Concierto para clarinete y orquesta en La mayor, K. 622
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Verano de 1791: A Mozart sólo le quedan unos meses de vida y en medio de la inmensa pobreza material en la que vive aún tiene fuerzas para trabajar sin cesar. Es el período de sus grandes obras maestras, como el último Concierto para piano nº27 K 595, el Quinteto de cuerda K 614, el Ave Verum K 618, La clemencia de Tito, La flauta mágica, el Requiem… Pero en este grupo falta una obra maestra. El 7 de octubre de 1791 Mozart escribe una carta a su mujer en la que le informa que ha terminado la orquestación de un Concierto para clarinete dedicado a Anton Stadler, quien ya era el dedicatario del Quinteto para clarinete k 581. Al parecer, Mozart, que adoraba la sonoridad del clarinete, ya había escrito un boceto en 1789 para corno de basset (clarinete grave) que según las investigaciones constituyó la primera versión del Concierto para clarinete hoy conocido. Pese a que la partitura autógrafa de ese esbozo se perdió, la misma se ha podido reconstruir mediante algunos apuntes realizados por Mozart. La recensión más antigua que se conserva de este concierto es ya una adaptación para clarinete común.
* Compuesto en otoño de 1791
* Estrenado por Anton Stadler en fecha indeterminada del otoño de 1791
* EFECTIVOS ORQUESTALES: 2 flautas, 2 fagots, 2 trompas y sección de cuerda. Clarinete solista
* Duración aproximada de la ejecución: Entre 28 y 30 minutos
El clarinete fue una de las más bellas conquistas de la orquesta del siglo XVIII y Mozart ya dio buena cuenta de sus posibilidades en La clemencia de Tito, donde acompaña en ocasiones algunas de sus arias. Ya en el Quinteto, Mozart explotó al máximo las posibilidades sonoras de un instrumento que merecía por sí solo una obra concertística. Mozart se enamoró de este instrumento cuya sonoridad es del todo inimitable y que sólo puede ser igualada por la voz humana. Y, como veremos a continuación, eso mismo intentó realizar Mozart en la magistral melodía cantabile del segundo movimiento. El dedicatario, Anton Stadler, era otro francmasón y esta página supone mucho más que un acto de amistad: Junto con La flauta mágica y el Requiem, el Concierto para clarinete es un canto para la fraternidad universal. Sin lugar a dudas, esta obra, piedra de toque de cualquier solista, es la cumbre de todo el repertorio concertístico para clarinete.
La versión que se ofrece para seguir la obra mediante los enlaces al vídeo se corresponde a una lectura ofrecida por la joven clarinetista israelí Sharon Kam acompañada de la Orquesta Filarmónica Checa dirigida por Manfred Honeck. Esta grabación se encuentra disponible en DVD en el sello EUROARTS (Ref 2055158). Como versiones alternativas dejamos los enlaces a las versiones de David Shifrin acompañado de la Orquesta del Festival Mozart dirigida por Gerard Schwarz (le falta la introducción orquestal del primer movimiento) y la del jovencísimo Han Kim acompañado por la Orquesta Filarmónica de Euroasia dirigida por Nanse Gum.
DESARROLLO DE LA OBRA K. 622
– PRIMER MOVIMIENTO: Allegro (Desdoblado en dos vídeos, aquí el enlace del segundo): En compás de 4/4, la orquesta presenta el tema principal, fresco y muy ligero, que se desarrolla bajo la fórmula de un ampliado ritornello. Tras el mismo, entra el clarinete mediante la forma de un canon seguido por otro ritornello. Toda la introducción está sembrada de imitaciones entre la cuerda y los instrumentos de viento, concluyendo con un nuevo tema expuesto por el clarinete y continuamente modulado del modo menor al mayor y viceversa. El tema principal reaparece, en Mi, y tratado nuevamente en forma de canon. El solista ejecuta unas complicadas semicorcheas y arpegios hasta llegar a un trino sobre la dominante que sigue a la conclusión del tutti. Un segundo desarrollo cierra aún más el diálogo entre solista y orquesta, con predominio de las tonalidades menores, que se ve entrecortado por el tema libre ahora modulado a Re mayor. La tensión va creciendo mediante trémolos orquestales hasta llegar a un nuevo ritornello muy contrastado. Una escala a descubierto del clarinete reconduce la recapitulación, abreviada y variada, antes de llegar al ritornello final. Movimiento absolutamente prodigioso desde el punto de vista compositivo.
