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 A esta altura de la semana todos los españoles están en conocimiento de la increíble agresión del jugador Pepe (Real Madrid) al jugador Casquero (Getafe) en ocasión de la disputa del encuentro entre ellos por la Liga de Futbol Profesional de España.

Si bien soy fanático del fútbol no es un tema que me hubiera llamado a escribir unas líneas, sino fuera por la trascendencia del episodio que a mi criterio fue descalificador para un deportista profesional.

Muchas veces en otros ámbitos, por caso: abogados, médicos, políticos, se ha hecho mención al comportamiento corporativo a la hora de valorar la actitud de un colega, intentando poner paños fríos, justificar o desviar la atención del publico minimizando el episodio para evitar la reprobación social.

Como era de esperar el colectivo del futbol no escapó a la regla pues el negocio hace que se diga lo políticamente (¿O debería decir futbolísticamente?) correcto.

Por activa o por pasiva tanto la dirigencia, deportistas y periodistas “especializados” han opinado sobre el episodio con algunas perlas que merecen ser citadas:

Jugador: no es una actitud digna de un jugador del Madrid.
Entonces, ¿Si lo hubiera hecho alguien de otro equipo lo justificaría?

Periodista deportivo: hay que entender lo que está en juego y la presión que recibe un jugador en el campo de juego.
¿Pregunto qué mayor presión que la de un currante que tiene que llevar todos los días el pan a su casa para alimentar a su familia, con la incertidumbre de no saber si mañana engrosará la lista de parados?

Seleccionador: todos en nuestra vida deportiva hemos hecho algo de que arrepentirnos.
¡Sin comentarios!

Dirigente: no debemos criminalizar un hecho que es fruto de la pasión por este deporte.
Pues entonces justifiquemos la violencia de género y el crimen pasional

Pero para hacer más grotesca la acción de defensa todavía, agregan que Pepe es una persona tímida, callada y que nunca había actuado de esa manera.

No discuto las características personales de Pepe, pero la defensa del colectivo hacia el jugador es como si al responsable de un asesinato se lo sobreseyera por el hecho de que hasta que lo cometió no hubiera demostrado ser violento, llevaba a sus hijos todos los días a la escuela y concurría a misa todos los domingos.

Mi única reflexión es que, así como en televisión existe la telebasura, se debe acuñar el término futbolbasura.

No vamos a descubrir ahora que el futbol como deporte hace décadas que pasó a ser un negocio, pero ello no implica que para llevarlo adelante se pierdan valores esenciales de la condición humana como es el respeto por la vida del prójimo.

El otro aspecto que me llama la atención es que todo lo que he escuchado como posible sanción quedaría en el ámbito deportivo, con una sanción ejemplar de 12 jornadas sin poder jugar (¿Será con suspensión de jornal o es mucho castigo?). Por comparación, en el rugby, deporte violento de por sí, existe la suspensión de por vida para acciones como la señalada.

Desde mi óptica, quizás muy personal, el episodio pudo haber terminado con la vida de una persona (por azar no alcanzó la nuca de Casquero). Claro que, entonces la defensa por parte del colectivo hablaría de fatalidad, azar, mala suerte, etc… Cuando creo que la acción tiene el calificativo de acción criminal.

No hay dinero, pasión o presión que pueda justificar un episodio como el descrito.

En algunos países no tan desarrollados como España existe legislación de espectáculos deportivos que encuadran estas situaciones dentro del ámbito de incitación a la violencia, facultando a la fiscalía de turno a intervenir de oficio. Luego no nos lamentemos del comportamiento de los ultras, barrabravas o como les quieran llamar .

Quizás algunos piensen que estoy dramatizando, pero no olvidemos que la juventud por su propio raciocinio o fruto de la presión mediática toma como referentes o modelos a los deportistas. No hace mucho tiempo una encuesta entre niños en edad escolar a la pregunta sobre qué querían ser de grandes respondía inequívocamente “futbolista como fulanito”

Por último, señores del negocio del fútbol, tomen conciencia de sus responsabilidades y condenen como corresponde actitudes como ésta, estarán más tranquilos de conciencia, podrán mirar a sus hijos a la noche y su chiringuito no peligrará pues muchos como el que escribe seguirán disfrutando de este deporte, eso sí, añorando los tiempos en que se transpiraba la camiseta por amor al club, no existían los agentes y se cobraba cuando había dinero.

Buen fin de semana

THENIGER