Narciso Yepes

Dedico esta entrada a Ángel Guirao y al doctor Paco Morales. También a mis hermanos Marinus el Ceremonioso y Ludovico el Magnífico, excelentes guitarristas ambos.

 Hablar de Narciso Yepes es hablar de la guitarra, especialmente de la guitarra de diez cuerdas. Excepcional músico de altísima reputación internacional, el maestro Yepes tuvo el privilegio y honor de recuperar composiciones que permanecían en el olvido gracias a la transformación radical que supuso para el mundo de la guitarra clásica el inventar y perfeccionar un nuevo instrumento: La guitarra de diez cuerdas. Narciso Yepes vio la luz por primera vez en la murciana localidad de Lorca el 14 de noviembre de 1927. Hijo de agricultores, su padre era muy aficionado a la guitarra, como otros campesinos de esa región, y decidió que su hijo adquiriese alguna noción en dicho instrumento. En aquella década de los años treinta, Andrés Segovia era ya un intérprete prestigioso que estaba impulsando el renacimiento de la guitarra clásica, pero en el campo murciano, obviamente, no se escuchaba la música culta que Andrés Segovia difundía sino, más bien, la guitarra era el medio de expresión favorito de la gente llana y sencilla en base a unas específicas fórmulas melódicas y rítmicas con las que se conjugaba la música popular. Eso hace aún más significativa la temprana vocación de Yepes, un magnífico alumno que pronto fue enviado al Conservatorio de Valencia, con sólo trece años, para iniciar estudios superiores de guitarra. Allí contactó con el maestro Vicente Asencio, profesor titular de la institución, quien aconsejó a su joven discípulo que cambiara de instrumento (La guitarra apenas tenía consideración como instrumento «culto»). Yepes, todo fe, coraje y pundonor, trabajó con ahínco en la perfección de la técnica guitarrística y unos meses después reprodujo ante el profesor Asencio las escalas del piano en la guitarra. El profesor Asencio quedó deslumbrado ante la portentosa capacidad técnica de Yepes y ya nunca se separó de su alumno. Tras finalizar sus estudios en Valencia, Yepes se trasladó a París para ampliar formación musical bajo la tutela de la prestigiosa profesora de composición Nadia Boulanger. De regreso a España, Yepes se instala en Madrid y contacta con el entonces mítico director de la Orquesta Nacional de España, Ataúlfo Argenta, quien le invita a interpretar con dicha formación el Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo en 1947. Aquel concierto supuso la fulgurante ascensión artística de Yepes, quien al año siguiente inicia una gira de conciertos por Europa con todo éxito. Pero el verdadero aldabonazo artístico le llega en 1952, cuando compone una bella y tierna Romanza que sirve de base musical a la película  Jeux interdits (Juegos prohibidos) del director francés René Clément y que se hizo mundialmente famosa. A comienzos de los años sesenta, Narciso Yepes gozaba ya de un alto prestigio mundial; sin embargo, en su fuero interno, Yepes albergaba dudas sobre la versatibilidad de su instrumento. El maestro Yepes mantenía el criterio de que en la guitarra clásica existía algo intrínsecamente imperfecto, algo que fallaba y que la técnica no podía remediar. Yepes no se resignó y, tras años de estudio, llegó a la solución de los problemas que le planteaba su instrumento: La guitarra de diez cuerdas, una eficaz idea que contrarrestaba en buena medida los problemas derivados de las distintas resonancias que presentaban las seis cuerdas de la tradicional guitarra. Yepes se puso en contacto con el prestigioso fabricante José Ramírez, quien acogió la idea en un principio con total escepticismo (En contra de lo que se afirma en algunas fuentes, el maestro Yepes no acudió al prestigioso fabricante de guitarras Fleta, sino que «amenazó» a José Ramírez III con hacerlo si éste no atendía su petición, algo que no terminaba de convencer al fabricante Ramírez. Estos hechos fueron narrados por el propio Yepes durante un curso ofrecido en 1987. Posteriormente, Yepes sí tuvo una Fleta de diez cuerdas). Yepes, plenamente confiado en su revolucionario y muy estudiado proyecto, acabó por convencer a Ramírez y el 1 de marzo de 1964 se encontró en sus manos con una flamante guitarra Ramírez de diez cuerdas que estrenó unas semanas después en un recital protagonizado en Berlín. Empero, aquella innovación no fue recibida con agrado por algunos de sus colegas, entre ellos el insigne Andrés Segovia. Pero Yepes, un hombre terco hasta la saciedad y valiente como pocos, se defendió: –«Cuando decidí usar una guitarra de diez cuerdas no me importó en absoluto lo que otros guitarristas pudieran pensar acerca de ello. Mis razones fueron estrictamente musicales y técnicas»—  En el mismo año de 1964, Yepes debuta en Norteamérica, en el Town Hall de Nueva York, aunque con un discreto éxito que se justificaba, mayormente, por la poca curiosidad que despertaba la guitarra española en los EEUU, a diferencia de Europa, Sudamérica y Japón, donde Yepes era ya un afamado músico. Aquello cambió en 1980, cuando Yepes cosechó un memorable éxito en el Hollywood Bowl interpretando el Concierto de Aranjuez bajo el acompañamiento del maestro Jesús López-Cobos. Un año más tarde, Yepes se consagra definitivamente en tierras norteamericanas mediante un memorable concierto ofrecido en el Guitar Society of Toronto, en donde dejó a público y crítica boquiabiertos con su interpretación de la Chacona en re menor de Bach. A partir de entonces, las puertas de Norteamérica se le abrieron de par en par y anualmente recorrió los escenarios de los grandes centros musicales de Los Ángeles, Cleveland, Chicago, Washington, Toronto, Montreal, San Francisco, Detroit… Yepes se convirtió en un artista mundialmente aclamado en todo el mundo. A principios de los años noventa, diversos problemas de salud provocaron que el maestro Yepes redujera considerablemente su actividad concertística. Ofreció su último recital en Santander, el 1 de marzo de 1996, y un año más tarde, el 3 de mayo de 1997, falleció en el Hospital Morales Meseguer de Murcia como consecuencia de una penosa y triste enfermedad. La corporación de Lorca, ciudad natal del inmortal intérprete, hizo una declaración institucional en la que señaló que «Yepes ha sido el lorquino más universal de todos los tiempos en la historia de la ciudad y en la historia de la música».