– SEGUNDO MOVIMIENTO: Adagio: En Re mayor y compás de 3/4, es uno de los fragmentos más conocidos de Mozart. El solista traza un sublime canto que es inmediatamente repetido por la orquesta. La melodía retorna, ligeramente ornamentada, y se eleva hasta una doble cadencia para regresar luego al tema principal. Es posiblemente el movimiento en el que Mozart trató de acercarse más a la voz humana mediante un instrumento solista. De apenas cien compases de duración, esta joya pasa por ser uno de los movimientos más puros y emocionantes de toda la producción mozartiana. Poco más podemos añadir nosotros.
– TERCER MOVIMIENTO: Rondo Allegro: En la tonalidad principal de La mayor y compás de 6/8, el tema principal es expuesto por el clarinete y repetido por la orquesta antes de volver precedido por un alegre vuelo de semicorcheas. A continuación surge un primer intermedio cantabile en Do mayor del que se acaban adueñando los violines y que será constantemente modulado. Después de la tercera exposición del tema, un amplio tutti orquestal conduce a través de las tonalidades de do sostenido menor y fa sostenido menor a un nuevo canto solista. La tonalidad modula a Si mayor y el clarinete inicia un virtuosístico juego de saltos en semicorcheas. Un breve recuerdo del tema principal se ve continuado por el tema del intermedio, primorosamente enriquecido con un genial trabajo de ritmos y modulaciones que consigue aumentar su expresividad mediante la colocación estratégica de calderones. La cadencia final introduce por última vez el tema principal y el movimiento concluye de forma alegre y brillante, disipando cualquier asomo de inquietud. Movimiento complicadísimo para el solista. De no ser por el Requiem, esta obra sería, por derecho propio, el testamento musical de Mozart por su incuestionable perfección formal. Obra maestra absoluta sin posible discusión.
VERSIONES RECOMENDADAS K. 622
– Jack Brymer junto a la Royal Philharmonic Orchestra dirigida por Sir Thomas Beecham. EMI (Versión insuperable y de referencia. Puro terciopelo solista y genial acompañamiento orquestal)
– Anthony Pay junto a la Academy of the Ancient Music dirigida por Christopher Hogwood. L´OYSEAU-LYRE (Posiblemente la mejor lectura con instrumentos de época)
– Peter Schmidl junto a la Filarmónica de Viena dirigida por Leonard Bernstein. DG (El solista principal de la formación vienesa ofrece un curso de cómo tocar dicho instrumento. Buenísima versión)
– Charles Neidich junto a la Orquesta Orpheus de Nueva York. DG (Alternativa versión utilizando un clarinete tenor en Fa original. Interpretación interesante y muy equilibrada)
Por contra, y sin dejar de ser versiones de alto nivel, no me despiertan mayores ánimos las lecturas debidas a Dmitri Ashkenazy acompañado por la Orquesta Filarmónica Checa dirigida por Vladimir Ashkenazy. PAN CLASSICS (Versión algo precipitada por momentos) y la de Anthony Gigliotti acompañado por la Orquesta de Filadelfia dirigida por Eugene Ormandy. SONY (Buena parte solista pero con un acompañamiento muy recargado). Por supuesto, éstas no son sino meras apreciaciones subjetivas sin ninguna pretensión vinculante.
Adoro el sonido del clarinete y en este concierto me lo paso pipa. Es una preciosidad, alegre, lleno de vida. Es inevitable estar sonriendo todo el rato mientras suena y casi decir: ¡Viva Mozart!.
Pues por lo que a mí respecta, querida Zarza, este concierto me produce sensaciones muy variables desde el punto de vista anímico, muchas de ellas con cierta tendencia a la melancolía. No dejo de pensar que fue la última obra instrumental de Mozart.
