* Ópera en tres actos
* Libreto de Raniero di Calzabigi
* Estrenada en Viena el 5 de octubre de 1762 (Nueva versión en París el 2 de agosto de 1774)
* Lugar de acción y época mitológicos
* FIGURACIÓN:
– ORFEO, poeta – Contralto o mezzo dramática
– EURÍDICE, su esposa – Soprano lírica
– AMOR – Soprano ligera
– Pastores, furias, demonios y espíritus
El estreno de Orfeo y Eurídice en Viena no sólo supuso un extraordinario éxito para libretista y compositor, sino que además en esta ópera se hallaban ya presentes, aunque de manera incipiente, los ideales de la reforma operística propuesta por Gluck. En esta primera versión de la ópera estrenada en el Burgtheater de Viena, la línea del canto se encuentra liberada de espurios ornamentos. Gluck trata de buscar una continuidad narrativa y musical suavizando los habituales contrastes entre recitativos y arias, cediendo la primera de estas dos formas su lugar al accompagnato, término que hace referencia a un tipo de recitativo en el que los instrumentos de la orquesta acompañan a la voz; en el recitativo tradicional, esa función de acompañamiento sólo la hace el continuo. También en esta ópera observamos como el coro ejerce un eminente protagonismo, comentando los acontecimientos de la acción. Por lo que respecta a la obertura, ésta muestra ya una clara intencionalidad descriptiva. A lo largo de la obra, la transmisión de sentimientos resulta ciertamente contundente y el acompañamiento orquestal cumple una función del todo ilustrativa. La música, acorde con los principios de la reforma propuesta por Gluck, está bajo las órdenes del texto.
En la llamada Versión de París, Gluck persiguió nuevos fines estéticos y añadió ciertos cambios a una traducción al francés del escritor Pierre-Louise Moline que resultó bastante polémica. Gluck había estrenado meses atrás Ifigenia en Aulide y ello le sirvió de inmejorable manera para tomar el pulso al público parisino. El compositor renunció a la voz de contralto o mezzo para el papel de Orfeo para dar paso a la de tenor. Ello provocó consiguientemente numerosos cambios en la partitura original para adaptarla a la nueva vocalidad y a la peculiar musicalidad del idioma francés. La orquestación conoció a su vez ciertas transformaciones, como la sustitución de las originales cornetas y chalumeaux por óboes y clarinetes. Existe una tercera versión de la obra, preparada por Berlioz en 1859, en la que se añadió un aria de coloratura al personaje de Orfeo como culminación al primer acto.
La versión que hemos tomado para seguir la obra en los distintos enlaces es la original estrenada en Viena y corresponde a una representación llevada a cabo durante el Festival de Glyndebourne en 1982 e interpretada por la Orquesta Filarmónica de Londres y el Coro del Festival de Glyndebourne. El maestro Raymond Leppard es el director y una excepcional Dame Janet Baker asume el papel de Orfeo. Quisiera agradecer a la autora de los vídeos, mariandelochs, su amabilidad y cortesía por responderme a una cuestión que planteé mediante correo privado.
DESARROLLO DE LA OBRA
Acto I: Tumba de Euridice. Orfeo y sus amigos lloran la desaparición de Euridice. El poeta, desesperado, pide a los dioses que se la devuelvan o bien que también le hagan desaparecer a él. Entra Amor en escena y le dice que, caso de que sepa aplacar la ira de los dioses con su canto, Euridice volverá a vivir. Pero para ello impone una condición: Orfeo no podrá volver a mirarla de frente hasta que cruce la laguna Estigia. Orfeo, aún sabiendo que su mujer no sea capaz de comprenderle, se arriesga y acepta el reto.
Acto II. Cuadro I: Entrada del Hades. Las furias bailan desenfrenadamente y reciben a Orfeo con todo su furor. El poeta intenta aplacarlas y canta su sufrimiento por verse separado de Eurídice. Paulatinamente, las furias se apiadan de Orfeo y le dejan pasar.
Acto II. Cuadro II: Los Campos Elíseos. Los espíritus benditos danzan mientras Eurídice canta el elogio del lugar. Orfeo, maravillado y asombrado por la calma, se acerca. Sin embargo, sigue echando de menos a su esposa. Los espíritus bienaventurados, conmovidos, le entregan a Eurídice. Sin llegar a mirarla, Orfeo la guía de la mano hacia la salida.
