Jacob Obrecht nació en Gante
En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar el Kyrie de la Misa de San Donaciano del compositor flamenco Jacob Obrecht, uno de los compositores más complicados de estudiar de todo el Renacimiento debido a la gran variedad creativa de su obra. La versión del vídeo se corresponde con una lectura de la Cappella Pratensis y dicha grabación se encuentra disponible en el sello CHALLENGE (ref 72414).
Al parecer, la obra fue encargada en 1487 por una donante, Adriana de Voos, para su difunto marido, Donas de Moor, un rico comerciante que fue desterrado de Brujas en 1483 acusado de conspirar contra el gobierno de la ciudad y muriendo poco después. En el tríptico que sirve de imagen al vídeo se puede ver a la donante y a su difunto esposo en los dos paneles laterales.
Según algunas fuentes, la obra se cantó por primera vez a las siete de la mañana del 14 de octubre de 1487 en la iglesia de San Donaciano de Brujas. Escrita en latín, la misa utiliza cantos llanos propios de la festividad del santo y se corresponde con uno de los períodos de mayor producción del compositor durante su estancia en Brujas. Como solía ser muy habitual en la época, en este fragmento observamos como se cantan diversos textos simultáneamente — politextualidad — lo que provoca que sea prácticamente imposible para el oyente el entenderlos.
Los Países Bajos jugaron un papel decisivo durante la transición artística entre el Medievo y el Renacimiento. Los llamados holandeses dominaron la vida musical europea entre 1400 y 1550, si bien el término holandés, a nivel geográfico, es erróneo y no corresponde estrictamente al concepto de Países Bajos. Bajo los duques de Borgoña, cuyas principales sedes fueron Dijon, Lille y Bruselas, la llamada Neerlandia abarcaba Brabante, Limburgo, Holanda, Hennegau, Namur, Luxemburgo y Flandes.
La población de Borgoña era étnicamente una mezcla entre una parte valona al sur y una flamenca al norte. De hecho, en Italia a los neerlandeses se les llamaba tedeschi u oltramontani mientras que los nombres de los holandeses eran, bien franceses, bien alemanes. En términos musicales, la llamada escuela franco-flamenca siguió las directrices del Ars Nova hasta lograr un intrincado contrapunto de numerosas voces y al uso de la forma imitativa canónica.
Hacia 1450, las principales voces de los solistas — soprano, contralto, tenor y bajo — quedaron establecidas bajo un patrón común que aún perdura en la actualidad y la mayor novedad renacentista consistió en la aparición y desarrollo de la polifonía coral. Si en la Edad Media cada parte de la polifonía era ejecutada por un solista, a partir del Renacimiento y con el coro van a ser varios los cantores que entonarán cada parte. Y en consecuencia, las dos formas musicales predominantes a nivel de música vocal van a ser el motete y la misa. Gilles Binchois va a ser el principal nombre de una primera generación de autores franco-flamencos cuyo testigo tomarán Guillaume Dufay, Johannes Ockeghem y Josquin Des Préz. Y entre esta segunda generación y una tercera aparecerá una de las más grandes figuras de la música neerlandesa, Jacob Obrecht.
Jacob Obrecht nació probablemente el 22 de noviembre de 1458 en Gante — otros autores señalan la localidad de Bergen op Zoom, Brabante septentrional — y al parecer era hijo de un trompetista de Gante. Poco se sabe acerca de sus primeros estudios aunque es posible que se educara musicalmente en su ciudad natal. (No está del todo comprobado que estudiara en la Universidad de Lovaina). En 1467, Obrecht fue maestro de canto en Utrecht, como así lo atestigua el testimonio de un famoso alumno suyo, Erasmo de Rotterdam. De 1479 a 1484, Jacob Obrecht ejerció como maestro de canto en la Iglesia de Santa Gertrudis y en la Cofradía de Nuestra Señora de Bergen op Zoom. Poco después Obrecht fue ordenado sacerdote y celebró su primera misa en 1480.
Su primer cargo de importancia fue el de maestro de capilla de la Catedral de Cambray a partir de junio de 1484, aunque un año después fue censurado por el capítulo catedralicio por su presunta mala gestión y negligencia en el tratamiento a los jóvenes coristas. Al dejar Cambray, Obrecht fue nombrado maestro de capilla en San Donaciano de Brujas y se mantuvo en el cargo hasta 1492, a pesar de que realizó una visita de seis meses a Ferrara en 1488. Liberado de su compromiso en Brujas en 1492, Obrecht aceptó relevar a Jacobus Barbireau como maestro de canto en Nuestra Señora de Amberes, donde se mantuvo hasta 1496 y compuso sus misas y motetes más célebres.
A partir de ese momento, los desplazamientos de Obrecht se multiplicaron debido tal vez a su carácter inestable o bien por los agobios de una enfermedad que padecía. De esta manera, sabemos que en 1498 reemprendió sus actividades en Brujas y dos años más tarde regresó a Amberes. Finalmente, en 1504 Obrecht decidió regresar a Ferrara y un año después, en un día indeterminado de finales de julio, falleció víctima de la epidemia de peste que asoló la ciudad italiana.
Mucha de la música de Jacob Obrecht fue injustamente eclipsada por la de su contemporáneo Josquin des Préz, aunque su talento musical fue tal que se dijo que era capaz de componer unas misa en una noche. Si bien sus composiciones fueron en un principio más tradicionales que las de sus colegas, en el tratamiento del cantus firmus fue tremendamente arriesgado con una concepción contrapuntística fundamental. Sus obras muestran un orden racional y un sentido arquitectónico en donde las melodías se desarrollan a menudo atendiendo a una serie de fórmulas o motivos tratados en secuencia numérica.
Sus arreglos para melodías populares holandesas hacen que algunos críticos afirmen que Obrecht fue uno de los primeros compositores nacionalistas de la historia. Sirva desde aquí nuestro humilde homenaje a la figura de este gran compositor.
No quisiera mancillar con mis propias palabras, la impecable y erudita exposición de Maese Leiter en su recorrido por el Renacentismo Humanista dominante en los Países Bajos, cuando el floreciente movimiento de pensamiento que caracterizó una época, forjó la imagen y la idiosincrasia de los pueblos asentados en la región.
Quien como yo, ha tenido la fortuna de recorrer ampliamente dichos parajes, puede percibir en el ambiente los ecos de una Historia que aún yace en cada muro y en cada camino. La atmósfera se encuentra impregnada de ese hálito vivificador de la búsqueda del Conocimiento.
Por otra parte siempre he destacado una característica etérea de la Música del Renacentismo: ella traduce lo intraducible, esto es, el contacto de Hombre con la Divinidad, una gnosis de grave voz sólo audible para aquel que ha establecido su vía con la misma. Poco importa el lenguaje empleado en la obra; es lo que va más allá del mensaje primero lo que cuenta.
De ahí que sea inevitable establecer como centro ideal de audición a la Catedral Gótica. Sin importar que la Música Renacentista y dicha obra arquitectónica pertenezcan a períodos distintos, existe entre ellos un vínculo indestructible en pro de un mensaje más elevado. Así el Canto Gregoriano, la Polifonía Renacentista y el edificio gótico, fungen como centros de iniciación espiritual para todo aquel que sepa abrevar de ellos.
Por estos días no podemos contar con nuestro querido burgomaestre Leiter, dada su convalescencia. Sin embargo el barco no quedará a la deriva.
Un saludo a todos.