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 La ORQUESTA SINFÓNICA DE MADRID, fundada en 1903, está considerada como la orquesta de conciertos decana en España. El 7 de febrero de 1904 hizo su presentación dando un concierto bajo la dirección de Alonso Cordelás, aunque las desavenencias entre el director y los profesores de la orquesta hicieron que se rompiera pronto esa vinculación, causando la inmediata sustitución de Cordelás por el insigne violinista Enrique Fernández Arbós, quien dirigió su primer concierto con la Sinfónica en el Teatro Real de Madrid el 16 de abril de 1905, iniciando una relación extraordinariamente fructífera que sólo se quebró con la desaparición del maestro. No resulta nada fácil resumir la labor realizada por Arbós al frente de una formación que acabaría adoptando su propio apellido, Orquesta Sinfónica Arbós, y con la que ofreció una cifra aproximada de 1.500 conciertos. Entre los hitos de esta vinculación artística, a partir de la primera representación ya referida, podemos mencionar: Su primera salida a Barcelona, el 21 de abril de 1909; el estreno de La Procesión del Rocío de Joaquín Turina el 30 de marzo de 1913, con un éxito clamoroso que convertiría al autor en el más estrenado y repetido por la orquesta; la primera salida al extranjero, el 29 de octubre de 1913, con un concierto en el Teatro de los Campos Elíseos de París en el que intervino Pau Casals; el estreno, el 9 de abril de 1916, de Noches en los jardines de España de Manuel de Falla, con José Cubiles al piano; el estreno de Prometeo de Scriabin, el 19 de abril de 1922, con explicaciones previas de Arbós al público ejemplificadas al piano por Turina; el estreno de la extraordinaria Sinfonietta de Ernesto Halffter el 5 de abril de 1925; el estreno en el Teatro Calderón, el 23 de diciembre de 1932, de La Consagración de la primavera de Stravinski, con una magnífica expectación y una no menor respuesta; el estreno absoluto del Concierto para violín nº2 de Prokofiev, el 1 de diciembre de 1935, a cargo del violinista Soettens y con la presencia del propio Prokofiev en el Monumental Cinema… Arbós fue el introductor en España de un ingente caudal del repertorio sinfónico europeo postromántico y moderno, estrenando con sorprendente prontitud muchas partituras del siglo XX. Dirigió primeras audiciones de obras rusas, alemanas, francesas, italianas, inglesas y húngaras. Uno de sus hitos interpretativos fue la Sinfonía en re menor de César Franck. En cuanto a la música española, llevó a cabo innumerables estrenos absolutos, desde los grandes nombres del nacionalismo español — Albéniz, Bretón, Granados, Falla, Turina, Usandizaga, Guridi… — hasta los inicios de compositores que posteriormente tuvieron un gran peso específico en el panorama musical español: Esplá, Fernández Blanco, Ernesto y Rodolfo Halffter, Moreno Torroba, Remacha, Rodrigo, Solozábal… Pero la labor de Arbós, lejos de reducirse sólo a Madrid, se proyectó por toda España, incluidos los territorios insulares. Se calcula que en un cuarto de siglo de actividad — que luego se prolongaría otros siete años más — la Orquesta Sinfónica de Madrid ofreció un total de 1.358 conciertos, de los cuales 1027 fueron en provincias. Y en lo relativo a la intervención de solistas internacionales que colaboraron con Arbós, cabe mencionar a Cortot, Rubinstein (Quien siempre le estaría agradecido al maestro Arbós por el papel fundamental que tuvo para su lanzamiento como estrella del firmamento pianístico), Busoni, Gieseking, Landowska, Sarasate, Thibaud, Kreisler, Milstein, Casals, Fournier, Cassadó… Finalmente, Enrique Fernández Arbós dirigió su último concierto en Granada el 17 de junio de 1936.