Besos, Zarza
LEITER
Magnifica entrada para una obra que adoro sin limites, una musica en la que entro como en algua para pederme hasta el infinito.Leiter, que pasa con la versión del doctor Böhm? Entiendo que no le gusta demasiado…para mi es el paraiso en la tierra, entiendo que para muchos sea una versión demasiado lenta,muy seria, algunos dirían que pesada, personalmente cuando la escucho me voy a otra dimensión,especialmente en el primer movimiento,el cual me parece apoteósico en su lentitud con una reexposición en mi que es uno de los momentos más refinados que nos dejó el doctor en su catálogo mozarciano…
Supongo, maestro Mounielou, que se refiere a la versión del clarinetista Alfred Prinz acompañado de la Wiener dirigida por el doctor Böhm. De veras que me gusta esa versión, amigo Jean François, pero entre las decenas y decenas de versiones disponibles de esta obra me decanté por las ya expuestas y esta se quedó fuera. Ocurre en muchas entradas de este tipo, en donde el enorme número de versiones de algunas obras nos obliga a hacer dolorosos descartes, como ha ocurrido en este caso.
De veras, maestro Mounielou, que a mí del doctor Böhm me gustan hasta las portadas de sus discos. Siempre he sido un incondicional suyo aunque, como ya hemos comentado en más de una ocasión, el mejor Böhm es el de los conciertos en directo, más que el de los estudios discográficos. Por eso mismo, nunca me pierdo sus vídeos si en alguna ocasión son transmitidos por algún canal televisivo.
Mi abrazo, amigo Jean François.
LEITER
Existen las maravillas, y existe este concierto. A mi el movimiento lento me saca de cualquier contexto y me coloca en «algún lugar», un mejor mundo posible que dura cien compases. Esta obra, y ese movimiento, acreditan por sí solos no la genialidad de Mozart —eso ni hace falta— sino la trascendencia de la música misma. Gracias por el estupendo análisis, maestro y amigo.
Por supuesto quería hablar de la versión de Alfred Prinz. Entiendo perfectamente lo que me dice de la selección que no es precisamente algo facil de hacer.Pero quería simplemente recordar esta versión.Cuando estudiaba derecho en Paris, en torno al año 76, había mucho debate sobre las versiones que el doctor Böhm sacaba de los conciertos de Mozart para instrumentos de madera,muchos eran francamente «en contra» por le elección de los tempi.Para mi era todo lo contrario,este distanciamiento con la dinámica en favor de un lirismo al mismo tiempo discreto y sutil me encantaba y me sigue encantando. Se trata de un acercamiento muy personal,pero immerso en la devoción hacia la música de Mozart que tenía este gran director.
El Concierto para Clarinete K. 622 es una de esas obras maestras de Mozart ante las cuales tan sólo se puede guardar reverente silencio, pues toda palabra resulta supérflua e innecesaria.
Es la Voz, el encuentro con el Yo y su equilibrio armónico con la fuerza de la naturaleza y el cosmos.
El sonido del clarinete supone dulzura e inocencia, lo cual tradujo el Genio de Salzburgo en una unión trascendental de alegría e introspección, las cuales caminan juntas en la construcción de una Humanidad más elevada y sabia.
Es así como esta partitura rebosa sinceridad y nobleza, algo muy olvidado en la pesantez de nuestra era.
Y es por ello que en Mozart tenemos a un Sumo Sacerdote de la más sublime Iniciación.
Ave Mozart.
Coincido con Jean François en lo tocante al Dr. Böhm. Su versión de este concierto junto a Prinz es una de lam más queridas para mí, pero también coincido con el Burgomaestre Leiter cuando expone las razones para elegir las versiones que ilustrarán la entrada. Ciertamente no es tarea sencilla. Incluso es muy recomendable incluir aquellas grabaciones de menor difusión, a fin de darlas a conocer, cosa que no necesitan las más sobresalientes; ellas no necesitan publicidad.
Y ya saben ustedes que tambien experimento suma admiración por mi Dr. Böhm, del cual me declaro incondicional.
Abrazos a todos. Gran entrada que no podía faltar en Blues!
De cualquier manera, que conste que la versión de Alfred Prinz acompañado por la Filarmónica de Viena dirigida por Karl Böhm es también de absoluta referencia (DG 413552). He intentado añadirla a la entrada pero no sé porqué motivos no me deja el servidor hacerlo.
Poco puedo yo añadir a vuestras apreciaciones salvo confesar que este Concierto es uno de mis predilectos de siempre.
Un abrazo, amigos
LEITER