rusia debido a los acontecimientos derivados de la Revolución de Octubre, en 1933 extiende su veto a la Alemania nazi y a todos los países que mantienen relaciones con el gobierno de Hitler. Firme defensor de la legalidad democrática, durante la Guerra Civil Española toma partido por la República y al finalizar la dolorosa contienda entre españoles, en 1939, decide auto exiliarse en Prades (Catalunya francesa), ciudad en donde ofrece numerosos recitales en favor de los españoles refugiados de la República. De esta manera, España vio como sus dos «Pablos» más inmortales, Picasso y Casals, tomaban el triste camino del exilio.
En 1943, Casals compone su oratorio El Pessebre, obra que tenía pensada para celebrar una hipotética caída del régimen dictatorial del general Franco y que, por desgracia, no vio la luz hasta 1961. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Casals toma la decisión de no volver a actuar en ningún país aliado que mantenga relaciones con el régimen franquista. De esta manera, centraliza su actividad en Prades, ciudad a la que convierte en uno de los principales y más relevantes centros musicales de Europa. La figura de Casals adquiere la categoría de mito y en torno a su figura surgen las más variopintas leyendas. Quien esto escribe, escuchó un poético relato de manos de un profesor cuya ideología no tenía ninguna afinidad con la del maestro tarraconense: –«Estábamos en Prades escuchando un recital de Casals y empezaron a escucharse ruidos propios de un bombardeo cercano. La gente se alarmó y empezó a salir aterrorizada de la sala. En esos instantes, el maestro Casals ordenó calma y silencio, y a continuación se puso a ejecutar un fragmento de una Suite para violoncelo solo de Bach. Le juro por mi existencia, señor Leiter, que los bombardeos cesaron… La inolvidable música de Bach, llorada en el celo del maestro, obró el milagro»– Así me lo narraron y así lo cuento.
En 1957, Casals se trasladó a Puerto Rico (País del que era originaria su familia) y tres años más tarde fundó en San Juan el Festival de Música de Puerto Rico. Desde entonces, inicia una doble carrera como solista y director de orquesta que le llevó por los principales enclaves del continente americano. Asimismo, empieza una labor docente en las más prestigiosas universidades norteamericanas. Ofreció su último recital en Prades en 1966 y en 1971 recibió la Medalla de la Paz concedida por la ONU, acto en el que pronunció un memorable discurso en inglés y en catalán, siendo la primera vez que esta lengua se usaba en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Contra lo que muchos creen, Casals no quiso que le llamasen Pau, en vez de Pablo, por sus incontestables afinidades nacionalistas — que no independentistas — catalanas. El siempre quiso que se le invocase como Pau porque esa misma palabra significa Paz en catalán. Tras ese famoso discurso en la ONU, Casals interpretó Cant dels ocells, una melodía popular catalana que desde entonces se convirtió en un himno de paz y libertad. El 22 de octubre de 1973 falleció en Puerto Rico como consecuencia de una crisis cardíaca (El otro «Pablo», Picasso, fallecería también en abril de ese mismo año en Francia). Sus restos fueron trasladados a El Vendrell en 1979, una vez instaurado el nuevo orden democrático en España, donde actualmente reposan. Con su muerte, se cierra una de las más grandes páginas de la historia de la música española.
Dentro de la discografía que nos dejó Pau Casals podemos destacar: Las Suites de Bach para violoncelo solo (EMI); los Tríos para piano, violín y violoncelo de Beethoven, acompañado por Alfred Cortot al piano y Jacques Thibaud al violín (EMI); el Concierto para violoncelo de Dvorak, acompañado de la Orquesta Filarmónica Checa dirigida por George Szell (EMI); El Trío para piano nº3 de Schubert acompañado de Cortot y Thibaud (EMI); el Concierto para violoncelo de Schumann, acompañado por la Orquesta del Festival de Marlboro dirigida por Eugene Ormandy (SONY); el Trío para piano nº1, Op. 63 de Schumann, acompañado de Cortot y Thibaud (EMI); Aparte, como director de orquesta, Casals nos brindó unas magníficas interpretaciones de las Sinfonías nº7 y 8 de Beethoven dirigiendo a la Orquesta del Festival de Marlboro (SONY). Nuestro humilde homenaje a este extraordinario músico.
Casals es uno de esos músicos que yo llamaría de «comprometido»: la Música y su instrumento predilecto -el celo- eran lo más importante en su vida y a ellos les dedicó los mejores momentos de su existencia. El sonido del violoncelo bajo Casals tiene un sonido especial, lo mismo que Rostropovich, aunque sus estilos sean distintos. Justamente estos dos violoncelistas comparten muchas similitudes como Músicos: dedicados a sus instrumento al que le extraen sonidos especiales, Directores de Orquesta, profesores de Música, compositores (aunque Rosropovich abandonó la composición en determinada época de su vida).
Definitivamente dos grandes del Celo, sin desconocer a otros intérpretes del mismo instrumento.
Suena bellísimo el Trio Archiduque de Beethoven. Tenía tiempo de no escucharlo.
Mencionas las grabaciones de las Sinfonías Séptima y Octava de Beethoven, dirigidas por Casals con la Orquesta del Festival Marlboro. Hasta eldía de hoy sólo he podido escuchar la Séptima y en en verdad, una interpretación muy buena y bella. Pero aún no he podido hacerme con el disco.
Hace muchos años un compañero mío me aseguró que había descubierto que era sobrino de Casals, un parentesco empero, muy lejano según él. Aún hoy dudo de esa afrimación -no me presentó pruebas- pero dado que dicho compañero no era precisamente un melómano ni de lejos un conocedor de Música y sus interpretes, puede que su afirmación tenga algún sustento, pues, porqué precisamente Pau Casals?
El apellido de ese compañero era Besosa. Podríamos averiguar la descendencia de Casals, amigo Leiter?
Nunca había escuchado «El Pessebre». Interesante recurso al inicio de la obra.
Tengo el ojo puesto en varias entradas de Blues y en ellas quiero dejar mis comentarios, pero requerirá tiempo y que internet no me de problemas como en los últimos días.
Tienes una gran responsabilidad Leiter: me pides que comparta mis opiniones sobre algunos temas y mira que me gustaría decir tantísimas cosas! Está invoncando al diablo amigo, je, je.
Abrazos Leiter.
¿Podríamos averiguar la descendencia de Casals, amigo Leiter?
Sí, Casals murió sin dejar descendencia… Se casó con Susan Metcalle en 1913 para separarse diez años después. Luego se volvió a casar en 1958 con su alumna portorriqueña Martita Montáñez. En ninguno de estos matrimonios hubo hijos.
Los padres de Casals se llamaban Carles Casals y Pilar Delfilló… Lo de Besosa no me sale por ningún lado.
Tranquilo, Iván. Nadie mejor que tú para saber qué exorcimos ejecutar si el diablo decide visitarnos. De eso sabes tú más que nadie… De asuntos paranormales y cosas de esas, me refiero, je, je.
Un abrazo, buen amigo
LEITER
Amigo Leiter, me refiero a que algún sobrino habría de tener…por supuesto no hijos, je, je…
No te preocupes Leiter: si el diablo viene, le emborrachamos para que luego se quede dormido y no haga estragos por ahí…
Un gran abrazo.