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WILLEM MENGELBERG con la Orquesta del Concertgebouw: Primeramente, digamos que este video de enlace tiene trampa. Las tomas iniciales, desde la escalinata de la mítica sala holandesa del Concertgebouw, corresponden a un concierto ofrecido en 1930 por Eduard van Beinum. Todas las secuencias de fondo son del otro director holandés, mientras que las tomas a primer plano se corresponden con el mítico Mengelberg en un concierto celebrado en París en 1931. De todas formas, estimamos que el vídeo nos vale ya que la mayor parte del mismo se centra en la figura del incomparable director neerlandés, posiblemente el mejor director de orquesta que hayan dado nunca los Países Bajos. Figura controvertida, Mengelberg ha pasado a la historia por ser el alma mater de la Orquesta del Concertgebouw y también, desgraciadamente, por el veto impuesto por el gobierno surgido en Holanda tras la liberación de dicho país finalizada la Segunda Guerra Mundial. Se le acusó, con razón, de ser un colaboracionista nazi; otros (Karajan, Böhm…) también lo fueron, aunque finalmente acabaron siendo exonerados. De esta, en comparación, injusticia, ya tendremos la oportunidad de hablar en otro apartado. Si nos fijamos bien, la versión de Mengelberg es nerviosa y tensa, con una extraordinaria capacidad impositiva a la hora de marcar los compases. Su interpretación de la obertura de von Weber no admite concesiones: Tempo vertiginoso y control de la situación en todo momento. No le importa llevar las capacidades técnicas de la orquesta hasta el límite, delatando una firmeza y seguridad verdaderamente asombrosas. Las transiciones son extraordinarias y las progresiones dinámicas de sonido impactantes. Siendo una interpretación clásica, muy alejada de los convencionalismos interpretativos posteriores, el maestro Mengelberg despliega una de sus mayores virtudes: El saber qué es lo que quiere en todo momento, apoyado en una autoridad directorial fuera de toda duda. Sus cambios de ritmo, sobre todo en la recapitulación, son geniales, mostrándose como un director electrizante y endiabladamente magnético (Sólo se ha de observar cómo le buscan con la mirada en todo momento los profesores de la orquesta). Brillantísima conclusión, con una capacitación rítmica y dinámica, como ya dijimos, envidiable. Versión, a pesar de los años, de auténtica referencia. Vídeo recomendado para aquellos alumnos que se adentren en el dificilísimo arte de dirigir una orquesta, sin duda, el oficio más complicado de cuantos haya en el mundo.

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PAAVO JÄRVI con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt: Concierto celebrado durante la temporada de los Proms londinenses en 2007. El director estonio, hijo de Neeme Järvi, uno de los directores que año tras año nos visitaba a España ya fuese como invitado o al frente de la Nacional de Escocia, tiene las mismas virtudes de su padre, aunque también adolece de algún que otro heredado defecto. (Recientemente escuché una Segunda de Brahms por la radio y, la verdad, la orquesta «se le fue» en alguna ocasión). A pesar de ello, sus buenos manejos como titular de la Filarmónica de Estocolmo y sus actuaciones más que convincentes como invitado de las mejores formaciones del mundo le han hecho merecedor de ser nombrado titular de la Orquesta de París sucediendo a Christoph Eschenbach, cargo que se formalizará en 2010. En esta versión, ya desde los primeros compases vemos a un Järvi muy cuidadoso y atendiendo a todos los matices. (Magistral la frase dibujada por las violas instantes previos al primer tutti, con un sonido magnífico). Tras este acorde — fortísimamente marcado por Järvi — el director nos presenta una visión de moldes románticos, muy ligera y desenvuelta, y con una construcción bien conseguida. Quizás se le puede reprochar una cierta monotonía, una pizca de sal que de más brillo a la lectura, pero eso es mucho pedir para un director nacido en Tallin. La obertura está francamente bien resuelta, con buenos contrastes de ritmo en el epílogo y la orquesta suena de maravilla (De un tiempo a esta parte, las tradicionales «orquestas de radio alemanas» — NDR, Frankfurt, Stuttgart… — han experimentado un salto cualitativo admirable). Es una versión correcta, pero yo prefiero la que viene a continuación.

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MARISS JANSONS con la Orquesta Filarmónica de Berlín: (Desgraciadamente, esta versión fue suprimida un año después de publicarse la entrada). Se trata de un concierto ofrecido en el Suntory Hall de Tokio en 2000. Que el director letón es una de las máximas figuras en el actual panorama de la dirección orquestal ya nadie lo puede poner en duda. Titular de dos de las mejores orquestas sinfónicas del momento, la Bayerischer Rundkunk y la del Concertgebouw, su declarada «alergia» al fenómeno conocido como Jet-Lag le impide realizar una carrera americana que consideramos imprescindible para erigirse como el mejor director del momento. No pasa nada, maestro Jansons: Que yo sepa, todavía se puede viajar en barco hasta América y así disponer de tiempo suficiente para adaptarse a los cambios horarios… Ciñámonos a la versión del vídeo: La precisión y delicadeza de Jansons (Dirige sin batuta) cristaliza en una serie de extraordinarios detalles, como esa conseguidísima filigrana descendente de flautas en los compases de la introducción. De cualquier manera, la orquesta suena de escándalo, con unas cuerdas primorosas de las que Jansons extrae lo mejor, sobre todo en las dinámicas sonoras. (Prodigiosos pianissimos). El tema principal es magníficamente declamado por los violines, destacando la fuerza y precisión de un inconmensurable Jansons que dirige su mirada en todo momento a las distintas secciones orquestales, en una extraordinaria demostración de conocimiento y seguridad. Un momento inolvidable es la pulida intervención del clarinete solista exponiendo uno de los temas principales de la obertura, que en todo momento mira al director y no a su particella, algo realmente asombroso y conmovedor que dice mucho de la calidad de los profesores de la agrupación y del trabajo de ensayo de Jansons. La elegancia del director en los pasajes cantabiles centrales es digna de todo encomio y su manera de culminar la obertura es sensacional, ofreciendo toda una lección de cómo de ha de dirigir una orquesta. Magistral Jansons e inconmensurable esa máquina de precisión que es la Berliner Philharmoniker. Versión de absoluta referencia.

