Los artistas, tal vez en mayor medida que otras personas de similar repercusión pública, están sujetos a los condicionantes políticos de su época. Algunos logran compaginar su creatividad, bien acomodándose a las nuevas circunstancias políticas por difíciles que sean, bien pasando por el filo de las mismas e ignorándolas, o bien eludiéndolas de una forma más o menos diplomática y con los riesgos que ello conlleva. El caso del director alemán Hermann Abendroth fue especialmente significativo y singular: En 1934 fue detenido por las autoridades nazis por su manifiesta incompatibilidad ideológica con aquel régimen. Muy poco después, Abendroth fue rehabilitado y terminó afiliándose al partido nazi. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el director fue acusado de pertenencia al partido nazi por las nuevas autoridades comunistas de la Alemania ocupada. Sin embargo, Abendroth hizo frente a dichas acusaciones y pasó entonces a ser uno de los directores más carismáticos de la Europa comunista. Sus paisanos occidentales no vieron esto con buenos ojos y Abendroth fue vetado en la República Federal de Alemania… Tal vez por ello, su trayectoria artística no tuvo la relevancia de otros colegas de su generación, como Furtwängler, Knappertsbusch o Krauss.
Hermann Abendroth nació el 19 de enero de 1883 en Frankfurt en el seno de una familia en donde el padre ejercía como bibliotecario. Tras realizar sus estudios convencionales en la escuela de Frankfurt, Abendroth se trasladó hasta Munich para cursar la misma carrera de bibliotecario de su progenitor. Pero su afición musical pudo más que todo eso y acabó matriculándose en el Conservatorio de Munich en 1900 para estudiar bajo la tutela de los profesores Ludwig Thuille, Anna Hirtzel-Langengham y Felix Mottl, maestro de dirección orquestal y uno de los mejores especialistas en Wagner de aquella época. Decidido a convertirse en director de orquesta, su primer cargo le llegó en 1903 para dirigir la Sociedad Orquestal de Munich durante un año. De ahí pasó en 1905 a encargarse de la Sociedad de Amigos de la Música de Lübeck para dos años más tarde dirigir el Teatro de la Ciudad de Lübeck. Posteriormente, de 1911 a 1914, Abendroth fue nombrado Generalmusikdirektor de la ciudad de Essen. El primer cargo de relevancia llegó en 1914 al ser nombrado director de los Conciertos Gürzenich de Colonia sustituyendo a Fritz Steinbach y permaneciendo en dicho cargo hasta 1934. Allí Abendroth también fue nombrado director de música de la ciudad en 1918 y director también del Festival de Música del Bajo Rhin en 1922. Todos estos cargos se sumaron a la dirección del Conservatorio de Colonia, con lo que la posición de Abendroth era una de las más privilegiadas del panorama musical alemán cuando aún no había cumplido los cuarenta años.
Abendroth comenzó una exitosa etapa como director que le hizo actuar como invitado de las mejores orquestas de Europa al tiempo que realizó numerosas grabaciones discográficas al frente de la Orquesta de Cámara de Colonia, entidad fundada también por Abendroth en 1923. Sin embargo, todo esta impresionante trayectoria se empezaría a desmoronar con la llegada de los nazis al poder en 1933. Abendroth fue acusado de haber dirigido en Moscú y de mantener relaciones amistosas con la comunidad judía de Colonia, por lo que fue destituido de todos sus cargos en Colonia y posteriormente encarcelado. Sin embargo, tras la paralela destitución de Bruno Walter, a Abendroth se le ofreció en 1934 el puesto de director titular de la Orquesta del Gewandhaus de Leipzig junto con la dirección del Conservatorio de dicha ciudad (no deja de ser llamativo el hecho de que algunos profesores de la orquesta sajona prefiriesen a Abendroth por encima incluso del gran Furtwängler). Abendroth trató de mantenerse al margen de las implicaciones políticas del cargo, superadas las iniciales sospechas, aunque finalmente no le quedó más remedio que afiliarse al partido nazi en 1937 debido a las constantes presiones que hubo de recibir. Durante la Segunda Guerra Mundial, Abendroth dirigió una serie de memorables e históricas representaciones de Los Maestros Cantores en Bayreuth al tiempo en que también ofreció algunos conciertos al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín. La sala del Gewandhaus fue bombardeada en 1944, pese a lo cual Abendroth siguió ofreciendo conciertos en el Teatro Capitol de la ciudad. Finalizada la guerra, el Ejército Rojo de ocupación prohibió toda actividad artística a Abendroth al descubrirse su pasada afiliación al partido nazi.
