En el enlace al vídeo que hoy os dejo podemos escuchar uno de los momentos más grandiosos y geniales de toda la historia de la música: Un fragmento de la Marcha correspondiente al primer movimiento — Allegretto — de la Sinfonía nº7 en Do mayor, Leningrado, de Shostakovich. El vídeo se inicia ya con la exposición de la marcha y finaliza instantes antes de su epílogo. Ya os advierto que estos, aproximadamente, 350 compases de música suponen una de las mayores epopeyas jamás escritas para este género musical. La melodía principal de la marcha está lejanamente relacionada con el aria Da geh´ich zu Maxim de la opereta La viuda alegre de Franz Léhar, una de las preferidas de Hitler, y de alguna manera expresa el avance de las tropas nazis sobre territorio ruso. El ritmo ostinato de la caja se inspira en el Bolero de Ravel, al igual que la estructura de crescendo interminable. Si bien el fragmento comienza como una especie de marcha del flautista de Hamelín, concluye con un estruendo descomunal, de increíble fuerza y dramatismo. La versión corre a cargo del maestro Valery Gergiev al frente de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo en el incomparable marco de la Gran Sala de la Filarmonía de San Petersburgo.
Pretender analizar la Séptima Sinfonía de Shostakovich es tarea propia de un doctorado en historia de la música. Ciertamente, el compositor hizo gala de un fervor patriótico desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y en consecuencia se alistó — tras ser rechazado en el Ejército de Aviación por su impedimenta visual — en el Cuerpo de Bomberos del Conservatorio de Leningrado. En julio de 1941, Shostakovich empezó a trabajar en su Séptima Sinfonía de un modo casi obsesivo. Los obuses de la artillería alemana estaban impactando en la ciudad de Leningrado, marcando el comienzo de un asedio que se prolongaría por espacio de más de 900 días. El 1 de octubre de 1941, ante el peligroso cariz que estaban tomando los acontecimientos bélicos, Shostakovich es evacuado desde Leningrado hasta Kuibishev, en Samara, región del Volga. Allí se estrena la sinfonía el 5 de marzo de 1942 por una también evacuada y diezmada Orquesta de Leningrado bajo la dirección de Samuel Samosud y desde entonces la obra se convierte en un símbolo de la resistencia rusa frente al invasor nazi. Las circunstancias del estreno son del todo dramáticas: La partitura fue transportada por un avión militar en junio y una diezmada Orquesta de la Radio de Leningrado empieza a estudiar la obra. Al primer ensayo general de la misma sólo se presentan quince músicos, por lo que el general soviético al mando de la zona ordena que acudan todos los músicos competentes desde la línea del frente (Los instrumentistas solían abandonar los ensayos para retomar su actividad de excavar fosas comunes para las víctimas del asedio nazi). Incluso tres miembros de la orquesta fallecieron de hambre antes de que se celebrase el estreno. Los alemanes, enterados de que los rusos querían interpretar una obra que, sin duda, iba a levantar los ánimos de la resistencia, hacen todo lo posible por impedirlo; pero los soviéticos se adelantan y lanzan un fortísima ofensiva — Operación Borrasca — contra posiciones enemigas. Una serie de micrófonos permitieron la transmisión por radio de la ejecución de la obra a toda Rusia y desde entonces la Sinfonía, que ya de por sí fue un ataque táctico hacia la moral de las tropas alemanas, se convierte en símbolo de la resistencia del pueblo ruso frente al invasor nazi.
La sinfonía, entonces, se convierte en objeto de deseo de los principales directores que actuaban en América. La partitura se pasa a microfilm y es enviada en una lata de aluminio hacia el aeropuerto de Teherán. Desde allí, por coche, se traslada hasta El Cairo. Un buque la transporta hasta Buenos Aires y desde allí, de nuevo en ruta aérea, llega a Nueva York. Tras una durísima disputa entre Arturo Toscanini (Director de la Sinfónica de la NBC), Sergei Koussevitzki (Director de la Sinfónica de Boston) y Leopold Stokowski (Ex-Director de la Orquesta de Filadelfia), es el primero de ellos quien logra estrenar la obra el 19 de julio de 1942 en Nueva York. La revista Time saca en portada a Shostakovich vestido de bombero y el compositor pasa a ser un símbolo de la causa aliada, un modelo de valor… Sin embargo, el propio Shostakovich declara años más tarde en sus memorias que la Sinfonía está también dedicada a los años anteriores a la guerra, a los de las trágicas purgas estalinistas… Las dos tragedias sucesivas parecieron haberse fundido en el propio espíritu del compositor. Todo ello parece confirmarse en los compases finales de la sinfonía, cuando en medio de una heroica sonoridad final se escuchan ciertas referencias a la marcha del primer movimiento… ¿Otra vez los sones de un desfile bajo un ya liberado manto dictatorial estalinista? Seguro que sí. Sea como fuere, y con la prudencia con la que ha de abordarse cualquier material relativo a una personalidad tan bipolarmente contradictoria e inestable como la de Shostakovich, la Séptima Sinfonía es una obra musical que posiblemente ayudó a cambiar el curso de la Segunda Guerra Mundial ¡Qué lástima que un demente como Stalin no reflexionara lo más mínimo sobre aquello! Aún tardaría ochos insufribles años en fallecer… Nuestro humilde homenaje a un fabuloso compositor y a una de las obras más trascendentes de toda la historia de la música.