 Durante el transcurso de la Guerra Civil Española, la Orquesta intentó ofrecer algún concierto, pero la actividad musical era casi nula y los pocos maestros que había entonces se dedicaron a ofrecer pequeños recitales con un grupo reducido de músicos para partidos políticos y centrales sindicales. Finalizada la Guerra Civil, en 1939, la orquesta intenta retomar los conciertos, pero fue entonces cuando falleció el maestro Arbós, en junio de 1939, iniciándose un período de crisis que se vio aumentado por el fallecimiento de numerosos profesores en el frente, además del exilio político de otros muchos. La formación en 1940 de la Orquesta Nacional de España provocó que muchos músicos se pasaran a la misma, ante las buenas y fijas condiciones de trabajo que esta nueva agrupación ofrecía. Sólo unos pocos profesores se mantuvieron fieles a la Sinfónica — algunos de ellos por resultar sospechosos para el régimen — y a todos estos problemas se sumó la imposibilidad de contratar a profesores extranjeros — Europa estaba sumida en la Segunda Guerra Mundial  — y al escaso número de instrumentistas disponibles para reclutar en la propia España debido a los estragos causados por la guerra. Aún así, en 1940, asume la titularidad de la misma el maestro donostiarra Enrique Jordá, músico de excelente formación y hombre extraordinariamente culto. Sus clamorosos éxitos en el Monumental de Madrid le abrieron las puertas de la Orquesta Sinfónica, aunque no acabó por integrarse del todo en el ambiente musical español, abandonando el cargo en 1945. Al año siguiente, es nombrado titular Conrado del Campo, quien tras de sí atesoraba una larga carrera como violinista y violista en las orquestas del Teatro Apolo, de la Sociedad de Conciertos, del Teatro Real y de la Capilla de Palacio. También había sido miembro fundador del Cuarteto Francés y del Quinteto de Madrid. Con una edad ya avanzada, su labor al frente de la Sinfónica, que alternó con la recién constituida Orquesta de Radio Nacional de España, se basó sobre todo en el repertorio zarzuelístico y perduró hasta 1950. Al año siguiente, fue nombrado titular el irundarra José María Franco Bordons, un músico dotado de una excepcional formación (pianista, violinista, director, compositor pedagogo y crítico) y cuya presentación como director había tenido lugar en Buenos Aires y que también había dirigido a la Orquesta de Unión Radio desde que esta formación iniciase su andadura en 1925. Su labor al frente de la Sinfónica, que abarcó hasta 1958, no fue acompañada de ese fulgor que tantas veces se revela importante a la hora de un lanzamiento en la carrera de la batuta. Merece destacarse la biografía que realizó del mítico maestro Arbós.

 La actividad de la formación cambió diametralmente en 1958, cuando es contratada como orquesta titular del Teatro de la Zarzuela y alterna su actividad tanto en el foso como en el escenario. Su nuevo titular, y prácticamente director fijo a todos los efectos, fue el alicantino Vicente Spiteri, violinista y flautista que ocupó plaza como flautín en la Banda Municipal Madrileña y en la Orquesta Nacional. Hizo su presentación en el Teatro de la Zarzuela el 13 de octubre de 1958 y se mantuvo al frente de la misma hasta 1977, viendo muy mermado su horizonte musical ante la dura competencia tanto de la Orquesta Nacional como de la incipiente Sinfónica de RTVE, creada en 1965, ambas con sede también en Madrid. Por cierto, la fundación de la Sinfónica de RTVE provocó otro éxodo masivo de profesores a dicha formación, por lo que la orquesta se queda un tanto despoblada y reduce casi exclusivamente sus actividades a las representaciones del Teatro de la Zarzuela. Por estas fechas, firma un contrato con la casa discográfica HISPAVOX y realiza numerosas grabaciones de zarzuelas y óperas españolas, colección muy valorada por la crítica y los aficionados. También, desde 1971, participa en todos los montajes musicales de la famosa Antología de la Zarzuela de José Tamayo. Sin embargo, la formación empieza a resentirse por la jubilación de muchos de sus profesores y por la desidia de otros que ven como su trabajo está muy mal remunerado en relación con los colegas de otras orquestas. La calidad de la formación se resiente por ello hasta extremos realmente preocupantes. Llega la hora entonces de intentar reimpulsar la orquesta, que tras el abandono de Vicente Spiteri se mantuvo sin un director titular fijo hasta 1999.