Abendroth, con cierta experiencia ya adquirida para negar las acusaciones que continuamente se vertían sobre su persona, convenció a las fuerzas de ocupación soviéticas arguyendo que él nunca había asistido a reunión alguna del partido nazi y que su afiliación fue coyuntural debido a las presiones recibidas. Abendroth fue nuevamente rehabilitado y en 1949 se le ofreció la dirección de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig ante el entusiasmo de un público que nunca había olvidado las grandes virtudes del director. Paulatinamente, Abendroth se convirtió en uno de los maestros más apreciados del bloque comunista europeo y en 1949 fue condecorado con la Mención Honorífica de la por entonces Deutsche Demokratische Republik. Abendroth nunca abandonó del todo su colaboración con la Ópera de Weimar — entidad con la que empezó a trabajar nada más ser cesado de la Gewandhaus — y mantuvo esta ciudad como centro de su trabajo hasta el fin de sus días. En 1953 fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín Este, cargo que ocupó hasta la fecha de su fallecimiento, ocurrida el 29 de mayo de 1956 en Jena como consecuencia de una parada cardíaca en el transcurso de una operación quirúrgica. Sus funerales tuvieron carácter de estado y toda la Alemania Oriental lloró la pérdida del que por entonces llegó a ser su director referente.
Hermann Abendroth fue un director de gran carácter y temperamento que supo imprimir a sus ejecuciones el sello inconfundible de una gran fuerza interpretativa. En algunos momentos se le acusó de asumir un estilo cercano incluso a la brutalidad, pero muchas de sus grabaciones discográficas nos muestran a un director con un extraordinario sentido melódico y rítmico. Basó su lo mejor de su repertorio entre el Clasicismo y el Romanticismo, si bien fue también un excelente lector de algunas partituras wagnerianas. Supo apartarse del intervencionismo de otros colegas y siempre permitió que la música hablara por sí misma y sin aditamento alguno de cargas forzadamente emotivas. Abendroth nunca fue lo que se dice un director-estrella, al menos en Occidente, y muchas de sus grabaciones fueron del todo desconocidas para los públicos hasta tiempos relativamente recientes. La evaluación de su trabajo ha aumentado considerablemente con el paso de los años y muchos especialistas señalan que Abendroth tuvo la mala fortuna de coincidir en el tiempo con directores como Wilhelm Furtwängler o Clemens Krauss, verdaderos iconos musicales que eclipsaron un tanto la labor del maestro de Frankfurt.
De entre la producción discográfica debida a Hermann Abendroth podemos mencionar las siguientes grabaciones (advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación pueden no corresponderse con la versión citada pero sí con la obra señalada): Sinfonías nº1, 4 y 6 de Beethoven dirigiendo la Orquesta del Gewandhaus (TAHRA 272 y TUXEDO 1081); Obertura Egmont de Beethoven dirigiendo la Sinfónica de Radio Berlín Este (VIRTUOSO 83000); Concierto para piano nº5 de Beethoven junto a Elly Nei y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (RY 667); Sinfonías nº1 y 3 de Brahms dirigiendo la Orquesta de la Radio de Leipzig (BERLIN CLASSICS 9243 y 94332); Concierto para violín de Brahms junto a David Oistrakh y dirigiendo la Sinfónica de Radio Berlín Este (TAHRA 145/146); Concierto para violín de Bruch junto a Gerhard Taschner y dirigiendo la Filarmónica de Berlín (ARCHIPEL 232); Sinfonías nº4 y 5 de Bruckner dirigiendo la Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig (ARL 107 y ARI 108); Sinfonía nº9 de Schubert dirigiendo la Orquesta Sinfónica dela Radio de Leipzig (BERLIN CLASICS 8403); Sinfonías nº1 y 4 de Schumann dirigiendo las orquestas de Radio Berlín Este y la Sinfónica de la Radio de Leipzig (MUSIC & ARTS 1038); y, finalmente, Los Maestros Cantores de Wagner junto a Sauer, Kallab, Schöffler y Rödin, y dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth (PREISER 90174). Nuestro humilde homenaje a este sensacional director de orquesta.
