Rondo del Concierto para trompeta en Mi bemol mayor
Aquí el vídeo que hoy os dejo podemos escuchar el gracioso y vivificante tercer movimiento — Rondo — del famoso Concierto para trompeta y orquesta en Mi bemol mayor de Johann Nepomuk Hummel. La sensacional interpretación corre a cargo del trompetista Wynton Marsalis, un afamado intérprete de jazz nacido en Nueva Orleans en 1961, acompañado por la English Chamber Orchestra dirigida por Raymond Leppard, el gran especialista inglés de música de cámara cuya discografía, especialmente la dedicada a Haendel, forma parte ya por derecho propio de la antología de la historia fonográfica.
En este breve y brillante movimiento, endiablado de interpretar, la trompeta derrama su alegría sin reservas para mayor placer del auditor. El concierto fue compuesto por Hummel en 1803 y hoy en día forma parte del repertorio tradicional de cualquier afamado trompetista.
Pero lo más digno de resaltar de este concierto es la transición que muestra Hummel, pasando de la rigidez formal del siglo XVIII en el primer movimiento a la libertad del siglo XIX en el último, pasando de Mozart a Von Weber, pasando del Clasicismo al Romanticismo. Aunque este concierto sea la obra más conocida de su autor en la actualidad, quizás estas transiciones sean la mejor opción de cómo hay que escuchar y redescubrir a Hummel.
Aunque se suele pensar que Beethoven fue aceptado inmediatamente y que a partir de él se abre sin limitaciones el Romanticismo, la situación real distó mucho de suceder así, ya que el espíritu del Clasicismo pervivió durante muchos años y la etapa de transición hasta el triunfo definitivo del romanticismo revolucionario tardó en imponerse.
Los clásicos habían sabido integrar perfectamente el Sturm und Drang — claro antecedente del Romanticismo — en sus esquemas y, aunque la burguesía se afianzaba con lentitud, la aristocracia no había perdido completamente su poder. La música instrumental, que durante el Romanticismo se va a convertir en uno de sus ejes, era aún minoritaria; y la ópera, verdadero y multitudinario medio para conocer a los compositores, le falta aún un período de evolución para convertirse en romántica.
Surgen muchos compositores que van a cultivar lo instrumental, la ópera o ambas formas, y que muestran elementos claramente clasicistas e ilustrados junto a rasgos inconfundiblemente prerrománticos.
Rossini fue el auténtico dominador de su tiempo en la ópera, un compositor universalmente conocido; por el contrario, Schubert, uno de los grandes compositores — al que equivocadamente se trata de exclusivamente romántico — fue un perfecto desconocido en su época. En un punto intermedio podemos situar a Johan Nepomuk Hummel, el compositor más conocido en su época y hoy prácticamente olvidado. Su música amplió el estilo mozartiano sin acercarse demasiado a lo romántico.
Breve biografía
Johann Nepomuk Hummel nació en Presburgo — Bratislava — el 14 de noviembre de 1778. Niño prodigio, fue primero alumno de su padre, después de Mozart, luego de Albrechtsberger y finalmente de Salieri. Dio su primer concierto con nueve años y luego partió con su padre para realizar una larga gira.
En su tiempo, fue considerado el mejor pianista de Europa. De 1804 a 1811 ocupó el puesto de Kapellmeister del príncipe de Esterhazy en Eisenstadt antes de cumplir las mismas funciones en Stuttgart y Weimar. Siendo el más reputado instrumentista de su tiempo, tuvo como alumnos a Czerny, Sigsmund Thalberg, Hiller y Mendelssohn, entre otros. Aunque en la actualidad es un compositor un tanto olvidado, dejó una importante obra (5 misas, 5 óperas, 6 ballets…) de la que una gran parte está dedicada al piano. Sus 7 conciertos para piano, eclipsados por la popularidad de su Concierto para trompeta, requieren un imprescindible reconocimiento.
Hummel fue además un compositor muy perspicaz en sus negocios, circunstancia que ayudó a mejorar las leyes de derechos de autor para los músicos así como asegurar su delicada e imprevisible economía. Hummel falleció en Weimar el 17 de octubre de 1837.
Nuestro humilde homenaje a tan excelente músico con este concierto para trompeta.
Tengo el disco que incluye este concierto pero nunca había visto el video del mismo! Gracias, me ayudas a recordar —una vez más— el gran nivel de Wynton Marsalis. Años atrás, unos amigos estudiantes de trompeta me hicieron concluir que detrás de los instrumentos de bronce existe un culto. Marsalis era uno de estos héroes reverenciados, junto a Maurice André, el joven Nakariakov, Hermann Baumann, Canadian Brass (y su tubista), German Brass y cualquier grupo que se anunciara como Brass. Algo se me pegó desde entonces.
Hummel, como dices, es uno de esos vínculos olvidados entre Beethoven y el resto del siglo XIX. Bien apuntado lo de no tan romántico, sino más bien clasicista evolucionado. Me recuerda el Estilo Imperio, ése que surgió y acabó con la era napoleónica (recordar las pinturas de David), con su clasicismo algo romantizado, brillante y atractivo, pero que luego fue abandonado. Con todo, Hummel fue un compositor realmente bueno, apreciado incluso por Beethoven. Lo que no tiene en profundidad, le sobra en gracia e imaginación.
