Algunos directores de orquesta dividen su tiempo entre la dirección en sí y la composición, aunque verdaderamente pocos han sido los maestros de la batuta cuyas creaciones han obtenido un mínimo nivel de popularidad. Una de las grandes frustraciones del mítico director Wilhelm Furtwängler fue precisamente la escasa repercusión de sus sinfonías y conciertos para piano, en la actualidad algo más difundidos de lo que él jamás llegó a imaginar. Puede afirmarse que Francia fue la gran cantera de compositores-directores, sobre todo durante las primeras décadas del siglo XX. De esta manera, directores como Roger Désormière y Manuel Rosenthal aparecen a menudo citados en las enciclopedias de historia musical más como creadores que como directores. En tiempos más recientes, el paradigma del compositor-director francés ha sido, sin lugar a dudas, Pierre Boulez, un compositor que prácticamente se alejó de su labor creativa en beneficio casi exclusivo de la dirección orquestal. Otros dos conocidos compositores son Lorin Maazel y el finés Esa-Pekka Salonen, éste último y a diferencia de Boulez, cada día más centrado en la creación. Uno de los compositores-directores de más amplia producción propia fue el francés Jean Martinon aunque, por desgracia, su obra creativa permanece en el más absoluto desconocimiento para la gran mayoría de aficionados.
Jean Martinon nació el 10 de enero de 1910 en Lyon, Francia, y con tan sólo trece años accedió al conservatorio de su ciudad natal para, tres años después, ser admitido en el Conservatorio de París. Allí se decantó por el estudio del violín bajo la tutela de Jules Boucherit y amplió su formación en armonía, composición y dirección orquestal con los profesores Vincent D´Indy, Albert Roussel, Roger Désormière y Charles Munch. Habiendo conquistado el primer premio de violín del Conservatorio tras haberse graduado en 1928, Martinon centró en un principio su actividad musical como compositor y, de esta forma y hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, fue autor de una copiosa producción musical que incluye un par de sinfonías, un concierto para violín y un quinteto de vientos. De forma paralela, desde 1934 Martinon ejerció como violinista en la Radiodifusión Francesa, ofreciendo numerosas giras por Francia y los países limítrofes. Alistado en el Ejército Francés desde el principio del conflicto bélico, en 1940 Martinon cayó prisionero de las fuerzas de ocupación alemanas y pasó un par de años recluido en un campo de concentración. No obstante, en esas circunstancias tan dramáticas, Martinon sacó fuerzas suficientes como para componer una serie de obras de carácter religioso que, ya en 1946, fueron galardonadas con el primer premio de composición en París. Liberado del campo de concentración en 1943, Martinon ejerció como director titular de la Orquesta Sinfónica de Burdeos entre 1943 y 1945, siendo además el director asistente de la Orquesta del Conservatorio de París entre 1944 y 1946. Tras la guerra, Martinon inició un estrecha colaboración con el mundo musical anglosajón, como lo prueba el hecho de haber servido como director asociado de la Orquesta Filarmónica de Londres entre 1946 y 1948, y de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Dublín de 1947 a 1950.
A partir de la década de los años cincuenta del siglo pasado, Martinon siguió alternando la composición con la dirección orquestal y así, en 1951, fue designado director musical y artístico de la Orquesta de Conciertos Lamoureux en relevo de Eugène Bigot. Allí permaneció hasta 1957, año en el que Martinon se hizo cargo de la Orquesta Filarmónica de Israel durante un par de temporadas. Ya en 1959, Martinon fue nombrado Generalmusikdirektor de la Orquesta Sinfónica de Düsseldorf, la segunda formación más antigua de Alemania, cargo en el que permaneció hasta 1966. Sin embargo, el gran salto artístico de Martinon se produjo en 1963 al ser nombrado sucesor del mítico Fritz Reiner al frente de la Orquesta Sinfónica de Chicago. Durante las cinco temporadas en que permaneció allí, Martinon imprimió un estilo pleno de claridad expositiva que no fue bien recibido por la crítica. (Se llegó incluso a desatar una campaña anti-Martinon dirigida por Claudia Cassidy, a la sazón crítica musical de The Chicago Tribune). Ciertamente, los tradicionales modos de ductilidad sonora propios de la Escuela Francesa de dirección parecieron incompatibles con una orquesta educada en el eclecticismo de la vida musical estadounidense. Aquejado ya de una severa enfermedad en los huesos, Martinon abandonó en 1968 la titularidad de la Chicago Symphony para ponerse al frente de la Orquesta Nacional de Francia en relevo de su paisano Charles Munch (otro maestro que también tuvo similares problemas de apreciación musical durante su periplo norteamericano en Boston). Bastante mermado de facultades, Martinon se mantuvo en aquel cargo hasta 1973 para dos años después ocupar la titularidad de la Orquesta de la Residencia de La Haya en sustitución de Willem van Otterloo. Sin embargo, sus graves problemas de salud acabaron por poner punto y final a su vida en París el 1 de marzo de 1976 a los sesenta y seis años de edad. Desgraciadamente, Martinon falleció justo cuando su trayectoria artística estaba alcanzando su punto de mayor madurez.
