Los ensayos de la orquesta sinfónica
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Si la celebración de un concierto o un recital es la parte más importante de la interpretación musical — una derivación de los mismos sería la grabación discográfica o audiovisual — el ensayo viene a suponer la trastienda en donde se elaboran las características y peculiaridades de la ejecución final. Generalmente, en los recitales de solistas no suele darse un ensayo propiamente dicho, sino que el ejecutante toma asiento frente al piano — instrumento mayoritario — horas antes del recital y comprueba la afinación o ejecuta algunos pasajes comprometidos del repertorio a interpretar. También está al tanto de la calidad acústica de la sala, un factor que puede determinar que algunas piezas sean ejecutadas con tempi ligeramente más o menos vivos que lo suele ser habitual en otras intervenciones propias. Conviene saber que, por norma general, un pianista o un violinista que actúa sólo o acompañado de otro pianista, ofrece esos recitales dentro de una gira de conciertos, con lo que el repertorio suele estar previamente trabajado y pulido. De cualquier forma, los grandes solistas tienen la costumbre de «dejarse algo guardado» para el recital y, dependiendo de diversos factores, mayormente emocionales, pueden tocar algunos pasajes de forma bien distinta a lo que tienen preestablecido en mente. Al parecer, esta circunstancia se daba con mucha frecuencia en pianistas como Rubinstein o Horowitz. Otra modalidad de ensayos son los que se producen entre un concertista y una orquesta. De igual manera a lo anteriormente apuntado, la situación es muy distinta si se trata de un concertista que acompaña la gira de la orquesta y director o, si por el contrario, se trata de un concertista que toca cualquier concierto de abono programado en la temporada regular de la orquesta. En este último caso, durante los ensayos previos al concierto, solista y director han de ponerse de acuerdo en diversas consideraciones fundamentales, como la elección del tempo y el empleo o no de repeticiones obligadas de las que algunos solistas suelen prescindir. Por regla general, el director se adapta a las maneras del solista… Aunque en el mundo de la interpretación musical los «galones de mando» adquieren una consideración fundamental. No es lo mismo un joven concertista acompañado de un director de relevancia que un solista de renombre internacional tocando con un director no tan conocido. Dependiendo del caso, el rumbo de la ejecución vendrá dado atendiendo a esa regla no escrita que imprime más valor a lo dictado por la personalidad musical más relevante. A este respecto, existen casos extremos, como el del director austríaco Herbert von Karajan, quien, fuese quien fuese el concertista o solista, debía plegarse enteramente a sus indicaciones (No os perdáis este vídeo. Genial Karajan). En otras ocasiones surge el conflicto y, aunque no sea habitual, las opiniones sobre la obra a ejecutar resultan tan divergentes entre solista y director que la pieza se acaba cayendo del cartel (Y, en ocasiones, se anuncia una «repentina indisposición» del solista en la nota al programa de mano… Doy fe de haber sido testigo de algún caso de esos). A menudo, pese a unos ensayos que resultan del todo conflictivos, el resultado final es excepcional (Otro memorable vídeo que descubrí gracias a Frank Ar). Peor es aún cuando las discrepancias surgen en pleno concierto. No fue un caso muy difundido pero, allá por los años setenta del siglo pasado, el pianista georgiano Nikita Magaloff se encontraba interpretando un concierto de Chaikovski en las Islas Canarias cuando, emocionado, comenzó a acelerar de forma tan extraordinaria su ejecución que el director de turno, cuyo nombre omitiré, enfadado porque se estaba desarmando lo pactado en los ensayos, arrojó la batuta al suelo y se largó. Esta anécdota me la relató un famoso pianista canario fallecido hace un par de veranos. Si el concierto suma a un solista de renombre con un director de relumbrón, la simbiosis ha de ser perfecta entre ambos. Son numerosos los casos de ciertos solistas que mientras que con ciertos directores se entienden a las mil maravillas, a otros — insistimos que de renombre — no quieren verlos ni por asomo. La situación suele ser también recíproca (Viene aquí a cuento la extraña relación que mantuvieron Maurizio Pollini y Herbert von Karajan. Ambos músicos no se aguantaban mutuamente — Pollini, un entonces militante comunista y Karajan, un hombre de claro pasado pro-nazi — y su primera actuación conjunta fue en el Festival de Salzburgo de 1974. Ofrecieron el Concierto de Schumann y la versión ofrecida fue de absoluta referencia, un prodigio de simbiosis interpretativa que aún se recuerda en Salzburgo. Al día siguiente, un periodista inglés le preguntó a Pollini que cómo se había podido entender con Karajan. El pianista contestó: –«Mmmm… En italiano»–)