Indudablemente estamos hablando de un monstruo, de un artista como los hay muy pocos en un siglo, estamos en el nivel más alto ! He ido a Youtube y tanto Egmont como Freischütz son piezas que alcanzan los niveles de directores comoFurtwaengler o Toscanini, cada uno con sus diferencias respectivas. Algo inmenso, titánico, bastante increible, la verdad. Y sin embargo, algo que, al mismo tiempo, me procura una sensación muy rara. A ver, aqui no estamos comparando los músicos de ayer los directores y directores 15 M de hoy. Estamos hablando de músicos de un nivel escalofriante, con sus respectivas visiones. Siendo dicho esto, recuerdo esta anécdota en la cual se cuenta que en el Berlín de los 20 Bruno Walter fue a ver una fucción de las bodas de Figaro dirigidas por Klemperer y a la pregunta que se le hizo si le gustaba contesto: si, ero no me siento feliz. A Klemperer esto no le gustó nada y el resto de su vida habló con cierta ironía de Walter diciendo que era ante todo un moralista. Con esto tocamos un asunto muy especial, que si las interpretaciones reflejan las fuerzas que están en el mundo y en el cosmos. Yo creo que sí, que es así, pero me diferencia con Walter en afirmar él que puede ser un bien o un mal, son diferencias, y punto. A mi Abendroth no me hace feliz, a otro si, y con esto es suficiente. Pero está claro que la genialidad de Abendroth refleja estados de consciencia y combates de fuerzas propios de la mitad del siglo XX, y lo más curioso es que hay afirmación pero no hay nunca elevación y menos transfiguración. Egmont es alucinante, compas por compás, es una obra mestra asoluta de la interpretacion beethoveniana, pero sin transfiguración ninguna, el mundo es gris oscuro y el universo también. En la novena el tercer movimiento empieza asolutamente magistral, pero luego se esconde. El último empieza genial y luego se esconde también. No debía ser fácil el ambiente en Praga, y aún menos si él sabía que los comunistas trataban peor a la gente corriente que los hombre de Heydrich. De Heydrich al KGB, no hay salida hacia la luz….da escalofríos! Y ahora Meistersinger con una magnífica interpretación, de las grandes, de las muy grandes. Pero en las calles de este Nuremberg de Abendroth no hay niños que juegan, ni mascotas corriendo, ni siquiera hay mujeres que pasean…tremendo, trrrrremendo !!!
La verdad es que Abendroth no me hace feliz…. Pero vaya, es un inmenso director de Orquesta, un auténtico gigante.
Un abrazo a todos
Jean François
La verdad, maestro Mounielou, es que no deja de sorprenderme su capacidad de expresión para temas que yo no sé definir. A mí me parecía lo de Abendroth como algo difícil de explicar y su comentario me ha despejado las dudas. En efecto, la interpretación global de Abendroth es algo así como un parque desolado, como una plaza vacía, como un colegio abandonado. De todas formas, a mí me tira bastante ese pesimismo trascendente de Abendroth ya que, en mi juventud, pequé de mahleriano (bueno, y ahora también aunque con menos devoción). Aquello me demostró que hasta lo trágico puede tener su belleza… ¡Uff, qué lío!
Excelente, otra vez más, su aportación, amigo Jean François. Me ha aclarado muchas dudas que tenía sobre Abendroth. Un gran director que podrá gustar o no… Pero UN GRAN DIRECTOR. Mejor que Rattle, ¿verdad? Ja, ja
Mi fraternal abrazo
LEITER
El hecho es que de joven, siendo miembro de las joventudes comunistas francesas-hay que ver las vueltas que da la vida !!!-conocí muy bien a lo que llamábamos «Republique Démocratique Allemande» y no puedo ocultar las reminiscencias que me provoca este universo del otro lado del muro.Me da pavor recordarlo. No había ni una gota de alegría en el aire, aunque sí debo reconocer que el nivel musical y cultural de los jóvenes estaba alto. Y bueno, amigo Leiter, lo trágico sí que tiene su belleza y más aún cuando encierra en su seno las semillas de la luz que, tarde o temprano, acaba estallando y venciendo. Esta visión clásica de lo trágico es el auténtico espíritu de la gran cultura alemana en la continuación de Goethe y de Schiller. Hemos hablado con Ivan Paixao sobre Egmont, que lo resume absolutamente todo. Yo me quedo siempre con las últimas palabras de Goethe en el instante de su muerte : mehr licht ! l
Jo, maestro Mounielou, me es grato confesarle que nos unen ciertos paralelismos en nuestra trayectoria vital. Yo me centré un poco luego de un viaje a Rumanía en 1987… Sigo creyendo, pero desde una perspectiva más amable y conciliadora. Digamos que más correcta políticamente hablando. Aunque nunca se sabe. En fin… Sigo con mi penitencia y prometo no escuchar más música de Mahler hasta dentro de cinco minutos.