Jean Martinon fue uno de los más dignos representantes de la Escuela Francesa de dirección orquestal y sus lecturas se caracterizaron por su constante preocupación por las texturas orquestales y por un sutil sentido del ritmo y el fraseo. Con todo, Martinon se permitió en ocasiones alguna licencia poética a tenor con el repertorio elegido que se apartaba un tanto del estricto sentido literal propio de la Escuela Francesa a la que pertenecía. Martinon poseyó una gran ductilidad interpretativa que le hacía cambiar radicalmente su discurso musical según ejecutara música francesa o alemana. Este aspecto fue lo que más le hizo chocar con la Orquesta Sinfónica de Chicago, una formación de robusta y definida personalidad que contaba con un estilo propio y una peculiar manera de tocar. Director de amplio y variado repertorio, Martinon se destacó especialmente en la música francesa del siglo XX y en la obra de los maestros rusos. Pero también se destacó como un interesante lector del período Clásico y Romántico merced a su peculiar estilo basado en la claridad y en la tersura. Por contra, la ópera constituyó una faceta del todo marginal en su trayectoria artística. A pesar de no haber abandonado nunca su faceta de compositor, en raras ocasiones Martinon registró sus propias obras en el disco. En la actualidad, y aunque su nombre cayó en un cierto olvido tras su muerte, la crítica especializada no duda en calificar a Martinon como uno de los más distinguidos intérpretes discográficos de la música orquestal de Ravel y Debussy.
De entre la producción discográfica debida a Jean Martinon podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): La infancia de Cristo de Berlioz, junto a Vanzo, Andreozzi, Soyer y Berbié, y dirigiendo la Orquesta Nacional de la ORTF de Francia (NONESUCH 73022); Sinfonía nº2 de Borodin dirigiendo la Sinfónica de Londres (DECCA 4674822); Kol Nidrei de Bruch, junto a Pierre Fournier y dirigiendo la Orquesta de Conciertos Lamoureux (DG 429155); integral de la obra sinfónica de Debussy dirigiendo la Orquesta Nacional de la ORTF de Francia (EMI 75526); Concierto para flauta de Khachaturian, junto a Jean-Pierre Rampal y dirigiendo la Orquesta Nacional de la ORTF de Francia (ERATO 93242); Sinfonía Española de Lalo, junto a David Oistrakh y dirigiendo la Philharmonia Orchestra (EMI 14712); Concierto para violoncelo de Lalo, junto a Pierre Fournier y dirigiendo la Orquesta de los Conciertos Lamoureux (DG 437371); Rapsodia Noruega de Lalo dirigiendo la Orquesta Nacional de la ORTF de Francia (DG 437371); Totentanz de Liszt, junto a Peter Katin y dirigiendo la Filarmónica de Londres (DECCA 4767671); El Cid de Massenet dirigiendo la Filarmónica de Israel (DECCa 4762742); Les patineurs de Meyerbeer dirigiendo la Filarmónica de Israel (DECCa 4762742); Sinfonía nº4 de Nielsen dirigiendo la Sinfónica de Chicago (RCA 76237); Sinfonías nº 1 y 4 de Prokofiev dirigiendo la Orquesta Nacional de la ORTF de Francia (VOX BOX 5001); la integral de la obra orquestal de Ravel dirigiendo la Orquesta de París (EMI 00892); Concierto para la mano izquierda de Ravel, junto a Aldo Cicolini y dirigiendo la Orquesta de París (EMI 75526); la integral sinfónica de Saint-Saëns dirigiendo la Orquesta Nacional de laORTF de Francia (EMI 585186 — integral sinfónica en 2 CD´s); y, finalmente, Concierto para violoncelo de Schumann, junto a Pierre Fournier y dirigiendo la Orquesta Nacional de la ORTF de Francia (EMI 99694). Nuestro humilde homenaje a este excelente director de orquesta.