Shostakovich fue un exelente compositor, y lastimosamente esa odisea que relatas sobre esta sinfonia, aqui en america la sentimos mucho, no tanto con Shostakovich pues su genialidad fue capas de romper la cortina de hierro; pero existen otros compositores rusos muy desconocidos en latinoamerica, como es el caso de Miaskovski, gran compositor… y todo debido a esa eterna rivalidad entre USA y Rusia, quiza me he dado cuenta de esto pues, porque he tenido el privilegio de tener una profesora Rusa, en la catedra de armonia, y ella algo de esto nos ha contado.
Pero volviendo a Shostakovich, su musica recrea claramente esa epoca de la humanidad, donde tantas muertes y cambios politicos, se vieron, en su musica se ve reflejado su sentir politico, su apoyo al movimiento de turno, tanto asi que decidio quedarse en leningrado en vez de ocultarse con los demas inteletuales rusos. El maestro Shostakovich fue un musico Grandioso, yo recomendaria la version de sus sinfonias, dirigias por Rostropovich en especial la «leningrado (7) y la Stalingrado (8).
He escuchado unas sinfonias y cuartetos de Peteris Vask y me parece encotrar alguna influencia Shostakovisiana en este autor.
que agradable y que casualidad que justo por estos dias estoy sumergido en este compositor, que bueno encontarlo nuevamente aqui, muchas gracias Leiter,
Sabe Leiter que Shostakovich es uno de los compositores que yo tengo en mi lista de «los cinco» (no nombro a los otros porque se ponen celosos). Pero no quiero gastar todo mi comentario en una mera alabanza… Dmitri sabe que lo quiero.
La primera vez que escuché esta marcha quedé del todo asombrado. El cambio de ritmo, si uno viene siguiendo desde el principio este Allegretto, es realmente magistral. A su vez, son increíbles los cambios de ritmos entre los distintos temas que componen la marcha. No fue, de todos modos, una gran sorpresa para mí, pues ya había apreciado la gran capacidad de Shosti para los cambios de ritmo en su quinta.
Bien dices que tiene algo de La viuda alegre. También tiene algo de otra obra de Shosti, su ópera Lady Macbeth (conociendo la historia de esta obra se entiende lo que declarara tiempo más atrde Dmitri sobre las purgas estalinistas). Y también hay una reminiscencia al Das Deutschlandlied que compuso Haydn como himno para Alemania. En esto me detengo pues se me hace imposible no hacer una comparación con Tchaikovsky: al igual que Piotr utiliza La Marseillaise en su 1812 como alegoria del avance francés, Dmitri utiliza este elemento como alegoría del avance alemán.
Y a propósito de este punto, la versión de Gergiev es interesantísima porque hace resaltar el uso de la caja orquestal que actúa en forma de ostinato (corríganme profesores si me equivoco en la terminología) con un tempo tan acelerado que parece verdaderamente una ametralladora. No sé si coincidirán conmigo.
Sabía lo de las penurias del estreno… lo que no sabía es que la partitura había pasado por Buenos Aires, del todo curioso ese dato (después pasame la fuente si la encontrás, amigo). Pero volviendo al estreno, me imagino esa terrible escena: un teatro casi vacío, pocos ejecutantes en la orquesta, todos cansados y hambrientos por el asedio, pero dándo lo mejor de sí mísmos en esta heróica y emotiva sinfonía.
Por eso me gusta, particularmente, la versión de Bernstein: por la emotividad que logra sacar a la partitura. Aunque, a decir verdad, –y me duele decirlo ya que Bernstein es el músico que más admiro– Lenny no es el mejor intérprete de Dmitri pues no no llega a entender ese particular tono agrio que tienen sus composiciones (como sí lo entendía Mravinsky y como lo entiende Gergiev). Pero en la séptima podemos hacer uan excepción y disfrutarlo… bah, yo a Lenny lo disfruto en cualquier pieza.