Ensayos más conocidos
Los ensayos más conocidos son los que un director de orquesta acomete con la formación de turno días antes del concierto y ello es debido a que, desde hace tiempo, el llamado ensayo general se suele realizar con afluencia de público (Se llega incluso a cobrar entrada). Es una de las mejores maneras de «asistir un concierto» — el precio de las localidades es del todo asequible — aunque en ese ensayo apenas podamos observar sino algunas puntuales indicaciones del director al principio o al final del movimiento que se está interpretando. Pero ¿Qué pasa realmente en los primeros ensayos? Imaginemos a un director invitado que dirige por primera vez a una determinada formación orquestal. Tras las presentaciones de rigor — el director suele saludar al concertino e incluso charla breves minutos con él/ella — el director suele exponer brevemente su concepción global de la obra a interpretar, aunque esta formalidad no es observada por todos. Cada director tiene su particular método. Iniciada la lectura de los primeros compases, el director no dudará en parar a la orquesta para dar instrucciones precisas sobre tal o cual pasaje. Existen directores minuciosos al respecto, que no dudan en parar reiteradamente a la orquesta hasta conseguir que ésta interprete exactamente lo que el director tiene en mente. Es algo positivo, sin duda, pero se corre el riesgo de eternizar hasta tal punto el ensayo que los profesores pueden terminar por aburrirse y mirando la hora de su reloj. Aquí entra en juego la psicología del director, quien en todo momento ha de procurar que la orquesta «conecte» y se implique en la obra. Este es un acto en el que se ponen casi siempre a prueba las cualidades y las dotes humanas del director. En ocasiones, la orquesta recela del director invitado a dirigirla por diversos motivos que generalmente no vienen a cuento. Puede suceder que algún profesor haya tenido una mala experiencia con ese mismo director en otra orquesta y, de manera un tanto inconsciente, transmite y contagia ese pesimismo al resto del grupo. Algo parecido le sucedió a don Manuel de Falla con una orquesta española de su época: Al presentarse, advirtió unos gestos muy serios entre los componentes de la formación y entonces comenzó un breve discurso para tratar de cambiar los ánimos: –«Bien, señores músicos, en el programa que a continuación vamos a ensayar…»– Al bueno de don Manuel no le dejaron terminar la frase. Un instrumentista levantó la mano al instante y Falla le cedió la palabra: –«Ejem…Disculpe, maestro. Nosotros somos PROFESORES, no MÚSICOS, así a secas…»– Falla, que de tonto tenía más bien poco, contestó con fabulosa ironía: –«¡Ah, claro, claro! En efecto: Músico, músico… Sólo era Beethoven»– Desconozco como acabó aquel ensayo. A lo largo de la historia, ha habido directores famosos por su mal genio, expeditivo método para conseguir que los profesores de la orquesta atiendan las indicaciones. Posiblemente, Toscanini fue el paradigma de director eternamente enfadado y temido. Pero, a pesar de su merecida fama de mal genio, no llegó nunca a los extremos de Hans von Bülow, un director que incluso llegaba a agredir físicamente a los profesores de la orquesta. Otro ogro fue Fritz Reiner, quien fue denunciado por espiar las actividades privadas de algunos miembros de la Orquesta Sinfónica de Chicago. Por otra parte, Gustav Mahler, como director de la Ópera de Viena, fue tan histérico como obsesivo. No dudaba en despedir a quien hubiese cometido el más mínimo fallo, aunque esa persona fuese el taquillero o el empleado de la limpieza… Pero también hubo directores blandos, como Artur Nikisch, todo un modelo de educación en una época muy distinta a la actual. Otros directores que se caracterizaron por su actitud dialogante y receptiva en los ensayos fueron Carlo Maria Giulini y, contra lo que se pueda creer, Herbert von Karajan. En la actualidad, Abbado, Prêtre y Jansons son maestros muy queridos por las orquestas por su estupendo trato en los ensayos. Como decíamos, existen los directores meticulosos cuya capacidad de trabajo es en ocasiones inasumible por las orquestas. Repiten y repiten sin cesar cualquier fragmento hasta dar con el fraseo preciso. Pero también se encuentran los directores perezosos, aquellos a los que el ensayo les aburre y deciden dejarlo todo para la hora del concierto. El caso más significativo de éstos fue el de Hans Knappertsbusch, un director que aborrecía los ensayos.