 Un momento decisivo llegó en 1981, cuando la formación firmó un contrato para atender exclusivamente las necesidades del Teatro de la Zarzuela. La orquesta se reestructuró y consiguió paulatinamente aumentar su calidad. Un hecho clave se produjo en 1985, cuando la orquesta ofreció un concierto sinfónico en el Teatro Real de Madrid bajo la dirección de Miguel Ángel Gómez Martínez en el que se interpretó una sensacional lectura de la Segunda Sinfonía de Brahms que confirmó el magnífico nivel de una orquesta casi desconocida para el público habitual de los conciertos de abono de la Orquesta Nacional y de RTVE. A todo ello, se sumó el hecho de la creación del nuevo Auditorio Nacional de Música de Madrid, un acontecimiento que permitió la nueva actividad de conciertos de la formación, circunstancia que se materializó con la firma de un contrato con la Comunidad de Madrid para la programación de un ciclo anual de conciertos en el mencionado auditorio. Pero quizás el acontecimiento más importante de la historia moderna de esta agrupación sobrevino en 1997, cuando abandona definitivamente el Teatro de la Zarzuela y se instala en el recién reinaugurado y flamante Teatro Real de Madrid como orquesta titular. En 1999, se nombra a Luis Antonio García Navarro como Director titular, a Kurt Sanderling como Director Honorario y a Cristóbal Halffter como Maestro Compositor Asociado. Además, se crea un coro lírico dependiente de la orquesta y su dirección recae en el británico Martin Merry. La labor del valenciano Luis Antonio García Navarro fue encomiable y sólo se vio fatalmente interrumpida por la desgraciada desaparición del maestro en octubre de 2001. Hombre de fuerte carácter que se crecía frente a las adversidades, como la penosa enfermedad que le estaba minando su salud, dio lo mejor de sí en los casi tres años que estuvo al frente de la agrupación, con verdaderos e irreprochables logros musicales. En su último concierto con la Sinfónica nos brindó un programa con obras de García Abril y Bruckner (La Séptima), con una magistral lectura de la partitura del inolvidable compositor austríaco. Tras el fallecimiento de Luis Antonio García Navarro, la titularidad de la Sinfónica fue asumida por el zamorano Jesús López Cobos, quien a su vez es director musical del Teatro Real de Madrid con un contrato actual estimado en un millón de euros, a sumar los aproximadamente 17.000 que percibe cada vez que empuña la batuta. La labor de López Cobos ha sido del todo positiva, si bien en los últimos años se ha producido un divorcio entre las autoridades musicales y el director que ha acabado por anunciar su marcha en la temporada de 2010. López Cobos ha declarado con cierta amargura que no tiene pensado hacer más proyectos en España… Y afirma también poca disposición anímica para los mismos. Se ha lamentado también de las dificultades que ha tenido que sufrir para llevar adelante su trabajo debido “a la improvisación de las instituciones culturales”, y ha criticado severamente el modo de trabajar en España, “un país en el que es imposible realizar proyectos a largo plazo”.

 De cualquier manera, la Orquesta Sinfónica de Madrid representa un punto y aparte en la complicada y tradicional burocratización de las orquestas españolas. Su modelo es autogestionario, situación que si bien favorece un buen entendimiento general a la hora de desarrollar los trabajos, también provoca una cierta inseguridad laboral en algunos de sus profesores, muy dados a emigrar a otras orquestas de la capital que tienen un claro esquema funcionarial. Con las lógicas reservas, el modelo actual que sigue la Sinfónica de Madrid es muy parecido al de la Filarmónica de Viena (Titularidad del teatro de ópera y orquesta sinfónica de la capital). Como ejemplo, os sirvo un enlace a un vídeo con la interpretación de ciertos fragmentos de El Sombrero de tres picos de Manuel de Falla en versión del maestro Luis Izquierdo en concierto celebrado en el Auditorio de Madrid.

Con esta entrada, inauguramos un nuevo ciclo dedicado a las formaciones orquestales más relevantes de España. Por mi condición de madrileño, me he permitido el privilegio de iniciar esta serie con la Orquesta Sinfónica de Madrid, mi ciudad de nacimiento y actual residencia. Este ciclo nos parece un buen complemento a otras entradas anteriores que han versado sobre las mejores orquestas a nivel internacional y que son las siguientes:

Las diez mejores orquestas sinfónicas
Las mejores orquestas sinfónicas (II): División de plata
Las mejores orquestas sinfónicas (III): División de bronce

Recordamos que en esta categoría ya hemos publicado las entradas correspondientes a:

ORQUESTA SIMFÒNICA DE BARCELONA i NACIONAL DE CATALUNYA
ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA
ORQUESTA SINFÓNICA DE RADIO TELEVISIÓN ESPAÑOLA (OSRTVE)