Ahh no quiero olvidarme del final del movimiento. No es genial como terminada la marcha, y después de la recapitulación del primer tema del movimiento, vuelve a aparecer en la lejanía la marcha, dando fin al movimeinto? Realmente me emociona la capacidad creativa de Shostakovich.
Un gran abrazo, Leiter. Muchas gracias por esta entrada.
Siempre me ha gustado esta sinfonía pero desconocía su tremenda historia, ahora la aprecio aún más. Siempre te digo lo que me gusta esta sección pero hoy especialmente tengo la sensación de que me ha enriquecido sobremanera.
Gracias.
Besos
Increíble historia! y gracias por acercarnos a Nicolás y a mí a este compositor. A mí se me resistía. Nico comentó: «Son pocos…» como para sí mismo y luego se puso a dirigir.. Beijinhos.
Dos historias se conjugan en este alucinante movimiento de la Sinfonía Leningrado. Alucinante en verdad, con una gran fuerza expresiva. Magnífica partitura y gran ejecución esta de Valery.
Y por ello, con el permiso de Dmitri, yo le cambiaría el nombre a la Sinfonía, por uno que hoy ha sido muy empleado aquí: la llamaría OBSTINACIÓN.
Compositores como Shostakovich, son los que muy seguramente quisieran hablarme con OBSTINACIÓN…El problema para ellos, es que Richard Wagner acceda a permitirles el paso al Wallhall…
«Incluso tres miembros de la orquesta fallecieron de hambre antes de que se celebrase el estreno.»
Heladora y a la vez hermosa la historia de esta partitura.
Gozosa esta entrada histórico-musical, para deleitarse leyéndola varias veces.
Ciertamente, el Bolero de Ravel también cuenta con una leyenda que hace referencia a la obsesiva repetición temática como muestra de la locura existencial humana, incapaz de superar el encorsetamiento de sus propios esquemas mentales. Bueno, también existe otra conjetura sobre el carácter pretendidamente sexual del Bolero, con esos orgásmicos estallidos finales…
Si esto ocurre con el Bolero, una obra célebre por antonomasia, imaginaos cuántas cosas se pueden decir de esta marcha de la Séptima de Shostakovich.
Camilo, me has dado una idea sobre Miaskovski. Hablaremos de él antes del cierre vacacional de septiembre.
La fuente, querido Frank, la puedes comprobar en el libro de Alex Ross «El ruido eterno» (Aunque allí no se hace mención a Buenos Aires, sino a Sudamérica). De cualquier manera, en tu propio país me comentaron lo del arribo de la partitura a tierras porteñas. Fue un músico con quien entablé amistad en el bar del bonaerense hotel Los dos chinos (Que, pese al insólito nombre, es un excelente hotel que cuenta con la mejor repostería de todo Buenos Aires). El tempo de la versión está muy bien, pero… Existen versiones mucho mejores, a mi juicio (Los tambores — cajas claras — se llegan peligrosamente a cruzar en los instantes finales del vídeo). Bernstein no me acaba de gustar con Shostakovich.
Fantástico que os haya gustado, Amalia y Pau. Pero mucho mejor que le haya gustado a Nico, nuestro futuro director de orquesta. No he entendido eso de «Son pocos…»
Iván, te encuentro deliciosamente metafísico hoy. Deja por un rato a Wagner con sus nibelungos y cata un poco del mejor Shostakovich (El gran Richard te lo agradecerá, seguro)
Estaba completamente seguro de que este guiño de hoy iba a ser de tu agrado, Ángel
Es un placer leeros, Camilo (No dejes de brindarnos tus excelentes comentarios), Frank, Iván, Amalia, Pau y Ángel.
Besos y abrazos
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Yo tampoco entendí muy bien lo de Nico con su manera de musitar: «son pocos…», parecía que le faltasen músicos en la orquesta. Después de leer la historia de la obra me impresionó un poco. No quiere decir nada, solo lo comento 😉
beijinhos.
Gracias por el saludo, Maestro, te escribo desde otro rincón en el mismo rincón del mundo, es decir, bajando todavía un poco más al sur. Tengo apetito de esta entrada, pero sólo podré oír la música tranquilo al regresar.
Un abrazo!
J
Un fortísimo abrazo, Joaquín, y disfruta de tu merecido receso. Esta casa y sus habituales clientes te echaremos de menos.
Ya tendremos tiempo para comentar sobre aquellas cosas que nos gustan y nos unen.
Gracias por tu inestimable aportación a este bar virtual de copas.
Nos vemos, amigo
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