En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar una de las partituras más célebres de todo el siglo XX, Ionisation de Edgar Varèse, una obra destinada exclusivamente a los instrumentos de percusión. La interpretación corre a cargo del Ensemble InterContemporain dirigido por el maestro Pierre Boulez. Una grabación de esta obra con este mismo director se encuentra disponible en el sello SONY (Ref 45844), en un disco compacto del todo imprescindible y que contiene una selección de lo mejor de Varèse. Comenzada en París a finales de 1929, la partitura fue concluida en 1931 y dedicada a Nikolai Slonimski. El estreno no tuvo lugar hasta el 6 de marzo de 1933, fecha en que fue presentada en el Carnegie Hall de Nueva York bajo la dirección del propio Slonimski y en donde obtuvo una fría acogida. Con todo, esta fue la primera obra de Varèse en ser llevada al disco un año después.

 Ionisation es una obra destinada exclusivamente a los instrumentos de percusión en donde trece músicos tocan un total de 37 instrumentos (3 bloques chinos, 3 bombos aflojados, 2 bongos, 3 tam-tam de diferentes tamaños, 2 yunques, 2 sirenas — una de ellas imitando el sonido de las sirenas del Cuerpo de Bomberos de Nueva York –, un gran címbalo chino, un gong, cencerros, tambor redoblante, caja clara destimbrada, tambor militar, tambor de cuerda, látigo, guiro, llaves, triángulo, maracas, sonajas, castañuelas, pandereta, platillo suspendido, 6 campanas tubulares empleadas en grupos de dos y afinadas en quintas disminuidas o séptimas mayores, glockenspiel y piano. Los timbales, que tienen una altura determinada de sonido, son eliminados). Las únicas menciones escritas en la partitura por Varèse son claro, medio y grave, y son las indicaciones de dinámica o de ataque las que prevalecen. La pieza parece querer demostrar la variedad y riqueza extraordinarias de timbres y ritmos que es posible obtener de un conjunto instrumental semejante. En la introducción se explota la sonoridad translúcida del metal sobre figuras rítmicas del bombo, presentando un primer tema expuesto por el tambor militar. Luego se producen una serie de variaciones y episodios en donde adquieren un alto protagonismo los bloques chinos. El desarrollo va marcado por una serie de bruscas rupturas en donde todos los motivos se hallan presentes. Tras un seco fortissimo, la escena musical cambia radicalmente y tan sólo se escuchan sonoridades metálicas por encima de las cuales planean las sirenas. La recapitulación progresa hacia una majestuosa coda en donde los clusters del piano refuerzan el gong más grave mientras que campanas y glockenspiel añaden un sentimiento de solemnidad. Verdadera obra maestra del autor, Ionisation encontró una numerosa — aunque tardía — descendencia en la música contemporánea.

 Durante las primeras décadas del siglo XX, los instrumentos de percusión fueron dejando de ser meros soportes rítmicos o de toques tímbricos para convertirse en verdaderos instrumentos como cualquier otro. Tal vez fue el cubano Amadeo Roldán (1900-1939) uno de los primeros compositores en priorizar la percusión mediante su serie Rítmicas, cuyos números V y VI están escritos sólo para percusión. Roldán fue un excelente compositor que supo fundir la vanguardia con lo ancestral cubano. Pero aún faltaba alguien que diera el paso de escribir una obra universal y clásica para percusión sola y esto lo hizo Edgar Varèse con Ionisation en 1931.

 Edgar Varèse nació en París el 22 de diciembre de 1883 y, luego de recibir una formación científica, decide en 1904 dedicarse por entero a la música. Para ello, ingresa en la Schola Cantorum de París y allí estudia bajo las órdenes de D´Indy y Roussel y posteriormente en el Conservatorio con Widor. En 1907 se traslada hasta Berlín, donde es nombrado director del Symphonischer Chor. Allí coincide con Ferruccio Busoni, con quien no tardaría en escribir sus primeras obras. En 1916, Varèse se traslada a Nueva York y tres años más tarde funda la New Symphony Orchestra, dedicada a difundir la música contemporánea, y más tarde la International Composers´s Guild. En 1928, un año después de haberse nacionalizado norteamericano, Varèse participa en la creación de la Pan American Society of Composers. Ese mismo año decide retornar a París hasta 1933 y durante ese período comienza a estudiar las posibilidades de los instrumentos electrónicos, pero es víctima de una severa depresión nerviosa cuando le deniegan una beca de investigación al respecto. Tras la Segunda Guerra Mundial, sus experimentos con sonidos grabados fueron auténticamente revolucionarios e incluso diseñó un instrumento junto al ingeniero Thérémine que llevaba su nombre. En 1950 Varèse dirigió como invitado un coloquio en Darmstadt — centro mundial de la música contemporánea en aquellos años — y de esta manera ejerció una influencia decisiva sobre los jóvenes compositores europeos. De producción errática y repleta de proyectos inacabados, en 1954 viajó hasta París para completar Deserts, una compleja obra en donde se funde la música instrumental con la música de banda. Varèse falleció en Nueva York el 6 de noviembre de 1965.

 La música de Varèse se basa en un profundo conocimiento del fenómeno sonoro. Sustituyendo a la nota abstracta el sonido concreto, Varèse rechazó el temperamento y la estética tonal, considerándolos arbitrarios. Opinaba, por el contrario, que los ruidos engendrados por la civilización industrial habían desarrollado nuevas percepciones auditivas que sugerían al compositor una música también nueva. Supo rechazar los sistemas tradicionales y recogió principios originales estructurales de diferentes ciencias en donde el ritmo actúa como permanente elemento de estabilidad. Su obra anuncia una música de permanente actualidad y abrió el camino a la música electroacústica. Pero Varèse no fue sólo un precursor, sino el creador de unas obras maestras en donde su inventiva sonora rompió los límites de los sonidos hasta entonces conocidos. Nuestro humilde homenaje a este extraordinario compositor.