Ah, Maurice André… ¡Hablaremos de él en el transcurso de esta temporada!
¿Sabéis que yo quise iniciarme en la trompeta? Compré una de muy poca calidad a la que se le quedaban los pistones enganchados… Tendrías que haber visto a mi amigo Paco, un joyero jubilado, desmontando el instrumento en el bar y tratando de arreglar el problema, ja, ja… El pobre con sus gafas de medio cristal… No sigo que me parto de risa. Y encima diciendo al tiempo que apoyaba la boquilla en sus labios: –«¡Leiter, esto no suena!»– Ja, ja, ja…
Gracias por tu comentario, Joaquín
LEITER
…es que el Tercer Movimiento de este concierto es muy Weber, cierto, y el primero todo estructurado, pero el segundo es muy bonito, con ese trino que va y va y luego cambia de nota. Qué bueno que Hummel no era un compositor-violinista, sino, quién sabe qué le habría pedido hacer a la trompeta!
¿Has oído la versión de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi en bronces, por The Canadian Brass? Ahí tienes una demostración. Suena muy bonito, pero las agilidades escritas para el violín son un atentado contra el trompetista. Seguro que resuelven virtuosísticamente los pasajes, pero se percibe a tres leguas que esa música nunca fue pensada para sonar en trompeta.
Vaya, leiter, ¿trompetista? Todos mis respetos. Me hizo gracia imaginar la escena del joyero, jaja.
Maurice André redefinió el sonido de la trompeta; eso fue lo que me explicaron los del Culto al Bronce, y tenían toda la razón. Qué sonido más dorado e inconfundible tiene el gordo ese!
Fíjate que a mí lo que más me gusta de ese concierto es precisamente el primer movimento, con ese salto de octava al puntillo tan simple y tan efectivo. Me recuerda al mejor Haydn por su gran estructura formal y su contraste entre los dos temas principales, del todo rítmico pero que se ensabla perfectamente. Elegí el tercero para el guiño por ser más desenfadado.
Violines para trompetas… Ufff… Se me hace complicado. De cualquier forma, Las Cuatro Estaciones de Vivaldi es una obra de esas que no soporto (Lo digo ahora que no nos escucha nadie…). ¿Sabías que Stravinski comentó que Vivaldi había escrito 400 conciertos exactamente igual de «insufribles»? Bueno, yo no soy tan estricto con el Rojo Peluca — me gustan ciertas cosas — pero asocio Las Cuatro Estaciones a soporíferos vídeos con imágenes de riachuelos y eso… Y a las clases de Religión del colegio.
Escuché a André — y tuve la oportunidad de hablar un rato con él — en el Teatro Real hace unos veinte años. Ese tío hacía milagros con la trompeta. Usó una pequeñísima, como un piccolo, para ofrecer una propina, creo que era un canto de Auvernia, y se paró el tiempo en el Teatro. Fue algo inenarrable ver a ese gordo tocar de esa manera. Cuando elevaba el sonido en agudos parecía que el timbre del instrumento se te introducía en el alma; algo verdaderamente fantástico.
Dejé la puñetera trompeta a los dos meses… Seguí siendo un mediocre pianista (Mejor dicho, un horroroso pianista, según la opinión de mis antaño sufridos vecinos) Hace ya mucho que no toco. ¿Para qué amargar la vida de mis actuales vecinos?
Gracias por tus comentarios, Joaquín. Son todo un lujo para BLUES.
Un abrazo
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Siempre asocié la trompeta con marchas militares o con el jazz, apenas la había escuchado como solista y menos con la «ligereza» de esta pieza.
Otra novedad, Leiter!
Besos
Ya Bach en los Conciertos de Brandemburgo y en algunas suites para orquesta otorga cierto protagonismo a las trompetas.
En eso consiste esta sección: En hablar de músicos no tan conocidos y en citar algunas buenas e inmortales obras.
Besos, muchos besos
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Uno de estos amigos que tocaban trompeta me dijo que su profesor, cierta vez, le comentó que los instrumentistas del barroco debieron ser sencillamente fabulosos. Y para afirmar su sospecha usaba aquel Concierto de Bach que mencionas (el Brandemburgo número 2), pues decía que Bach de seguro no compuso la obra sin tener alguien que la pudiera tocar, y ese alguien debió ser capaz de ejecutarla con las limitaciones técnicas de aquellas trompetas. Si el concierto ése es dificilísimo incluso para las trompetas modernas, ¡qué capacidad requerían entonces los trompetistas barrocos!
«Si non é vero, é ben trovato», dirían los italianos.
Y esto me hizo recordar al mismo Wynton Marsalis junto a Kathleen Battle interpretando duetos barrocos (la trompeta versus la voz soprano). De lo mejor que he oído.
¡Qué bien lo acabas de definir, Joaquín!
Se componía conforme a lo que había, por supuesto. Pero además de eso, Bach se lo ponía difícil. Recordemos que aquellas trompetas carecían del sistema de llaves y válvulas actuales, y que se tenían que tocar «a labio». Si ya es complicado «sacarle» el sonido a una trompeta actual — probad y me lo diréis — imaginaos a una de esas trompetas de caza. Y encima con melodías y ritmos.
Buenísima tu referencia. Ahí va un enlace. Gracias por la recomendación, Joaquín. Genial.
Un abrazo
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