Acto III. Cuadro I: Montaña entre el Infierno y la Tierra. Eurídice no comprende el comportamiento de su esposo y así se lo dice. Ya que los dioses le han devuelto a la vida, al menos Orfeo podría mirarla. Sin embargo, Eurídice, creyendo que ya no le quiere, jura que prefiere morir. Angustiado, Orfeo ya no puede resistir los reproches de su esposa, por lo que se vuelve y la mira. En ese momento, Eurídice vuelve a fallecer. Desconsolado del todo, canta una conmovedora aria, uno de los lamentos más geniales de toda la historia de la música. Amor, conmovido por tanta demostración de cariño, devuelve de nuevo la vida a Eurídice.
Acto III. Cuadro II: Templo del dios Amor. Todos celebran el extraordinario acontecimiento.
VERSIONES RECOMENDADAS
– McNair y Lee Ragin. Coro Monteverdi y English Baroque Soloists. Sir John Eliot Gardiner. DECCA
– Chance y Argenta. Coro de Cámara de Stuttgart y Tafelmusik. Frieder Bernius. SONY
– Horne y Lorengar. Coro y Orquesta del Covent Garden. Sir Georg Solti. DECCA
– Jacobs y Kweksilber. Collegium Vocale y La Petite Bande. Sigiswald Kuijken. EMI
– Baltsa y Gruberova. Coro Ambrosiano y Orquesta Philharmonia. Riccardo Muti. EMI
– Von Otter y Hendricks. Coro Monteverdi y Orquesta de la Ópera de Lyon. Sir John Eliot Gardiner. EMI
muy recomendable también leiter es la versión cantada por giulietta simionato, graziela sciutti y sena jurinac, con la dirección de von karajan en salzburgo, 1959
buen fin de semana para todos
Tomamos nota de esa versión, Hugo
Un abrazo
LEITER
Enhorabuena esta magnífica conmemoración órfica, querido Maese.
Resalto si me lo permites la particularidad, muy conocida por otra parte, de que el libreto de Raniero di Calzabigi dota a la trama de ¡un final feliz!: a Orfeo le es retituída por segunda ocasión -y por intermediación de Amor (un auténtico Dios desde la máquina)- su amada Eurídice.
También es notable la inclusión, dentro de la escena en el Infierno, de un posterior desarrollo musical hermosísimo por cierto: el Elíseo. Esto permite, en mi opinión, que Gluck desarrolle largos pasajes sólo musicales que «narren» la búsqueda órfica de la amada. Creo haber comentado anteriormente que en este caso Calzabigi ha seguido el itinerario que sigue en la Eneida precisamente Eneas en su descenso al Infierno porque ya, en la profunda entraña del Hades (depués de haber visto la sombra de Dido, por cierto) al héroe le nace un transporte por querer ver a su padre Anquises y de este modo, al igual que el Orfeo de Gluck-Clazabigi, recorre sendos pasajes infernales hasta hallarlo en los hermosos jardínes del Elíseo.
Te abrazo, amigo y Maese, esperando que tu recuperación se deslice con el más dulce de los avances.
No acostumbro repetir comentarios en las diversas entradas de Blues, pero creo que esta lo amerita por tratarse de Orfeo y Eurídice, de la cual me ocupé en «Galería de Músicos»; es por ello que «duplico» el comentario allí inserido y lo traslado también a esta sección. MAESTRO OTTO, POR FAVOR DAME TU OPINIÓN.
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Christoph Willibald Gluck es más que un reformador de la ópera, como empero muy bien mencionas en la entrada. Con seguridad fue elegido de Apolo para ser el Orfeo moderno, el que se burlaría de la muerte una vez más. Gluck burló a la muerte sin duda y de una manera descarada e impune. Veamos.
Cuando los Dioses Olímpicos se erigieron con la victoria frente a los odiosos y despreciables Titanes, surgió la disputa por cuál de los tres Dioses mayores debía hacerse con el poder absoluto, esto es, ser la más alta de las Divinidades.
Hades era el mayor de los hermanos: eso le confería una inmensa prelación. Pero…
Poseidón era un Dios veneradísimo por sus notables cualidades. Pero…
Pero Zeus, el menor de los hermanos, fue el salvado de la furia de Cronos y fue quien se convirtió en salvador de todos ellos para derrocar a su sangriento padre. Era el dueño del trueno y el rayo; su astucia había conducido al feliz desenlace por ellos anhelado. Sin duda tenía una gran ventaja.
Qué hacer?
La única solución fue echarlo a suertes. Aquel que sacara el palillo más largo sería el amo y señor de los cielos y las doradas moradas; el palillo mediano concedería a su ganador el reino de los mares y la tierra media. El más corto relegaría a aquel que lo obtuviera al inframundo.