Anécdota
En una ocasión, a Hitler se le antojó escuchar una ópera de D´Albert y Kna, como familiarmente era conocido, convocó de urgencia a los profesores de la orquesta para realizar un ensayo general de la obra. El problema radicaba en que aquel ensayo debía efectuarse en horas de almuerzo, tiempo sagrado de descanso en Viena. Kna subió al podio y dijo: –«Señores, como ustedes saben, el Führer desea que toquemos esta obra por la tarde. Yo confío en ustedes de igual manera en que ustedes confían en mí. Así que… ¡Buen provecho! Nos vemos esta tarde en el concierto…»– Posiblemente, aquel ensayo fue el más corto, apenas un minuto, de la historia de la interpretación musical. No existe una metodología propiamente dicha a la hora de realizar cualquier ensayo y cada director emplea el método que considera más conveniente. Existen directores que plantean una lectura general de la obra y posteriormente entran en la repetición de ciertos detalles.
Vicios en los ensayos
Por el contrario, otros van paso a paso analizando y repasando los distintos fragmentos según se van ejecutando. Ahora bien, dentro de estos dos tipos genéricos de ensayo, a menudo surgen determinados vicios que pueden entorpecer la sesión dedicada a los ensayos: El primero de todos ellos es la falta de tiempo, aspecto del que casi todos los directores se quejan y cuya regulación laboral en determinados países es del todo estricta. No pocos directores europeos invitados a dirigir orquestas norteamericanas se encontraron con la sorpresa de que, pasado un cierto tiempo, los profesores recogían sus instrumentos y se largaban sin decir absolutamente nada. Pero, más que de un defecto propiamente dicho, podemos afirmar que esto no es sino una circunstancia ligada e ineludible al mundo de los ensayos. Los verdaderos defectos consisten en que, por ejemplo, un director dedique más tiempo de la cuenta a una obra concreta del programa a ejecutar, descuidando las restantes. De manera casi sintomática, cuando se produce el estreno de una obra contemporánea suelen suceder dos cosas: Que el director dedique mucho más tiempo a esa obra y descuide las restantes o, por el contrario, que no dedique el tiempo necesario a esa obra y otorgue más relieve a otras de repertorio que el público ya conoce, buscando un mayor éxito en la velada. Otro asunto es cuando los programas resultan muy apretados y apenas hay tiempo posible para ensayar. Así sucedió en Londres en la década de los años ochenta del siglo pasado. Lorin Maazel había programado para ofrecer en un único día la integral sinfónica de Beethoven al mando de la London Symphony en sesiones de mañana, tarde y noche. Tal vez Maazel pensó que, debido a que las obras eran suficientemente conocidas y de repertorio, no necesitaba sino un mínimo tiempo de ensayos. El resultado final de aquella maratoniana velada fue realmente discreto y las críticas de los distintos medios musicales británicos se cebaron contra Maazel. Aunque, excepcionalmente, a veces ocurre lo contrario. No son pocos los directores que se alzaron a la fama al sustituir por enfermedad de última hora al director encargado de ejecutar el concierto. Sin tiempo para ensayos, esos directores demostraron su categoría durante el concierto ofreciendo memorables versiones. Así le sucedió a Kiril Kondrashin en Amsterdam al ser llamado de urgencia para dirigir un concierto un par de horas antes de la celebración del mismo. En definitiva, el ensayo es la trastienda del concierto y de su forma de llevarlo a cabo dependerá en buena medida la calidad artística del programa a ejecutar. Por eso mismo, quizás ahora podamos entender como durante un concierto algunos directores economizan al máximo el gesto o su técnica de dirigir no es muy ortodoxa, aunque la música que se esté ejecutando suene de manera antológica según los cánones estéticos. Detrás de esa circunstancia, sin duda, existe una extraordinaria labor de ensayo previo.