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DANIEL RAISKIN con la Hong-Kong Sinfonietta: Concierto ofrecido en el Concert Hall de Hong-Kong City en 2006. Obviamente, la Sinfonietta de Hong-Kong no tiene la calidad de las orquestas que hasta ahora nos han precedido y ello se nota sobremanera. La formación asiática se fundó en 1990 con 56 músicos formalmente contratados y con el objeto de acercar la música seria a la comunidad del enclave chino. Tsung Yeh fue su director titular hasta 2002, fecha en la que fue sustituido por Yip Wing-Sie. Varios artistas de renombre han colaborado con la agrupación desde entonces, como Ashkenazy, Pavarotti, Pinchas Zukermann o Christopher Hogwood. La orquesta mantiene la buena política de ofrecer música contemporánea y sus ciclos musicales están diseñados para distintos segmentos de la población, en una labor que nos parece encomiable. Por su parte, el ruso Daniel Raiskin es el actual director titular de la Orquesta del Estado de Renania, una formación alemana de segundo orden. También conocido violista, el sanpeterburgués Raiskin estudió con Lev Savich y ha realizado masters en dirección con Neeme Järvi y Mariss Jansons, entre otros. Ha dirigido como invitado a los mejores conjuntos sinfónicos europeos y ha colaborado con renombrados solistas como Natalia Gutman, Shlomo Mintz y Martin Fröst. Desde 2002 es el Principal Director Invitado de la Orquesta Filarmónica del Estado de Wroclaw. En cuanto a la versión que aquí nos ocupa… Ya en la entrada la trompa «estornuda», pero insistimos en que no podemos comparar el nivel técnico de esta orquesta con las anteriormente vistas. La interpretación es correcta aunque con alguna precipitación de Raiskin en las transiciones. El vídeo sufre unos extraños cortes — casi me vuelven loco — y aparecen diversas fases de la ejecución chapuceramente «pegadas», pero ello no es óbice para juzgar de aceptable la versión del maestro ruso, una interpretación con ciertos toques clásicos y muy alejada de la anterior de Jansons.

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AVI OSTROWSKY con la Orquesta Sinfónica de Bilkent: No tenemos más información sobre las circunstancias que rodearon la ejecución pero sí podemos ofrecer datos de sus intérpretes. Avi Ostrowsky es un director israelí que estudió con Gary Bertini — aquel director que siempre venía como invitado de la Orquesta Sinfónica de RTVE — en Tel-Aviv. Perfeccionó conocimientos en Viena con Swarowsky y con Ferrara en Italia (Tradicional peregrinaje de todo aquel director que quiera hacerse un nombre en estas artes). Como no podía ser de otra manera, también ganó el prestigioso Concurso de Dirección Nikolai Malko de Copenhague. Ha sido titular de la Orquesta Sinfónica de Haifa y de la Israel Kibbutz Orchestra, ambas de Israel. Fundó además la Ber Sheva Sinfonietta y fue su titular hasta que fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Amberes con la que mantiene una estrecha colaboración. También ha estado al frente de la Sinfónica de la Radio de Noruega y ha sido invitado por las mejores orquestas europeas. Por su parte, la Orquesta Sinfónica de Bilkent fue fundada en 1993 por la Universidad de Bilkent y su sede es Ankara, la capital de Turquía. Entre los artistas que han colaborado con la formación destacan Elisabeth Leonskaia, Mischa Maisky, Lang Lang y Dmitri Sgouros, entre otros. Isin Metin es su actual Director Artístico mientras que el alemán Klaus Weise es su Director Musical. El búlgaro Emil Tabakov ha sido hasta tiempos recientes el titular aunque aún sigue colaborando estrechamente con la formación turca. En cuanto a la interpretación, Ostrowsky se nos revela como un magnífico y cuidadoso director, con una introducción muy perfeccionista y de tempi más pausado que en las que hemos visto hasta ahora. Sin embargo, los fragmentos posteriores a la introducción los ataca de manera vivaz, rápida, firme y muy decidida, respondiendo la orquesta con admirable prestancia. Estupendas también las transiciones, en las que Ostrowsky demuestra un gran maestría y un no menor gusto musical. La lectura es muy eficiente, con un cierto toque «vienés», y al maestro israelí no se le va la orquesta en ningún momento, síntoma de su poderosa personalidad. La conclusión, brillantísima, no admite más concesiones que las estrictamente reflejadas en la partitura (Clara influencia de Swarowsky). La pieza finaliza con un Ostrowsky que en todo momento mantiene el rigor directorial. Notabilísima versión y estupenda respuesta de la orquesta.