Kurt Peter Eichhorn nació el 4 de agosto de 1908 en Munich en el seno de una familia en donde el padre era pintor. A una edad relativamente temprana, Eichhorn ingresó en el Conservatorio de Wurzburg para estudiar con el compositor y director Hermann Zilcher. Tras haberse abierto camino a nivel provincial como eventual director de coro, Eichhorn debutó profesionalmente en 1932 en Bielefeld para luego alternar como director en Karlsbad y Teplitz-Schönau, aprovechando la anexión alemana de la región de los Sudetes. En 1944 Eichhorn fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Dresde si bien el cargo nunca se hizo del todo efectivo a causa de la guerra. Finalizada la misma, Eichhorn se instaló en Baviera y alternó su actividad profesional como eventual director de la Orquesta Filarmónica de Munich y la Ópera Estatal de Baviera, ejerciendo también la docencia en la Academia de Música de Munich. Ya en 1956 y por espacio de once años, Eichhorn trabajó como principal director del Teatro Gärtnerplatz de Munich para luego pasar a dirigir como titular a la Orquesta de la Radio de Munich, una de las dos formaciones sinfónicas muniquesas afiliadas a la radiodifusión bávara, hasta 1975. Posteriormente, Eichhorn colaboró regularmente con la Orquesta Bruckner de Linz con el proyecto de llevar a cabo una grabación de la integral sinfónica de dicho compositor. Por desgracia, esta pretensión se vio frustrada al fallecer Eichhorn el 29 de junio de 1994 en Murnau, Baviera. Director más conocido en el ámbito operístico que en el sinfónico, Eichhorn adquirió cierta notoriedad en vida al grabar la práctica totalidad de la música de Carl Orff, compositor al que conoció en Munich y con quien trabó una estrecha amistad. Asimismo, Eichhorn destacó como un especialista de la música de Bruckner y fue por ello galardonado en 1991 con la Placa de Oro de la Asociación Bruckner de Austria. Como ejemplos de la producción discográfica de Kurt Eichhorn podemos mencionar obras de Chaikovski, Donizetti, Humperdinck, Leoncavallo, Massenet, Mozart, Orff, Puccini, Richard Strauss, Von Suppé, Verdi y Zeller.
Walter Taussig nació el 9 de febrero de 1908 en Viena, Austria, en el seno de una familia judía y estudió música en la Academia de Música de su ciudad natal bajo la tutela de los profesores Franz Schmidt y Robert Heger, graduándose en dirección y composición en 1928. Tras ello, Taussig trabajó en distintos teatros de Europa desde Finlandia hasta Estambul, aunque mantuvo su residencia en Viena. A partir de la década de los años treinta, Taussig vio cerradas muchas puertas laborales en Centroeuropa por su condición de judío, motivo por el cual decidió adherirse a la religión luterana de una forma más o menos coyuntural. Ello no bastó para solucionar su situación y de esta forma Taussig se vio obligado a emigrar a América para dirigir la Orquesta Filarmónica de La Habana y posteriormente trabajar en distintos escenarios operísticos de Montreal, Chicago y San Francisco. En 1949, Taussig fue contratado como director de coro del Metropolitan de Nueva York, puesto en el que tuvo una enorme influencia sobre una generación de cantantes de dicho escenario, desde Birgit Nilsson hasta Plácido Domingo, y en donde llegó incluso a dirigir musicalmente algunas producciones de Richard Strauss y Wagner. A partir de 1964 y por espacio de 18 años, Taussig también se empleó como director asistente del Festival de Salzburgo, trabajando codo a codo con maestros de la talla de Herbert von Karajan y Karl Böhm e interviniendo en numerosas producciones del sello discográfico Deutsche Grammophon. Activo en el Metropolitan hasta la temporada de 2001, Taussig finalmente falleció el 31 de julio de 2003 en Nueva York a la edad de 95 años. Influyente maestro lírico, Taussig fue una de las personalidades musicales más importantes del Met durante toda la segunda mitad del siglo XX y logró prolongar su trayectoria artística hasta una edad asombrosamente avanzada. »Hay dos teorías acerca de las personas de edad» — dijo en la fiesta de su nonagésimo aniversario en 1998. —»Una de ellas es que las personas de edad deben moverse a un lado para dar paso a los jóvenes, y es una teoría muy válida. La otra es que las personas mayores tienen una valiosa experiencia que no puede ser reemplazada. Afortunadamente para mí, el Met se ha aferrado a la segunda teoría.» — Genio y figura.
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