bravo falla!!!
es curioso leiter como evolucionan las palabras. cuando yo era chico, cincuenta años atrás, había en buenos aires una orquesta del «profesorado orquestal». hoy ya la palabra «profesor» no se usa más entre nosotros para designar al integrante de una orquesta, siendo reemplazada por ejecutante o músico a secas.
buen fin de semana para vos y todos lo contertulios del bar
Pues por estas tierras el apelativo de profesor se sigue utilizando aunque cada vez menos. Tiende a imponerse el de «músico».
Hugo, no me fastidies, que tú y yo seguimos siendos chicos, ja, ja…
Sí señor, un genio don Manuel de Falla.
Un abrazo, Hugo
LEITER
Herbert von Karajan generalmente se dirigía a los profesores de la orquesta como si fueran niños con alguna clase de retardo músico-mental. Si el pasaje no le agradaba como sonaba (casi siempre por la ejecución de algún instrumento en particular), silenciaba a toda la orquesta y hacía que un instrumentista tocara absolutamente solo, haciéndole todas las indicaciones posibles, por lo que el profesor quedaba en evidencia frente a sus compañeros por largos minutos. Otras veces hacía que un solo grupo de músicos escucharan atentamente a otro, de manera que se afinaran con él. «Violines, toquen junto al flautín, los demás silencio», decía. Y así podía pasarse una tarde entera. También era capaz de poner a los músicos a tocar mientras Él se paseaba por diversos lugares de la sala de concierto, escuchando el sonido desde diferentes ángulos y modificando la posición de la orquesta si el sonido no le dejaba satisfecho. Eso no le agrada a ningún músico, pero el resultado es «El Sonido Karajan», que mucho se empeñan en desconocer.
Cuando ya estaba perfectamente bien tocado y el sonido era el ideal, Karajan simplemente decía: «Por favor, llenen esas notas de vida». Certificado por Christian Thielemann.
Las leyendas sobre el enfado de Karajan en los ensayos, insultando a sus músicos, tan solo son chismes de la oposición. Era sumamente cortés y educado con todas sus orquestas. Tan sólo en una ocasión perdió la paciencia por los desatinos de la Berliner Philharmoniker y entonces les dijo: «Señores créanme, si pudiera, hoy los pondría a todos en círculo y les metería fuego». El silencio fue sepulcral. De pronto, algún oboísta dijo en voz alta: «Maestro, si usted hace eso, ya no nos tendrá más…», a lo que Karajan respondió: «Oh sí, no lo había pensado…». En medio de risas y chistes verdes continuó el ensayo.
La Sinfonía Alpina de Richard Strauss era ensayada por Karajan 8 veces, algo inusual. Sin embargo el resultado es la majestuosa grabación de la Deutsche Grammophon en los años 80, muy vigente aún hoy en día.
La pereza de Knapperstbusch sólo es perdonada por tratarse de Él. Además siempre lo hacía bien.
Un abrazo chicos. Ensayen mucho.
Llevas razón en lo de Karajan, Iván. No era ni mucho menos tan fiero como en algunas ocasiones se ha dicho. Eso sí, era estricto. Yo creo que lo que se le ha criticado tenía mucho ver con la parafernalia, a veces obsesiva, que rodeaba su figura y que en ocasiones se escapaba de su criterio. También se le colocaban micrófonos estratégicamente situados durante las grabaciones. Otros directores no incurrieron en estos matices y sus registros fueron también antológicos pese a no contar con tantos medios económicos. De ahí que para muchos aficionados, el mejor Karajan se encuentra en sus grabaciones con la Philharmonia. A mí, y no me lo tomes a mal amigo Iván, el «último» Karajan no acaba de llenarme del todo a nivel discográfico. Otra cosa son los registros de algunos de sus últimos conciertos en vivo que, por regla general, son magistrales.
Una duda: Lo de «chistes verdes» ¿Tiene la misma significación que yo pienso desde España o se refiere a algún tema «ecológico»?. De referirte a la primera acepción, por favor, Iván, cuéntanos algún chiste de esos referido por Karajan. Me corroe la curiosidad.
