Bernini fue, sin lugar a dudas, el escultor más grande del Barroco italiano (Y también un notable arquitecto). Hijo también de escultor, Bernini comenzó a gestarse un nombre en Roma merced al monumento funerario destinado al obispo Santoni, secretario del papa Sixto V. De ahí se sucede, por encargo del cardenal Scipione, el extraordinario David, una composición plena de energía y movimiento. Su fama se consolida con los grupos de Plutón y Proserpina (1622) y Apolo y Dafne (1625). Pero posiblemente su obra más apreciada y estimada sea el Éxtasis de Santa Teresa, realizada en 1646 con destino para la Capilla Cornaro de la iglesia de Santa Maria della Vittoria. El tema escogido por el artista no pudo ser de más actualidad, ya que Santa Teresa de Jesús había sido canonizada en tiempos recientes (16 de febrero de 1622) junto con las grandes figuras de la Contrarreforma, Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Felipe Neri. La escultura italiana de esta época se caracterizó principalmente por su gran teatralidad y posiblemente el Éxtasis de Santa Teresa sea la escultura más deliciosamente teatral de toda la historia.
La obra fue concebida para una escenografía en la que sobre el altar aparece la santa española en el momento de ser traspasada por la flecha del ángel. Nada parecido se había realizado anteriormente y la resolución contó con la ayuda de unos medios dispuestos para ensalzar la atmósfera mística del momento. Una luz abierta en lo alto ilumina la escena, presentando como suspendidas en una nube a las dos figuras. La escena representada es la que escribe la propia Santa Teresa en el capítulo XXIX de su propia autobiografía: Se le apareció un ángel en forma corpórea con una cara bellísima y toda iluminada. El ángel sacó un dardo, cuya punta parecía inflamada, que le traspasó las entrañas y le dio vida, dejándola «toda agitada en grande amor de Dios». Bernini logró un realismo más que exquisito al esculpir el pesado manto de la monja, las nubes vaporosas, el velo ligero y la tierna epidermis del ángel adolescente, modelado con una sonrisa del todo enigmática, entre maliciosa y beatífica. La expresión del rostro de la santa es la de pérdida de la consciencia, con los ojos cerrados y los labios abiertos, y en donde manos y pies expresan un total abandono, en dramática actitud. Al mismo tiempo, el cuerpo suspendido en el aire y el movimiento en diagonal que lo anima nos hace creer en lo imposible. La conjunción de todos los instrumentos barrocos por excelencia fue puesta al servicio de esta idea en la que colaboran arquitectura, pintura y escultura, marcando la más completa fusión de las artes que jamás se haya imaginado. El conjunto se encuentra flanqueado a ambos lados por relieves en los que figuran los miembros de la familia Cornaro en animada charla, como en los palcos de un teatro. Luego de esta obra maestra, Bernini dirigió sus objetivos artísticos hacia la arquitectura, especialmente al tratamiento urbanístico.
Es de lo más grande que he visto nunca. Pero me quedo con Plutón y Proserpina o Apolo y Dafne… La sensualidad que emite es.. abrumadora. Gracias, Leiter.
Estoy contigo. Considero ambas obras de una belleza increible..no me canso de mirarlas.
Queda alguna duda que el Arte es la expresión más noble del Ser Humano? Bernini era un genio.
Y qué momento de sublimación es este del éxtasis de Santa Teresa. La re-unión del Logos con la Sophia perdida desde el inicio de los tiempos, el eón femenino que expresa su dolor por la separación, mientras que la esencia masculina reencuentra su principio vital en la figura de la mujer, vehículo de la Divinidad. ÉL y ELLA. ELLA y ÉL, serán UNO nuevamente. Esa es nuestra misión. Porque todos y todas pueden hallar a Dios.
E PLURIBUS UNUM.
Muy buenas las obras mencionadas, Pau, aunque personalmente prefiero la que aquí comentamos.
… Y no menos buena tu interpretación sobre esta obra, Iván. Reflexiva y genuina.
Pues nada, me alegro que os haya gustado.
PD: Sigo sin ordenador y escribo — intento escribir — con gafas desde el portátil de mi pareja, cosa harto difícil debido al grosor de mis manos (A mí me parece más pequeño el teclado). Por eso, hasta dentro de unos días no podré visitar vuestros bares. No es cuestión de apropiarme de un objeto de Celia.
Beijinhos y abrazos.
LEITER
Sin duda la obra mas hermosa que haya visto.
El cojunto, la armonia, nos hace pensar en una realidad en el momento mismo vivido por la Santa.
Sin lugar a dudas, la obra cumbre de este gran maestro
PIEDAD MAYO 18 2010
Bernini, el mago. Transmuta la naturaleza del marmol en algo distinto, liviano, gracil y etéreo, miramos asombrados esos ropajes que vuelan y alborotan sin peso, todo está descolocado, a punto de desmembrarse no por el dolor sino por el gozo. Si no fuera una representación religiosa pensaríamos otra cosa quizás menos espiritual. En cualquier caso me quedo con la gracilidad, el encanto, la delicadeza de Apolo y Dafne a pesar de que el tema es completamente distinto y no me produce alegría pensar en una pobre criatura que prefiere ser un laurel a caer en manos del lindo Apolo por muy buenas sopas que salgan luego.
Las últimas palabras de tu comentario son realmente ingeniosas, Zarza. Simpatiquísima apreciación.
Cuando te encuentras frente a esta escultura cara a cara tiendes a separarte unos metros por detrás. Da la impresión de que todo se va a desmoronar con el simple pulso de la respiración. Recuerdo que me quedé casi media hora mirando el conjunto aunque con una extraña sensación mitad de angustia, mitad de admiración plástica. Jamás el mármol fue tan grácil y ligero.
Saludos
LEITER