Es sabido que el ser humano, en su lógica condición de imperfecto, es susceptible de cometer errores en cualquiera de los órdenes de la vida. Y en el ámbito laboral, dichos fallos pueden ser consecuencia de un leve descuido, de una falta de atención o de una sobre presión en las condiciones que paradójicamente suele provocar el efecto contrario al de su finalidad, esto es, un bajón en el rendimiento. Sin embargo, cuando la vida de un grupo de personas está en manos del buen hacer de unos cualificados profesionales, el fallo o despiste se nos antoja del todo injustificado e improcedente. Que dos pilotos de una compañía aérea tan relevante como Northwest se «olvidaran» de tomar tierra en el aeropuerto de destino durante un vuelo comercial nos parece un suceso tan impactante y tragicómico que merece ser destacado como NOTICIA CURIOSA DEL MES en este bar virtual de copas, una subsección de esta categoría de ACTUALIDAD. Aunque afortunadamente el misterioso suceso terminó felizmente y no hubo que lamentar víctimas, el pánico cundió entre las autoridades aeronáuticas e incluso militares, quienes sopesaron la posibilidad de que el avión hubiese sido secuestrado en vuelo con fines terroristas. Al parecer, los pilotos estaban enfrascados en una abierta discusión a bordo sobre los nuevos horarios que la compañía aérea había establecido, de tal manera que se olvidaron de que el avión debía posarse en su destino programado. Vamos, que se olvidaron de aterrizar y pasaron de largo el aeropuerto de destino. La tripulación hizo caso omiso a todas las señales de alarma enviadas por unos angustiados controladores aéreos que no acertaban a entender por qué el avión no seguía los procedimientos marcados para el aterrizaje. Las últimas informaciones sobre este insólito suceso apuntan a la posibilidad de que los pilotos hubieran estado también usando sus ordenadores portátiles, algo terminantemente prohibido por las normativas internacionales de aviación civil. Otras conjeturas señalan que pudieron quedarse dormidos en pleno vuelo, intolerable situación que, por raro que parezca, ha sucedido en alguna que otra ocasión.
Llegar a ser piloto de líneas aéreas es algo extraordinariamente difícil y complicado. Los aspirantes han de superar todo un severo proceso selectivo en el que se valoran tanto los conocimientos aeronáuticos como la capacidad de sortear los más enrevesados incidentes a bordo que pueden surgir durante el vuelo y que el instructor se encarga de programar en el simulador. También se han de acreditar unas más que equilibradas aptitudes mentales y psicológicas en el candidato, debiendo éste pasar por numerosas e interminables pruebas en las que se examina su personalidad. Una vez admitido en la compañía aérea, el piloto — a menos que haya sido fichado como comandante procedente de otra aerolínea — ha de permanecer varios años como segundo de a bordo a las órdenes del comandante. Sólo los mejores y más experimentados alcanzan a vestir el uniforme de cuatro barras. Por supuesto, todos los pilotos se someten periódicamente a estrictos controles por parte de la compañía en los que se valora si sus aptitudes siguen siendo válidas.
Cuando subimos a un avión, en el 99.99 % de los casos estamos en manos de unos profesionales cuya preparación técnica y humana no deja lugar a dudas. Así, los pilotos son capaces de realizar estas proezas cuando las condiciones climáticas son adversas o cuando el aparato sufre cualquier imprevista incidencia técnica. Sin embargo, y como en todos los órdenes de la vida, siempre existe alguna oveja negra que representa a ese 00.01%… A buen seguro que en Northwest ya las han detectado. ¿Pero cómo demonios se puede uno olvidar de aterrizar? Vivir para ver.
Pensar en esos pilotos durmiendo, o chequeando sus mails mientras «pilotean» me ha generado un escalofrío. Aquí en Argentina pasa algo similar con los choferes de colectivos de larga distancia. He visto videos donde los conductores envían mensajes de texto mientras manejan. Pero lo más increíble es uno en donde el conductor lee el diario en plena ruta a una velocidad que tranquilamente podría rondar los 100 km/h (yo los he visto conducir a esa velocidad y a más cuando está probido que pasen los 80 ese tipo de transporte).
Ahora me voy a dar un vuelta por Toscanini.
Pues el vídeo de tu enlace sí que me ha dejado patidifuso. ¿Pero cómo puede haber gente tan irresponsable?
Yo, en una ocasión, me distraje con la bici en El Retiro y me pegué un golpe de campeonato. Tuve excusa: Las curvas de aquella mujer merecieron mi distracción y mi posterior tortazo… Por cierto, en mis auriculares estaba sonando Mahler. Nunca me pareció tan siniestro.
Un abrazo, Frank (Gracias por el enlace)
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