Y así fue: Zeus Crónida, el que porta la Égida, Padre de los Dioses, Señor indiscutible de los cielos. El poderoso Poseidón, Rey de los mares, que hace temblar la Tierra, Y Hades, Señor de la Muerte y el inframundo. Su destino estaba sellado.
Tal hecho hizo de Hades un Dios sombrío, sólo acompañado por Perséfone. De vez en cuando Cerbero con sus aullidos llegaba a los oídos de su amo.
Nadie adoraría a Hades ni erigiría templos o estatuas en su honor. Por ello, el oscuro Dios se tornó implacable. Ningún hombre vencería a la Muerte, ninguno podría evitarla, por mucho que lo intentara. Sísifo quiso hacerlo y no fue perdonado: se le condenó por toda la eternidad a empujar una gran roca por una pendiente para que, al llegar a la cima, inevitablemente esta rodara cuesta abajo, obligando a Sísifo a reanudar su fatigosa labor.
Nadie se burla de Hades.
Orfeo y Eurídice hacían la pareja perfecta. Entre ellos reinaba el Amor más absoluto, alimentado por la Música de las Esferas, dulcemente tañida por la Lira de Orfeo. Tan mágico era su sonido que dominaba a las bestias más feroces, tornándolas mansas como el algodón. Por ello Jasón lo incluyó entre los Argonautas que buscarían el Vellocino de Oro.
No había pues, Amor más grande que el existente entre Eurídice y el noble Orfeo. Aquella tarde cuando Eurídice, huyendo de un lujurioso sátiro, murió por la ponzoña de una serpiente, sembró el dolor en la Lira de Orfeo y en la naturaleza misma:
“Ah si en torno a esta urna funesta,
Eurídice, sombra bella rondas.
Oye los llantos, los lamentos, los suspiros
que dolientes se derraman por tí.
Y escucha a tu esposo infeliz que llorando,
te llama y se lamenta.
Como cuando a su dulce compañera la tórtola amorosa perdió.
Eurídice!”
Y he ahí que el amoroso Orfeo decide descender a los reinos de Hades para implorar que su esposa vuelva a la vida. Insólito! Nadie burla a la Muerte ni a Hades, nadie puede ir al inframundo y volver con vida!
Pero Orfeo está dotado de los dones de Apolo. Con un hermoso acorde, domina a Caronte, quien lo transporta por la barca a través del Estigia. Su Música tranquiliza al feroz Cerbero que, manso, no le impide la entrada. Incluso las almas de los muertos se complacen ante los sonidos que el dulce Orfeo les regala.
Y finalmente Orfeo se encuentra ante Hades. Formula su petición: que Eurídice, la amantísima esposa, vuelva con él a la vida. Entonces entona una hermosa melodía para vencer al implacable Dios Hades. Y ved! El milagro ocurrió: Hades, conmovido dejó rodar lagrimas por sus pálidas mejillas. Accedió a la petición de Orfeo, pero puso una condición: Eurídice iría tras Orfeo pero este no debería volver su rostro para cerciorarse que ella venía siguiéndole el paso. No debería verla hasta haber salido por completo del inframundo. Si incumplía esta elemental condición, perdería a su esposa para siempre.
Se inició el camino. La angustia del bello Orfeo era inmensa, así como su incertidumbre: sin poder resistirlo, vuelve su mirada a Eurídice. Ella está allí. Pero no hay nada que hacer. El pacto ha sido incumplido y Eurídice es devuelta a las profundidades. El sueño de Amor se ha desvanecido. Eurídice se marchó para siempre.
Porque nadie puede burlar a la Muerte. Ni siquiera Orfeo.
Pero he aquí que Gluck sí lo hizo. Burló al cruel Hades cuando asumió la apariencia de AMOR, para acercarse a Orfeo y decirle:
“Hacerte feliz!
Mucho has sufrido por mi Gloria, Orfeo;
Te devuelvo a Eurídice, tu bien.
De tu constancia mayor prueba no pido.
Hela aquí: se levanta para reunirse contigo!
El pacto había sido roto! Eurídice no podía retornar con Orfeo. Pero lo hizo: así lo quiso AMOR. Ni siquiera Hades pudo contra AMOR, o quizás, contra Gluck.
“Triunfe AMOR!
Y el Mundo entero
sirva al Imperio
de la Belleza!”
Eurídice regresó. Así fue como Gluck burló impunemente a la Muerte y a Hades.