Un abrazo, buen amigo
LEITER
Nada de temas ecológicos Leiter. Verdes en Alemania, España o Colombia, Verdes a más no poder.
Uno de los que contó (y que no era verde) decía: «Una dama caminaba por una calle de München cuando resbaló y cayó al piso. Un hombre acudió en su ayuda, con tan gran sorpresa que se trataba del Canciller del Land de Baviera».
«La mujer le dijo: señor Canciller, qué puedo hacer para agradecerle su amabilidad? El Canciller respondió: Nada por ahora mi señora. Pero ya sabe qué tiene que hacer en la época de las elecciones. Con eso me dará amplias gracias».
«A lo que la mujer respondió: pero Canciller, al caer me he dado en el culo y no en la cabeza»…
Y lo contaba en pleno ensayo!
Los verdes de verdad solo los contaba en el HELISARA, frente a Eliette, Isabel y Arabel. De verdad que a veces hacía que todos se partieran de la risa. Alguna vez contó uno relacionado con Wagner, Tannhäuser y un pequeña anciana…
Abrazos amigo Leiter.
¡Qué bueno Karajan!
Bueno, aunque es archiconocido, contaré otro: Estaban reunidos Solti, Böhm y Karajan y discutían sobre ellos acerca de quién era el mejor. Dijo Solti: Yo soy el mejor porque dirijo la mejor orquesta del mundo, la Chicago Symphony. Luego toma la palabra el doctor Böhm: No, no; yo soy el mejor director del mundo porque eso mismo me ha dicho Dios. A todo esto Karajan se revuelve y le espeta a Böhm: ¿Se puede saber cuándo te he dicho yo eso?
Un abrazo, Iván
LEITER
Recientemente escuché una Séptima de Ludwig en versión Karajan-Philharmonia del 53 que a pesar de la toma de audio resulta impactante.
No me canso de ver el video de Lenny y Carreras que citás. Era casi como un enoje de padre a hijo.
Hay otra grabación de Bernstein y los filarmónicos vieneses ensayando Mahler en donde Lenny se enoja y dice más o menos así en alemán: «no me importa que su hora de trabajo haya terminado, nos quedaremos el tiempo que sea hasta que salga bien».
Increíble la anécdota de Knappertsbusch!
con el permiso de leiter frank, hay otra anécdota del gran knap, pero al revés: cuenta john culshaw el capo de la decca, que una vez en londres fue casi obligado a ensayar una obra. en la presentación pública la orquesta se embrolló, kanp sudoroso abandonó al finalizar el podio vociferando «esto no habría sucedido si no hubiéramos tenido ese ensayo»
si el lema de toscanini era «cantare, sostenere» el de knap era más concreto y hacía la delicia de los profesores: «ustedes la conocen , yo la conozco, ¿porqué debemos ensayarla?»
pero knap tenia también una lengua filosa: em medio de la polémica acerca de dirigr con o sin la partitura, no se anduvo con chicas cuando le preguntaron porque la mantenía siempre a la vista, el cruce no se hizo esperar: ¿por qué no? se leer música…
pero lo peor vino cuado el propio culshaw le pidió su opinión sobre richard strauss, kanp le respondió: «jugué a las cartas con el todos los días durante años y era un cerdo»…
Quiero y venero muchísimo a Knapperstbusch, pero , porqué refererirse de esa manera al Gran Richard Strauss?
tal vez lo merecía iván, no lo se
knap era antinazi y a lo mejor -no lo puedo asegurar, es solo una conjetura- ese comentario suyo tan duro englobe los dobleces de strauss con el régimen
por otra parte creo que la opinión de knap -perdón por la taquigrafía- se refería más bien a su persona y no a su genio musical…
Tal vez se quería referir a que Strauss era un tramposo con los naipes.
LEITER
De todas formas muy feo, tratándose de un Director Germánico de los pergaminos de Kna. Nada justifica expresarse de manera tan poco elegante de un venerable Maestro como Richard Strauss, máxime en su senectud. Eso no está bien. Ante todo, Richard ya era un hombre mayor y merecía -merece- respeto y admiración, no palabras descalificadoras. Todos en algún momento hemos hecho trampas en un juego y eso no nos convierte en «cerdos», mucho menos a Strauss.
