abbado

 De verdad, a uno se le quitan las ganas de seguir escuchando música cuando contempla LA MUERTE DE TEOBALDO en esta SENSACIONAL VERSIÓN de la Orquesta FILARMÓNICA DE BERLÍN dirigida por un no menos sensacional CLAUDIO ABBADO. ¡Qué locura de orquesta! Este es uno de los fragmentos más endiablados de interpretar por cualquier orquesta y suele ser propina de conciertos cuando la obra previa, la que suele poner punto final al programa, ha sido ejecutada con éxito y con acorde final de platillos y timbales. Recuerdo interpretaciones memorables en el viejo Teatro Real, en especial una de Yuri Temirkanov dirigiendo a la inigualable Filarmónica de Leningrado (Hoy, de San Petersburgo), una de las cinco mejores orquestas de aquella época (Primeros años ochenta). Ha sido una de las pocas veces en que he derramado lágrimas al escuchar la plena potencia de ocho trompas al unísono exponiendo el tema de la muerte tras los trascendentales quince golpes de timbal en acorde.

 Buceando por la red me he encontrado con esta versión de Claudio Abbado y la Filarmónica de Berlín, un magnífico director que por algo fue elegido democráticamente titular de dicha orquesta a la muerte de Herbert von Karajan. Abbado, un director que no se destaca por la pulcritud, precisamente, nos brinda un excepcional tratado de cómo se ha de dirigir una orquesta. Siempre he comentado que la economía de gestos en un director es un factor que delata ensayos trabajados y solventes. Fijaos como Abbado no concede ninguna pose acrobática en una partitura que se puede prestar a ello y de qué manera busca con la mirada las distintas secciones orquestales para resolver los conflictos en una composición tan pletórica como la de Prokofiev. La firmeza a la hora de marcar el compás y la mirada penetrante hacia los instrumentistas de cuerda son factores que dejan entrever un absoluto dominio de la partitura y una seguridad a prueba de fuego. Obviamente, hay momentos donde la orquesta se satura por la recargada y pesante lucha de instrumentos pero Abbado sabe cómo salir de la trampa compositiva que Prokofiev nos ha preparado a base de equilibrar las masas sonoras. Esto sólo está al alcance de unos cuantos privilegiados de la interpretación musical

 ¿Y qué decir de la orquesta? Siempre se ha considerado que la Filarmónica de Berlín es una de las mejores formaciones del mundo aunque, a modo de irremediable sentencia, por detrás de la mejor orquesta que nunca haya existido, la Wiener Philharmoniker. Incluso ahora, con una titularidad más que discutida de Simon Rattle, la Berliner Philharmoniker está un escalón por debajo de clásicas formaciones como el Concertgebouw, la Chicago Symphony o la Orquesta de París (Impresionante la labor que está llevando a cabo en esta agrupación Christoph Eschenbach). Pero, a pesar de estas circunstanciales contingencias, la Filarmónica de Berlín es un conjunto que está al margen de cualquier crítica y cuya capacidad resolutiva se mantiene fuera de toda duda a la hora de examinar sus posibilidades. Es una de las ORQUESTAS, así con mayúsculas, preparadas para enfrentarse a todo tipo de dificultades. Esta partitura de Prokofiev es una de ellas, un claro arrebato compositivo que parece tratar de exprimir las virtudes de las mejores agrupaciones sinfónicas y, no digamos, de quién tiene el valor de dirigirlas. Da gusto ver en el vídeo que pongo de enlace las expresiones de los violinistas, violoncelistas y demás instrumentistas a la hora de abordar los terroríficos pasajes interpretativos de la partitura. Flota una sensación de querer decir: «Somos la Filarmónica de Berlín y esto que tenemos aquí delante no nos asusta. Al contrario»

 Disfrutad con el vídeo. Simplemente es una lección magistral de dirección orquestal y de interpretación. Y, por supuesto, también un curso de composición. (¡Qué armonías, qué tratamiento instrumental, qué sentido de la edificación, qué capacidad rítmica. Qué BELLEZA!)