 Narciso Yepes fue la figura central de una generación de excepcionales intérpretes de guitarra entre los que destacaron Alirio Díaz y Renata Tarragó. Considerado como el más cualificado sucesor de Andrés Segovia, esto hay que entenderlo de una manera estrictamente cronológica, ya que Yepes tuvo una personalidad demasiado fuerte como para imitar a nadie. Su técnica pasaba por un magistral uso del tremolo, el legato y el staccato y por una habilidad portentosa en el manejo de sonoridades brillantes y apagadas. Pero a este conjunto de elementos hay que sumarle el del sonido propio e inconfundible debido a la guitarra de diez cuerdas, una invención exclusiva de Yepes que, por su magnitud, le situó entre los innovadores de instrumentos más audaces de la historia de la música europea. A lo largo de su carrera, Yepes acaparó todo tipo de distinciones: Hijo Predilecto de Lorca (1964); Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia (1977); Premio de la SGAE (1984); Premio de RTVE (1985); Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1986) y Premio Nacional de Música (1987), entre otros. Su registro discográfico es encomiable y en el mismo podemos destacar sus grabaciones del Concertino en la menor de Bacarisse acompañado por la Orquesta de RTVE dirigida por Odón Alonso (DG); los Quintetos para guitarra de Boccherini acompañado por el cuarteto Melos (DG); el Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo acompañado por la Orquesta Philharmonia dirigida por García Navarro (DG); las transcripciones de las Sonatas de Doménico Scarlatti (DG); los Estudios y Variaciones Marlborough de Fernando Sor (DG); diversas piezas de Tárrega (DG); los Estudios y Preludios de Villa-Lobos (DG); y, por supuesto, algunas transcripciones de Johann Sebastian Bach (DG).

  Muchas son las opiniones y anécdotas que pueden contarse de Narciso Yepes y que nos ayudan a entender un poco más su personalidad: El guitarrista siempre fue un hombre de trato agradable y sencillo, como así pudo comprobar en su momento el autor de esta entrada, y nunca hizo ascos a sus humildes orígenes pese a que su categoría como excepcional artista fue internacionalmente reconocida. Contaba el maestro Yepes, con una mezcla de su peculiar sentido del humor y de pasada nostalgia, como tres veces a la semana acudía a Lorca montado en un asno para recibir sus lecciones. También, enfatizando en la sempiterna polémica de la creación de la guitarra de diez cuerdas, el maestro Yepes aludía con cierta ironía: –«Con una guitarra de diez cuerdas tengo además una de seis dentro. En cambio, con una de seis no puedo tener una de diez… De esta manera, me beneficio siempre de tener dos guitarras en una»– Hombre metódico y tremendamente ordenado, en su casa de El Escorial atesoraba una fabulosa colección de partituras y manuscritos antiguos para la guitarra. Además, Yepes era un gran aficionado a los telescopios, a la jardinería y al flamenco, que sólo interpretaba en reuniones de carácter íntimo. De hecho, fue miembro del jurado en numerosos certámenes de guitarra flamenca y siempre declaró su admiración por figuras legendarias de la guitarra flamenca, como Ramón Montoya, Niño Ricardo y Sabicas. Nuestro humilde homenaje a uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos, Narciso Yepes.