Hans, mi respeto hacia tí siempre es inmenso, eres uno de los Directores Wagnerianos que más admiro, pero a Richard Strauss hay que respetarlo como al inmenso Hombre y Músico que es.
Abrazos mis amigos todos.
Hola!! pues yo tengo un par de duditas que espero en bien me puedan ayudar a entender 🙂
Recien comencé a estudiar musica, y como parte del entrenamiento que me doy, decidí acudir a un ensayo de orquesta, y me encontré con que, en los ensayos hay algo asi como «protocolos» entre director y orquesta, y decidi hacer mi proxima exposicion sobre todo ese fenomeno,, y quisiera me dijeran cuales son las «acciones de protocolo en una orquesta»
Algunas cosas que noté, fué que, empiezan a afinar antes de subir el director, vi que era el oboe quien daba la nota, pero , que no es el concertino quien debe afinar a todos? o el concertino tomo la nota del oboe y de ahi afinaron todos y no me di cuenta?
Despues, vi algo que habia visto en videos solamente, que cuando el director suber al podio, los instrumentistas como que «aplauden» con sus arcos,,si es un aplauso al director? o que es? porque lo hacen? siempre debe hacerse?
tambien vi que saluda este (el director al concertino),,porque? respeto?
No se si me explico bien a lo que digo con «protocolos de orquesta»,,es decir,,esas «costumbres» que hay en los ensayos,,,y aparte,,en los recitales,,que veo son diferentes,,Quien entra primero? quien despues de quien? porque algunos directores salen cuando acaba una obra y regresan a seguri dirigiendo y se vuelven a salir?(y asi continuamente),,,en fin,,espero me puedan ayudar, es super importante ya que ya dije que de esto sera mi exposicion y no conozco mucha gente que sepa bien de que habla, y veo que por aqui abundan conocedores,,porfis!!!!!! AYUDA!!!!
Jaqs
Pues eso, que me uno a las preguntas de Jaqs. ¿Estos protocolos de que van?. Ya sabes, origen, extensión geográfica, variantes y demás. A mi me encantan, algunos serán útiles para la música y otros para el propio desarrollo del rito del concierto.
Bueno, vayamos por partes: Tradicionalmente es el óboe el encargado de servir de guía a la afinación completa de la orquesta emitiendo un La natural. Ello es debido a que el óboe posee un sonido muy puro y envolvente fácilmente asimilable por el resto de la orquesta. De todas maneras, según algunos tratados de orquestación, este proceso no ha de llevarse nunca a efecto en la sala de conciertos, sino en una sala contigua o en los contrapasillos que sirven de acceso a la misma. Sin embargo, casi todas las orquestas contravienen esta disposición y afinan momentos antes sobre el escenario.
En cuanto a los protocolos, la norma no escrita indica que la orquesta ha de ponerse en pie al completo a la salida del director. Éste ha de saludar al concertino, al jefe de los segundos violines, al jefe de las violas y al jefe de los violoncelos ANTES DE SALUDAR AL PÚBLICO. Muchos directores eluden esto y tan pronto como salen por primera vez al escenario se dirigen sonrientes al público para saludar. En las sucesivas apariciones del director, según avanzan las obras del concierto, no es necesario este protocolo salvando el obligado saludo al público.
Cuando en una obra participan además solistas instrumentales o líricos, el director ha de salir siempre por DETRÁS de ellos y dejar que éstos realicen los saludos de rigor a orquesta y público. En estos casos, se considera de poca educación que el director también salude al público con efusividad (sólo debe hacerlo de forma más bien discreta y nunca RESTANDO PROTAGONISMO al solista invitado).
Otra cuestión: Los saludos de entrada han de hacerse junto al podio, NO ENCIMA DE ÉSTE. Al podio sólo se accede cuando se da la vuelta y se prepara el compás de entrada. Esto tampoco es muy respetado por algunos directores.