MEHR LICHT!
Mi admirado abrazo, maestro Mounielou. Un Pedro Ximénez a su salud.
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A Abendroth se le tachó de «brutal» en su estilo de dirección. Yo me pregunto, ¿qué significa eso de «brutal»? Yo percibo más bien un total de derroche del más recio carácter en cada compás, en la manera como cada instrumento es abordado durante la interpretación y lo que se espera que haga al interior de la orquesta. Eso traduce una total fuerza expresiva, es un reflejo del Director mismo y es claro que Abendroth estaba dotado de una fuerza espiritual inconmensurable.
El punto con Abendroth, según mi parecer, es que no es un Director formado para los sentimentalismos; es un titán musical cuya concepción de las obras se tiñe de fortaleza y de un concepto ciertamente muy recio. De ahí la sonoridad de su batuta, que no admite dulzura ni una aproximación poética a la música que dirige. Esto por supuesto no está ni bien ni mal: en compositores como Brahms no funciona del todo; en la Sinfonía Pastoral (aunque el sonido es fatal) luce muy bien, pese a los sentimientos inevitablemente dulces que despierta esta obra, casi por exigencia del propio Beethoven.
Pero que es un coloso de la dirección no hay duda. Y por supuesto mucho más que Rattle, aficionados como Plasson o imitadores como Dudamel.
¡Hay una generación dorada que difícilmente volveremos a ver, mis caros amigos!
Abrazos a Ustedes.
Muy interesante lo que dice Iván. Esto es: Ni aproximación poética, ni sentimientos, ni dulzura. Y sin embargo, un titán musical. Y claro, no es ni bien ni mal…perfectamente expresado…
No volveremos a ver a unos directores como los de aquella generación porque ahora la música se mueve bajo otros hilos y la formación de un director es cada vez más acelerada en vista de sacar cuanto antes un producto comercial. Esto no significa necesariamente que todos los directores de la nueva escuela sean mediocres, ni mucho menos, pero sí que en su gran mayoría carecen de experiencia para afrontar obras que sus abuelos artísticos tardaron décadas en asimilar. A los mejores de estos jóvenes directores, la madurez no les llegará a los cincuenta años sino a los setenta… como muy pronto. Y no a todos.
Mi abrazo, Iván y Jean François
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No ha sido sino hasta muy recientemente que un caudal de joyas cinematográficas producidas en los países del Bloque socialista han sido desenlatadas. Tuve la fortuna de disfrutar un Ciclo muy completo de estas producciones. El Bloque aún no nos ha mostrado del todo a sus espléndidos creadores. Ahí tenemos el ejemplo de Sandor Marai, un fenómeno en el mundo editorial que solo muy recientemente ha sido traducido a nuestra lengua.
Opino que sucede lo mismo con aquellos autores del siglo XX que se ajustaban a una ideología política conservadora. León Bloy no había sido editado como no fuera por pequeñas editoriales sin importancia. Los conservadores del siglo XX y aquellos que pertenecieron al Bloque son los decubrimientos con los que habremos de vérnosla los próximos lustros.
Aquí tenemos a Abendroth y lo que nos explicas que sucedió con su carrera como Director de Orquesta, favorito de los países del Bloque.
He encontrado perfectamente clarividentes las definiciones que se han vertido en esta entrada. Si se me permite hacer un símil con la pintura, encuentro la visión musical Abendroth como la de un Maestro de la Escuela Francesa, un Poussin o un La Tour. Siempre entrañables estos Maestros, pero que al final dejan cierta sensación de dureza en la representación. Dureza incomparablemente elocuente: habla de la constitución espiritual de su creador. Dureza que es el caparazón de un interior siempre trascendente.
Otra espléndida entrega de esta tan disfrutable nueva temporada, hermano Leiter…
Mi gran abrazo
Dureza, sí por supuesto, pero desde un punto de vista técnico y artístico irrefutable. Es lo que hemos comentado con anterioridad. Puede gustar o no, pero la calidad interpretativa de Abendroth está fuera de toda discusión. Yo creo que los símiles que estableces con los pintores de la Escuela Francesa van referidos más al aspecto personal de aquéllos que a la propia circunstancia social de los diversos mundos en donde vivió Abendroth. Sí, algo se le quedó en forma de caparazón espiritual.
Mi abrazo, maestro Otto
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