Ahora mi única compañía es Hades…
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No hay duda que el mito de Orfeo ocupa un lugar fundamental en todas las mentes inquietas por el Saber trascendente. Orfeo es un arquetipo expresado mediante sonidos mágicos – los sonidos de la Creación – cuyo fin es lograr la transmutación espiritual, accediendo al Sagrario de los Misterios; conduciendo al Hombre Iniciado por los senderos de las sombras en primer lugar, para ir ascendiendo gradualmente hacia el Reino de la Luz empírea. Allí donde está presente la Música Órfica, presente también está el llamado de la Sabiduría.
“De las Sombras a la Luz”.
Atended al llamado, oh hombres!
Gracias C.W.Gluck. Nos enseñaste que en todo el universo existe una sola llave para transitar de la oscuridad a la luminosidad:
AMOR.
Gracias, a todos los que están y los que se han marchado.
Querido Iván Paixao, amigo mío (con permiso del Gran Maese Leiter, Anfitrión de este Bar):
He leído con sumo interés tu lúcida disquisición que encuentro casi incontestable por la forma en que se entrelazan, con gran habilidad de tu parte, todos los rasgos que la componen y en la que expresas todo el Saber Órfico del que sin ninguna duda eres un Iniciado. Gluck-Calzabigi nos enseñaron que transitar de la Oscuridad a la Luz requiere de una sola llave: el Amor, y el Amor restituye. Qué maravilla de planteamiento, no puedo estar más de acuerdo.
El Triunfo del Amor es la burla a la muerte, lo dices con lucidez y este Carro Triunfal amoroso conlleva una Reforma en la manera en que ha de componerse toda ópera (exceptuando quizás las óperas mozartianas) de ahí en adelante. El Triunfo del Amor gluckiano, por así decirlo, es la entrada triunfal del Clasicismo. Y la intervención de Amor, por su parte, para determinar el descenlace de esta hermosísima ópera es también una importante ruptura con la tradición órfica que hace morir al músico semidivino, tiempo después de su anábasis y catábasis infernal, descuartizado por rabiosas mujeres tracias, las ménades.
Encuentro que la creación órfica de Gluck-Calzabigi complementa, con una nueva visión -la Visión Clásica- toda la tradición órfica precedente. La Biblia del Renacimiento de corte platónico fue «De Amore» de Marsilio Ficino que desarrolla como uno de sus temas principales «La alabanza del Amor Ciego» y a Orfeo como uno de los supremos emblemas del Amor enceguecido. Te explicaré porqué, aunque sin duda eres doctísimo en estos temas.
El Amor Ciego era la forma suprema del Amor platónico. Un visionario no completamente platónico pero sí de orígenes intelectuales heterodoxos, Giordano Bruno, encuentra 9 clases de ceguera amorosa siendo la novena clase la más elevada de todas: la Ceguera Sagrada que produce la presencia inmediata de la divinidad. Se puede decir, sintetizando demasiado las argumentaciones brunianas, que para ver mejor a Dios, más vale cerrar los ojos. Influído por su parte por su Maestro Ficino, Pico della Mirandola llegará a afirmar que «el Amor es ciego porque se encuentra por arriba del intelecto». De antigüo existe una asociación entre el Amor ciego y los ritos órficos pues la formulación de que «el amor es ciego porque está por encima del intelecto» se halla ya en los Himnos Órficos que se escribieron durante cientos de años. Podríamos concluir que al Mirar (romper el tabú impuesto por Plutón) Orfeo hace del Amor de naturaleza sensible y no intelectual. Ante la superioridad de la ceguera a la vista, se hace derivar el «ser iniciado» con «cerrar los ojos»; se sigue que cerrar los ojos en la Iniciación es recibir los misterios divinos no mediante un sentido, sino con el alma pura misma.
Ficino: «conviene que quien ama se alegre y regocije en la cosa amada: pero que quié busca, vea. Pues el gozo del hombre supera la Visión». ¿Hemos de concluir que el espíritu de búsqueda sólo se halla en el que ve? ¿O que el que ama no busca? Grandes cuestionamientos son estos ¿no lo crees así, hermano cofrade Iván? Pero el Amor Clásico de Gluck-Calzabigi restituye toda la búsqueda: lo hace en dos ocasiones. Complejas relaciones nos depararon y lo apuntas muy bien, conlleva el paso de la Oscuridad a la Luz pero la ruptura con la Tradición Órfica es ya irreparable; empero «el mundo entero servirá al Imperio la Belleza» y habría que ver con qué música.
Te abrazo muy entrañablemente, amigo mío Iván
(Recibe otro también tú, querido Maese)
¿Qué puedo yo añadir sino admirarme de vuestros comentarios?
Gracias por iluminar la entrada con los mismos, Otto e Iván
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