En el enlace al vídeo que hoy os dejo de manera extraordinaria podemos escuchar el bellísimo y trascendental segundo movimiento — Lento e largo — de la Sinfonía nº3, Op. 36Sinfonía de las lamentaciones, del compositor polaco Henryk Górecki. Este segundo movimiento, de los tres que presenta la sinfonía, es posiblemente el más conocido e inspirado de la obra. Escrito para soprano solista, clarinetes, trompas, piano y sección de cuerda, el movimiento se abre con un pedal de quintas que pronto se ve interrumpido por la intervención de la solista vocal. El fragmento, conmovedor del todo, culmina con un largo acorde de cuerdas que dura cerca de dos minutos. El texto de este fragmento está sacado de un mensaje escrito en la pared de una cárcel de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial por Helena Wanda Blazusiakowna, una joven de 18 años encarcelada desde 1944, y alude a una oración dedicada a la Virgen María. La sinfonía fue compuesta entre octubre y diciembre de 1976, estrenándose en abril de 1977 en el Royan Festival bajo la dirección de Ernest Bour. La versión que se ofrece en el enlace se corresponde con una interpretación de David Zinman al frente de la London Sinfonietta y con la participación de la soprano Dawn Upshaw. Esta grabación se encuentra disponible en el sello NONESUCH (Ref 79282) y la cifra de ventas ha superado el millón de ejemplares.

 Durante los últimos años de la URSS como entidad política, sobre todo a partir de la década de los años setenta del pasado siglo, se dieron una serie de procesos musicales minimalistas que desembocaron en el llamado neomisticismo. Esta corriente indagó en los procedimientos históricos de ciertas músicas religiosas tradicionales buscando una especie de espiritualidad esotérica. Se llegó a hablar de un minimalismo misticista aunque hay que subrayar que, por delante de su planteamiento minimalista, encontramos en dicha corriente un afán de reduccionismo y simplificación que no tuvo nada que ver con la economía de medios que preconizaban otras tendencias. También se dio el caso, como en los compositores norteamericanos, de una reutilización de los elementos neotonales o neomodales. Si bien se ha señalado a Krzysztof Penderecki como un cultivador esencial de esta tendencia y es cierto que en su evolución hay procesos simplificadores y abundante temática religiosa, fue el también polaco Henryk Górecki el más notorio representante de esta tendencia.

 Henryk Górecki nació en Czernica el 6 de diciembre de 1933 y comenzó sus estudios musicales a los veinte años de edad en Katowice para luego perfeccionarse en París con Messiaen y Stockhausen. Allí, en 1961, consigue hacerse con el primer premio en la Bienal de Jóvenes Compositores. A su regreso a Polonia en 1970, Górecki es nombrado profesor de música en Katowice, aunque a finales de esa década renunció al cargo para protestar contra la negativa de las autoridades polacas a que el papa Juan Pablo II visitara la ciudad. Militante en un principio de la vanguardia experimental, Górecki fue evolucionando hacia la repetitividad armónica mediante una sonoridad un tanto agresiva. Paulatinamente, influencias como el creciente amor por la música folklórica y los cantos medievales polacos suavizaron bastante su estilo, basado en una concepción minimalista y meditativa que suele inspirarse en la sensibilidad religiosa. Católico devoto, Górecki vio en la composición musical una especia de plegaria. Su popularidad alcanzó cotas internacionales al dar a conocer la Sinfonía nº3 que hoy comentamos, una obra que ha suscrito tantas adhesiones como críticas por su simpleza constructiva. Desgraciadamente, ayer, día 12 de noviembre de 2010, Górecki nos abandonó para siempre en la ciudad de Katowice. Nuestro humilde homenaje en su recuerdo.