Tras la ejecución de una pieza y los consiguientes aplausos, el director debe saludar primero a la orquesta y luego al público (algo que muchos narcisistas hacen al revés). El modo tradicional que los profesores de la orquesta tienen para aplaudir, sobre todo los de arco, es golpear con dicho arco el atril. Esto sólo sucede cuando el director se ha ganado el cariño y la admiración de los mismos durante los ensayos y el concierto. Raro es que para recibir a un director los instrumentistas golpeen sus arcos en el atril. Ello puede ser debido si ese maestro ha regresado a la orquesta tras un largo período de ausencia, bien por motivos que no vienen al caso, bien porque anteriormente fue su director titular y la orquesta recuerda con bondad aquel período. O bien porque se trate de una primerísima figura que dirige como invitado por primera vez.
Si la ejecución de alguna obra ha contado con pasajes difíciles ejecutados con corrección por distintos instrumentos, el director ha de ordenar su puesta en pie por individual para recibir las merecidas ovaciones. Si la intervención solista de los integrantes de la orquesta ha sido desafortunada, el director ha de omitir cualquier referencia individual por pura cortesía. En una ocasión, Jesús López Cobos ejecutó el Bolero de Ravel al frente de la Orquesta Nacional de España con resultados catastróficos. Todos, desde el flauta solista al principio hasta el trombón último, cometieron fallos imperdonables e impropios de una orquesta de esa categoría (Falló el flauta solista al principio y el resto de la orquesta se contagió por nervios). Cobos, visiblemente enojado tras la ejecución de la obra, correspondió a los tímidos aplausos y sonoros abucheos aislados ordenando que se levantaran uno por uno los instrumentistas fallones. Eso nunca se debe hacer por pura cortesía. Es una humillación para el profesor orquestal. Las broncas y las explicaciones pertinentes han de realizarse en privado.
En las piezas con solista, el director ha de apartarse con cautela tras la finalización de la pieza para permitir que el solista acapare todos los aplausos del público. Este solista, a su vez, ha de corresponder al director obligándole a saludar tomado del brazo o de la mano. El director jamás debe recibir la ovación del público SUBIDO en el podio cuando está acompañado de solista o solistas principales (aunque alguna otra figura legendaria ignoraba este cortés precepto). El director sólo debe salir de nuevo al escenario para saludar en las salidas pares y acompañado del solista, es decir, tras la retirada de escena finalizada la pieza, el primero y único en salir para continuar recibiendo las ovaciones ha de ser el solista. Luego el solista y director; luego, caso de que la ovación se perpetúe, el solista y luego el solista y el director. Y así sucesivamente. La despedida final ha de hacerse conjuntamente, nunca a solas por parte del solista.
Por último, conviene ser comedido a la hora de recibir las ovaciones tanto de entrada como al final de una ejecución. Sólo si la ovación es atronadora tras una pieza, el director puede SUBIRSE sobre el podio para acaparar el protagonismo siempre que previamente haya ordenado poner de pie a la orquesta para compartir ovaciones.
Espero haber aclarado un tanto vuestras dudas, Jaqs y Zarza.
LEITER
Interesantísima entrada, una vez más! Todo lo que conozco de los ensayos del maestro Karajan me parece realmente extraordinario y el encuentro con Sumi Jo, que acabo de descubrir gracias a nuestro buen Leiter,es realmente increible. Pero desde mi punto de vista es así como se debe trabajar.Y lo del sonido Karajan, Iván, si no lo oyen, simplemente es que no oyen.
El doctor Böhm era insoportable cuando no dirigía a los de Berlín, Dresden o Viena.Entonces trataba a los músicos como si fueran no solo analfabetas sinó también unos idiotas. En Francia pasaba siempre lo mismo, acababa diciendo entre dientes : Schwein Fransösen…he aqui un pequeño ejemplo con la orquesta de Paris, tremendo ensayo pero típico d elo que solia pasar
http://www.ina.fr/video/CPA8005339003/karl-bohm-repetition-avec-l-orchestre-de-paris.fr.html
Gracias Leiter, ya tengo más claro como se dirige a la orquesta y al público en un concierto ;-).
Dr. Bohm en el video se muestra bastante impaciente con la orquesta, menudo carácter, no se yo si es la mejor manera de conseguir que los músicos sigan la batuta, debe poner muy nervioso y de muy mala uva que te traten así, exige un ejercicio de concentración y abstracción extra.
Hola!!
Les agradezco!!
Muy buena explicacion..
SAludos!!!